Lluvia de dólares, atraso
cambiario y shock a jubilados…
El
atraso cambiario favorece a la desaceleración de la inflación pero afecta la
competitividad de la producción nacional (Adrián Escandar)
Si a fin de año el
tipo de cambio cotiza a $17,80 tal como indica el REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado) del Banco Central, la
divisa habrá aumentado en 2017 exactamente 10%. Eso es bastante menos de la
mitad que la inflación anual.
© Escrito por Marcelo
Zlotogwiazda el viernes 08/12/2017 y publicado por el Diario Digital Infobae de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Cuando hace unos
días le preguntaron su opinión sobre el tema Nicolás Dujovne dijo que "el
tipo de cambio relevante es el multilateral".
El ministro de
Hacienda tiene razón: para evaluar si
hay o no atraso cambiario no sólo hay que tomar en cuenta lo que sucede con el
dólar y los precios locales, sino también lo que ocurre con las monedas y con los
precios de los otros países que comercian con la Argentina.
De esa manera se captaría, por ejemplo, el impacto negativo de una devaluación
del Real sobre la competitividad cambiaria local. El indicador que incorpora
todo eso es el tipo de cambio real multilateral (TCRM).
Pero el ministro
de equivocó al afirmar que "el tipo de cambio multilateral este año no se
atrasó". La medición diaria que realiza el Banco
Central muestra que ese índice está casi un 5% por debajo al del último día de
2016.
Ese atraso cambiario
se suma al que hubo el año pasado. Si sólo
se compara dólar vs. Inflación, se observa que en 2016 el primero aumentó 21%,
pasó de $13,40 a $16,20, y los precios alrededor del doble. Si se lo
mide con el TCRM, la caída o atraso fue de un 10 por ciento.
En resumen, el
retraso cambiario acumulado en los dos últimos años hace que el TCRM sea
actualmente apenas 17% más alto que el día previo al levantamiento del
cepo cambiario, cuando el dólar cotizó a $9,75, para delicia de los que podían
aprovechar esa ganga.
En el Gobierno
hay conciencia y preocupación por el nivel del tipo de cambio, por los déficits
comercial, de turismo y por el atesoramiento por parte de particulares y
empresas
Más allá del
desliz de Nicolás Dujovne, en el Gobierno hay conciencia y preocupación de que
eso es un problema. No es para menos: el
retraso cambiario es causa clave de que la balanza comercial vaya a cerrar el
año con un déficit que será récord histórico, porque las exportaciones están
estancadas y las importaciones suben aceleradamente; de que el gasto en viajes
y turismo no para de subir; y de la inmensa compra de dólares para
atesoramiento por parte de particulares y empresas.
Paradójicamente, las
principales causas del retraso cambiario las genera la política económica del
Gobierno. Si a pesar de todo el drenaje de divisas que se va por el
déficit comercial, por viajes y turismo, por compras para ahorrar y por el
creciente pago de intereses de la deuda externa, el dólar no sube ni hay
pérdida de reservas, la razón es que simultáneamente la economía está
recibiendo una lluvia de dólares del exterior.
No se trata de una
lluvia de dólares de compañías internacionales interesadas en invertir en
proyectos productivos o en infraestructura. El grueso de los dólares que llegan
es por el endeudamiento público y por los capitales especulativos atraídos por
la fenomenal rentabilidad de la bicicleta que les proporciona una política
monetaria de altísimas tasas de interés, que tiene a las Lebac como figura
estelar. "La plata que viene es la de la bicicleta financiera, que
es una plata transitoria que ya la vivimos con Martínez de Hoz", dijo…
Miguel Angel Broda.
El
grueso de los dólares que llegan es por el endeudamiento público y por los
capitales especulativos atraídos por la fenomenal rentabilidad de la bicicleta
que les proporciona una política monetaria de altísimas tasas de interés
"El retraso
cambiario es la contracara de las Lebac al 30% anual", reconoce un
funcionario con mayor cargo jerárquico que Dujovne, que si bien considera que
Federico Sturzenegger exagera con la tasa de interés, sabe y se resigna a que
el titular del Banco Central va a seguir teniendo el respaldo de Mauricio Macri
para mantener la tasa bien alta por dos o tres meses más, en los que se espera
un salto inflacionario como consecuencia de los aumentos en tarifas y
combustibles.
Nicolás Dujovne lo
expresó en público: "Nos queda por delante un tiempo donde la política
monetaria tiene que ser dura para acomodar los precios". Monetarismo
explícito.
El atraso cambiario
tiene claras consecuencias en el perfil productivo. En una reunión con
periodistas de anteayer le preguntaron al CEO del grupo Newsan, Luis Galli,
cómo impacta el atraso cambiario en las actividades del holding. Respondió que
eso les conviene para la unidad de negocios de importación de electrodomésticos
y electrónica (Noblex, Atma, Philco, Siam, celulares, etc.), pero complica a la
unidad de negocios de exportación de pesca, que en muy poco tiempo ya les
genera ingresos por cerca de USD 300 millones, que de todas maneras es mucho
menos de la mitad que lo que importan de insumos y productos finales.
El peso del
déficit fiscal
En el Gobierno
también son conscientes de que la estrategia de cubrir déficit fiscal con
endeudamiento tiene un horizonte limitado, y es por eso que a la política de
reducción del desequilibrio fiscal que caracterizan como gradualista la quieren
complementar con un shock de ajuste sobre los jubilados.
Por más que el
Presidente afirme que los jubilados no van a perder respecto a la inflación, y
por más que el diputado Pablo Tonelli apele al sofisma de que perder plata no
es perder poder adquisitivo, no hay ningún lugar a duda de que la fórmula de
movilidad que impulsa el Poder Ejecutivo y que ya fue aprobada en el Senado les
recorta, hasta el fin de sus días, el haber que los jubilados hubieran cobrado
con la fórmula vigente. Sólo para el año próximo la pérdida ronda los $70.000
millones, a lo que hay que agregar la rebaja en la AUH.
No hay ningún
lugar a duda de que la fórmula de movilidad que impulsa el Poder Ejecutivo y
que ya fue aprobada en el Senado les recorta, hasta el fin de sus días, el
haber que los jubilados hubieran cobrado con la fórmula vigente
Para que la
votación de la reforma previsional no les resulte tan "ingrata" como
a Miguel Ángel Pichetto y a los otros senadores peronistas que aprobaron un
drástico recorte, diputados del bloque del PJ y también algunos radicales están
analizando modificaciones que suavizarían el impacto de la ley que tuvo media
sanción en la Cámara alta. Es un intento que tiene poca probabilidad de
prosperar, porque el Gobierno considera que el ahorro previsional es un
objetivo imprescindible, y porque con el nuevo reparto de bancas en Diputados y
con la ayuda de los gobernadores que firmaron el acuerdo fiscal con la Nación,
el oficialismo tiene altas chances de obtener entre los 35 peronistas del nuevo
interbloque federal los votos que le faltan para llegar a la mayoría.
Es curioso que el
"gradualismo fiscal" se sustente en dos shocks. El que perjudica a
los jubilados y el de las tarifas de servicios públicos.
El primero es
social y políticamente indefendible. La recuperación tarifaria era necesaria e
inevitable, aunque su implementación es discutible.
Con ese combo el
Gobierno aspira a que el déficit fiscal primario de 2018 y 2019 baje a 3,2 y
2,2 puntos porcentuales del PBI, respectivamente, y sean inferiores al
crecimiento proyectado de 3,5% en la actividad agregada, de forma tal de que se
vaya achicando las necesidades de endeudamiento en proporción al tamaño de la
economía.
Aunque
precisamente el menor ingreso disponible para consumir que implican
esos dos shocks alimenta dudas sobre el nivel de crecimiento de 2018. El último
relevamiento del Banco Central achicó el pronóstico promedio a 3,1 por ciento.