“No podemos dejar que la gente se muera de hambre”…
La intendenta del distrito más poblado del conurbano
contó que la demanda en los comedores creció un 150 por ciento en los barrios
más vulnerables. Dijo que si el Gobierno no da respuestas, destinará recursos
del municipio a comprar comida.
© Escrito por Nicolás Lantos el domingo
29/05/2016 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
En La Matanza, el distrito más poblado de la provincia de Buenos Aires, a
media hora del Obelisco, hay al menos 150 mil personas que no llegan a cubrir
las necesidades alimentarias más básicas. La demanda de alimentos en comedores
de colegios, iglesias y centros de jubilados aumentó un 50 por ciento en
promedio, llegando al 150 por ciento en los barrios más comprometidos
socialmente y la respuesta del Estado nacional y provincial son insuficientes.
Ese es el panorama que pinta la intendenta Verónica Magario, en diálogo con
Página/12.
“El hambre no admite espera. Hay que darle respuesta ahora mismo”, dice la
jefa comunal, que pide al gobierno provincial que declare “la emergencia social
y laboral” para “destinar partidas” extraordinarias a los comedores de los
sectores que quedaron a la intemperie por el aumento de precios y tarifas y la
pérdida de empleo. Y advierte que si en los próximos días no tiene una
respuesta satisfactoria de la gobernadora María Eugenia Vidal, tomará la
decisión de “sacarle recursos al funcionamiento normal del municipio” para
utilizarlos en la compra de alimentos.
“En las escuelas públicas de La Matanza los comedores crecieron un 50 por
ciento promedio, pero llegaron al 150 por ciento en los sectores más
vulnerables. La demanda también llega por las iglesias y los centros de
jubilados. Hoy, los abuelos, después del aumento de tarifas, están pagando más
de un tercio de una jubilación mínima en servicios. Sumale los medicamentos que
dejó de cubrir PAMI. Hay un sector de abuelos que dejó de cenar para tomar un
mate cocido o un té. Todo esto se suma a la baja de consumo y a las pérdidas de
puestos de trabajo en el sector privado y en el sector informal, que es el
primero que se pierde. Tenemos un registro de 150 mil personas por afuera del
sistema en lo que respecta a cubrir las necesidades alimentarias más básicas”,
plantea Magario.
–¿Cuándo comienza a
advertirse esta situación?
–Esto empieza a verse en febrero, marzo, fundamentalmente, cuando abren las
escuelas y empezamos a tener indicios por el aumento en los pedidos de leche y
de alimento, y se empezó a ver no solo en las escuelas, sino también en los
barrios y en los centros de jubilados. Esto es producto de que crecieron
muchísimo los precios de los alimentos y de los servicios y así aparecen las
primeras demandas puntuales de asalariados que llegaban justo a fin de mes y ya
no les alcanza. A eso se suma la gente que se quedó sin trabajo.
–¿Cómo se puede
solucionar este problema?
–Cuando tenés despidos, falta de trabajo y hambre hay que declarar la
emergencia y dedicar fondos a eso. En la provincia se declaró la emergencia
hidráulica y en seguridad. Ese endeudamiento que se votó sirvió para destinar
partidas extraordinarias y para agilizar los trámites de las inversión y de
compra de equipamiento en seguridad y en las obras contra las inundaciones.
Ahora, frente a este escenario, hay que declarar una crisis social y laboral y
destinar partidas para lo más urgente, que es el hambre.
–¿Hubo respuestas del
gobierno provincial a estas demandas?
–Yo el problema se lo llevé a la gobernadora Vidal en febrero y no tuve
respuesta. Recién a fines de marzo empezaron a prestar atención y a darse
cuenta de que estaba pasando algo grave. Hace un mes y medio estuve con los
ministros de Desarrollo Social, (Carolina) Stanley y (Santiago) López Medrano,
y pedimos asistencia alimentaria para estos sectores. Ni siquiera les pedimos
que nos den los recursos a nosotros, sino que los hagan llegar a través de las
escuelas, de las iglesias. las sociedades de fomento, los centros de jubilados.
Producto de eso se empezaron a implementar operativos de la nación en los
barrios, con el camioncito, pero lo que hacen ahí es el trámite para obtener el
DNI y la inscripción a la Asignación Universal, no dan alimentos. Los que nos
mandan a nosotros alcanzan apenas para dos mil personas, y son alimentos secos.
Nada de carne, nada de leche, nada de fruta o de verdura. Por eso la decisión
de este municipio es empezar a generar partidas para alimentos, para comedores,
porque no podemos dejar que la gente se muera de hambre.
–¿De dónde saldrían esas
partidas?
–Habrá que sacar de otros presupuestos del municipio. Del alumbrado, de las
obras... El municipio pagaba un millón setecientos mil pesos por bimestre de
luz y ahora tengo que pagar ocho millones por mes. Con eso se podría dar de
comer a veinticinco mil chicos y podría sostener veinticinco mil becas en
diversos programas de educación y recuperación para niños y adolescentes. Los
municipios no podemos sostener esto. Lo que estamos haciendo es tomar una
decisión de sacarle recursos al funcionamiento normal del municipio para
comprar comida. En vez de asfalto, en vez de luminaria, yo voy a comprar
alimentos. ¿Cuánto puede durar esto? Un par de meses, no más. Además los
municipios tenemos nuestra recaudación atada a la caída del consumo, a través
del IVA y de la tasa de Seguridad e Higiene, que se aplica sobre las ventas
empresas y comercios, que también cayeron.
–Hace algunos días el
asesor presidencial Jaime Durán Barba dijo que no hay hambre en el país y que
si hay, es por culpa del gobierno anterior...
–En febrero intentaban decirnos que era la herencia. Desde marzo para acá
los funcionarios con los que tratamos se empezaron a dar cuenta de que la
crisis es real y más allá de lo que intenten mostrar, ya no tienen cómo
justificar lo que está pasando y se sabe que es producto de las medidas
económicas y el plan económico del Presidente. Ellos en privado reconocen esto,
pero dicen que no tienen plata para dar soluciones. Si el municipio puede
cambiar partidas, yo creo que el gobierno provincial también tiene herramientas
para hacerlo. Estoy esperando en estas horas una respuesta para ver si la
provincia aumenta los cupos a comedores. Si no, esta semana comenzaré a mover
las partidas para dar comida a nuestra gente. Le pedí a los maestros que abran
las puertas de todos los comedores, a las sociedades de fomento, a los clubes,
a los centros de jubilados, que abran sus puertas para recibir a los vecinos
que no tienen un plato y que nosotros nos encargaremos de llevar comida.