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sábado, 26 de mayo de 2012

A mí qué me importa… De Alguna Manera...

A mí qué me importa…

Migliore, formado en Huracán, "llorando" por San Lorenzo... Foto: Webtatengue

Los malos ejemplos se suceden y el amante del fútbol no para de sorprenderse ante nuevas y asombrosas barbaridades. El umbral de tolerancia al absurdo es cada vez más alto. Nada abochorna y nadie hace nada. Pasan los años y se acumulan los despropósitos, pasan los años y aumenta la insensibilidad ante los problemas que aquejan al fútbol argentino.

Desparramado en un rincón del vestuario Pablo Migliore llora. San Lorenzo acaba de perder su partido ante Unión sobre el final, era un enfrentamiento clave por evitar el descenso. No hubiera sido extraño el llanto en un vestuario descendido pero es poco usual a falta de cuatro fechas para el cierre y con el equipo con chances concretas de salvarse. Las cámaras de televisión lo filman, justo encuentran una rendija entre la puerta y la pared que permite observar el interior del vestuario. De fondo se escuchan las voces de hinchas locales mofándose. “No tengo fuerzas para nada, perdón”, escribe el arquero, horas después en su cuenta de Twitter. La angustia hace tiempo que perturba a San Lorenzo, el descenso es un fantasma que tortura y somete.

El Rojo atraviesa una racha de derrotas. Una racha que arrancó, casualmente, cuando se inicio el conflicto entre barras y dirigentes. Un grupo de familias de Independiente, hinchas genuinos y socios del club, viajaron a Bahía Blanca para ver el último partido. Al llegar a la ciudad, la policía los demoró en un retén mezclándolos con los micros de la hinchada. Como era de esperarse hubo incidentes, de un lado quedaron las víctimas y del otro los victimarios. ¿Cuántos padres, después de la experiencia nefasta, decidirán llevar nuevamente a sus hijos en el próximo viaje? Los resultados del equipo tampoco acompañan. Igual, también es difícil que estos se escapen de la realidad lindante. Un resumen de las últimas noticias de Independiente hablarán fundamentalmente de amenazas, renuncias o pedidos de licencias, de deudas con proveedores, con jugadores o por cuestiones relacionadas con algunas obras incompletas del estadio. Sobre el juego, las derrotas y los compromisos con el descenso en la próxima temporada, no hay espacio.

A Racing, el otro club de Avellaneda, el cierre de campeonato también lo encuentra entre derrotas y amenazas: la única diferencia son los destinatarios. El equipo que comenzó con expectativas de pelear arriba, de buscar el campeonato, se arrastra por la mitad de la tabla. A la partida de Teófilo Gutiérrez, se le agrega el reciente apriete de un grupo de barras a Giovanni Moreno. Ambos casos tuvieron en común el uso de armas de fuego, ambos casos tuvieron en común la impunidad de los culpables. Tampoco hay paz en Racing.

Una categoría más abajo pero con problemas similares, está River. Empató con Guillermo Brown de Puerto Madryn en el Monumental y los hinchas despidieron al equipo con un coro de insultos. Algunos desde la platea San Martín, incluso llegaron a arrojarles proyectiles. Cavenaghi intentó calmarlos, su intervención lejos de cumplir el objetivo deseado, por el contrario, aumentó los reclamos. A los episodios vividos por los jugadores se le sumaron los llamados amenazantes y anónimos que recibieron algunos dirigentes, especialmente en esta última semana. La ansiedad de River por volver a Primera se está volviendo incontrolable.

Pero el equipo de Almeyda no es el único de la categoría involucrado en incidentes policiales. Hasta hace dos semanas, Instituto de Córdoba llevaba una marcha triunfal como puntero del campeonato. En su visita a Boca Unidos no jugó al nivel que venía mostrando: perdió el partido y, también, el liderato. En el camino de vuelta, al detenerse el ómnibus en una parada, subieron un par de barras a amenazar a los jugadores y les dejaron un mensaje como resumen de la charla: “Hay balas para todos sí no ganan”.

Ahora, en el fútbol argentino se debate las supuestas modificaciones para los próximos campeonatos. ¿Es mejor jugar dos torneos cortos o un torneo largo? ¿Hay promociones o descenso directo? ¿Para la decisión se utilizan los promedios o la cantidad de puntos en el año? Las discusiones del fútbol argentino a veces aparentan ser absolutas nimiedades.

A mí qué me importan los próximos campeonatos, si cuando llegue el momento, a no va a quedar nada. A mí qué me importan los próximos campeonatos, si los mejores jugadores pedirán ser transferidos porque tienen miedo a que los ataquen, asalten, ultrajen o aprieten por un mal resultado. A mí qué me importan los próximos campeonatos, si los dirigentes que quieren combatir a los violentos y a los que lucran con los clubes, renuncian porque sus familias tienen miedo de que sean víctimas de esos mismos barras. A mí qué me importa los próximos campeonatos, si ya no queda un solo árbitro del cual no se haya dudado de su capacidad para dirigir o de su honorabilidad con el referato.

Si continúa esta lógica de la derrota como fracaso y del descenso como cruz perenne e inevitable, si los violentos juegan de local en todas las canchas,  si ya no puedo creer en la veracidad de un resultado, ¿de qué me sirve un nuevo campeonato?.

© Escrito por Juan Manuel Herbella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el miércoles 23 de Mayo de 2012.