Un golpe a la voluntad popular…
Presidente de la República del Paraguay,
Fernando Lugo
A sólo nueve meses de las próximas elecciones
presidenciales, el Senado de Paraguay destituyó al presidente Fernando Lugo en
el marco de un simulacro de juicio político sumarísimo, sin libelo acusatorio
que lo justifique ni respeto por las mínimas garantías de debido proceso y
derecho de defensa en juicio.
Se consumaba así un
golpe contra la voluntad popular en la hermana República del Paraguay.
El inconmensurable
cinismo de quienes fundamentan la destitución del presidente democráticamente
electo alegando “que todo fue hecho dentro del marco constitucional”, elude la
cuestión fundamental que está en juego: se ha cambiado una legitimidad de
origen centrada en la soberanía popular por otra emanada de espurios acuerdos
entre la vieja política y el establishment económico.
La elección de Lugo
en 2008 representó el final de 61 años de hegemonía del Partido Colorado, que
incluyó casi dos décadas de gobierno del dictador Alfredo Stroessner, y que
dejó un legado de corrupción, pobreza y desigualdad. La elección de un obispo,
decente, progresista, fue demasiado para los intereses de la oligarquía, los
grupos de poder económico, y los partidos tradicionales que rigieron por varias
décadas los destinos del Paraguay.
El 80% de las
tierras fértiles está en manos de sólo el 2% de la población. Esta oligarquía
de latifundistas de tierras malhabidas, junto a empresarios que se
enriquecieron al calor del poder y a mafias de todo tipo, en connivencia con el
oportunismo de la vieja clase política, es lo que está sin dudas tras la
ruptura del orden democrático en Paraguay.
Mientras tanto, el
40% de los paraguayos son pobres, y la mitad de ellos indigentes. A esta
realidad es la que se quiso enfrentar Lugo durante su gestión; y lo terminó
pagando con su cargo.
Lo acontecido abona
además la preocupación por la emergencia en América Latina de un nuevo tipo de
golpismo del siglo XXI. Este nuevo fenómeno –como señala Juan Carlos Tokatlián-
que se inauguró en el año 2000 con la “remoción legal” de Mahuad en Ecuador, y
que continuó con el derrocamiento “institucional” de Hugo Chávez en Venezuela
(2002), con la “salida forzada” de Aristide en Haití (2004), la “sustitución
constitucional” de Zelaya en Honduras (2009) y el “putsch” policial contra
Rafael Correa (2010), ha sumado un nuevo y triste capítulo en el Paraguay.
Todos acontecimientos que tienen una matriz en común: ante lo que no puede
conseguirse por los votos, no se recurre a las “botas” como en los
tradicionales golpes militares, sino a mecanismos constitucionales previstos
para otros fines.
Es en este marco, es
imprescindible que los paises de la región y la comunidad internacional se
pronuncien repudiando la destitución del legítimo presidente, Fernando Lugo,
solicitando la total restauración de la institucionalidad democrática en la
hermana República de Paraguay.
© Escrito y publicado por Rubén Giustiniani el
lunes 25 de Junio de 2012.