El misterio del vuelo MH370...
¡Adivinador adivina / adivina adivinador! Así comienza una de las más hermosas canciones que compusiera María Elena Walsh. A poco más de un mes de la desaparición del Boeing 777/200 ER de Malaysia Airlines ocurrida el 8 de marzo pasado, lo único que oficialmente comunicaron las autoridades malayas es la caída del avión en el Océano Índico.
Lo demás pareciera tratarse de una
adivinanza. ¿Por qué cambió de rumbo a poco de alcanzar la altura crucero y no
llegó a Pekín? ¿Por qué no se declaró en emergencia? ¿Por qué no se comunicaron
los pilotos con el control de transito aéreo? Si bien por estas horas la
búsqueda de los restos del avión siniestrado y de su caja negra continúa en el
Índico, esta historia y esta búsqueda tienen un principio. Por razones aun
desconocidas se ocultó información valiosa y precisa que de haberse conseguido
a tiempo hubiera permitido acercarnos más a la verdad y evitar adivinanzas,
hipótesis y teorías conspirativas que tiñeron toda la información de los
diarios y la televisión a escala global.
La confusión sobre el destino del vuelo MH370
que despegó en la madrugada del sábado 8 de marzo desde Kuala Lumpur rumbo a
Pekín, con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, se disipó en parte en estos
últimos 15 días. Hay algo ya confirmado: cayó en el Índico. Pero, más allá de
este destino fatal, lo cierto es que tanto Malaysia Airlines como las
autoridades aeronáuticas malayas ocultaron información valiosa desde el
principio.
Veamos qué datos vitales dejaron de informar:
1. La empresa estatal malaya no informó que
sus aviones carecían del servicio de información satélite Acars.
2. La autoridad aeronáutica escondió durante
tres días información satelital Acars suministrada por la firma inglesa
Inmarsat.
Ambos ocultamientos generaron que durante los
primeros tres días, la búsqueda del Boeing por parte de los equipos de
rastrillaje se convirtiera en una adivinanza.
¿Qué es el Acars? Se trata de un sistema
satelital que hoy forma parte de la seguridad operacional aeronáutica y que
permite el seguimiento en tiempo real de todos los sistemas operativos de un
avión. Quien contrata y paga este servicio obtiene los datos reales del
funcionamiento de turbinas, sistemas eléctricos e hidráulicos con el objetivo
de optimizar la performance del avión y de prevenir fallos. Además tiene la
ventaja de detectar fallas en pleno vuelo, permitiendo así que la tripulación
informe a su base de destino que necesita cambiar una pieza o efectuar una
reparación cuando aterrice. A través del Acars, mediante cálculos matemáticos,
se puede conocer con un aceptable grado de certeza el curso o el lugar
aproximado donde se encuentra un avión.
Malaysia Airlines no tenía contratado el
servicio Acars, no sólo en el avión siniestrado sino en ninguna de las aeronaves
de su flota. Lo grave fue que lo ocultó. Y, peor aún, sin importarles la
angustia de los familiares de quienes viajaban en el avión y sólo para generar
más intriga y misterio, la autoridad aeronáutica malaya ocultó información
Acars durante los tres primeros días de búsqueda.
Es decir, un gobierno decidió ser cómplice y
parte del silencio. La autoridad del país, Malasia, que debía sancionar y
denunciar a Malaysia Airlines por operar sin la máxima seguridad operacional,
eligió esconderse frente a las autoridades aeronáuticas de todos los países que
comenzaron la búsqueda.
Las hipótesis. Así, con la información
satelital escondida bajo una alfombra malaya, creció en primer término la
hipótesis del secuestro a manos de dos pasajeros que abordaron el avión con
pasaportes falsos. Eso fue creíble durante unos días, y se disipó cuando la
propia Interpol aseguró que no había vínculos entre esas dos personas y grupos
terroristas.
Agotada la primera hipótesis, surgió la segunda, que aseguraba un
posible cambio de rumbo del Boeing 777. Según la CNN, un militar malayo que
pidió reserva de identidad daba a conocer un contacto radar con un avión
comercial que presuntamente podría ser la aeronave siniestrada. La fuente
militar y la CNN no revelaron las coordenadas precisas en la cuales el presunto
avión habría sido detectado. Conclusión, esta segunda hipótesis duro menos que
un contacto radar.
Ahora bien, ¿cómo se llegó a oficializar la
noticia que confirmó el siniestro y que no había sobrevivientes si Malaysia
Airlines nunca tuvo información satelital y la autoridad de aviación malaya
ocultaba los datos satelitales de los cuales disponía? Respuesta: por distintos
factores de presión internacional que no hicieron ni harán pública la presión
ejercida.
¿Quiénes ejercieron presión?
1. Inmarsat. La empresa inglesa que brindó al
Estado malayo la información satelital a través del sistema Acars. Se trata de
una compañía considerada entre las más serias del mundo aeronáutico y en ese
ambiente se la tiene como una empresa creada y controlada por las Naciones
Unidas con sede en Inglaterra que además brinda información satelital marítima.
2. Boeing y Estados Unidos. El fabricante del
B-777/200 siniestrado tiene y tuvo en todo momento información satelital y es
el primer interesado en que los restos del avión aparezcan para comenzar la
investigación imprescindible y así conocer qué sucedió con una de las aeronaves
comerciales más seguras o la más segura que dio la industria aérea.
3. Rolls Roys. El fabricante inglés de las
turbinas que impulsaban al Boeing de Malaysia Airlines y que monitorea en
tiempo real el funcionamiento de todas las turbinas de su fabricación que
funcionan en cientos de aviones alrededor del mundo.
4. China. El gigante asiático tenía a bordo
del avión siniestrado 153 ciudadanos.
En la industria aeroespacial y en el ambiente
aerocomercial nadie duda de que la información suministrada por estos cuatro
actores es la que orientó la búsqueda y el rastrillaje aéreo y naval hacia el
Océano Índico. El lugar de búsqueda hoy abarca un área de 57.923 kilómetros
cuadrados, algo más que la superficie de Costa Rica, a 2.280 kilómetros al
noroeste de Perth, en la costa occidental de Australia.
Aviones de la patrulla marítima australiana
detectaron días pasados señales acústicas provenientes del fondo marino
emitidas con la frecuencia que emiten las señales de rastreo que poseen las
cajas negras. Luego de los estudios acústicos se confirmó que las mismas no
tenían relación con el avión siniestrado.
A estas búsquedas se sumaron dos misiones por
parte de un submarino no tripulado que tampoco tuvo éxito. Lo concreto es que,
a más de un mes de la desaparición del avión, no se ha encontrado aún ni la
caja negra, ni nada que pertenezca al Boeing 777/200 de Malaysia Airlines que
permita iniciar la investigación para acabar con las hipótesis y las
adivinanzas que tanto mal le hacen a la industria y principalmente a los
familiares de las víctimas que el 8 de marzo pasado despegaron de Kuala Lumpur
y no llegaron a Pekín.
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Escrito por Diego Dominelli el Domingo 20/04/2014 y publicado por Miradas al
Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.