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domingo, 18 de octubre de 2015

Bolonqui en el Vaticano... @dealgunamanera...

Un viejo rival argentino del Papa sembró dudas sobre 
el debate sinodal…

Asamblea. Leonardo Sandri, de 71 años, participa en las deliberaciones del Sínodo extraordinario para la familia dirigidas por el Pontífice, que concluirán dentro de una semana. Foto: AFP y Cedoc Perfil


Preguntó si el Sínodo debía seguir el texto impulsado por Francisco u otro presentado por el sector más conservador.

Desde que Jorge Mario Bergoglio se sentó en el trono de Pedro, Leonardo Sandri bajó el perfil. Al influyente cardenal ya no le conviene enfrentarse abiertamente con su antiguo rival en la interna episcopal argentina: ahora Bergoglio es Papa. Sin embargo, en los últimos días trascendió que Sandri fue uno de los purpurados que, intramuros, sembraron dudas sobre la metodología de trabajo implementada por el Pontífice en el Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia.

El clima que se vive en el Sínodo quedó esta semana en evidencia tras la filtración de una carta que un grupo de cardenales conservadores le envió a Francisco, en la que criticaron aspectos organizativos y expresaron su temor sobre la posibilidad de que se facilite la comunión de católicos divorciados en segundas nupcias. Algunos de los supuestos adherentes desmintieron haber firmado la misiva, pero nadie negó su existencia ni su contenido esencial.

Sandri no figura en la lista de los que suscribieron la carta. Sin embargo, antes que eso fue uno de los pocos cardenales que tomaron la palabra en el Sínodo para pedir aclaraciones sobre las pautas fijadas para el debate.


Algunos días atrás, el sitio web de la Conferencia Episcopal de Polonia publicó un resumen de los discursos que los padres sinodales pronunciaron ante el pleno durante la sesión de apertura del 5 de octubre. Las fichas difundidas por el arzobispo de Poznan, Stanislaw Gadecki, quebraron las normas establecidas para la asamblea, según las cuales el contenido de las intervenciones debía ser reservado.

Pocas horas después de que aparecieron en internet, las alocuciones fueron borradas. Pero ya se habían replicado en varios sitios católicos.

De todos los cardenales que hablaron, sólo dos expresaron dudas sobre la metodología. Uno fue el australiano George Pell, el mismo que después se encargó de entregarle la carta crítica al Papa. El otro fue Sandri. Según las anotaciones del polaco Gadecki, el argentino “habló del método de trabajo en los ‘círculos menores’ y preguntó sobre cuál de los textos deberían basarse”. Sandri se refería a la controversia que causó el informe introductorio pronunciado por el cardenal conservador húngaro Peter Erdö en la apertura del Sínodo.

Se suponía que Erdö debía hacer un resumen fiel del Instrumentum laboris, el documento de trabajo que Francisco fijó como guía para los debates y que expresa el espíritu de las discusiones preparatorias de 2014. Pero el húngaro introdujo modificaciones dirigidas a clausurar cualquier apertura a los divorciados. Lo que preguntó Sandri fue si los cardenales debían atenerse al Instrumentum o a lo que dijo Erdö.


Aclaración.

Al día siguiente, el Papa en persona debió salir a aclarar que los únicos documentos oficiales del Sínodo eran sus discursos de apertura y clausura, la relatio final y el Instrumentum, inspirado por el cardenal progresista alemán Walter Kasper.

Consultadas por Perfil, fuentes vaticanas cercanas al Papa le restaron importancia a la intervención del argentino. “Su pregunta no fue polémica: muchos estaban con la misma duda y era mejor aclararla. En el Sínodo hay mucha gente mayor, se hablan distintos idiomas... de todos modos, esta cuestión ya quedó superada”, dijeron.

Sin embargo, los vaticanistas coinciden en que ningún cardenal desconocía que la voluntad del Papa era que se trabajara con el Instrumentum laboris en su versión original, ni que lo dicho por Erdö no expresaba el espíritu aperturista deseado por Francisco. Sandro Magister, el vaticanista que filtró la carta de los conservadores, dijo a este diario que “las palabras del cardenal Sandri sugieren que no acepta el Instrumentum como base adecuada para el debate”. En opinión de Andrés Beltramo, del sitio especializado Vatican Insider, “los reparos de Sandri se inscriben en las quejas de un sector que se opone a la apertura a los divorciados, y que ataca sobre la cuestión metodológica para embarrar la cancha”.

Disciplinado.

Extramuros, Sandri jamás criticaría al Papa. “Está con un perfil bajísimo –comentó a Perfil un viejo amigo del cardenal en Roma que lo frecuenta desde hace años–. Es lógico: ¿quién se va a enfrentar al Papa? Si se alinea es por conveniencia, no por convicción. A veces es preferible tirar la piedra y esconder la mano”. Otra fuente diplomática del Vaticano coincidió en que hoy Sandri “está disciplinado”.


No obstante, en el Episcopado argentino describen al cardenal como un “habilísimo intrigante”. Llamó la atención el hecho de que las cuestiones de los circoli minori y del Instrumentum laboris, planteadas por Sandri, coinciden con algunas de las quejas centrales que el grupo conservador expresó en la carta a Francisco. Este diario intentó comunicarse con Sandri para conocer su opinión sobre la misiva, pero no obtuvo respuesta.

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© Escrito por Facundo F. Barrio el domingo 18/10/20154 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 14 de noviembre de 2014

Los enemigos de Francisco... De Alguna Manera...



Los enemigos de Francisco: pocos, pero muy poderosos…

Elementos de disenso y malhumor hacia Francisco se hicieron palpables en ámbitos eclesiales.

Después del sínodo quedó marcado un claro bando que se opone a las reformas. En el sínodo que concluyó hace menos de un mes, el primero de Francisco, por primera vez hubo libertad de expresión. Eso propició un debate que les sacó la máscara a quienes se oponen abiertamente al pontificado renovador de Jorge Bergoglio, que ayer cumplió 20 meses.

Al inicio de esa asamblea extraordinaria sobre los desafíos que enfrentan las familias de hoy, el 6 de octubre pasado, en un mensaje breve pero incisivo, el Papa les pidió a los 191 padres sinodales de todos los continentes que hablaran sin miedo. Y así fue: hubo debate sobre muchos temas, pero sobre todo en torno a dos cuestiones antes consideradas tabú: ¿cómo responder al desafío de los divorciados vueltos a casar que querrían ser readmitidos a la comunión y al de las parejas homosexuales?

De antemano se sabía que respecto de estas dos cuestiones hay división entre conservadores y reformistas. Dos "partidos" opuestos, liderados por dos cardenales alemanes de peso: el prefecto para la Doctrina de la Fe, Gerhard Muller, por un lado, y Walter Kasper, prefecto emérito de la Congregación para la Unidad de los Cristianos y teólogo progresista, cercano a Francisco. Incluso salieron un par de libros, firmados por diversos purpurados, en rechazo a la solución penitencial planteada por Kasper, en ciertos casos, para los divorciados vueltos a casar.

Pero el sínodo, que fue una primera fase de un proceso de discernimiento que culminará luego de un segundo sínodo, en octubre de 2015, dejó en claro, con nombre y apellido, quiénes son los "enemigos" de la línea reformista de Francisco. Es decir, los integrantes de esa resistencia interna, pequeña pero influyente, que, en verdad, comenzó a existir el mismo 13 de marzo de 2013, día de la elección de Jorge Bergoglio. Una oposición que hasta hace poco era más bien silenciosa y subterránea.

En medio de una reforma de estilo y fondo tanto en la curia romana como en las finanzas del Vaticano, con un papa cada vez más popular en el mundo, aumentan quienes, incluso en la curia, se animan a criticar abiertamente el nuevo curso. A varios no les gustó para nada que Francisco, con el sínodo, obligara a la Iglesia Católica a enfrentarse con la cruda realidad de una familia en crisis que necesita respuestas. 

El temor de sectores conservadores es que la "revolución" de Francisco pueda significar cambios vistos como un desmoronamiento de la doctrina católica tradicional.

"Hay una fuerte sensación de que la Iglesia está como una nave sin timón", dijo recientemente en una entrevista a Vida Nueva el cardenal norteamericano Raymond Leo Burke, punta de lanza en el sínodo de los sectores conservadores, reacios a cualquier discusión y eventual cambio. El sábado pasado, Burke, con una visión de la Iglesia en las antípodas de la de Francisco, fue removido de su cargo de prefecto de la Signatura Apostólica y trasladado al puesto de jefe de la Orden de Malta, un cargo honorífico que está fuera de la curia.

Pero en sintonía con Burke se expresaron otros prelados de la Iglesia norteamericana que no participaron en la asamblea. El arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, se manifestó molesto y turbado por el sínodo de obispos que para él creó "confusión" alrededor de las enseñanzas de la Iglesia sobre homosexuales y divorciados vueltos a casar. "Pienso que la confusión es del diablo, y pienso que la imagen pública que dejó el sínodo fue una de confusión", dijo.

El obispo Thomas Tobin, de Providence, Rhode Island, fue más allá y escribió en el sitio de su diócesis que "al papa Francisco le gusta hacer lío", y que, con el reciente sínodo, podía decirse "misión cumplida".

En el reciente sínodo, también integrantes de la curia romana, como el cardenal australiano George Pell, nuevo "zar" de las finanzas del Vaticano, y el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, expresaron públicamente sus divergencias con la línea aperturista del Papa.

Elementos de disenso y malhumor hacia Francisco se hicieron palpables en ámbitos eclesiales, tal como reconoció el cardenal italiano Camillo Ruini, que en una entrevista al Corriere della Sera puntualizó que "no es la primera vez" que sucede algo así. "También ocurrió durante el Concilio Vaticano II", destacó Ruini, que fue presidente de la Conferencia Episcopal italiana entre 1991 y 2007.

Más allá del nuevo clima, Francisco no está preocupado. "Como buen jesuita, siente que con el sínodo lo que ha hecho es abrir un proceso para llamar a los obispos a leer el signo de los tiempos y escuchar lo que les dice el Espíritu Santo", explicó un analista. "Como el mismo Francisco dijo en su discurso final -agregó-, habría sido preocupante que no hubiera discusión. Y la verdad es que, para cualquier estratega, que se hayan delineado amigos y enemigos representa una inmensa ventaja."

© Escrito por Elisabetta Piqué el viernes 14/11/2014 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.