“Son de campos que no hacían traslados aéreos”...
Carlos “Maco” Somigliana, miembro del Equipo
Argentino de Antropología Forense. Imagen: Adrián Pérez
Durante
el 2012, el E.A.A.F. identificó los restos de 63 detenidos-desaparecidos,
señaló Carlos Somigliana, indicó que esperan llegar a identificar entre ochenta
y cien por año a partir de la cantidad de familiares que dejaron muestras para
el análisis de ADN. Muchos hallazgos son de Capital Federal y La Plata.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)
identificó 63 cuerpos de detenidos desaparecidos durante 2012. El trabajo con
las tecnologías de reconocimiento con muestras de ADN multiplicó las
identificaciones en forma exponencial. Pasaron de diez a veinte, antes de 2008,
a números que prevén estará entre los ochenta y cien cada año. Los tambores con
personas cementadas que aparecieron en junio pasado; los hallazgos que a partir
de la cantidad permiten analizar nuevas formas del Plan Sistemático y lo que
queda pendiente es parte de lo que analiza Carlos “Maco” Somigliana, integrante
del EAAF. “Antes estábamos limitados a la posibilidad de tener una hipótesis
previa que permitiera hacer comparaciones uno a uno, o uno a dos, o uno a tres.
Tenías que tener una punta, una idea de qué persona podía ser. Eso quedó atrás
y lo que se hace es comparar con todos los familiares que dieron la muestra.
Tenemos en la base algo así como la mitad de las personas desaparecidas, lo que
significa que nos falta la otra mitad.”
–¿Cuántas
son las identificaciones del año pasado?
–Hubo 63,
algunas en el ámbito de Capital y Provincia de Buenos Aires, pero también hubo
muchas, más de diez, en Tucumán; en La Plata hubo varias; en Santa Fe.
–¿Existe
algún patrón en común entre ellas?
–Lo que
se está notando son hallazgos en Capital Federal y La Plata, sobre todo en la
zona dependiente de la subzona 11, la medialuna que va desde el oeste, Merlo,
Morón y Moreno, hasta La Plata, que es el sector que no ha tenido acceso a
traslados aéreos. Estoy hablando de gente que estuvo en esos centros
clandestinos, no necesariamente que haya sido secuestrada en esos lugares.
Pudieron haber sido secuestradas en Capital, pero el eje son esos centros en
los que no hubo traslados aéreos. Tal vez hubo algunas víctimas del traslado
aéreo, pero son muchos menos casos. Entre ellos, un grupo de seis personas que
aparecieron en Rocha a fines de abril del ’76 y aparentemente provenían de Campo
de Mayo. Hubo identificaciones en Colonia de cuerpos de mayo del ’76 que
también provenían de Campo de Mayo. Y también lo que hubo relativamente
novedoso este año fueron apariciones de inhumaciones clandestinas o los
tambores que aparecieron en junio en San Fernando, que era un caso que nos
recordó uno aparecido hace muchos años de gente puesta en tambores de
doscientos litros y cementada.
–¿Un modo
similar?
–Se había
trabajado ese caso, que eran víctimas del centro clandestino de Automotores
Orletti, de octubre del ’76, en ese momento recuperados por Prefectura e
inhumados a fines de los ’80, principios de los ’90. En junio de 2012
aparecieron tres tambores con las mismas características en San Fernando. Y ese
mismo modus operandi se correspondía, cuando se identificó, a la proveniencia
del mismo centro clandestino, Orletti.
–¿Siguen
trabajando en San Fernando?
–Las
inhumaciones las hizo un fiscal de San Fernando y pasaron a (el juez federal
Daniel) Rafecas, que hizo las identificaciones y dispuso la persistencia del
trabajo en el lugar. Falta maquinaria de porte que ahora se consiguió y a
partir de febrero calculo que vamos a estar trabajando extensivamente en ese
lugar, buscando más tambores. Los del ’80 eran ocho personas, entre ellos
Marcelo Gelman. De esos ocho durante 2012, gracias a que vino de Uruguay la
muestra de la hija de Alberto Mechoso Méndez se lo pudo identificar a él como
la séptima víctima. Hubo algunos otros hechos de los que no puedo hablar porque
hay identificaciones en trámite.
–¿Y cómo incide
lo tecnológico en el trabajo?
–Lo que
se hace es tomar una muestra de ADN y comparar con las muestras que miles de
familiares de personas desaparecidas nos dieron, secuenciarlas y hacer una
comparación masiva. A partir de esa comparación, surgió la posibilidad de
identificación: sin tener este cúmulo de muestras de personas desaparecidas,
identificaciones como éstas tardarían muchísimo tiempo más y en muchos casos no
habrían podido hacerse porque no tenés elementos que te permitan establecer una
hipótesis de identidad. Estas muestras masivas permiten hacer comparaciones más
rápidas, eso es lo novedoso. A partir de 2008 se está pudiendo hacer y es lo
que permite que el número de identificaciones se haya multiplicado anualmente
por cuatro o cinco.
–¿Qué
pasa con la mitad que falta?
–Estamos
haciéndonos esa pregunta hace mucho. En muchos casos no hay familias o por lo
menos no hay familiares suficientemente cercanos para la identificación. Por
otro lado, nos consta que hay quienes todavía están dudando de dar la muestra,
nos consta en varios casos. En otros no descarto que todavía no haya gente que
no conozca esta posibilidad, en otros habrá gente que no tiene confianza. Son
cosas razonables, sobre todo en personas que tuvieron expectativas que muchas
veces han sido frustradas y debe haber otras razones que todavía no llegamos a
entender.
–Un caso
es Avellaneda.
–Es el
conjunto de fosas irregulares más grande que trabajamos. Había 350 personas y
más o menos el porcentaje que se identificó es el porcentaje de muestras que
tenemos. Más de la mitad de las personas que recuperamos en Avellaneda, que son
victimas de la represión clandestina, no han podido ser identificadas por falta
de referencias, o sea de la muestra del familiar que permite identificarla.
–¿Qué se
pierde cuando se abandona la búsqueda más artesanal y qué se gana?
–Es como
si tuvieras un lugar absolutamente oscuro. Cada identificación, cada certeza,
produce una luz en ese campo, cuanto más hay, más vas conociendo. No sólo en
términos de sospecha de la identificación sino lateralmente de saber quiénes
son las personas que están alrededor. Aunque no tengas la muestra, eso permite
establecer otra relación, tener una idea de quién se trata y tener una idea
genéricamente de a qué conjunto o subconjunto de personas pueden ser y de qué
centro clandestino provienen, de una determinada época. Ahí la cuestión de
reconstrucción histórica también vuelve a tener protagonismo, porque podés
buscar con mayor certeza quiénes son las personas o el conjunto de personas que
más fácilmente puedan estar en relación con el que ya identificaste. Vas
consolidando, atando. Y esto tiene mucho valor para los juicios. No sólo por el
hecho que se menciona mucho y que es bastante evidente, que es la imputación
por homicidio –que en rigor no es necesario porque se puede imputar aunque no
haya aparecido el cuerpo–. Ese tipo de identificaciones es mucho más clásica
cuando el cuerpo apareció. Pero también, permite establecer circuitos la
represión clandestina que en el país fue un fenómeno masivo, complejo
interrelacionado. Con las identificaciones se van viendo mejor esas
interrelaciones y por ende conocés todo el circuito de manera más consolidado y
se pueden generar hipótesis más firmes para comprender mejor la complejidad del
sistema.
–¿Está
pensando en las pruebas que aportó el EAAF para los homicidios del Circuito
Camps?
–Como en
cualquier juicio, cuanto más certero es el conocimiento del objeto del juicio
es mejor. Los jueces se sienten mucho más seguros cuando el fenómeno que tienen
que juzgar está más acreditado. Lo interesante de las identificaciones es que
vienen a presentar una impronta de concreción específica en un fenómeno que se
ha caracterizado justo por la falta de datos, que te lleva muchas veces a
cierta generalidad. Cuando más conocimiento, más sencillo es establecer el
circuito que lleva del secuestro al centro clandestino y a la ejecución. Cuanto
más veces tengas recorrido este sendero, lo dicho está más acreditado. Y más
allá de los hechos, cuando llegás al dato se produce una especie de encuentro
entre una historia de vida de una persona conocida hasta el momento de la
desaparición y la historia que podés ver en la historia de un cuerpo. La
identificación lo que hace es atar esa distancia como un jarrón que está roto,
lo volvés a pegar, podes volver a establecer toda la historia. Permite volver a
ese hilo, reconstruir una realidad que es dolorosa, pero que termina de cerrar
el círculo de esa vida en términos del conocimiento de lo que pasó. Cuál fue el
final, con quiénes, de qué manera, en qué lugar, quién lo dispuso. Eso es lo
mágico, abandonás generalidades en las que es muy difícil hacer pie y hablás de
hechos concretos y específicos en términos individuales, pero también
colectivos.
–Finalmente
es el corazón...
–Para
nosotros sí. Toda persona tiene una historia que podés conocer mejor o peor y
todas tienen en común que esta historia estaba truncada. Recuerdo el caso de
una persona cuya familia eligió una placa. En la urna de los huesos, su hermano
decidió poner tres fechas: la fecha de nacimiento, la de desaparición y la de
identificación. Es muy impresionante verlo porque por lo general las placas de
esta naturaleza llevan dos fechas: nacimiento y muerte. Acá hay una cosa
intermedia que es el estadio de la desaparición y la posibilidad de aparición
de esa tercera fecha en realidad es la posibilidad de la identificación.
–Uno cree
que las condenas son parte del duelo y reparación. Pero la demanda por el
cuerpo sigue presente.
–Algunas
familias decidieron hacer una exhumación virtual, en la cual deciden la fecha
para hacer el entierro sin cuerpo. Esta es una ceremonia en la que ellos
deciden que ésa es la fecha que van a decidir como la última. Sin cuerpo. La
desaparición no deja de ser un eufemismo. La gente se muere, no desaparece, a
la gente la secuestran, la tienen en un centro clandestino y la matan. Y ese
camino hace que la familia no pueda saber cuál fue el destino de la persona. Lo
que la identificación hace es darle una cierta finalización humana a la cuestión.
A pesar de que estamos trabajando de la mejor manera posible, hay gente, la
mayoría de la gente, que no va poder ser identificada. O sea, si abandonás el
foco individual y volvés al general el drama de la desaparición, por distintos
motivos que no vienen a cuento, no va a desaparecer. Y más allá de que tengas
elementos reparadores en términos individuales y sociales descubrís en cada
identificación es el drama original.
© Escrito
por Alejandra Dandan el lunes 21/01/2013 y publicado por el Diario
Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.