Socios…
Más allá de las operaciones contra periodistas
y medios profesionales no cooptados, la lista de operaciones y mentiras de la
alianza del kirchnerismo con la SIDE es interminable.
Ya
Menem usaba a Stiuso y a la SIDE para sus campañas de desprestigio contra
adversarios. En los más pacatos 90, las acusaciones preferidas eran sobre las
supuestas inclinaciones sexuales. El oprobio era ser homosexual: entonces, a mí
me inventaron la concurrencia al bar gay Spartacus y al director de noticias de
TN y El Trece, el romance con un compañero del canal.
Con el
kirchnerismo, la acusación pasó a ser haber estado a favor de la dictadura.
Entonces, yo pasé a ser colaboracionista de los militares, Joaquín Morales
Solá, vocero de Bussi en Tucumán, y el CEO del Grupo Clarín, beneficiario
económico de la tortura.
Pero la
esencia del procedimiento fue la misma: fabricar un falso carpetazo contra
alguien, protocolo en el que la SIDE se especializó. Hay que reconocer que no
sólo los servicios de inteligencia argentinos fabrican casos, los
norteamericanos son especialistas en guerra psicológica y Julian Assange, tras
revelar los cables secretos de su diplomacia, fue rápidamente acusado de violencia
sexual. Pero, desde Nixon y Watergate, esas prácticas quedaron reservadas para
enemigos extranjeros y que los servicios secretos se metan con los adversarios
internos en Estados Unidos ya es inaceptable.
La publicidad oficial
fue la exacerbación
de los sobres con
dinero a periodistas
que repartía la SIDE
Guerra
psicológica para dañar la imagen del oponente o para extorsionar también hacen
los fondos buitre que difundieron el enriquecimiento patrimonial de varios
funcionarios kirchneristas. Si esos datos son todo lo que tienen los detectives
que contrató Paul Singer, lo estafaron porque las declaraciones juradas son
públicas y parte del aumento de patrimonio que denunciaron es fruto de la
inflación: 100 pesos de 2003 son sólo 10 de hoy.
Pero si
bien los servicios de inteligencia siempre plantaron pruebas falsas, hay que
reconocerle a Néstor Kirchner una originalidad: nunca antes se había agregado a
esas operaciones de desprestigio el contar con una cadena multimediática propia
que difundiera sistemática y repetitivamente estas mentiras como si se tratara
de periodismo y medios profesionales.
Con
mente emprendedora, Kirchner les agregó a los servicios lo que en las escuelas
de gestión empresarial se llama “integración vertical”: una línea de producción
completa que incluía la fabricación de la mentira y luego su distribución en
medios que parecieran periodísticos. La SIDE y la prensa militante son dos
caras del mismo ecosistema, complementarias y potenciadoras.
Seguramente,
Kirchner engañó a muchos periodistas que genuinamente estaban militando y
creyeron que las carpetas que fabricaba la SIDE acusando a adversarios eran
ciertas.
Otro
ejemplo de sembrado de pistas falsas fue Jorge Asís, al sostener que la foto
que en primicia publicaron Perfil y la revista Noticias no era de Stiuso. Asís
dijo: “Otra vez Stiuso los embocó”, supuestamente haciéndonos creer que esa
foto era suya. Pero el “embocado” fue Asís, asumiendo que lo dijo de buena fe y
que “las horas de conversaciones con Stiuso” que dijo tener fueron una
fanfarronada.
Más
allá de las operaciones contra periodistas y medios profesionales no cooptados,
la lista de operaciones y mentiras de la alianza del kirchnerismo con la SIDE
es interminable. Cuando Carrió era una amenaza electoral seria, le fabricaron
dos cuentas no declaras en Suiza a Enrique Olivera, su principal candidato en
la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones legislativas de 2005. Lo mismo
sucedió con De Narváez cuando pasó a ser el candidato más votado de la
oposición para las elecciones legislativas de 2009 y le fabricaron un caso de
drogas con la efedrina. Y cuando a Massa le tocó ocupar el lugar de principal
enemigo electoral en las elecciones legislativas de 2013 entraron a robar en su
casa al “rey de las cámaras de seguridad”, completando la cadena de
repeticiones con el mismo modus operandi para debilitar adversarios: SIDE más
operación más campaña en medios “militantes”.
Ya en
la época de Menem había una cadena de periodistas que cobraban mensualmente de
la SIDE: los medios que compra Cristóbal López –los de Hadad y Ambito
Financiero– fueron los más “infiltrados”. Pero Kirchner agigantó el accionar de
agentes como Stiuso porque agregó a los “sobres de dinero” a periodistas un
collar de medios propios. La publicidad oficial a medios “militantes” fue la
exacerbación de ese sistema.
Al
ejemplo del tipo de medios que compra Cristóbal López vale agregar los de
Sergio Szpolski, quien directamente tenía como apoderado a Darío Richarte y,
como gerente de Finanzas, a Juan Gallea, ambos ex SIDE.
El
relato K fue engordado durante años con operaciones de inteligencia que
construyeron falsedades que rellenaban los agujeros de esa lógica. Tanto éxito
debe de haber ensoberbecido a Stiuso. Haberle hecho creer que toda la realidad
se podía fabricar con buena planificación y una propaladora. También tanta
eficacia de la ficción convertida en realidad debe de haber vuelto incrédula de
todo a Cristina Kirchner, llegando a confundir la realidad con la ficción, algo
verdaderamente enloquecedor aun para el más sano y estable. E incluso afectar
al propio fiscal Nisman, quien además era operado también por los servicios de
contrainteligencia de Irán y de Estados Unidos.
Los medios que compró
Cristóbal
López, y los de
Szpolski, fueron los más
“infiltrados”por los
servicios
Néstor
Kirchner tenía perecidos con Stiuso en su goce por la construcción de la
realidad. Se decía que a Kirchner le gustaba ser un gran editor de medios. Esa
visión reduce la acción del ex presidente a la de un curador entre las
diferentes perspectivas de la realidad. La de Kirchner se parecía más a la
tarea de un dios que creaba esa realidad. El periodismo siempre le resultó una
tarea menor. Algo que se podía comprar pagando con sobres a los periodistas o
con publicidad oficial a advenedizos –y a veces no tan advenedizos– dueños de
medios.
Es
importante que la sociedad aprenda a distinguir entre medios profesionales y
mercenarios, y entre periodistas que cuidan su capital simbólico y
desesperados, irresponsables o resentidos. Desarrollar una audiencia más
entrenada es parte del proceso de pleno desarrollo de la democracia.