El socialismo actual…
En vísperas de las elecciones locales del
2015, y para salir del maligno estereotipo que tenemos del régimen ‘socialista’
de nuestros vecinos latinoamericanos y de las guerrillas, es necesario
reconsiderar la concepción que tenemos del socialismo actual.
© Escrito por Andrés Quintero Olmos el jueves 08/01/2015 publicado por el Diario El
Heraldo de la Ciudad de Bogotá, Colombia.
Hoy en día, el socialismo occidental es la contraposición
directa al régimen político despótico. En efecto, el uso de la palabra
socialismo conlleva mayores retos y responsabilidades hacia la democracia y los
derechos humanos. En palabras del expresidente español Felipe González,“el
socialismo puede ser definido en grandes líneas como la profundización del
concepto de la democracia”.
En su origen, el socialismo era un tipo de organización
social fundada sobre la propiedad colectiva de los medios de producción en
contraposición al capitalismo. Sin embargo, hoy en las democracias de los
países desarrollados ya no hablamos en la práctica política de socialismo
marxista, leninista o marxista-leninista. El debate entre socialismo y
capitalismo caducó.
Desde la caída del muro de Berlín, los conflictos
sociales o geopolíticos ya no se basan sobre fundamentos ideológico-políticos
entre el lado anticapitalista y el lado anticomunista. Hoy, los conflictos
políticos, como lo dijo cabalmente el autor Samuel Phillips Huntington, son “choques de
civilizaciones”, es decir, conflictos socio-culturales, éticos o religiosos
entre los pueblos que nada tienen que ver con la aceptación o no del
capitalismo. De ahí el anacronismo de las Farc.
Desde la Convención de Frankfort de 1951 de la Internacional
Socialista, se debe interpretar de manera contemporánea al socialismo. Por un
lado, como una organización social-demócrata que instaura una organización
social en donde los ciudadanos e individuos deben tener peso en las decisiones
colectivas. Y, por otro lado, que los valores democráticos rijan en todos los
niveles de la sociedad para que esta esté organizada sin relaciones de
dominación ni sumisión, sin diferencia de clases y sin prejuicios o
discriminaciones.
Algunas corrientes político-ideológicas en el mundo han
logrado traducir estos preceptos en realidad. Los movimientos políticos de la
socialdemocracia española, sueca, francesa, danesa, belga, alemana, canadiense,
entre otros, han logrado implantar, con mayores o menores niveles de éxito, las
vicisitudes modernas del socialismo en realidades tangibles para sus pueblos.
De este modo, el socialismo no puede seguir siendo
interpretado como el antagonismo del capitalismo, sino más bien como su
vertiente moderada; el socialismo de nuestros tiempos pretende corregir los
aspectos injustos y las externalidades negativas del capitalismo salvaje. Por
consiguiente, quienes contraponen capitalismo y socialismo, o no conocen el
primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo.
Por ende, y sin ahondar sobre los aspectos positivos o
negativos del verdadero socialismo, tenemos que responsabilizarnos a la hora de
utilizar el término para no caer en la tentación de acoplar su significado con
los modelos autoritarios de Venezuela, Cuba o de las guerrillas colombianas.