La ilusión de un retorno a la normalidad que aún no llega…
Navidad. La bellísima catedral de Santa Sofía, al fondo, y un árbol navideño levantado en Kiev. Fotografía: AFP
Siempre es difícil
volver a una zona de guerra. Me dirijo hacia el este y sur de Ucrania, el punto más
conflictivo de la invasión de Rusia a este país. Allí se producen combates
prácticamente a diario en lo que se ha convertido en el bastión principal de
Vladimir Putin en su alocada idea de anexar territorio ucraniano.
© Escrito por Nelson Castro (*) el viernes 23/12/2022 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
La situación que se
vive sigue siendo dramática a pesar de que hay constantes intentos de alcanzar
una vuelta a la normalidad. El espacio aéreo aún permanece cerrado y la única
forma de arribar al país es por vía terrestre, ya sea por carretera o por tren.
Resulta impactante observar la cantidad de gente que está volviendo a su país.
Muchos lo hacen para pasar las fiestas con familiares y amigos que habían
decidido quedarse; otros lo hacen para intentar instalarse definitivamente y
volver a vivir allí. Pero un gran número de personas de este segundo grupo
enfrentan el drama de llegar a destino y encontrar sus casas destrozadas por
los ataques rusos. Ninguno de ellos sabe con certeza
cuándo podrá reconstruir su hogar porque el nivel de destrucción que está a la
vista en muchas zonas del país es enorme y da una clara idea de la crueldad,
intensidad y salvajismo de los ataques.
Cientos de miles se
ilusionan con el retorno a una normalidad que aún no llega. Todavía se escucha
el sonido de las sirenas –todos los días– donde los combates continúan. La
visita del presidente Volodimir Zelenski a los Estados Unidos ha vuelto
a abrir la esperanza de que Ucrania reciba nuevo armamento y más moderno, lo
que representa un aspecto fundamental para su resistencia. Y esto merece un
comentario aparte: la decisión y voluntad de lucha de los ucranianos sigue siendo
inquebrantable. Todos están dispuestos a ser parte de la resistencia, ya sea en
el frente de combate o en la protección de las ciudades. Todos ellos tienen la
convicción de que Ucrania va a ganar la guerra. Nadie acepta ceder ni un ápice
de territorio al invasor.
La clave es la interacción
entre el sector científico, el gobierno y la empresa privada