Chile en llamas: ¿qué es lo que se viene?...
Piñera. El presidente tardó en hacer concesiones y hoy la oposición busca
su renuncia. Fotografía: DPA
El país trasandino es prueba de que los
errores de los gobernantes a veces no tienen retorno, por más correcciones que
intenten.
© Escrito por Claudio Fantini el sábado 16/11/2019 y publicado por la
Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Chile, además de Bolivia, es una prueba de que
los errores de los gobernantes, cuando disparan protestas, ya no tienen retorno
por más correcciones que intente el gobernante que cometió el error.
En alguna medida, se trata de un fenómeno de
época que se ve en todos los rincones del planeta. En Beirut, donde a las
protestas las detonó un impuesto al WhatsApp y derivaron en la caída del primer
ministro, y en Hong Kong, donde el gobierno autónomo de Carry Lam cometió el
error de imponer una ley de extradición que le pidió el poder central de China.
Esa ley detonó las protestas. Se intentó detenerlas retirando la ley, pero ya
era tarde para lograr que las multitudes abandonaran las calles.
En
Chile, Sebastián Piñera sacó el ejército ante las primeras protestas con
actos de violencia, y habló de “una guerra contra un enemigo poderoso”. Los
militares en la calle fueron una postal del tiempo de Pinochet y actuaron como
nafta sobre el fuego.
Después anuló los aumentos que provocaron las protestas
pero no hubo vuelta atrás. Cuando amainaron un poco, Piñera apreció en
cámara con un discurso que volvió a ser nafta sobre el fuego. Primero describió
todas las concesiones que había hecho para que cedan las protestas, dejando
para la parte final, que fue la más prolongada y subrayada por el propio presidente,
el anuncio del endurecimiento de las leyes contra los actos violentos en las
protestas. Fue otro negligente baldazo de nafta al fuego, por
eso el día siguiente fue mucho más violento.
De
todos modos, que la oposición no esté ayudando más al apaciguamiento no
es justificable, sobre todo a partir del anuncio del martes a la noche. En
ese mensaje, a pesar de haber comenzado anunciado el refuerzo de los
carabineros, reafirmó su compromiso con una reforma de la Constitución. Una
oferta que, objetivamente, no puede ser minimizada. Esa reforma podría
posibilitar la gratuidad en la educación de excelencia que es uno de los
instrumentos que mantienen la desigualdad social.
La oposición puede aportar a esas
correcciones profundas que necesita el modelo chileno, o puede apostar a que la creciente represión convierta a Piñera en dictador, o
que las protestas y la violencia terminen obligándolo a renunciar.