El refugio de lo clásico: el tesoro vintage que
representan las motos Vespa en Pakistán...
Las motocicletas económicas importadas de China le quitaron mercado a las
míticas unidades fabricadas por Piaggio. Historias de propietarios que intentan
mantener vivo el legado de las Vespa.
© Publicado el miércoles 25/04/2018 por
el Periódico Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotografías: Reuters
En Pakistán viven más
de 207 millones de habitantes. Cerca del 70% de la población nació en los
últimos treinta años, mucho tiempo después del nacimiento, la expansión y el
auge de las motos Vespa, ese culto globalizado de la movilidad. Las
calles del sexto país más poblado del mundo colapsan: la flota circulante se
compone por motocicletas baratas de fabricación china y bicicletas japonesas de
montaje local.
Postales
de Vespa y herramientas de trabajo en el interior de taller de
reparación en Islamabad, Pakistán
La modernidad del mercado y de la
industria autopartista relegó la actividad de un grupo reducido de
conservacionistas del motor. En Pakistán están los que están en todas partes,
los que dominan y convulsionan la escena urbana, y están los otros, los que se refugian
en la nostalgia, en el respeto por el espíritu artesanal de las motos
de época.
Una
colección de memorabilia de mini Vespa, tesoros de los románticos del motor
pakistaníes
Como el periodista Nazeer Udding
Siddiqui, de 58 años, dueño de una Vespa de 1979 que heredó de su padre.
"Él solía trabajar para Khwaja Auto como gerente y ellos eran los únicos
distribuidores de scooters Vespa. Para mí, las personas dueñas de estas motos
son muy honorables, porque aún mantienen viva esta tradición", dijo en
diálogo con Reuters.
La escena de un taller de reparación de motos en Karachi, Pakistan.
En Pakistán, tener una Vespa hoy es un
compromiso con el romanticismo. Los repuestos originales escasean y apenas un
puñado de mecánicos están lo suficientemente capacitados para restaurar piezas
genuinas. En las décadas del sesenta y setenta, las unidades fabricadas por el
constructor italiano Piaggio eran sinónimo de estatus, una
condición reservada para un reducido núcleo de personas bendecidas con la
posibilidad de importar artículos de lujo desde Europa.
Las
piezas originales de las motos Vespa son muy cotizadas en el país del sur
asiático.
Shahzad,
dueño de una scooter que carga los años de desamparo
Hace catorce años que Farrukh Shahbaz
recibió de su padre una Vespa azul de 1961. Lo tuvo que reparar tres veces en
un taller de Karachi, donde asiste para relacionarse con otros apasionados de
la legendaria scooter. Shahbaz de 50 años recordó que su padre le había dicho
que la unidad le llegó empaquetada en una caja de madera.
El periodista Nazeer
Udding Siddiqui, de 58 años, junto a su Vespa azul de 1979
Un manubrio abandonado
de una Vespa, hallado en una esquina de Karachi.
"Para mí, un scooter Vespa es como una tradición familiar. Mi padre solía utilizarla y yo mismo la encuentro muy buena porque tiene dos asientos separados y cómodos, tiene un compartimento para guardar cosas que es poco común y por seguridad protege tus rodillas durante los accidentes. Diría que es el BMW de los scooters", reveló el periodista Arif Balouch, de 48 años, propietario de una Vespa año 1980.
Las
motos Vespa nacieron como recurso para motorizar a una población global
deprimida por la Segunda Guerra Mundial
Zubair Ahmad Nagra dirige el club Vespa
en la ciudad oriental de Lahore. Tiene una unidad importada en 1974: "El
primer vehículo motorizado propiedad de mi padre". Dedica su esfuerzo en
cultivar el gusto por lo clásico, en promocionar la elegancia y el colorido de
una moto épica que engendró la tarea existencial de estimular al mundo luego de
la Segunda Guerra Mundial. Por la escasez de piezas originales, a veces suelen
conformarse con piezas de baja calidad traídas de la India o con fabricaciones
artesanales desde cero.
Miembros
del club de fanáticos de Vespa, reunidos en la ciudad de Lahore (Fotografías: Reuters)
En Islamabad, la efervescente capital
pakistaní, un grupo de diplomáticos occidentales se pasean a bordo de sus
coloridas Vespas. Son la excepción en un tráfico compuesto por motocicletas
económicas, conforme la escalas de pobreza y población trabajadora en una
escenografía urbana que crece exponencialmente. "Es el segundo mejor
regalo que Italia le dio al mundo, después de la pizza", interpretó Nagra.
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