“Carta abierta al villerito Tevez”...
Esta es la carta a abierta a un ‘villerito’. Estimado
Carlitos, tal vez tanto tiempo viviendo en el exterior te haya hecho olvidar
que en la Argentina hay cosas que no se perdonan. Yo mismo no te perdono muchas
cosas, quizá porque no tengo nada en común con vos. Sos un ‘villerito’ criado
en Fuerte Apache, al menos así te tachó semanas atrás un funcionario. Y yo, un
‘concheto’ nacido en Barrio Norte, al menos así nos catalogó alguna vez una
presidenta, como a los nativos de Puerto Madero.
Pasaste buena parte de tu vida en un lugar carente de
todo lujo, yo en cambio tuve la suerte de nacer en una familia que me permitió
darme el ‘lujo’ de comer todos los días. No tuviste la posibilidad de estudiar,
mientras que yo pude terminar una carrera universitaria. Naciste con la
destreza de correr con habilidad detrás de una pelota, mientras que el máximo
halago que tuve fue que alguien me dijera que poseía todas las condiciones para
triunfar en el fútbol de alta competencia, si no fuera por dos defectos: la
pierna izquierda y la pierna derecha.
Y a pesar de estas diferencias no me siento capacitado
para expresar tan claramente como vos lo que es la pobreza. Vos lo dijiste en
pocas palabras. Simple, directo, contundente y sin agraviar a nadie. Yo, en
cambio, lo pienso una y otra vez y no me sale. Trato de ponerle palabras a lo
que pienso y no puedo expresarlo mejor de lo que vos lo hiciste y sin dejar
escapar algún insulto.
No tenemos nada en común. Pero de todas las cosas que nos
separan, se me ocurre que hay una que compartimos. Los dos nos criamos en una
familia que hizo todo lo posible por convertirnos en buenas personas. No soy yo
el indicado para decir si mi familia tuvo éxito en lograrlo, pero de lo que sí
estoy seguro es que tu familia sí lo tuvo. Y a pesar de semejante cosa en común
y de ser tan parecidos, tu viejo y el mío difícilmente podrían haber sido
amigos. No porque el tuyo fuera también un ‘villerito’ y el mío otro
‘concheto’, sino porque mis ‘dos defectos’ para el fútbol ya estaban en los
genes de mi viejo. Eso que me hace dudar que hubieran podido juntarse en un
potrero.
Sólo esto quería decirte, Carlitos. Y además te disculpo por hacerme sentir envidia por esa capacidad que tenés de lograr que, vayas donde vayas, la gente te quiera. Te perdono todo. Bueno, casi todo. Como hincha de River que soy, todavía me acuerdo de la ‘gallinita’ que nos dedicaste después de tu gol de aquella noche de 2004 en el Monumental. No me olvido más. Es así, Carlitos, como ya te dije: hay cosas que no se perdonan. Eso sí, desde que te escuché el otro día, estoy tratando.
José Luis Segade
jolus@arnet.com.ar
Tigre. Provincia de Buenos Aires.
jolus@arnet.com.ar
Tigre. Provincia de Buenos Aires.
“En Formosa se cagan de hambre, loco”. Días atrás, el
certero diagnóstico de Carlos Tevez fue un remate inatajable, al ángulo del
arco discursivo oficial.
Como si aún los lectores gritaran ese metafórico gol,
las cartas sobre el tema se atropellan en el correo del diario, un buen
termómetro de la sensibilidad popular.
Es fácil ningunear las cifras de la pobreza en discursos
farsescos, recurrir a la retórica hueca del ministro Kicillof (“Medir la
pobreza es estigmatizar a los pobres”), descargar furias sobreactuadas contra
los “medios concentrados” o polemizar con la Iglesia acerca de las reales
dimensiones de la pobreza en la Argentina. Todo eso forma parte de la
idiosincrasia falaz de un kirchnerismo en retirada, dispuesto a dejar sus
desastres a la intemperie, sin hacerse cargo de nada.
Lo estúpido, es haber agraviado a un ídolo como Tevez por
su pasado de pobreza: el “villerito europeizado” renunció a millones de euros
para sentir en cuerpo y alma el placer barrial de los asados con amigos en su
Fuerte Apache originario, bien lejos del nido gourmet de Puerto Madero.
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© Escrito por Osvaldo
Pepe el domingo 06/09/2015 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
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