Ayer la Presidente anduvo por La Habana, lejos de la caldera de la elección chaqueña, siempre
dispuesta a colgarse de las sotanas de Francisco, aunque fuese sólo un suspiro
y “para la foto”. Le quedan apenas 80 días en el mando de la República.
Como
todos sabemos, viene de 12 años en el poder si se considera su sociedad
política con Néstor Kirchner. Y sin embargo todavía tiene lecciones pendientes
que aprender: protocolos de urbanidad, respeto por las normas y las personas,
el sentido compasivo de la vida y la misericordia entre los semejantes.
Cuestiones todas que, seguramente, debido al ardor de la lucha política y el agobio por las rutinas de la administración, ha ido dejando en el camino, hasta parecer en ella virtudes reñidas con sus modales y estilo, vecinos a la altanería.
También entre las asignaturas pendientes que deja a los argentinos
como persona, más que como jefa de Estado, está la de dar batalla contra su
megalomanía, esa desmesura en la ponderación de su propia persona que la llevó
a definirse ante sus fans con palabras de una diva del espectáculo: “Yo quiero
ser la presidenta de los corazones”. Por ahora no podrá serlo de otra cosa.
En tanto, Jorge
Bergoglio, el Papa Francisco, al aceptar por séptima vez los viajes presidenciales
en busca de su proximidad, casi un cholulismo vaticano, la sigue entrenando en
el aprendizaje de la caridad y el piadoso ejercicio del olvido de antiguos
agravios y querellas.
Además, en la semana, Carlos Fayt, el renunciante
ministro de la Corte Suprema, la adentró en las enseñanzas del respeto
institucional y el arte mayor de la sutileza y la profundidad de la ironía bien
empleada. Renunció a su puesto, como buscaba el ultrakirchnerismo con la jefa
de Estado a la cabeza, pero sólo “con efectos al 11 de diciembre”, una vez que
la Presidenta vuelva a ser una ciudadana rasa y tras haber resistido reiterados
ultrajes recibidos por su avanzada edad.
Bergoglio cumplirá 79 años el 17 de diciembre y el profesor Fayt, 98 el 1° de febrero. Por distintas razones, los dos padecieron los humores ácidos y cambiantes de la Presidenta y a su modo pusieron la otra mejilla ante sus cachetazos. Le respondieron con la sabiduría de los años.
Bergoglio cumplirá 79 años el 17 de diciembre y el profesor Fayt, 98 el 1° de febrero. Por distintas razones, los dos padecieron los humores ácidos y cambiantes de la Presidenta y a su modo pusieron la otra mejilla ante sus cachetazos. Le respondieron con la sabiduría de los años.
El teólogo, académico y sacerdote
italiano Romano Guardini, muerto en 1968 a los 83 años, escribió en “Las etapas
de la vida” que es especialmente importante que una persona logre superar “la
alegría maligna por los defectos y fracasos de los tiempos actuales” y explicó
que cuando eso sucede “aparece la forma de vida de la persona anciana, o
expresado valorativamente, del hombre sabio”.
La Presidente tiene apenas 62 y
mucho que aprender de estos dos hombres virtuosos y austeros, a quienes atacó
sin piedad.
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