Humahuaca espera justicia...
Familia de Luis Dario Condorí
A un mes del crimen de Luis Condorí, asesinado por miembros de la agrupación
Tití Guerra durante la toma de un predio, su familia lo recuerda. La justicia
jujeña aún no tiene respuestas.
Caminar por Humahuaca es un viaje en el tiempo. Como si Marty McFly le
prestara sus zapatillas al caminante, le permitiera subir a su DeLorean y lo
dirigiera entonces hacia un pueblo en la Quebrada en el que las calles se
distinguen por sus empedrados, las viviendas por el adobe que las sostiene, los
techos por las tejas que indicarían su pertenencia a los tiempos de la colonia.
Pero no. El 5 de septiembre de 2012 –es decir, este año, hace un mes, hace tan
poco tiempo- se cometió un crimen en Humahuaca que muestra que la pequeña
ciudad jujeña se encuentra en el centro de los problemas de la contemporaneidad
de la nación. Ese día una patota formada por una agrupación kirchnerista mató a
Luis Condorí, de 28 años.
“Se llamaba Luis pero era muy conocido como Pato, todos le decían
Pato. Trabajaba desde chango como guía turístico. Se ganaba el pan así. Lo
mataron. El intendente recién apareció después de su muerte. Nos vino a
presentar sus respetos pero como conocido, porque él compartió conmigo los
estudios. Incluso yo se lo había presentado al Pato porque él tiene su familia
y su señora y queríamos ver si tal vez le podían dar unas tierras para poder
hacer su vivienda, para ver qué posibilidad había. Milagro Sala dice no tener
nada que ver con su asesinato. Si es así, está bien. Si no, que le pese en su
conciencia”. (Domingo, padre de Luis)
Esa jornada, la agrupación Tití Guerra ocupó unos terrenos sobre la ruta 8
que delimita un contorno de Humahuaca. La agrupación había pertenecido a la
órbita de organizaciones ligadas a la Tupac Amaru, a tal punto que cuando
Milagro Sala se encontró con el periodista Jorge Lanata para responder a un
informe realizado sobre su persona, los referentes de la Tití Guerra la habían
acompañado. Según señalan desde la agrupación Tupac Amaru, apenas días antes
del 5 de septiembre la Tití Guerra se habría desvinculado de las huestes de
Milagro Sala.
Decenas de miembros de la Tití Guerra habían llegado en dos colectivos desde
la ciudad de San Salvador. Cinco vehículos de alta gama los precedían durante
el recorrido. Tenían pensado resistir para cumplir con su objetivo si fuera
necesario: tenían bolsas y cajones llenos de verduras, carne y paquetes de
arroz, fideos y latas de tomate, entre otros elementos, como unos notables
zapallos gigantes. Llegaron antes de mediodía y se instalaron en unos terrenos
en litigio. Un descampado que unas pocas casitas de adobe deshabitadas
interrumpían. Plantaron sus banderas verdes y negras.
“Humahuaca es un pueblo tranquilo, de gente trabajadora, pero que
sabe qué pasa en su territorio –cuenta Sergio González,
periodista de radio Luna Azul-. Existe la cuestión del negocio
inmobiliario. En nuestro pueblo se está intentando que se establezca
fuertemente el comercio turístico, pero lo malo es que las ganancias que este
negocio permite sólo se reparte entre unas cuantas familias, mientras el resto
de los humahuaqueños no vemos ningún beneficio”.
“Mi hijo siempre trabajó guiando. Siempre me ayudó porque son
varios hermanos, la nuestra es una familia grande que mantener y él siempre
aportó con los gastos. Era bueno, responsable, pensaba en los demás. No es
cierto que fuera militante de Milagro Sala. No estaba en ninguna de esas
agrupaciones, siempre estaba en la plaza, en el monumento esperando turistas
para trabajar. Sé que Dios no me va a abandonar. Tengo mucha fe. Yo quiero
justicia y nada más”.(Miriam, madre de Luis)
“Ese día hubo zona liberada: esta gente se movilizaba en dos
colectivos urbanos cuando acá hay normas que no permiten que los colectivos
urbanos hagan intermunicipio. Sin embargo, se trasladaron desde San Salvador
hasta Humahuaca y no los paró un solo control policial –explica el doctor
Luciano Rivas, abogado querellante y representante de la familia de Luis
Condorí–. No los pararon aunque iban armados hasta los dientes, con palos,
banderas y una caravana de 5 autos de alta gama que los iba escoltando”.
Todo indica que se trató de un negocio inmobiliario. Los vecinos de
Humahuaca resistieron la ocupación. Primero se empezaron a apostar frente a los
ocupantes. Pasaron las horas. Había una tensión que –imagen remanida, pero que
responde a la descripción de los sucesos– hubiera permitido cortar el aire con
el filo de una navaja. En cierto momento, algunos miembros de la agrupación
Tití Guerra carnerearon unas ovejas que pastaban en los alrededores para
cocinar un guiso. Cuando el hecho se conoció entre los humahuaqueños, cundió la
indignación. Varias radios llamaban a que la intendencia se pronunciara sobre lo
que estaba sucediendo, pero había silencio. La consigna de los pobladores fue
asistir hacia ese lugar.
Nadie de la intendencia decía nada sobre los sucesos. Se comenzaron a tirar piedras.
“Estábamos jugando al fútbol con mi hermano y amigos y vecinos. Llegó un
vecino que dijo: ‘Se armó la guerra’. Fuimos a ver qué pasaba entonces, de
curiosos. Estaba oscuro, la gente les gritaba, ellos gritaban. En un momento se
escucharon disparos. Yo y mi amigo estábamos detrás de una pared cuando fueron
los primeros tiros. Ahí decidimos salir con toda la gente a quemar los
colectivos. Salimos y justo salieron ellos y tiraron otros tiros. Le
pegaron a Luis. ‘Emanuel ayudame’, me dijo. La gente se amontonó
y lo llevó la gente para el auto para ir al hospital. Cuando lo estaban
subiendo ya estaba con los ojos blanqueando”. (Emanuel, hermano de Luis)
Hay documentos que demuestran el negocio inmobiliario. “Vicente
Acosta, dueño de una inmobiliaria, le pagó diez mil pesos a Marco Antonio
Guerra a los efectos de que obtuviera la posesión de los predios en Humahuaca y
los mantuviera”, señala el abogado Rivas.
Marco
Antonio Guerra y su hermano Miguel Ángel Guerra –a su vez hermanos de Tití
Guerra, un preso que murió en la cárcel y a quien se homenajea con el nombre de
la agrupación– iban en un auto Mercedes Benz a la par de los colectivos que
llevaban a los miembros de la agrupación hacia el lugar de los hechos. “Sabemos
el monto del pago porque la Tití Guerra está tan organizada que hasta admiten
recibos por ese ilícito y lo encontramos una vez que ellos huyeron
–continúa Rivas–. Allí también están los nombres de entre diez y quince
personas, incluso con sus números de teléfono, a quienes se les preservaban
también los terrenos que tenían reservados. En la carpeta que se les cae hay
mapas con tomas satelitales y planos del predio que habían tomado. Ya lo habían
loteado con los nombres de las personas a las que les correspondía cada lote.
Incluso en la carpeta hay nombres de personas a quienes se les entregaban los
lotes. Uno de ellos es de la provincia de Mendoza, había gente de San Salvador
de Jujuy, entre los que hay bastantes empresarios. Veinte lotes serían para la
familia Guerra. Por eso decidieron conformar un grupo de choque. Le pedí a la
fiscalía el allanamiento de la inmobiliaria perteneciente a Vicente Acosta y no
me contestaron absolutamente nada. De todos modos, tenemos suficiente
información”.
“Doce años estuvimos juntos. Teníamos proyectos, muchos proyectos.
Tuvimos dos hijitos, un varón y una nena, y él era como un papá para la hija
que yo tenía cuando nos juntamos. Queríamos hacer nuestra casa. Era un buen
padre y un buen esposo. Ese día había ido a jugar al fútbol. Entonces llegó
esta gente y él fue a ver el kilombo. No llegaba y yo estaba preocupada. En la
radio dijeron que había heridos. Fuimos a buscarlo pero no estaba. Mi cuñado me
dijo que debíamos ir al hospital para ver entre los heridos de allá. Cuando
llegamos habían pasado diez minutos desde que mi marido había fallecido. Yo lo
quería mucho, lo necesito. No puede ser que haya salido de jugar a la pelota y
haya terminado muerto porque le tiraron un tiro. Tiene que haber justicia. A
veces pienso que fue a Jujuy a buscar mercadería y que va a volver y pienso que
va a volver y siento que lo estoy esperando… Y después lo sigo
esperando”. (Laura, esposa de Luis)
“Uno de los comisarios que formó parte del operativo y que no sólo
no detuvieron a los malvivientes de la Tití Guerra, sino que dispararon balas
de goma contra los pobladores de Humahuaca, es el comisario Vera, que fue el
comisario que estuvo en Libertador General San Martín cuando hubo 4 muertos en
la toma de Ledesma. El jefe del operativo es el mismo comisario que fue
trasladado a Humahuaca y tuvo un operativo con un muerto –revela a plazademayo.com el
abogado Rivas–. Y es parte de la misma policía que dejó pasar a los
colectivos cuando es ilegal. Entonces, me llama la atención que se admita como
querellante en la causa al Estado provincial, ya que es el responsable de los
hechos que ocurrieron, desde el punto de vista de que nunca se articularon los
controles policiales y de gendarmería, y la policía, lejos de proteger a los
ciudadanos de Humahuaca, protegieron a esta gente”.
La investigación judicial, que admitió al Estado provincial como
querellante, tiene como imputados por homicidio simple a Moises Lavallén,
Marco Antonio Guerra, presidente de la Asociación Civil Tití Guerra y
Miguel Ángel Guerra, revisor de cuentas, quienes actualmente se encuentran detenidos.
El empresario inmobiliario Vicente Acosta también está imputado en una segunda
causa vinculada, por el delito de usurpación. “Pero hay más gente: hay
autores intelectuales, coautores, cómplices –detalla Rivas–. Está
identificado a quiénes pertenecen los vehículos, miembros de la agrupación Tití
Guerra. También hay responsabilidad total y absoluta por parte del Estado
provincial porque si hubieran funcionado los controles policiales esta muerte
no hubiera ocurrido”.
La violencia política recorre la provincia de Jujuy. Hubo cuatro
muertes en 2011 ocasionadas por la policía que desalojó a los ocupantes de
predios denunciados por la empresa Ingenio Ledesma. Hace un mes un muerto más
por una ocupación que, en realidad, ocultaba negocios. Pero no son los únicos
sucesos. La violencia parece haberse convertido en Jujuy en un método. La Tití
Guerra siempre había pertenecido al núcleo de organizaciones asociadas con la
Tupac Amaru de Milagro Sala.
Milagro Sala. La líder de una organización oficialista para estatal.
Denunciada por organizaciones de lucha debido a sus métodos violentos para
acallar la protesta social, cuando perturbaba los intereses del Estado que le
daba a la Tupac Amaru los fondos para construir su poder paralelo.
A la barra brava de Gimnasia y Esgrima de Jujuy se la conoce como “La
banda de La Flaca”.
“La Flaca” es Milagro Sala.
Humahuaca está en el centro de los tiempos actuales de la Argentina. Un país
cuya sociedad está atravesada por las barras bravas y el patoterismo, que se
han vuelto moneda corriente en el modo de hacer política oficial.
© Escrito por Diego Rojas (@zonarojas) y publicado por plazademayo.com el
miércoles 3 de Octubre de 2012.
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