Jugo de Trump…
“Dame un
limón...” Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes
El Gobierno tomó el encuentro como una inversión, y espera cosechar. Ruido
interno.
Algunos periodistas latinos que trabajan en los Estados
Unidos describieron a un Macri algo retraído durante su reunión con Donald Trump.
“Mauricio era el invitado y, si bien íbamos con la expectativa de un respaldo
casi asegurado, no esperábamos señales tan precisas. Tampoco podíamos ir a
coparle la escena al dueño de casa. Se optó por la sobriedad, algo que hace 12
años no se veía”, argumentó una fuente del riñón del PRO.
La historia de la relación política de la
Argentina con los Estados Unidos es la expresión de una ciclotimia incesante.
Así se ha pasado de las “relaciones carnales” al encono furibundo. Muchos
–equivocadamente– refieren el comienzo de este fenómeno al enfrentamiento
Perón-Braden. En verdad, es algo que viene desde tiempos aún más lejanos. El
primer enfrentamiento fuerte entre ambos países se produjo durante la Primera
Conferencia Panamericana, realizada en Washington en 1889.
La delegación argentina integrada por Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña se opuso tenazmente a la propuesta de unión aduanera del
presidente Benjamin Harrison. A nuestras dirigencias les ha costado entender la
lógica y los códigos que se manejan en la Casa Blanca. Néstor Kirchner cometió un
grueso error cuando maltrató a George Walker Bush durante
la cumbre de presidentes que se hizo en Mar del Plata en 2005. Su actitud
demostró su desconocimiento de esa lógica y de esos códigos y, además, pecó de
ingrata. Bush tenía verdadera simpatía por los Kirchner –a la entonces legisladora Cristina
Fernández de Kirchner la llamaba “la senadora más linda del mundo”–, simpatía
que devino en ayudas concretas hacia el gobierno de entonces en su dura
renegociación de la deuda externa.
“La actitud de Trump –que es un personaje cuya
presidencia está atravesando por un sinfín de problemas– reflejó el optimismo
que hay en Nueva York, en Ginebra y en Londres por el cambio en Argentina”,
aseguró un economista de buen trato con el Gobierno, que prosiguió: “Lo más valioso no fue lo de Trump sino el haber
estado el día anterior en Houston con los petroleros. Ese fue el
gran logro del viaje porque está mostrando desde dónde van a venir las
inversiones. Si todo sale bien, en 2020 debería estar resuelto el tema del
déficit energético”.
En ese marco sí cobra valor una de las
frases de Trump describiendo a Macri como “un viejo amigo”; en palabras de los
norteamericanos fue lo que se conoce como this is the guy (“éste es el tipo”).
La visita a Trump representa un mensaje de apoyo al gobierno
argentino hacia el interior de los inversores norteamericanos y hacia el mundo. Ese es su
valor. El gesto del presidente de los Estados Unidos de haber levantado la
prohibición de importar limones argentinos grafica la intención de llevar ese
apoyo al campo de los hechos.
Una de las cosas que impresionaron a Macri fue el Niágara
de elogios que recogió en los ámbitos políticos y empresariales durante su
breve periplo norteamericano. De todas maneras, comprobó
allí que debe ganar las elecciones de octubre. Por otra parte, el
contraste entre esos elogios y las críticas que recibe aquí, aun desde los
sectores afines, lo tiene contrariado. Eso ya les pasó a varios de sus
predecesores. Por lo tanto, no debería ni sorprenderse ni confundirse. Son
vivencias y visiones absolutamente diferentes. Las dificultades de la economía
siguen siendo muchas. Abril termina con un índice de inflación que será
superior al planeado por el Gobierno.
El
PRO parece tener un karma con los jefes policiales.
Ya lo vivió Mauricio Macri cuando tuvo la malhadada idea
de nombrar al comisario Jorge “Fino” Palacios al
frente de la Policía Metropolitana.
Igualdad
ante la ley. En este
contexto, no extraña que el karma continúe hasta el presente. A sólo cuatro
meses de la creación de la nueva Policía de la Ciudad, su flamante director, el
comisario José Pedro Potocar, quedó detenido, acusado de liderar una banda que
cobraba coimas por protección policial. En los casos problemáticos, una
coincidencia que habla de cierta improvisación a la hora de elegir: jefes y
subjefes no pasaron los cuatro meses de actividad hasta que saltó su verdadero
prontuario. En el caso de Potocar, sobre quien la Justicia tendrá la última
palabra, el viento no está soplando a su favor.
El fiscal José María Campagnoli confía en la prueba que reunió, que, a su vez, fue
refrendada por el juez Ricardo Farías. Desde el Gobierno de la Ciudad aseguran
que chequearon los antecedentes y nada parecía fuera de lugar.
Para colmo de males, las fuentes que conocen el caso
aseguran que “funcionarios de alto rango del Ministerio de Justicia de la
Nación están haciendo lobby para sostener la teoría de que el fiscal es víctima
de una operación derivada de las internas existentes en el seno de la Policía
Federal”.
Esto es algo que parece poco probable en un hombre de la
experiencia y la talla de Campagnoli. Es cierto que el nivel de prueba reunido
al día de hoy no es el mismo que existía cuando Potocar fue nombrado –en verdad
es mucho mayor– pero no es menos cierto que el ex titular de la Dirección
General de Comisarías aparecía nombrado en la causa por pedido de
coimas a comerciantes, empresarios y vecinos, desde
el principio.
El famoso cuaderno con los pagos y las siglas DGC llegó a
manos del fiscal en agosto del año pasado. Como se ve, tiempo más que holgado
el transcurrido entre el inicio del escándalo y el nombramiento efectivo de
Potocar. Un dato más cierra el círculo en este derrotero de idas y venidas:
fuentes con acceso a la causa aseguran que “el principal expediente con pruebas
irrefutables que comprometían al jefe policial hoy preso llegó a la fiscalía de
Campagnoli vía Ministerio de Seguridad de la Nación”. Parece evidente que
alguien no investigó bien los antecedentes o se hizo la vista gorda ante una
situación semejante.
“Che,
esto no es el kirchnerismo, aflojen un poco”, escucharon decir
allegados a Campagnoli de fuentes del gobierno nacional. A quienes así piensan,
hay que recordarles que no se trata de kirchnerismo o antikirchnerismo, se
trata de igualdad ante la ley. Las pruebas están y, como diría Perogrullo, las
cosas son lo que son.
Producción periodística:
Santiago Serra.