sábado, 22 de febrero de 2014

Villa Argentina... De Alguna Manera...


Villa Argentina…

Villa 21-24, La Zavaleta, Barrio de Baracas, Septiembre 09/2013

“Hoy están acá junto a Dios, porque esto es un milagro, un milagro que hemos hecho nosotros.”
Hermana Cristina, Iglesia del Néstor de los Últimos Días. Barracas, 9/9/2013.


“Hay otro país, hay otro relato diferente del que nos quieren convencer"
Cristina Fernández de Kirchner.
Tu Presidenta.

Las palabras sonaron un tanto exageradas para la inauguración de una obra pública en la Villa 21 del barrio de Barracas. Más si tenemos en cuenta que Cristina también es la realizadora del milagro de ser multimillonaria viviendo del Estado. Sin embargo, la Presi le metió garra y se puso a trabajar para mejorar las perspectivas a futuro de quienes más lo necesitan: sus candidatos.

Muchos se emocionaron con la presencia de la Presi. Es lo más cercano que puede estar una persona de conocer a Dios, ese que te cuentan que cuida por vos, que se preocupa por vos, del que no se sabe bien si es o no el creador de tu mundo de mierda, pero a quien no podés cuestionar, dado que obra de formas misteriosas. Sin embargo, te obligan a adorarlo para obtener la salvación, si pinta, porque te ama. Y en este caso te ama tanto, pero tanto, que te mantiene así, totalmente pobre.

Aún no sabés cuál es tu culpa, si solo tuviste la suerte de nacer acá, pero los miembros de la Iglesia del Néstor de los Últimos Días te convencieron de que sos portador del pecado original, algo así como que todo lo malo que te pasa no es tu culpa, pero es como si lo fuera, dado que cargás sobre tus espaldas los errores de personas que ya no están.

El gobierno dijo que probablemente existieran algunas pequeñas deudas pendientes, y por algún lado había que arrancar. Ahora que ya terminaron con lo vital y esencial en la villa 21, quizás en un futuro puedan abordar los detalles superfluos, esos lujos que nunca están de más, como lograr que la parada de bondi más cercana no quede a veinte cuadras, o que los colectiveros puedan circular por adentro sin perder un dedo en cada viaje.

Hoy es la Secretaría de Cultura la que se instala en la Villa 21, y esperemos que no sea el único caso. Si las instituciones que supuestamente están para modificar las realidades, serán trasladadas a los lugares insignias de las realidades no modificadas por dichas instituciones, para ser coherentes, se debería mudar el ministerio de Economía a alguna cueva de la calle Libertad. Otra buena idea que debería considerarse es la de convertir al ministerio de Floppy Randazzo en una cartera itinerante, a bordo de una formación del ferrocarril Sarmiento. Ya que estamos, al ministerio de Seguridad se lo podría mudar a cualquier aguantadero y colocar oficinas de atención al público en cada puterío. Por último, el ministerio de Defensa se podría instalar en el museo de ciencias naturales, donde las Fuerzas Armadas convivirían con el resto de las especies extintas.

Hablar de los asentamientos precarios es un tema un tanto complejo y peligroso de abordar sin herir susceptibilidades. De todos modos, si empezamos por reconocer que ya no añadimos el término “de emergencia” a la villa, tenemos más de la mitad del camino resuelto.

La existencia de las villas es un buen negocio para el Estado, por eso nadie se calienta en abordarlo. Si las villas resultaran un problema real para la subsistencia de un gobierno, ya habrían sido reguladas. Por el lugar que ocupan, la inmensa mayoría de los asentamientos son inofensivos para los funcionarios, que por lo general viven en barrios más cómodos. Los que se trasladan en helicóptero para ir de Olivos a la Rosada, ni sienten la intranquilidad moral de ver las construcciones -que ningún arquitecto se atrevería a denominar edificio- que asoman entre los barandales de la avenida Lugones cuando empalma con la 9 de Julio.

Una de las grandes paradojas del sistema de recaudación impositiva deriva en que a nadie con poder de decisión real le importe la existencia de una villa, ni siquiera para el cobro de impuestos. Las provincias no recaudan los impuestos municipales, y lo que correspondería al impuesto a la propiedad inmueble, no merece el esfuerzo de convertir el asentamiento en una zona residencial como la gente. Asfaltar calles, construir escuelas en proporción a la cantidad de alumnos, pagar a los ingratos de los docentes, establecer una comisaría y su dotación, no son costos que puedan recuperarse con recaudación de impuestos en lo que dura una gestión. Por su parte, al Estado Nacional le da exactamente igual: los habitantes de las villas pagan el mismo impuesto al consumo que los vecinos de Puerto Madero, cada vez que dejan el 21% de IVA en la compra de un jabón de tocador.

Los asentamientos precarios no siempre tuvieron inicios de ocupación ilegal. El primero que se recuerde, existió en la década del ´30 y fue creado por el mismísimo gobierno nacional, quien no sólo permitió la permanencia de inmigrantes que huían del hambre de Polonia, si no que cedió treinta vagones de tren para que vivieran como pudieran. Para darle un tinte menos trágico, el asentamiento se llamó “Villa Esperanza”. Si bien fue demolida unos años después, el terreno ya era tentador. Hoy es la villa 31.

La denominación Villa Miseria se la debemos al escritor Bernardo Verbitsky -padre de Horacio- que a principios de los años cincuentas escribió unos textos sobre los asentamientos en el desaparecido diario Noticias Gráficas. Tiempo más tarde, quedaría inmortalizado en su libro “Villa Miseria también es América”. Algunos intentaron poner un dejo de esperanza al denominarlas villas de emergencia, con lo que intentaban no cerrar la ventana a una chance de mejora social: era una situación de emergencia, se estaba de paso. Durante años funcionó así, en muchos casos. En las últimas décadas, los únicos que logran movilidad social ascendente habiendo nacido en una villa, son los futbolistas que llegaron a jugar en primera, los punteros y los narcos.

Bernardo Verbitsky.

Históricamente, el villero siempre buscó zafar. La marginalidad como norma general dentro de las villas, es más bien moderna: creció con la hiperinflación, se perfeccionó durante los noventa, se convirtió en heróica en la crisis del 2001, y pasó a ser parte de la cultura popular en la década ganada, llevando más de veinte años de éxito ininterrumpido en la creación de generaciones que ya no recuerdan cuáles de sus ancestros fueron los últimos en tener un empleo digno y estable. El término villero dejó de ser despectivo y se convirtió en orgullo gracias al cambio de siglo. Las tribus urbanas de clases bajas, por años se identificaron con la cultura rolinga y consumían rock de la banda británica o el producido por sus tristes clones locales. Sin embargo, a fines de los noventa y con la cumbia animando las fiestas de la high society en plena Quinta de Olivos, la villa empezó a cobrar protagonismo más allá del paisaje urbano. La llegada de la cumbia villera hizo el resto. De pronto, fue normal cruzarse por la calle con un adolescente con uniforme de colegio privado tarareando “Colate un dedo” de Pibes Chorros.

A mi humilde entender, el surgimiento de la cultura villera fue de las peores cosas que le pudo pasar a los habitantes de las grandes urbes argentinas -y esto incluye a los propios villeros- en cuanto a consciencia social refiere. La aceptación de la existencia de un otro radicalmente distinto al que se teme y desprecia, pero del que se consume su cultura por moda; un extraterrestre que habita en el Área 51 que se encuentra tras la terminal de micros en Retiro, o en Villa La Antena de La Matanza. El sentimiento de temor y desprecio es recíproco: así como muchos piensan que el villero no es un tipo que nació y creció en una realidad de mierda, sino que es un humanoide prescindible, muchos de ellos no pueden comprender de manera lógica la relación herencia-trabajo-poder adquisitivo de los demás estratos sociales.

La aceptación de la cultura villera como un elemento colorido del gen argentino, también acarrea políticas pedorras y deshumanizantes, curiosamente propulsadas y defendidas por gente que se define progresista y que a la villa va para sentirse mejor persona. La mayoría de las medidas aplicadas son para mantener a los villeros bien dentro de sus barrios. Suponer que armar un ciclo de películas de la villa coloca a la misma en plano de igualdad con los demás barrios residenciales, es prácticamente insultante. Si nos sacan la posibilidad del afuera, todos creeremos que nuestra realidad es inmodificable.

Tanto que se habla de la movilidad social ascendente, nadie tiene en cuenta el deseo de querer otra realidad para nosotros y nuestros hijos. Nadie cambiaría su realidad si no deseara otra. Obviamente, para desearla primero hay que conocerla. Y para no mandarnos cagadas, hay que saber cómo alcanzar esa realidad deseada. ¿O acaso todavía debemos creer que nuestros abuelos vinieron a la Argentina sólo porque huían del hambre? Si no hubieran sabido que acá podían estar mejor, ni se habrían acercado al puerto.

Ya que hablamos de la Villa 21-24 -La Zavaleta, para los íntimos- alguien debería considerar que muchos padres buscan colocar a sus hijos en escuelas que se encuentren fuera de la villa, a pesar de existir varios establecimientos de educación inicial, primaria, media, y hasta una escuela de formación laboral que subsiste en parte por los aportes del gobierno de la Ciudad, y otro tanto por donaciones privadas.

Son las ganas del afuera, el deseo de que los hijos tengan una vida mejor que aquella que les toco a sus padres. Para ello, tienen que saber que existe una vida mejor, para que el deseo los movilice. En sus televisores ven los mismos comerciales que cualquiera de nosotros, y al no ser marcianos, quieren comprar las mismas cosas que nosotros. Sin embargo, al igual que nosotros, el deseo del consumo no es igual al del progreso. Nosotros podemos llegar a hipotecar la casa y el futuro de nuestros hijos sólo porque se nos antojó algo que no podemos pagar. El que no tiene qué hipotecar, igualmente buscará la forma de satisfacer su deseo consumista. Nosotros podríamos tener una vida mejor, sólo que no la podemos pagar. Los más humildes podrían tener una vida mejor, pero no saben que pueden conseguirlo. Esto es algo que horroriza a cualquier progre que se precie de tal, dado que si el más humilde pretende dejar de serlo, ya no tendrían sentido las políticas limosneras y deberían buscar la forma de emparejar hacia la cultura productiva. Y hacer cosas productivas es algo que escapa de la cosmovisión de la cofradía de los ensayistas.

Parece mentira que a la misma clase dirigente que viaja para ver cómo funcionan las experiencias ajenas, no se les haya ocurrido aplicar lo mismo puertas para dentro. No es lo mismo montar un teatro itinerante por las villas que facilitar entradas para el teatro al que concurren el resto de los mortales. Este es el país en el que por ley se reserva un cupo femenino en cada lista legislativa, pero a nadie le pareció buena idea que en cada sala de cine se habilite un cupo de entradas gratuitas para los que no tienen con qué pagarlas.

Una villa se puede urbanizar. Pero si se mantiene el culto a la marginalidad misógina y delincuente, en la que el cuánto valés se mide con la escala Motomel, y donde ser madre a los 14 y abuela a los 28 es la única contribución a la sociedad que se tiene al alcance de la mano, será en vano. El problema no es sólo la villa, si no la marginalidad. Y si esto no fuera así, el complejo habitacional Ejército de los Andes no sería conocido como Fuerte Apache.

La historia reciente demuestra que todas aquellas políticas que se venden como inclusivas, en su mayoría son discriminatorias, y para muchos está bien que sea de ese modo, en una actitud ligada a un trauma emocional que genera la necesidad de sobreproteger al otro sin enseñarle a protegerse solo. No vaya a ser cosa que la movilidad social ascendente derive en que los necesitados dejen de necesitarlos y terminen compitiendo por sus puestos de trabajo.

“Este es apenas uno de los misterios de la economía marginal en las ciudades latinoamericanas, un misterio que los planificadores, ya sean desarrollistas, keynesianos, friedmanianos o marxistas, prefieren no enfrentar. La marginalidad es el moderno e implacable Waterloo de capitalistas, tecnócratas, dictadores y hasta revolucionarios”.

La Calcutización de las ciudades latinoamericanas. Ted Córdova Claure. 1984


Martes. Sin cambio de paradigmas culturales, la realidad social será idéntica, sólo que tendrá paredes con revoque y techo con cielorraso.

© Publicado el Martes 10/02/2013 por relatodelpresente en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.


viernes, 21 de febrero de 2014

Jorge Polaco, hasta siempre... De Alguna Manera...


A los 67 años, murió el director de cine Jorge Polaco…
El cineasta, autor de filmes como “Diapasón” y “En el nombre del hijo”,  falleció hoy a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hace algunos años, informaron sus familiares.
Entre las películas de Polaco se destacan "Diapasón" (1985), "En el nombre del hijo" (1987), "Kindergarten" (1990), "Siempre es difícil volver a casa" (1992), "La dama regresa" (1996) y "Viaje por el cuerpo" (2001), además de numerosos cortos.

El cineasta, quien se encontraba internado en una clínica porteña a causa del mal de Parkinson que sufría desde hace años, y que a esta altura le producía grandes dificultades para moverse y expresarse, había estrenado el año pasado una versión muy particular de "Príncipe azul", una corta pieza teatral de Eugenio Griffero, que formó parte del ya legendario Teatro Abierto.

Sensible, delicado y muy polémico por su forma perturbadora de ver y entender el mundo, Polaco era conocido como uno de los cineastas más controvertidos del ambiente local, especialmente por los problemas que le había ocasionado "Kindergarten", filme que estrenó recién en el Festival de Mar del Plata en 2011, 22 años después de ser censurado.

"Kindergarten", que protagonizaron Arturo Puig y Graciela Borges, fue prohibido en 1989 bajo el argumento de que presentaba imágenes obscenas, corrupción de menores y ultraje al pudor. "El que estuvo prohibido en aquella época fue Jorge Polaco. Fueron 8 años de suplicio en los que fui perseguido por la pobreza mental de algunas personas", había afirmado el director.
"En la telenovela que me toca vivir, escuchar `Kindergarten` significa una lágrima detenida en el centro de mi pecho. Dicen que son dos las armas mortales de nuestros demonios: la mentira y el miedo. Las miradas maquiavélicas muy fácilmente tergiversan las obras y luego las condenan", escribió Polaco en aquel momento.

En la primera proyección pública de su película después de 22 años, Polaco sostuvo a Télam: "Perdí el miedo a enfrentarme con los fantasmas de mi propia obra. Ahora estoy muy feliz de haberlo hecho, a pesar de haberme negado durante tanto tiempo".
Este personal director, cuya obra se distingue por la audacia con la que siempre abordó cada una de sus películas -en las cuales la estética que plantea está cimentada en el desprejuicio y la crítica a las instituciones-, se destacó también por filmes como "La dama regresa", celebración kitsch que tenía a Isabel Sarli como protagonista.

Una de sus últimas películas fue "Arroz con leche", protagonizada por Jorge Ochoa, María Alejandra Figueroa e Isabel Sarli, que se basaba en la novela "Papá, ¡no te escapes del asilo!", de Antonio Moneo, sobre la revolución que un anciano genera en una residencia geriátrica.

Desde su corto en Súper 8 milímetros "Margotita", construido a partir de la figura senil de Margot Moreyra, una de sus actrices fetiches y musas inspiradoras, las representaciones de la vejez fueron sustanciales para definir la estética del cine de Polaco.

En "Arroz con leche", centrándose casi exclusivamente en esa línea, logró construir una película sobre dos hermanos que deciden internar a su padre en un geriátrico, donde la vejez parece convertirse en una nueva infancia pero sin el tufillo a ternura ni la mirada compasiva.

Con su característica teatralidad del exceso, yendo desde la performance esperpéntica hasta la poesía kitsch, sin dejar de pasar por una comicidad desconcertante, la película puede convertirse en un musical naif o en una serie de estampitas de las divinidades más descartadas de cualquier credo.

Su octavo y último largometraje fue "Príncipe azul", que protagonizan Ariel Bonomi y Harry Havilio, es una adaptación cinematográfica de la obra de teatro homónima de Eugenio Griffero, que fuera estrenada en los años 80 en el ya mítico Teatro Abierto.

El filme, un desafío a la incomprensión y el silencio, cuenta la historia de la relación amorosa entre dos jóvenes de 16 años, que habiendo sido separados por sus familias, prometieron encontrarse 60 años después.

"Desde que vi la obra quise hacerla, me pareció muy interesante la historia de estos dos hombres que ya viejos se encuentran, después de 60 años de haberse enamorado cuando eran adolescentes. Es la historia más simple de las que conté hasta ahora en el cine", había afirmado Polaco con gran esfuerzo.

Especialista en buscar belleza en aquello que dentro de las convenciones es rechazable, inaceptable o tabú, Polaco le dio voz en sus películas a personajes generalmente relegados de las historias convencionales, como los locos, los marginados, los ancianos y los niños, en una apuesta por rescatar y revelar un costado oculto de la vida.

Algo parecido ocurría en esa singular exposición de lo salvaje y loco que fue "El tutor", su única experiencia teatral, que recordaba el tema de "el niño salvaje" con la peculiar impronta de un autor que grita a través de sus obras, porque cada uno de sus personajes vive atormentado por su propia insignificancia frente al tiempo que deteriora la belleza física y su solidez.

La estética de Polaco es la del decorador de vidrieras que fue (en locales de la calle Florida) en viejos tiempos, cuando también participó en París, y tras egresar de Letras en la UBA, en los seminarios de Lacán: su cine es su discurso frente a un analista imaginario que busca entre un público que puede admirarlo tanto como rechazarlo y convertirlo en un cineasta maldito.

© Publicado el Jueves 20/02/2014 por la Agencia de Noticias Telam de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mostremos con orgullo la historia del Globo…De Alguna Manera...


Mostremos con orgullo la historia del Globo…


Queridos Quemeros:

a partir de un intenso trabajo que venimos desarrollando un grupo de historiadores de diferentes clubes desde hace muchísimo tiempo hemos conseguido que la AFA y la gran mayoría de los medios nacionales (sobre todo los diarios de mayor circulación) cuenten la historia del fútbol argentino de manera completa. Es muchísimo lo que hemos tenido que batallar para que esto pudiera concretarse y lo hemos logrado también gracias al excelente laburo de varios de los periodistas y estadígrafos que trabajan en Olé, La Nación, Clarín, Crónica y Popular, por citar a los medios más masivos a nivel nacional (también se ha logrado que varias páginas web cuenten la historia en su totalidad, como por ejemplo Playfutbol, Sobre fútbol o Universo Fútbol entre otras).

Es importante que todos los hinchas del Globo tengamos claro que la historia del fútbol no arrancó en 1931 (año de inicio del profesionalismo) sino 40 años antes de esa fecha, en 1891. Vaya a saber porque decisión equivocada de arrastre, los medios, con el tiempo, fueron informando la historia de manera incompleta como si en esos años fundacionales la pelota hubiese sido cuadrada y los arcos redondos, una soberana falta de respeto a los protagonistas de aquellos torneos, tan oficiales e importantes como los de ahora, obviamente con algunos equipos que fueron desapareciendo pero que eran fuertes en aquella época.
 

Para que todos entendamos bien de que se trata todo esto, sobre todo los pibes más jóvenes, es necesario también explicar que durante toda la historia se jugaron los campeonatos de Primera División regulares, los de todos los fines de semana (en Europa los llaman Torneos de Liga) y paralelamente -de manera más discontinua- se jugaron también 89 Copas Nacionales desde el inicio del fútbol hasta la actualidad. Tanto los torneos de Primera como las Copas Nacionales son torneos oficiales organizados y homologados por AFA.

Tenemos que estar atentos y defender con orgullo nuestra historia porque ya aparecieron los detractores de siempre, hinchas de otros equipos a los que no les conviene contar la historia completa por el escaso protagonismo que han tenido en otros tiempos y en consecuencia minimizan los títulos logrados en la era amateur o las copas locales, sin ningún fundamento serio.


En consecuencia, Huracán ha obtenido 11 títulos homologados por AFA de primer nivel (5 Títulos de Liga y 6 Copas Nacionales) que estarán en breve en toda la indumentaria del club como lo han prometido los actuales dirigentes.
 
El Globo también ha conseguido 2 títulos oficiales de Ascenso (Nacional B 89-90 y B Nacional 99-00) y una Copa Consuelo Beccar Varela (1933) pero estos tres títulos –si bien son oficiales- tienen un nivel menory hay que ser siempre serios en los criterios adoptados.


Para que quede bien claro el carácter oficial de nuestros logros, recientemente las guías de los principales medios gráficos han publicado las tablas de títulos como debieron haberlo hecho siempre. Clarín pone sólo los títulos de Primera División (no agrega Copas Nacionales por un criterio propio pero no niega su existencia ni su oficialidad). La Nación y Olé hacen un listado más completo agregando las copas locales también. En el caso de la Nación nos ubica con 7 copas porque cuenta la Consuelo Beccar Varela pero dicho torneo no figura en la lista de AFA que es la que oficializa todo.
 
A continuación van las tres listas de guías publicadas por los medios. Si bien nuestro presente lejos está de la época de mayor gloria, este texto tiene el sentido de que todos los Quemeros, desde los más jóvenes a los más grandecitos, defendamos con orgullo nuestra historia y mandemos a informarse a todos aquellos negadores que por conveniencia minimicen la historia completa del fútbol argentino. Ni vale la pena nombrarlos, sabemos muy bien de donde vienen las malas ondas.

¡Que la cuenten como quieran!  


© Escrito por Roberto Guidotti el jueves 20/02/2014 y publicado por Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.