Aires de cambio…
Gobernador Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.
El 8N actuó como
bisagra política, puso en evidencia al Gobierno y alienta alternativas.
Hasta la semana pasada, y sobre todo después de la masiva
manifestación adversa al Gobierno, para la Presidenta la clase media era no
sólo una de las peores cosas de la Argentina sino también una de las causas de
sus mayores males. De repente, esta semana todo cambió y ahora Cristina
Fernández de Kirchner se siente orgullosa de pertenecer a la esforzada clase
media. Más allá de que los niveles de riqueza de dudoso origen que exhibe la
Presidenta la ponen en un nivel varios pisos por arriba de la clase media, la
pregunta es: ¿cuál es su verdadero pensamiento? ¿Cómo es que cambia tan
rápidamente de parecer?
En la defensa del per saltum, el Gobierno pretendió
hacer creer que de lo que se trataba era de dotar a la Corte Suprema de un
instrumento destinado a considerar con la mayor celeridad posible casos de
gravedad institucional. Bastó que la diputada Diana Conti hablara en la sesión
de la Cámara baja en la que se aprobó el proyecto para que todo ese argumento
cayera a la manera de un castillo de naipes. El sincericidio de Conti, que
reconoció que esa ley tiene nombre y apellido –el Grupo Clarín– y un objetivo
–su destrucción–, descolocó a varios de sus pares del oficialismo, que no
callaron su disgusto por los pasillos del Congreso.
José Manuel de la Sota se limitó a emular a Fernández de
Kirchner en sus habituales Aló Presidenta por la Cadena Nacional de Radio y
Televisión, en los que aprovecha la tribuna pública para desgranar sus críticas
hacia los gobernadores que no le caen bien con la finalidad no sólo de
humillarlos, sino también de dejarlos mal parados o exponerlos al ridículo. El
gobernador de Córdoba le hizo así beber al Gobierno de su propia amarga
medicina. La furia presidencial demoró una nada en hacerse escuchar. De la
Sota, que por supuesto no es una carmelita descalza desplazándose por las
movedizas arenas de la política, deberá prepararse para un ostracismo que
impactará en su gestión. Tal vez de ahora en más ni las secretarias de los
funcionarios del gabinete nacional le atiendan el teléfono. Esto es lo que
sucede en la superficie.
En las profundidades las cosas son de una complejidad
mayor. El Indek acaba de revelar cifras que hablan de una desaceleración de la
economía para cuyo logro el Gobierno trabaja con ahínco todos los días. El
problema de la inflación va teniendo un peso cada vez más evidente en la
cotidianidad de la gente. El anuncio de la Presidenta de exceptuar por única
vez del pago de Ganancias el medio aguinaldo de los que ganan hasta 25 mil
pesos no alcanza a tener el efecto de una aspirina para bajar la fiebre, a la
vez que es un reconocimiento del efecto corrosivo que la falta de adecuación
del mínimo no imponible produce sobre el bolsillo de los trabajadores.
El tema energético es una complicación seria no sólo para el
Gobierno sino, en definitiva, para el país. Nada de lo planeado hasta aquí con
YPF ha salido como la Presidenta esperaba. Es que no podía ser de otra manera.
Axel Kicillof le dibujó a Fernández de Kirchner un paisaje de fantasía de los
que ella se enamora fácil y rápidamente. Nada de lo pintado por el viceministro
de Economía se ha plasmado en los hechos. Todo es tan desafortunado que hasta
el único socio que más o menos se había conseguido, Chevrón, está siendo
sometido a un pedido de embargo por parte de Ecuador a causa de su
responsabilidad en un grave caso de contaminación ambiental.
El desplome del
valor de las acciones de YPF muestra la realidad de un contexto no atrayente
para esos y para otros inversores. Por otra parte, la severidad de la situación
en el área energética es tal que la Presidenta ha tenido que recurrir otra vez
al castigado ministro Julio De Vido para que se ocupe del asunto que había
quedado en manos de Kicillof, lo que, por otra parte, tampoco es garantía de
nada.
De Vido es corresponsable de la desastrosa situación del
sector por la que hoy atraviesa la Argentina. La proyección de las erogaciones
que el Estado deberá hacer el año que viene para asegurar el abastecimiento
energético del país constituye el principal agujero negro de las cuentas
fiscales que va a consumir gran parte de los ingresos que devenguen las
exportaciones de soja. Este es un verdadero problema porque en 2013 el Gobierno
va a necesitar mucha plata para endulzar la campaña electoral con anuncios y
obras públicas. Uno de esos anuncios seguramente va a tener que ver con el tema
del mínimo no imponible, aunque con las limitaciones sobre las que advirtió la
Presidenta y que se relacionan con la negociación salarial.
Quien parece haber tomado
nota del 8N fue Mauricio Macri, que se dio cuenta de que más le valía hacerse
cargo de los subtes a partir de una iniciativa propia antes tener que hacerlo
por una imposición. El jefe de Gobierno porteño tiene así por delante un enorme
desafío y, a la vez, una fenomenal oportunidad de construir liderazgo y poder
político si es que su gestión demuestra capacidad para mejorar el servicio y
manejar la compleja trama sindical que allí se verifica.
La foto de Daniel Scioli con los intendentes de San Isidro,
Gustavo Posse; Tigre, Sergio Massa; San Fernando, Luis Andreotti, y Vicente
López, Jorge Macri, también tiene aires del post 8N. “A Scioli siempre lo
invitamos a estos encuentros y hasta ahora nunca había venido. Pero esta vez
decidió venir”, señaló uno de los intendentes que aparece en la foto.
Enfrascado como está el Gobierno en el 7D, hecho por el cual la Presidenta
tiene en vilo a sus principales funcionarios –se anuncia para esta semana una
insólita reunión del canciller Héctor Timerman y el titular de la Autoridad
Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabatella con el
cuerpo diplomático acreditado en Buenos Aires–, los errores de gestión se
multiplican.
Ahora se sabe que Ghana había advertido sobre la
inconveniencia de que la fragata Libertad tocara el puerto de Tema. La
advertencia tenía que ver con el reclamo de los fondos buitre que terminó con
el embargo del buque escuela. Parece que nadie se tomó la molestia de leer el
informe. Tener la corbeta Comandante Espora amarrada indefinidamente en un
puerto de Sudáfrica porque no se paguen los 450 mil dólares que cobra la
compañía que debe proveer los repuestos y equipos necesarios para la reparación
del navío es algo de una total negligencia. En fin; es lo que hay.
Producción periodística, Guido Baistrocchi.