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sábado, 25 de mayo de 2013

Todos presos… De Alguna Manera...


Todos presos…


Al ver lo que sucede con Lázaro Báez, aquellos que se enriquecieron gracias al kirchnerismo activaron sus planes de contingencia. Enfrentan el mismo riesgo –ir todos presos si este gobierno termina mal– pero no son todos lo mismo. Están los que ya habían hecho fortuna antes de la llegada de los K y la multiplicaron (Cristóbal López, Eskenazi o Cirigliano), y los que proporcionalmente poseían tanto menos que hoy, o casi nada, que se podría decir que hicieron su fortuna con los Kirchner (Lázaro Báez, Szpolski o Rudy Ulloa).

Las aspiraciones de cada grupo son lógicamente distintas y están en proporción a sus recursos. En El Padrino III, los Corleone, después de haberse hecho millonarios con los casinos, tratan de legitimarse invirtiendo en empresas normales, se internacionalizan y patrocinan a artistas y sujetos de prestigio social.

Cristóbal López tiene una trayectoria empresaria y la comparación con El Padrino es injusta, pero la necesidad de cambiar su imagen de “rey del juego” frente a la sociedad es la misma. Y su técnica también es parecida: usar las ganancias de los casinos para comprar otras actividades que reduzcan la importancia del juego en el total de sus negocios, extranjerizar la sociedad que concentrará todos su bienes y contratar artistas que le derramen su imagen positiva.

Pero Cristóbal López corre el riesgo de lograr lo opuesto a lo buscado porque no es lo mismo asociarse con Tinelli (o casarse con una celebridad) que comprar medios con contenidos periodísticos como C5N y Radio 10. Una cosa es el entretenimiento y otra el periodismo; ambos géneros pueden usar cámaras y micrófonos pero no tienen mucho que ver. Al quedarse con C5N y Radio 10, Cristóbal López aumentó su riesgo político en lugar de reducirlo porque, además de reprochársele enriquecimiento por favoritismo del kirchnerismo, se le reprochará censura a periodistas, echar a Longobardi y poner al servicio K los medios de Hadad para algo más que hacer oficialismo. El tener medios periodísticos (“fierros mediáticos” en la visión oficialista) puede resultarle tanto el escudo antibalas que lo salve como ser un foco que, iluminando su exposición, le agregue pesares.

Tampoco parece muy inexpugnable, ante eventuales futuras venganzas anti K, la estructura financiera con la que su mano derecha, Fabián de Sousa, pretendió explicar de dónde sacarían los dólares para comprar Petrobras Argentina si hubieran aprobado su oferta (ver página 3). Justificar que sería con créditos de bancos encendió la sospecha de lo que se llama back to back: autopréstamos donde lo que hace el banco es  sólo darle un crédito por la misma cantidad que el deudor tiene depositada como plata propia en el mismo banco.
Y el riesgo país se mantiene porque, así como nadie puede en Argentina comprar dólares para pagar inversiones, nadie podría descartar que la prohibición a las empresas de girar sus utilidades al exterior pudiera en el futuro ampliarse a los pagos de los créditos. Si fuera tan fácil conseguir hoy préstamos bancarios de casi 1.000 millones de dólares a tasas de interés pagables para la explotación petrolera en Argentina, YPF tendría otra estrategia. La señal de que anticipaba el post kirchnerismo surgió cuando De Sousa, junto con el modo de financiación de una eventual compra de Petrobras Argentina, anunció que el grupo de empresas de Cristóbal López saldría a la Bolsa justo antes de las elecciones de 2015: “Dentro de 18 o 24 meses”. Si parte de las acciones de sus casinos están en manos de muchos inversores esparcidos por el mundo, se le hará más difícil a un futuro gobierno declarar nulos los decretos de Kirchner favoreciendo a sus empresas.

Otro elemento en común que comparten Lázaro Báez y Cristóbal López (y en esto se diferenció siempre Eskenazi) es el de haberse escondido de la prensa durante años con la excusa de preservar su intimidad a niveles que no coinciden con la visibilidad de sus realizaciones, alimentando una imagen yabranesca. Y como le pasó a Yabrán, cuando no les queda alternativa y salen a mostrarse, todo lo que hacen es leído por la audiencia en su contra porque la comunicación tiene leyes donde la acumulación juega papeles determinantes. Si quien nunca se mostró y construyó una figura hermética de pronto sale a exhibirse, genera sospechas de que algo extraordinario está sucediendo y, en lugar de transmitir la normalidad de alguien que no se esconde, metacomunica escándalo.

La vinoteca de Lázaro Báez es un buen ejemplo. Creer o no creer es un acto de fe para la audiencia y no una suma de evidencias. Cuando la gente se cansa de un gobierno y quiere creer, cree aunque se le muestren indicios de lo contrario. Y viceversa en los momentos de romance con su gobierno, no cree nada malo aunque se le pongan pruebas frente a sus ojos.

Pero hay diferencias no sólo patrimoniales sino también operativas entre los negocios de Lázaro Báez y Cristóbal López. Báez es obra pública; terminado este gobierno, tendrá que remar cada futura licitación. En cambio, los casinos de Cristóbal López tienen concesiones que trascienden largamente el año 2015. Su amenaza reside en que el humor de la población se torne tan antikirchnerista que los políticos de entonces precisen apelar a chivos expiatorios que calmen socialmente.

Siendo dueño de medios, tendrá siempre una carta negociadora frente a políticos de otro signo a quienes ofrecerles apoyo a cambio de protección. Pero el uso de los medios de comunicación para otros fines fue tan debatido durante la década kirchnerista que quizá tampoco eso le alcance.
Hay ejemplos de reconversión, como el de Manzano, pero tuvieron que pasar veinte años del Robo para la corona, el libro emblemático del menemismo que escribió Verbitsky, además de suerte, mucha paciencia y laboriosidad, para dejar atrás aquel pasado que siempre lo acecha como una espada de Damocles.

De los tres que eran ricos antes de 2003, dos ya quedaron heridos: Cirigliano y Eskenazi. Lo mismo: de los tres que no eran ricos antes de la llegada del kichnerismo, dos ya cayeron en desgracia: Lázaro Báez y Rudy Ulloa. Todos por distintos motivos.

Quedan Cristóbal López y Szpolski que, a pesar de las asimetrías del tamaño de sus empresas y del origen pre K, los une que ambos acumularon medios de comunicación durante el kirchnerismo. ¿Serán los medios el salvoconducto para sobrevivir el post kirchnerismo? ¿O serán un acelerador de lo contrario?

El final está abierto, del juego sólo participan personas que no tienen aversión al riesgo sino que, a juzgar por sus comportamientos, hasta gozan surfeando tsunamis. Del otro lado de 2015 puede estar la cosecha o el desierto. Faltan casi mil días (930 para el 10 de diciembre de 2015), habrá subas y bajas en esta montaña rusa.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 26 de febrero de 2012

Rehenes no inocentes... De Alguna Manera...

Rehenes no inocentes...

 Ella con empresarios. Con De Mendiguren, Rocca y Ratazzi, entre otros, y Boudou, Scioli y Giorgi.

A lo largo de estos ocho años de kirchnerismo me ha tocado recibir en Editorial Perfil a los principales “empresarios K”: los hermanos Cirigliano, Sebastián Eskenazi, Cristóbal López o los dueños de Electroingeniería. Las reuniones en su gran mayoría se acumularon durante los primeros seis años de este Gobierno, especialmente cuando la revista Noticias, el diario Perfil y Perfil.com eran casi las únicas publicaciones críticas. Había cierta lógica: si nosotros concentrábamos la mayoría de las denuncias de corrupción, era comprensible que desearan convencernos de que no eran tan malos como decíamos. En el trato personal siempre queda esa sensación, por eso el más talentoso periodista de investigación norteamericano de los últimos tiempos, el ya fallecido Jack Anderson, recomendaba a los editores no tomar contacto directo, en lo posible, con los sujetos noticiosos, porque la simpatía de las personas no depende de su honradez y es difícil no verse emocionalmente predispuesto hacia alguien empático.

Personalmente traté de seguir ese consejo, pero con los años se me ha hecho cada vez más difícil. En gran parte de estos casos, el primer pedido de reunión me lo realizaba algún otro individuo que ya tenía relaciones de mucho tiempo con la editorial y al que habían buscado como introductor. De cualquier manera, ningún periodista de Perfil ha recibido nunca una sola recomendación de moderación sobre estos empresarios emparentados con el Estado, como los lectores bien han podido comprobar.

En cada uno de esos encuentros, dentro de los límites de la cortesía, fui lo más sincero posible. A todos les dije lo mismo: “Usted está condenado, más tarde o más temprano, a caer en desgracia”. Recuerdo que al dueño de una de las empresas proveedoras de electricidad le manifesté: “Si la demanda de luz no pudiera ser satisfecha y de manera sostenida hubiera cortes, no importará de quién sea la culpa, de su falta de inversión o de la falta de inversión del Estado; lo más probable es que quien vaya preso sea usted y no un funcionario del Gobierno”. A los dueños de Electroingeniería les anticipé lo difícil que sería mantener medios de comunicación sin conocer sobre ellos, aunque se cuente con mucha publicidad oficial, algo que –imagino– ya están comprobando. Y sobre YPF, repetí que ya llegaría el momento en que serían los propios empresarios K quienes pedirían seguridad jurídica y libertad de prensa cuando fueran ellos mismos los atacados por la arbitrariedad gubernamental. Ahí recordarían el error que cometieron al subvencionar a los medios oficialistas que caerían sobre ellos, como ya ocurre, con la misma virulencia con que atacan los medios críticos.

Pero el tema de hoy son los hermanos Cirigliano. No me parecieron los peores; sí, quizás –por su historia transgeneracional con los colectivos–, los menos conscientes de lo imposible que les resultaría salir ilesos del lugar donde se encontraban. Nadie sobrevive a la caja negra de los subsidios, ni siquiera haciendo sólo de intermediario de devoluciones –si así hubiera sido–­ y sin quedarse con un solo peso en ese camino. Es como con la mafia; una vez que se negoció con ella, no se puede salir. Y, por eso mismo, los compromisos son cada vez mayores: van subiendo la apuesta por no haber ya nada que perder, o por poder perderlo todo. Así terminan siendo rehenes no inocentes, además de victimarios.

El accidente del tren en Once donde murieron 51 personas tiene algunas connotaciones similares al del caso de Cromañón. Como en su momento lo fue Chabán, los Cirigliano lucen como el chivo expiatorio perfecto. No es que Chabán o los Cirigliano fueran inocentes, pero no son ellos los únicos responsables de un sistema condenado a la fatalidad y donde el accidente es lo reiterado y, entonces, lo normal.

Sería autocondescendiente suponer que cambiando los actores actuales –­concesionarios y Gobierno–­ los ciudadanos podrán viajar por el mismo costo más seguros y más cómodos. El transporte seguro, como el petróleo o la electricidad, tiene un costo que no venimos pagando desde hace tiempo, y luego nos quedamos sin reservas, teniendo que importar energía o multiplicando los accidentes, en todos los casos por falta de inversión.

Desgraciadamente, la vida es más compleja. Quedándonos sólo con los responsables primarios, también contribuiremos nosotros a la reiteración de esos “accidentes”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 26 de Febrero de 2012.