Trascendencia
del ego…
Lo que más abunda en el mundo, decía Frank
Zappa, son el oxígeno y la estupidez. Mirar la entrega de los Martín Fierro es
una prueba contundente de que, con respecto al segundo término de su frase,
estaba en lo cierto. Es más, algunos ecologistas vaticinan que en breve habrá
menos oxígeno, pero la estupidez sigue siendo un éxito.
© Escrito por Fabián Casas el viernes 23/08/2013
y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La entrega de los Martín Fierro parece una alucinación salida de la
mente de Derek Zoolander, ese modelo cabeza hueca creado por Ben Stiller. Y,
hay que reconocerlo, es muy difícil lograr sobresalir entre tantas caras nuevas
y viejas, famosos, glamour y vanidad a granel. Jorge Lanata lo consiguió: su
discurso al recibir uno de los muchos gauchos que le dieron alcanzó las cimas
de la estupidez: “Agradezco a Lázaro Báez, Cristina Fernández, Ricardo Jaime,
Hebe de Bonafini… etc., etc”.
Está claro que a Lanata no lo preocupan la desocupación, el hambre y
todos los flagelos que este gobierno no puede o no quiere combatir. Lo único
que le preocupa es su vanidad. Es un barrabrava de sí mismo.
Víctor Hugo Morales, a quien podríamos llamar Víctor Ego, también anda
por la misma senda. Me acuerdo cuando fue invitado a presentar El dueño, el
libro de Luis Majul, y se dedicó a destruirlo.
Muchos periodistas hablaron de la valentía de Morales para decir lo que
piensa, como si él hubiese sido Rodolfo Walsh y Majul encarnara a la Junta
Militar. Yo creo que hay tantas cosas en la vida para hacer, que ponerle ganas
e ir a cagarle la presentación a un tipo que te invitó habla de cierto nivel de
vanidad casi insoportable. Lanata y Morales se ponen en veredas opuestas, pero
a mí me parece que su enemistad es la de ese tipo que se da en el catch, donde
los luchadores no son enemigos, actúan de enemigos.