Objetivo 6: Asegurar agua potable y saneamiento...
Cuando
nos referimos al agua potable y saneamiento, las evidencias no son muy
positivas. En América Latina, es un sector que se caracteriza por bajas
coberturas y mala calidad del servicio ofrecido, debido a los inconvenientes
financieros de las prestadoras de estos servicios.
© Escrito por Fernanda Medeiros (España/Brasil) el jueves 05/11/2015
y publicado por MSD Idiomas Madrid de la Ciudad de Madrid, España.
La falta de incentivos para la mejora de la gestión ha
conducido el sector a un nivel de sostenibilidad no tolerado. Además, existen
divergencias entre la política tarifaria y las inversiones y financiamiento,
que caminan en direcciones opuestas. Dentro del marco institucional y
regulador, se requiere ajustes para mejorar la gestión de las empresas
responsables por los servicios de saneamiento y para permitir que los órganos
gubernamentales competentes ejerzan su función con eficacia.
Los servicios de agua y saneamiento intervienen de manera
positiva en los indicadores de nutrición, salud y educación. Asimismo,
representa la competitividad de un país en el sentido de contribuir con la
mejora sostenible de calidad de vida de la población.
Si bien este sector ha sido incluido en los previos
Objetivos del Milenio, debemos entender que con solo ampliar los recursos
destinados no se garantiza inversiones sostenibles, ni tampoco que el agua
potable y saneamiento va a llegar a los que más los necesitan. Por lo tanto, es
necesario una política y metodología que priorice la asignación de recursos a
favor de esta parte de la población desfavorecida y que mejore la gestión de
las empresas del sector.
El uso del agua debe ser basado en un coste al recurso
hídrico. En estos momentos, las tarifas cobradas por las empresas solamente
incluyen costes a corto plazo, cuando deberían incluir costes a plazos
intermedios. De este modo, observamos que estas compañías están retrasadas y no
son capaces de reflejar un coste medio a plazos intermedios, debido a la falta
de una medición precisa del uso del servicio por parte de la población.
Una de las estrategias para mejorar la gestión de
servicios es optimizar la capacidad instalada a través de la ampliación de la
medición de su uso, antes de ampliar el sistema con nuevas inversiones. Una
mayor medición contribuirá a la identificación de elementos para en el futuro,
abordar el problema del agua que no se factura. En el mismo sentido, el sector
debe revisar la distribución de recursos a favor de un mejor financiamiento de
las inversiones y adecuar los incentivos obtenidos. A fin de mejorar la gestión
de esta prestación de servicio, también se abrieron puertas a la participación
privada a través de concesiones.
Los principales desafíos del sector son:
Mejorar las
coberturas y la calidad del servicio.
Si bien las áreas que están mejor atendidas se sitúan en
los centros urbanos, hay pequeñas ciudades, zonas urbanas marginalizadas y
zonas rurales que carecen de este servicio, principalmente en América Latina.
En los pequeños centros urbanos donde no llegan estos servicios, la población
cuenta con la diminuta cobertura de compañías privadas. Estas empresas no
garantizan el uso adecuado de los sistemas implantados ni tampoco reúnen las
condiciones mínimas de sanidad exigidas. Además, el precio del servicio
ofrecido es muy elevado.
Aumentar las
inversiones y establecer una política financiera.
Las inversiones en el sector de los últimos años
presentan una gran volatilidad y una tendencia decreciente. La volatilidad se
debe al grado de dependencia de las compañías con las financiaciones del
Estado. Por esta razón, es necesario que los países dispongan de una política
financiera que garantice la generación de recursos necesarios para financiar el
sector y medios para obtener inversiones sostenibles para mantenerlo estable.
Mejora de la
situación económica de las empresas.
Hay evidencias de que la situación económica de las
empresas de agua potable y saneamiento no son las mejores. Los ingresos
obtenidos son suficientes para cubrir solamente los costes operativos. En los
últimos años, no ha habido mejora sino que los indicadores apuntan hacia una
dirección opuesta. Estas empresas están deteriorándose y no hay ninguna
estrategia de mejora eficiente puesta en marcha.
Sistema de tarifas
adecuado.
Si bien se reconoce que el agua tiene un valor social,
económico y ambiental y que su uso debe estar interrelacionado con estos
valores, no se ha establecido un coste al recurso hídrico por lo que las
tarifas cobradas incluyen solamente los costes por los servicios ofrecidos. Las
tarifas cobradas estarían más adecuadas si incluyesen un costo intermedio a un
plazo intermedio.
Ajustes en el
marco institucional y regulatorio.
Recientemente hubo cambios en el marco legal y regulatorio
del sector que incluyeron contratos de explotación, funciones del ente rector,
directorios de las empresas municipales, plan maestro optimizado y por último,
tarifas y ampliación al ámbito rural y pequeñas ciudades. Como todas las
ciudades son los prestadores de servicio en un mercado libre de competencias y
fijan sus propios precios, los gobiernos adoptan las políticas tarifarias y
prácticas operativas incapaces de mantener la sostenibilidad y el crecimiento
del sector.
Generación de
incentivos para una gestión de servicios eficaz.
La prestación de servicios y aprobación de tarifas son de
responsabilidad municipal en el ámbito urbano lo que colabora, en gran parte, a
la generación de incentivos para la mejor gestión. Esta estrategia debería ser
una prioridad para la gestión de las empresas una vez que torna posible
identificar la medición de agua no facturada de acuerdo con el avance de la
ampliación de cobertura.
Aumentar la
sostenibilidad de las inversiones.
Las inversiones realizadas desde un nivel central no son
sostenibles porque las decisiones fueron tomadas sin tener en cuenta la
participación y empoderamiento de las empresas. Se ha identificado que parte de
los servicios es sostenible y otra parte, está colapsada. De esta manera, se
considera que la construcción de obras y otras actividades pueden colaborar con
la mejora de la sostenibilidad de las inversiones.
Hemos visto que hay mucho lo
que hacer en las zonas menos desarrolladas. Si bien el sector del agua potable
y saneamiento es un recurso básico para una población, sabemos que no alcanza a
todos. Quizás por ser un recurso básico, se torna incluso olvidado por existir
otras prioridades en las políticas de los Estados. Entretanto, hay que darle
especial atención, ampliar sus límites y ofrecer una mejor calidad de vida a
todos los ciudadanos.
A través de mayores inversiones
en el sector y aplicación de políticas adecuadas para la regulación de tarifas
y mejora de la calidad del servicio, será posible atingir la sostenibilidad en
el sector. Lo que nos queda por saber es cuánto de inversión estará destinada a
este objetivo para poder repartir entre las empresas prestadoras de servicio
(públicas o privadas) y la ampliación de los recursos en los próximos 15 años.
De tal manera, debemos pensar
que siempre habrá áreas aisladas y alejadas, en las cuales nunca llegarán este
recurso, sea por inviabilidad de las obras o bien por los bajos beneficios al
introducir un sistema adecuado. En este caso, será más conveniente aplicar
políticas sociales que apoyen la movilidad de la población más carente a zonas
que estén atendidas por estos recursos básicos.
Referencias bibliográficas:
Marmanillo, Iris. (2007). Agua potable y
saneamiento. Banco Mundial, pp. 325-351.