Mostrando las entradas con la etiqueta Autopista Ribereña en la Ciudad. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Autopista Ribereña en la Ciudad. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de junio de 2016

Héroe de Malvinas y talento argentino… @dealgunamanera…

El héroe de Malvinas que hizo un túnel récord quiere volver al país…

Leonardo Rondi, responsable del proyecto dirección y construcción del Túnel del San Gotardo en Suiza. Foto: Luciano Thieberger.

Leonardo Rondi peleó en Monte Longdon. Se recibió de ingeniero en La Plata e hizo toda su carrera en Europa. La de Leonardo Rondi es una historia de superación. Nacido en Dolores, provincia de Buenos Aires, es ingeniero, tiene 55 años y tres hijas. Hasta aquí nada extraordinario. Pero basta googlear su nombre para encontrar artículos con títulos como “Leonardo Rondi, un orgullo”, “El héroe de Malvinas que dirige el proyecto de Agua Negra”, o “Un argentino, responsable de la construcción del túnel récord”.

© Escrito por Cayetana Mercé el martes 14/06/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  

Rondi, como buen ingeniero, es un hombre de perfil bajo, y por ahí un poco tímido. Se suelta y toma confianza cuando empieza a hablar de sus pasiones: la Argentina y la ingeniería. Y ahora está en un momento en que ve la posibilidad de unirlas y comenzar una nueva etapa de su vida, después de haber terminado el túnel ferroviario de San Gotardo en Suiza, el más largo del mundo (ver San Gotardo...) 


Viajó desde Europa para representar a Lombardi –la empresa suiza donde trabaja desde hace más de 17 años– en la serie de charlas del encuentro EcoSuiza. También vino para continuar las gestiones de los proyectos que Lombardi tiene en el país: el Túnel de Agua Negra –que unirá San Juan con Chile– y la Autopista Ribereña en la Ciudad. Ansioso por que todo esto se concrete, Rondi piensa que es su oportunidad para aportar al país todo lo que aprendió desde que se fue, cuando terminó de cursar Ingeniería.



De chico jugaba en el corralón que tenía su padre. Entre bolsas de cemento, cal y arena, se fue familiarizando con el mundo de la construcción. Pero él quería estudiar, aspiraba a más. Empezó en la Universidad de la Plata y cuando comenzaba el servicio militar en el Regimiento 7 de Infantería Mecanizada, estalló la Guerra de las Malvinas. Tenía 19 años y se convirtió en héroe. 

Estuvo en Monte Longdon, la batalla más sangrienta. Cuesta hacerlo hablar del tema: “Podés buscar en Internet, hay muchas notas que hablan de mi participación”, cuenta. Nicolás Kasanzew, en su libro “Los chicos de la guerra”, relata cómo Rondi, con un fusil FAL, peleó cuerpo a cuerpo solo contra los ingleses y volvió con un trofeo de guerra: una boina color marrón que perteneció a un piloto enemigo. Por estas acciones fue galardonado con la medalla La Nación Argentina al Valor en Combate.


Volvió a Dolores herido, estuvo internado y la pasó muy mal. Su familia se convirtió en su principal contención y los cariñosos cuidados de su madre lo ayudaron a retomar casi inmediatamente los estudios. Empezó tercer año de Ingeniería, además de idiomas. Estudiaba día y noche hasta que logró recibirse. “Decidí seguir en Europa porque quería perfeccionarme, pero también porque necesitaba concretar algún proyecto. Corrían los 90, las obras estaban paradas, y yo no me quería detener otra vez”, explica en referencia a Malvinas.

En Europa obtuvo las dos becas a las que se presentó. Primero se fue a Italia y luego a Alemania, donde se especializó en tunelería. Postergó su objetivo de volver a la Argentina por trabajar en las obras del Aeropuerto de Frankfurt. 

“¿Algún fracaso, ingeniero?”, es la pregunta que parece hacer falta frente a semejante trayectoria. “Por supuesto –contesta–. Cuando terminé la beca en Alemania, confiado, salí a buscar trabajo en constructoras alemanas y en ninguna me tomaban. Preferían a los alemanes, más que a un argentino casi sin experiencia. Ahí me di cuenta de que el problema era tratar de insertarme en una empresa local. Busqué trabajo en consultoras internacionales, donde ser extranjero y saber idiomas fuera una ventaja”.


Estaba terminando en Frankfurt cuando, sorpresivamente, le llegó un llamado del dueño de Lombardi: quería sumarlo a San Gotardo, el proyecto que estaba por comenzar. Otra vez se alejaba la posibilidad del regreso al país. Terminaron siendo 17 años de obra, porque se fueron agregando trabajos y porque los suizos, aclara Rondi, querían que no sólo fuera un túnel ferroviario récord por su extensión y profundidad sino también “el mejor del mundo”. Durante esos 17 años estuvo a cargo de muchas áreas y quedó casi como su cara visible.


Pero San Gotardo ya se terminó, ¿Y ahora qué? “Tengo la sensación que está empezando un nuevo capítulo en mi vida. Y quiero que sea en la Argentina. Quiero volver a mi país, estar con mi familia, con mi hermana, traer a mis hijas... Lamentablemente, mi mamá falleció el año pasado y por eso también siento que no puedo dejar pasar el tiempo. En este país hay mucho por hacer en materia de tunelería. 

Son proyectos largos, complicados, necesitan un contexto favorable y con reglas claras para poder concretarlos. Y se puede si los argentinos nos unimos en pos de cumplir objetivos que beneficien a mucha gente como este tipo de obras. En Lombardi hay proyectos en otros países donde podría insertarme, pero yo elegí el mío. Creo que llegó el momento de volver”.