La avidez de la AFIP parece no tener límites…
Alberto Abad, titular de la AFIP. El
organismo recaudador sigue cazando en el gallinero y aumenta la presión entre
los monotributistas.
La AFIP aumenta las exigencias y
complica a los pequeños y medianos contribuyentes del monotributo. La apuesta
de Alberto Abad para que todos integren el régimen general y paguen ganancias e
IVA.
© Escrito por Mario Rodríguez
Muñoz el miércoles 20/09/2017 y publicado por la Revista Fortuna de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
El gobierno
nacional habla permanentemente de la alta presión impositiva que hay en el
país. Incluso propone una reforma tributaria para hacer menos pesada esta
carga. Sin embargo, la AFIP parece ir en sentido contrario. Con
la intención de transparentar y de incrementar la base impositiva, oscurece y
complica la ya pesada carga, en especial para los pequeños y medianos
aportantes que contribuyen al fisco con el monotributo.
El 20 de septiembre se venció el
plazo para la modificación de las categorías (de todas). Para controlar
que el aportante esté en la categoría que le corresponde, el
organismo recaudador va a controlar sus gastos, tanto por su actividad como
los personales, y los movimientos bancarios.
A esto le va a sumar un 20%
para los prestadores de servicios y un 30% para los que venden bienes. Lo que
no explica la AFIP es qué pasa si el contribuyente tiene un trabajo en relación
de dependencia. Parecería que no cuenta ese ingreso para calcular los gastos
personales (por lo menos no está aclarado).
Por ejemplo,
si se paga una obra social privada con la tarjeta de crédito, la autoridad
tributaria no discrimina un gasto y otro, entonces considera ese costo dos
veces, incrementando los gastos personales. Como este se pueden mencionar
muchos ejemplos más. “La culpa es de los contadores, que complican
todo”, dicen en la AFIP.
Si no coinciden los gastos personales o
por venta y los movimientos bancarios con la categoría en la que está el
monotributista, el organismo que encabeza Alberto Abad lo
recategoriza de oficio.
De a poco, la Administración de
Ingresos Públicos va agregando obligaciones que tiene que cumplir el pequeño y
mediano contribuyente que, en lugar de simplificar, complican el panorama, como
la adhesión obligatoria al Domicilio Fiscal Electrónico desde el 1 de octubre o
el pago electrónico obligatorio a partir del 1 de noviembre.
Toda esta maraña de trámites (que en la
categoría más baja y si el contribuyente está en relación de dependencia tiene
un costo de $ 68), hacen necesaria la contratación de un
contador, con el consiguiente costo de honorarios.
La Justicia
pone un defensor público gratuito para el acusado que no quiere pagar su propio
abogado; la salud en los hospitales públicos es gratuita (el paciente no le
paga al médico ni paga los remedios); la educación es pública y gratuita; ¿por
qué la AFIP no dispone de contadores gratuitos para los contribuyentes más
chicos?
Los que lo conocen dicen que este
embrollo cada vez más complicado que es el pago de impuestos, por lo menos en
lo referente a los monotributistas, es porque Abad quiere que el régimen simplificado
desaparezca y que todos pasen al régimen general (y que paguen ganancias e
IVA). Es decir, más impuestos, al revés de lo que declama el
propio presidente Mauricio Macri.
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