El hombre a quien respetan los peces...
El biólogo y fotógrafo Manu San Félix es uno de los más famosos defensores de los océanos. Gracias a su espectacular trabajo, las praderas de posidonia de Ibiza y Formentera fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad.
A bordo
del ferry que une Ibiza con Formentera, el pasajero descubre, incluso
antes de haber pisado alguna de sus playas, que es cierto lo que se dice de
ella: la isla es un lugar paradisiaco. Según se aproxima el barco a puerto, el
color del agua cristalina se vuelve más azul y se intuye la exuberante
vegetación que crece en el fondo, unas plantas llamadas posidonia oceánica. Una
vez en tierra firme, y a dos pasos del lugar donde echa marras el ferry,
se halla el centro de buceo Vellmarí, en La Savina, un concurrido punto de
encuentro del pueblo. Vellmarí no es una escuela normal, y no lo es porque al
frente de la misma se encuentra un tipo excepcional. Se llama Manu San Félix y
es un rebelde, un hombre que desafía las normas. Precisamente, por eso, la
marca relojera TAG Heuer le nombró embajador de la firma en 2012.
Aunque
nació en Madrid en 1964, no es fan del asfalto. Convencido de que el mar era su
auténtica pasión, decidió estudiar Ciencias Biológicas y, posteriormente,
amplió su formación en el Laboratorio de Biología Marina de Valencia. Con 17
años ya había conseguido su primer título de buceo y, actualmente, casi pasa
más tiempo dentro que fuera del agua. "Suelo realizar entre 250 y 350
inmersiones al año", apunta. Menos de las que sumaba tiempo atrás porque
los equipos modernos permiten inmersiones más largas. En Formentera (donde
reside desde hace un par de décadas) lleva a cabo muchas de ellas, pero en su
carrera bajo el mar no hay límites. "Todavía no sé hasta dónde puedo
llegar, no soy codicioso, pero sí ambicioso, hay que pretender hacer cosas
grandes, y para conseguirlo es necesario trabajar y trabajar. Me tomo muy en
serio mi pasión", señala.
San Félix
conoce como la palma de su mano los principales mares y océanos gracias a su
trayectoria como operador submarino en informativos y series de Televisión
Española, donde trabajó a mediados de los 80. Todas las piezas del puzle
encajaron cuando National Geographic se puso en contacto con él. "Cuando
me llamaron fue como si toda mi vida cobrara sentido, ahora las disciplinas que
domino encajan a la perfección", confiesa orgulloso.
Trabaja
como director de Fotografía submarina de la revista y sus documentales se
pueden ver en el canal de televisión. Su última expedición tuvo lugar el pasado
mes de abril en Mozambique. "Ahora estoy involucrado en un proyecto que
dirige Enric Sala, un biólogo de Gerona [explorador Residente de la Sociedad
National Geographic]. Es una idea 100% suya, brillantísima, que consiste en
aumentar el número de mares y océanos protegidos, que no alcanza ni el 1%. El
objetivo es ir a zonas con nula influencia del ser humano y el producto que
resulta es un documental y un informe científico importante", sostiene.
El firme
propósito de San Félix es defender con uñas y dientes el ecosistema. Él no se
conforma, se enfunda su traje de neopreno de camuflaje y trata de pasar
inadvertido entre la fauna marina del lugar donde se encuentre, quizás para no
alterar ni un ápice el devenir de las profundidades. Él quiere ser testigo de
excepción, quiere mostrar al mundo terrestre lo que pasa cuando no se hacen las
cosas bien. Porque San Félix, además de dedicarse a la exploración y la
conservación, es divulgador y desea remover conciencias. "Trato de buscar
imágenes espectaculares y que, al mismo tiempo, cuenten y muestren cosas que
son evidentes. Me gusta la biología como se hacía a la antigua usanza, que
estaba basada en la observación. Mucho de eso se está perdiendo porque se debe
demostrar, tienes que empezar con números, medidas, parámetros... Pero hay
cosas que no hay que demostrar, solo observándolas se ven", defiende.
Las
praderas de posidonia.
Las
praderas de posidonia.
Luchador imbatible.
Uno de
sus méritos ha sido su involucración para conseguir que la Unesco declarase
Patrimonio de la Humanidad las praderas de posidonia del Parque Natural de Ses
Salines de Ibiza y Formentera. Pero, ¿por qué son tan importantes? "Es una
especie que está solo en el Mediterráneo, y que, para mí, tiene una capacidad
superdotada. Colonizó miles de hectáreas de los fondos poco profundos del
Mediterráneo, sobre todo en Baleares, y es capaz de condicionar y definir el
medio submarino, incluso del terrestre inmediato a la superficie. Lo consigue
porque tiene una capacidad bestial para depurar, es un increíble agente
limpiador y, además, frena el oleaje, de modo que todo el sedimento se deposita
sobre las praderas, por eso el agua aquí es más limpia", explica. Son una
especie extremadamente sensible a la alteración de la calidad del agua.
"Los seres humanos vertemos millones de litros de agua sin depurar, que
destroza la pradera. Es como cuando alguien no para de fumar, está llenando sus
pulmones de alquitrán", prosigue.
Las
praderas no son su única debilidad, San Félix siente pasión por los tiburones
y, para que quede constancia, en su espalda luce un discreto tatuaje con la
figura del pez más temido del océano. "Hemos crecido educados con el
terror hacia ellos. Sin embargo, esta percepción está cambiando. Ahora sabemos
que no son máquinas de matar, bajo el agua mantienen la distancia con el
buceador, sorprendentemente nos tienen miedo. La única forma de tener uno cerca
es aprovechar esos momentos en los que se alimenta o bien usar un cebo, el olor
del pescado muerto agudiza su audacia y curiosidad", apunta al tiempo que
se indigna ante una gran paradoja: "En muchos lugares del mundo es ilegal
cebar a los tiburones y atraerlos para fotografiarlos, pero es legal cebarlos
para matarlos".
Mientras
espera su próxima expedición pasa sus días en Vellmarí, junto a su mujer y sus
tres hijos (de 17, 14 y 7 años). Es un hombre familiar, nada solitario.
"El único momento que disfruto estando solo es cuando estoy debajo del
agua. Me encantan las luces, los paisajes, el misterio del mar... En imágenes
es espectacular", relata. San Félix es conciente de la importancia que
tiene utilizar un reloj como medida de seguridad para vigilar la inmersión.
"Lo uso, sobre todo, cuando buceo a pulmón, en apnea es importantísimo el
control del tiempo", asegura. Curiosamente, cuando debutó como buceador
hace 30 años, el reloj que se compró fue el primer modelo de la línea Aquaracer
de TAG Heuer. Ahora está inmerso en la escritura de un libro sobre las
praderas, pero le falta tiempo para gestionar tantos frentes abiertos. Y eso
que, en el buceo, todo ocurre a una velocidad diferente, a cámara lenta.
© Escrito por
María Tapia el Viernes 19-09-2014 y publicado por el Diario El Mundo de la
Ciudad de Madrid, España. http://www.fueradeserie.expansion.com
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