Convivencia basada en evitar la realidad…
Víctor Hugo Morales adhiere al oficialismo desde la Ley de Medios. Nelson Castro siempre se opuso al modelo. Foto: Cedoc Perfil
Tras la marcha de Magdalena de Continental, Víctor Hugo
Morales hace un “pase” con Nelson Castro. En veredas políticas opuestas,
esquivan hablar de cualquier tema donde puedan tener posiciones diferentes. Una
tensa calma.
Ulises en la obra de Homero hizo tapar los
oídos de sus compañeros para protegerlos del canto fatal de las sirenas. No
obstante, Franz Kafka, siglos más tarde, descubrió que esas criaturas tenían un
armamento aún más letal: el silencio.
A
partir de febrero, Nelson Castro y Víctor Hugo Morales empezaron a ratificar el
mito kafkiano de lunes a viernes. Porque en el “pase” entre sus programas
radiales, salvo excepciones, en vez de cantar, cierran la boca como las sirenas
de Kafka.
Antes
y después de las charlas (generalmente por teléfono, debido a los viajes de
Víctor Hugo), uno arroja denuncias y el otro elogia al gobierno actual. Pero
apenas se encuentran, evitan los temas de fondo.
Nadie
quiere que riñan (no lo desea quien escribe), pero tampoco resulta
satisfactorio que hagan relaciones públicas que rozan el cinismo y que no
entreguen a la audiencia lo que ella espera y necesita: capacidad crítica y
tolerancia.
Si
esta nota fuese una novela, un autor podría pensar que hay una instancia
superior que no les permite ir a fondo en sus temperados diálogos. Esa
autoridad sería tal vez la misma emisora, temerosa de otra contienda en el aire
(como la sucedida entre Magdalena Ruiz Guiñazú y Víctor Hugo).
En el primer “pase” (3/2/14), que fue de los
más extensos (18 minutos), hablaron sobre la falta de vacantes en los colegios
y se advirtió algo que sería costumbre: siempre pregunta Nelson Castro (cuyo
idioma se caracteriza por lo discreto: “necio”, “mentira”, “enojado”) y Víctor
Hugo juega de contragolpe y responde (con su lenguaje que, para decirlo de
alguna forma, tiene “menos cocción”: “mafia”, “porquería”, “gusano”).
Se sabe que los viajes de Víctor Hugo son
funcionales a su programa (en los últimos días salió de Mar del Plata, visitó
Lincoln y luego París). Pero sus notas “rebotan” contra el ciclo de Castro,
porque no tienen relación directa con la agenda política del día.
El 12
de febrero, Nelson Castro afirmó: “Lo que dijo Capitanich es un disparate, me
gustaría discutirlo” (se refería al fallo de la Corte sobre Canal 13). Pero en
el “pase”, segundos más tarde, hablaron exclusivamente sobre Julio Cortázar y
los treinta años de su muerte.
Dos
días después, luego de que por primera vez el gobierno nacional reconociera la
inflación (noticia que recorrió el mundo), hablaron con entusiasmo sobre la
fiesta de San Valentín y el amor.
Por
momentos, parece el “pase” entre dos programas deportivos. Porque suelen hablar
de fútbol. Pero ese tema también puede suscitar cuestiones políticas. El lunes
17, Castro le preguntó a su colega sobre la violencia en el fútbol y la
relacionó con el Gobierno. Víctor Hugo respondió que violencia hubo siempre y
lanzó una osada definición: “Los barrabravas son personas como vos o como yo,
pero que en un momento se vuelven locos”.
El
tema se puso tibio. De tal manera que prometieron continuarlo al día siguiente.
Pero el martes, sin embargo, a pesar de la expectativa, hablaron de fútbol…
pero de Boca, de Belgrano y de Carlos Bianchi.
Víctor
Hugo es un vivo retrato del personaje que Walter Benjamin calificó como
flaneur: viajero, espectador urbano, dandy, voyeur, etc. Pero resulta absurdo
que, luego de que la Presidenta dijo que “quisieron hacer volar el país por los
aires”, dos periodistas políticos, en su encuentro, sólo hablasen de Julio
Cortázar.
Para
colmo, y a propósito de San Valentín, el papa Francisco habló de “sociedad
líquida”, recurriendo a un concepto de Zygmunt Bauman, filósofo que anuncia el
fin de lo socialmente sólido y el triunfo de los mercados volátiles.
Pero
ellos, impávidos, la siguieron con San Valentín.
¿Qué omitieron? Aquello que los filósofos y
el propio Papa vienen anunciando sobre la “sociedad líquida” y “la era del homo
sacer”. O sea: el tiempo de “los humanos que son sagrados y merecen amor, pero
a los que cualquiera puede matar”. ¿Y no es esa la situación de un jubilado
pobre que, con 11% de aumento, pasa a convertirse en un ser “matable”?
Nelson
Castro y Víctor Hugo Morales, con este “pase” inventado por Continental,
ingresan a un simulacro de charla. Y brindan un espectáculo penoso. Porque las
palabras pueden callarse. Pero los síntomas siguen hablando.
© Escrito por Luis Frontera el Sábado 22/02/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
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