Santa Cruz: golpe oficial a Peralta y embestida contra la prensa...
"Sólo hay que tenerle miedo a Dios y a mí... un poquito".
Cristina Kirchner.
Cristina y una peligrosa apuesta contra la República. "Hay un
sector que quiere cargar en mi espalda el fracaso del modelo". Esas
proféticas palabras fueron pronunciadas por el gobernador Daniel Peralta el
sábado pasado y fueron el preludio de lo que ocurriría horas más tarde, cuando
Cristina Kirchner lo acusó de haber ordenado un puntilloso seguimiento sobre su
persona.
La acusación oficial, aunque disparatada, no carece de
paradojas: el kirchnerismo ha instaurado en la Argentina todo un sistema de
espionaje hacia periodistas, empresarios y referentes de la oposición. No es
algo nuevo, Tribuna de Periodistas lo reveló en el año 2006 con lujo de
detalles gracias al aportes de un relevante funcionario del Poder Ejecutivo: "Existen
terminales de computación denominadas DVCRAU que funcionan incansablemente en
la oficina que la SIDE posee en Av. de los Incas 3834, más conocida como
'Ojota' (Observaciones Juciciales). En esa dependencia no sólo se suelen
escuchar conversaciones, sino que se suelen interceptar otro tipo de
comunicaciones como los correos electrónicos y las señales de fax. Desde allí
surgen reportes que son enviados directamente a una de las oficinas de
presidencia de la Nación y que sólo pueden ser leídos por pocos funcionarios de
la extrema confianza del primer mandatario (Néstor K). Estos informes se
complementan con los datos surgidos de otras fuentes que el kirchnerismo
utiliza para informarse de todo lo que sucede a su alrededor", se publicó
en esos días.
Un año después, los datos fueron refrendados por el
ingeniero Ariel Garbarz a través de una entrevista que le fue realizada por
revista Noticias. Allí, el especialista admitió que funcionarios del
kirchnerismo le habían admitido que se "pinchaban" teléfonos de diversas
personas a través del referido equipo DVCRAU, el cual "hacía las
pinchaduras" y "estaba conectado con el cable de fibra óptica que
sale de la sede de la SIDE en la Avenida de los Incas, en Belgrano. Ahí
funciona la OJOTA, la Oficina de Observaciones Judiciales que es la que se
encarga de intervenir los teléfonos".
Frente a lo antedicho, ¿cómo puede Cristina hacer un
señalamiento como el que ha hecho en las últimas horas? ¿Por qué nunca dio
explicaciones sobre las acusaciones del Garbarz?
Pensar que la Presidenta de la Nación más poderosa de la
historia argentina pueda ser víctima de un intento de espionaje llevado a cabo
por un grupo de periodistas de pocos recursos, junto a espías que forman parte
de una dependencia que fue desmantelada en 2011, es de una puerilidad que
abruma.
¿Acaso nadie le dijo a Cristina que el Departamento de
Inteligencia provincia (DIP) fue disuelto por Peralta el 1º de marzo de 2011?
¿Sabrá la mandataria que este fue creado en 1972 por el tío de Néstor Kirchner,
en años de la dictadura de Agustín Lanusse?
Las contradicciones llegan a la hilaridad más increíble:
durante los tres períodos de “Él” como gobernador de Santa Cruz e incluso luego
de que llegara a la primera magistratura, el DIP siguió vigente y con su
estructura intacta. ¿Tanto tardó el kirchnerismo en percatarse de que era un
organismo siniestro?
Se insiste, aunque moleste: las acusaciones que Cristina ha
hecho en las últimas horas no tienen el más mínimo sustento, aunque sí un claro
objetivo. Dos en realidad: embestir contra un medio crítico como es OPI Santa
Cruz —se pergeña incluso una dura denuncia judicial— y hacer un golpe
institucional contra Peralta.
A ese respecto, debe mencionarse que OPI ha cometido un
grave error: el de trabajar con gran profesionalidad, echando luz en cuestiones
que a la Presidenta le molestan, y mucho. Dos de los hechos que la fastidiaron
ocurrieron en las últimas semanas. El primero, cuando OPI descubrió que se
había reunido en secreto con su contador y escribano, los fantasmales Víctor
Manzanares y Leandro Albornoz.
El segundo suceso que fastidió a Cristina se dio cuando OPI
reveló los inesperados desperfectos del Tango 01, que obligaron a Presidencia
de la Nación a contratar un charter privado. "¡Por culpa de ese hijo de
p..., vamos a salir en todos lados!", habría dicho la mandataria cuando
vio al fotógrafo de esa agencia retratar el momento.
Minutos antes, uno de sus custodios le había dicho
crudamente: “Señora, una de las turbinas no enciende y dicen los técnicos que
en prevención debemos suspender el vuelo”. La furia cristinista era
incontenible.
A partir de ese momento, comenzó el plan para destruir a OPI
—de la mano de los "medios satélite" del kirchnerismo, como
Página/12, Tiempo Argentino, Télam, y otros— y, al mismo tiempo, avanzar varios
casilleros en el plan para eyectar a Peralta del poder santacruceño. Es una
trama que anticipó TDP con lujo de detalles el pasado 19 de julio:
No casualmente, en estas horas el oficialista secretario de
Seguridad, Sergio Berni, se encuentra en Santa Cruz comandando un operativo de
patrullaje de Gendarmería en el marco del paro policial que dejó desiertas las
calles de esa provincia durante las últimas dos semanas.
La aparición de Berni no es síntoma de nada bueno: se trata
del mismo funcionario que, merced a una bolsa repleta de dinero, comandó una de
las operaciones más sucias contra el macrismo en el Parque Indoamericano, a
fines de 2010.
En esta oportunidad, el secretario ya mostró las cartas que
usará contra Peralta. Lo hizo al advertir que el envío de personal de fuerzas
de seguridad nacionales no implicará en absoluto que la Casa Rosada resuelva el
conflicto de fondo. En plena conferencia de prensa —en la que no permitió al
gobernador siquiera sentarse a su lado— Berni aclaró que será Peralta quien
deba hacerse cargo de solucionar el paro policial.
Las palabras del funcionario no son aisladas ni casuales,
sino parte del inconsciente cristinista. Pocos saben que su diálogo con la
Presidenta es constante y directo, sin intermediarios.
Mal que le pese a Peralta, Berni es el ejecutor del plan que
ha instruido Cristina en estas horas, el cual incluye su propio aislamiento por
parte de todo el arco oficialista santacruceño.
Los otros encargados de llevar adelante la "operación
cerrazón" son Máximo Kirchner, Julio De Vido, Carlos "Chino"
Zannini, y el empresario Lázaro Báez. De Vido, por caso, se encuentra reunido
en estas horas con un grupo de intendentes santacruceños con los que coordinará
un nuevo plan de obras para la provincia, obviamente sin darle participación a Peralta.
Basta observar el papel que en estas horas juega Berni para
comprender que el plan se lleva adelante con la precisión de un relojero suizo.
El secretario de Seguridad es el sicario que ha elegido el kirchnerismo para
erosionar la figura del gobernador santacruceño. En ese marco se entienden sus
intimaciones a Peralta de “abstenerse" a seguir haciendo algo que jamás
ocurrió: "monitorear" a Cristina.
No es el único frente que deberá sortear el mandatario
provincial. En estas horas, dos alternativas se discuten en Casa de Gobierno de
Buenos Aires. Primera: ahogar económicamente a Peralta, promoviendo de esa
manera el atraso de los sueldos y el pago de las obligaciones financieras.
Segunda alternativa: promover el juicio político contra el mandatario a través
de la legislatura provincial, copada por La Cámpora. Debe recordarse que, de
los 24 legisladores que allí se desempeñan, 22 pertenecen al Frente para la
Victoria y la mayoría responde directamente a Buenos Aires.
Concluyendo
Lo que ocurre en estas horas en Santa Cruz es de una
gravedad republicana pocas veces vista con anterioridad. ¿Cómo es posible que
se utilice el aparato del Estado para perseguir al periodismo en lugar de
resolver cuestiones de mayor relevancia, como la inseguridad y la pobreza?
¿Hasta dónde llegarán los señalamientos contra quienes no comulgan con el
"modelo"?
La democracia vive sus peores horas; el periodismo también.
La ciudadanía se muestra hoy rehén de la discrecionalidad de una mujer que solo
parece moverse a través del capricho personal, sumado al desconocimiento
republicano. No se puede comprar dólares, no se puede importar insumos, no se
puede siquiera protestar públicamente. ¿Hay acaso alguna diferencia entre la
Argentina y Venezuela?
Nadie sabe aún hasta dónde llegará la escalada oficial, pero
una cosa es segura: la virulencia está lejos de cesar en el mediano plazo.
“Estamos en un año no electoral, ¿qué nos espera en 2013 entonces?”, advirtió,
no sin tino, un colega de diario La Nación.
Parecieran quedar pocas alternativas frente a lo que viene.
Tal vez haya que cruzar los dedos y esperar a que algún ministro o secretario
se anime a hacer recapacitar a Cristina, obviamente a riesgo de ser destruido
por el maligno aparato estatal.
Fuera de esa alternativa, no queda mucho más. Solo resistir
ante lo inesperado y hacer lo que mejor saben los hombres de fe: esperar un
milagro.
© Escrito por Christian Sanz y publicado por Tribuna de Periodistas el
jueves 6 de Septiembre de 2012.
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