Avanti morocha…
Amado y Cristina, en el fotomontaje que fue tapa de la
revista Noticias al lanzar la fórmula en 2011.
La novela “La ama ama a Amado” no tuvo final
feliz. ¿Qué hacer con él ahora? ¿Lo de Dilma, que echando ministros llegó a
casi 70% de aprobación en Brasil? No parece ser ése el camino elegido por la Presidenta, y estarían
equivocados quienes interpretan las declaraciones de Nilda Garré a favor del
juez Rafecas como hechas en nombre de la “rama femenina” con el fin de ir
abriendo la puerta a un futuro plan B.
Por una cuestión de fueros, ver a un juez
allanando una propiedad de un integrante de la fórmula presidencial en
ejercicio del Poder Ejecutivo habría identificado a Cristina Kirchner con
Boudou. Y si se confirmara que Rafecas también allanará la casa donde
actualmente vive el vicepresidente, se reavivaría la cuestión de la
inconstitucionalidad del procedimiento judicial, algo que inicialmente ya fue
esgrimido como argumento desde los medios oficialistas: ¿esto quiere decir que
mañana un juez podría allanar la
Quinta de Olivos o la Casa Rosada?
Dicen que Righi no debería sentirse seguro en
su papel de principal operador del kirchnerismo en la Justicia si no puede
garantizar que una propiedad de la cabeza del Ejecutivo no sea allanada por
quien fue su discípulo y él mismo ayudó a promover a juez.
La prueba encontrada en el allanamiento les
resulta nimia. Dos meses después de que el departamento fue deshabitado es
difícil que alguien deje pruebas. Lo que molesta al Gobierno es el acto de
haber allanado. El valor simbólico de un Poder Judicial que se atreve a meterse
con el Poder Ejecutivo.
Boudou ni siquiera está procesado
judicialmente, pero está cocinado políticamente. Su imagen cae en picada (ver
página 2) y electoralmente ya no resulta un competidor al nivel de Scioli. Pero
el problema no es sólo la imagen negativa de Boudou sino la de todo el Gobierno
y cómo arrastra a la de la propia Presidenta.
‘Chorros’.
Fue una de las primeras películas del actual
secretario de Cultura, Jorge Coscia. Tenía un mensaje contra la corrupción. Se
estrenó cuando gobernaban los radicales y hoy el tema amplía su vigencia.
Detrás del affaire Boudou emergerá la cuestión de fondo: ¿la energía que vienen
mostrando muchos kirchneristas en sus cruzadas es por convicción o por dinero?
El relato kirchnerista siempre corre el
riesgo de pasar de lo sublime a lo patético ante la amenaza de la kriptonita de
la corrupción.
Boudou es el caso más emblemático y exagerado
del hedonismo K. Pero igual crítica recibe La Cámpora por sostener la
militancia de sus principales cuadros con cargos económicamente muy bien
remunerados. También la mejora del nivel
de vida de algunos integrantes del periodismo militante y artistas que antes
del kirchnerismo no tenían la visibilidad actual. O los productores de
contenidos K y medios oficialistas enriquecidos al calor de la publicidad
oficial que ya le agregan varios ceros más a la recompensa. Lo mismo que los
empresarios que integraron el “capitalismo de amigos” que hace ya seis años
denunció Lavagna.
Vandenbroele es una metáfora. Podría haber
muchos Vandenbroele dentro de un Gobierno que cuenta con el mayor gasto público
sobre el producto bruto en muchas décadas y que privilegió la incondicionalidad
a la honradez y la sinceridad de sus funcionarios.
Siempre el peronismo vivió envuelto en
acusaciones de corrupción. Al convertir esa denuncia en la excusa preferida de
los golpes militares para autojustificarse, el argumento se gastó. Pero aunque
ya no para interrupciones democráticas, está latente a la espera de que
fracasos económicos predispongan a la sociedad a creer que “son todos chorros”.
Ya en presentaciones públicas, a Boudou le
gritaron chorro. El riesgo del kirchnerismo es que el insulto al vicepresidente
se extienda a los demás funcionarios.
Si el Gobierno se quedara sin justificación
ética, perdería uno de los dos pilares de su popularidad junto al del
crecimiento económico, justo cuando éste comienza a escasear.
Internismo.
El otro problema que el affaire Boudou revela
son las disputas entre distintos sectores del kirchnerismo por privilegios
actuales y posicionamientos futuros. En la relación con la Justicia se da la
competencia entre el mencionado Righi y Javier Fernández, de la Auditoría General
de la Nación,
pater seraphicus del estudio del ex secretario de la SIDE Darío Richarte,
donde trabaja el defensor del socio de Boudou, quien pidió la recusación de
Rafecas.
En la provincia de Buenos Aires, además de
las conocidas peleas de Mariotto y La Cámpora con Scioli, se hizo público el
enfrentamiento entre Boudou y Scioli porque dejaron afuera de las listas de
legisladores bonaerenses a representantes del vicepresidente. Scioli intercedió
por Boldt cuando estaba en Ciccone y hasta por permitir fumar en los bingos de
Bolt en la provincia de Buenos Aires. “Atacar al vicepresidente es atacar la
voluntad popular”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, el otro Horacio
González, tratando de poner paños fríos.
Y hasta cuando el fotógrafo de Clarín llegó
una hora antes que los demás, avisado por el juez, el fiscal o la Gendarmería, fue
motivo para un pase de facturas entre Boudou, Garré, Rafecas y Righi.
Amado muestra el desamor con el que se
vinculan los distintos sectores del Gobierno. Y lo progresivamente más difícil
que será para la Presidenta
lograr que no se maten entre ellos cuando los problemas más graves vayan
apareciendo y la continuidad en el poder sea cada vez más incierta.
“Arriba morocha / que nadie está muerto /
vamos a punguearle a esta vida amarreta / un ramo de sueños. /Avanti morocha /
no nos llueve tanto / no tires la toalla que hasta los más mancos / la siguen
remando” (Los Caballeros de la
Quema).
© Escrito por Jorge Fontevecchia y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el domingo 8 de Abril de 2012.
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