martes, 17 de abril de 2012

Maldita prensa cómplice... De Alguna Manera...

Maldita complicidad: la prensa y la venta de 
Gas del Estado e YPF...

“Aquello por lo que habíamos luchado durante más de tres décadas se estaba realizando”. Álvaro Alsogaray, en referencia al gobierno de Carlos Menem y lo que él llamaba “la reforma Menem”, 1993.

El año 1990 no terminó como lo había programado Menem. La corrupción había tapado la agenda pública y los indultos, a los máximos responsables de la última dictadura militar y de algunos reconocidos guerrilleros no había sido una decisión feliz. Se le cuestionaba al presidente su visión de que la amnistía y el indulto, realmente, serían mecanismos para pacificar al país. La “teoría de los demonios” nuevamente se imponía como la única visión de lo ocurrido durante la última dictadura militar, tanto desde los círculos cercanos al gobierno como desde los grandes matutinos. Las investigaciones especiales de Clarín continuaban.

Las privatizaciones disparaban polémicas, denuncias, comentarios y suspicacias. Los ferrocarriles estaban en la mira. El periodista de Clarín Ricardo Canaletti decía que los abogados de la propia empresa del Estado no apelaban las sentencias adversas que obligaban a pérdidas cuantiosas al Estado. Por ese motivo, se sospechaba de la Justicia; incluso un juez –Alberto Nicosia– tenía un juicio político pendiente y era investigado por presunta estafa a empresas del Estado. La convivencia entre el beneficio particular de varios particulares para quitarle más dinero a un Estado deshuesado era común. Jueces que fijaban indemnizaciones a particulares sin prueba alguna, como el caso de un pintor –Luis Carlos Roselot– que se lastimó al viajar en tren y recibió medio millón de dólares tan sólo con la prueba de su boleto.[1] Estos hechos eran funcionales a los periodistas impulsores de las privatizaciones y al propio gobierno, que se hacía un festín con la ineficacia y la corrupción de las empresas del Estado. ¿Por qué Clarín solo denunciaba irregularidades de formas pero no de contenidos? Tres días después despotricaba por la falta de inversión del Estado en los centros de investigación y creación tecnológica:

Se ha dicho, acertadamente, que la Argentina debe insertarse en el Primer Mundo. Para ello es necesario, en primer lugar, desarrollar la economía, incorporar las industrias dinámicas y acrecentar el acervo tecnológico.[2]

En Clarín, el analista político Oscar Raúl Cardoso analizaba las perspectivas del presidente para el año siguiente y se asombraba por su condición de “animal político” y la forma en que sabía aprovechar los medios masivos de comunicación: “Nadie en la Argentina le ha ido mejor que a él con la telepolítica [...] al retener hoy una buena cuota de la volátil oferta de esperanza argentina, a pesar del desgaste que supone más de un año de gobierno”.[3] Además, comparaba a Menem con Maquiavelo por su pragmatismo.

La semana siguiente –ya corría 1991–, Clarín publicó una nota sobre la polémica preadjudicación de las redes de acceso a Buenos Aires al grupo Techint. El diario se puso del lado de los sectores contrarios al gobierno que habían tomado tal decisión. El intendente de San Isidro, Melchor Posse, fue la única voz presente en la nota que denunciaba que la preadjudicación no existió sino que fue una farsa y que Techint iba a ganar 700.000 dólares por día sin hacer ninguna inversión en las autopistas.[4] El 7 de enero Clarín publicó un extenso informe especial sobre grandes grupos económicos que ganaban con las privatizaciones de las empresas del Estado. 

La periodista Eleonora Gosman escribía: “Muchos proveedores del Estado pasaron a ser concesionarios y otros sumaron empresas estatales o concesiones a sus actividades. Una característica hasta ahora ha sido la concentración de las ofertas en muy pocos holdings, tema que preocupa al gobierno nacional”. Ahora, ¿cómo le podía preocupar al gobierno algo que había provocado él mismo? Gosman realizaba un racconto interesante sobre la historia de los más importantes grupos económicos nacionales: su aparición durante la última dictadura militar, su afianzamiento gracias a la política económica de Martínez de Hoz, su consolidación en tiempos de democracia y primavera radical, y su expansión durante los primeros años menemistas. Sin embargo, la nota no concluía de la forma más acertada, a pesar de que citaba a prestigiosos investigadores como Eduardo Basualdo, ya que afirmaba que “el conjunto de estos grupos, aun con diferentes situaciones, ha procurado adaptarse a los cambios iniciados en 1990 y que se definen por un Estado que no quiere continuar con la política de subsidios, porque debe transferir recursos hacia el pago de la deuda externa. 

Éstas son las nuevas reglas del juego”.[5] Nuevamente, Clarín pateaba para ambos lados. 

Ambivalente como de costumbre, el diario informaba sobre la concentración económica –a su vez, indicaba que el gobierno estaba preocupado pero no decía nada sobre su incapacidad o inacción para resolver la cuestión, si es que tenía la intención de resolverla, como el matutino decía en el copete del informe especial–. Pero no citaba las múltiples denuncias de corrupción ni la falta de transparencia en las adjudicaciones de las empresas del Estado, y dejaba entrever, sobre el final de la nota, que las privatizaciones eran positivas para el país y su economía, ya que se iba a dejar de pagar dinero en subsidios hacia los nuevos dueños del Estado. (…)


YPF es sociedad anónima

La privatización de la explotación petrolera es una de las herramientas aptas para un mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Clarín, del 15 de septiembre de 1991, editorial.

 Se ha avanzado en las privatizaciones [...] comenzándose a reducir un Estado hipertrofiado y abriéndose paso a la actividad privada. Clarín, 11 de septiembre de 1991, editorial tras los comicios en que el oficialismo resultó triunfador.

El 9 de enero, la noticia más saliente por sus consecuencias futuras –aunque no fue tapa de Clarín– fue la creación como sociedad anónima de la empresa estatal YPF gracias a la que, “más adelante, la venta de sus acciones en el país y en el extranjero permitirá que se transforme real y efectivamente en una empresa privada”. La nota glorificaba el decreto presidencial y el estatuto que lo acompañaba (“pensado para el futuro [...] por su extraordinaria flexibilidad”). El informe se asemejaba a una propaganda gubernamental pues no había crítica alguna a la medida ni se reflejaba ninguna voz opositora; todos parecían estar de acuerdo en la transformación de YPF en sociedad anónima como comienzo del proceso de privatización de la empresa. “Con la sujeción de YPF a las normas del derecho privado y el plan de acción que se adjunta como un anexo del decreto, el Gobierno aspira a eliminar todas las normas que impidan a la petrolera competir en forma eficiente con el resto de las siglas del mercado (Shell y Esso, fundamentalmente)”, decía Clarín.[6]


Menem se rodeó de gente que estaba trabajando para las privatizaciones como Pérez Companc y Bulgheroni. De hecho, ya tenían distintas áreas de las empresas pero querían toda la torta, el pedazo más grande. Esto empezó por transformar a YPF en sociedad anónima. En esta venta no había riesgo por parte de los compradores. Era simplemente cambiar de mano para seguir sacando petróleo de los pozos y ganar más y más dinero”. Para Gustavo Calleja, ex secretario de Energía durante el alfonsinismo, opina que “los medios se encargaron de vender un discurso a favor de las privatizaciones. Costaba mucho enfrentar ese discurso. Se hablaba constantemente de la ineficiencia estatal pero no se decía que había sido provocada, en gran parte, por el propio Menem, quien había destrozado las empresas públicas. El cuento falsificado de las pérdidas de YPF... nadie que se precie de saber algo del tema, podría afirmar tal cosa. La plata de YPF –que era mucha– iba al Estado que hacía caminos, rutas, unía pueblos... 

Desde que se inventó YPF y, más cuando empezamos a contar con toda la renta, con Justo, creamos los impuestos internos al consumo que eran fondos viales; después creamos los fondos energéticos. Con toda esa plata, que salía del petróleo, se desarrolló YPF con cuarenta años de reservas de gas y veinticinco años de reservas de petróleo. Todo lo que es YPF lo es gracias a la gestión estatal. Hasta 1989, ese sistema que era tan criticado fue la estructura de la cual aún estamos viviendo todos”.

Si por un lado las noticias relacionadas con futuras privatizaciones y desregulación de la economía ocupaban varias páginas del interior de los diarios analizados, las denuncias de corrupción empezaban a ganar trascendencia. El caso Swift fue tapa de Clarín del primer día de 1991. Las malas noticias para la opinión pública en general, no disminuyeron con la llegada del nuevo año: aumento del costo de vida de un 4,7% (tapa de Clarín del 4 de enero) y del gas (tapa de Clarín del 11 de enero). Menem exhortaba a votar a sus candidatos en las próximas elecciones parlamentarias. 

Clarín criticaba al gobierno y a su plan económico ya que, decía el matutino, no existían muchas esperanzas de un crecimiento superlativo en materia económica. El editorial señalaba que “las políticas en curso se encaminan tan sólo a administrar la crisis presente, a actuar sobre la coyuntura y a conformarse con un comportamiento económico que sólo implica permanecer en el estancamiento”. Clarín no creía en un aumento de la recaudación fiscal y pedía la formulación de una política de crecimiento, “para recapitalizar las unidades productivas y adecuarlas a las necesidades de la competencia local e internacional [...] Sin este requisito, el año que se inicia será una copia sin muchas variaciones de los pasados años de frustración y pobreza”.[7]

A mitad de enero, una noticia que ocupaba menos de media carilla, perdida en el interior del matutino, explicaba en qué consistía el futuro control externo de las privatizaciones. Los significados de tal decisión parecían, para Clarín, desviar la atención de las denuncias de corrupción y agilizar el desembolso de 240 millones de dólares de préstamo de parte del FMI y del Banco Mundial. En ningún momento se mencionaba la palabra “soberanía”: es más, se señalaba en la nota que, “así, el papel fiscalizador que debería tener el Congreso de la Nación queda reemplazado por el de organismos internacionales”.[8] 

Carlos Menem, además, explicaba las razones de la desaparición del Ministerio de Obras y Servicios Públicos y afirmaba que “todo el proceso de concesiones y privatizaciones va a continuar hasta cambiar totalmente el Estado elefantiásico, ineficaz y corrupto que hemos heredado de varios años de desencuentros”.[9] Con Dromi, separado del poder de su antiguo y ahora desaparecido ministerio, Domingo Cavallo se erigía como el gran triunfador de la contienda interna en el gabinete menemista. Cavallo llegaba al Ministerio de Economía que, a su vez, asumía las funciones del Ministerio de Obras y Servicios Públicos. En su lugar, se creaba el Ministerio de Justicia con Raúl Granillo Ocampo en el mando. Las nuevas medidas económicas eran un mayor ajuste, la eliminación de la obligación de liquidar las divisas de las exportaciones, la duplicación del impuesto al cheque y la eliminación de los redescuentos para los bancos de las provincias. (…)


El gas y el petróleo

Hay que salvar la dignidad del Congreso. La Nación, 29 de marzo de 1992 tras el escándalo del “diputrucho”.

La magnitud del déficit real [...] encierra una lección que debería resultar inolvidable para los que creyeron, creen o aún dicen creer que el Estado puede realizar con eficiencia tareas que exceden sus funciones indelegables. La Nación, 20 de marzo de 1992, a propósito del proyecto oficialista de reforma previsional.

El 17 de marzo de 1992 se produjo el atentado a la Embajada de Israel y, desde ese día, durante varias semanas, la noticia fue tapa de los principales matutinos del país. Al día siguiente del terrible ataque sufrido por la comunidad judía, en particular y el país todo en general, el presidente Menem atribuía la autoría del hecho a los carapintadas.[10]

El tema de las futuras privatizaciones y las consecuencias por la venta de las empresas públicas permanecía inalterable en la agenda pública. Las repercusiones por los atrasos en los pagos por parte de Iberia, referente a la compra de Aerolíneas Argentinas, funcionaban de disparador para que La Nación rechazase las opiniones que, con cada vez más fuerza, se alzaban en contra de esa privatización. El matutino de los Mitre no ahorraba críticas contra el ya mencionado “grupo de los 8” (legisladores disidentes del Partido Justicialista) por su “propuesta fuera de lugar con un marcado tinte ideológico [...] empresas públicas cuya ineficiencia y multimillonarias pérdidas no parecen ser suficientes para convencer a estos empecinados defensores de un estatismo que la sociedad ha rechazado concluyentemente en las urnas”.[11] Bernardo Neustadt tiene razón al declarar que “había editoriales de los diarios de la época que [...] proponían regalar a las empresas a cambio de que alguien las viniera a gerenciar”. 

A La Nación poco parecían importarle los pagos atrasados de Iberia y que los contratos no se respetasen. Al finalizar esa semana, el propio presidente Carlos Menem firmaba una nota de opinión, en el diario La Nación, en la que le contestaba a sus críticos: “Nuestra sociedad, con un Estado descomunal y amorfo, con un comercio desaforado, con asalariados sin ninguna noción del valor del poco dinero que recibían, se había convertido en un caos, que hacía inescrupulosos a todos”.[12] Muchos intereses estaban en juego y, por ello, por lo menos una vez al mes el presidente, su ministro de Economía o alguno de los tecnócratas de la Fundación Mediterránea publicaban sus opiniones políticas, económicas y sociales en los más importantes matutinos, preferentemente en La Nación. Entre esos intereses estaba reformar el sistema previsional que impulsaba el “súperministro”. 

A La Nación también le preocupaban esos cambios y, partiendo del proyecto oficialista, realizaba una nueva descarga contra el Estado por su “bancarrota e impericia histórica”. Además, dejaba en claro que nunca más las empresas públicas deberían volver a manos del Estado: “La magnitud del déficit real y potencial que evidentemente empuja al actual gobierno a liquidar buena parte de ese sistema y la carga de inequidades con que ese cambio vendrá acompañado encierran una lección que debería resultar inolvidable para los que creyeron, creen o aún dicen creer que el Estado puede realizar con eficiencia tareas que exceden sus funciones indelegables”. Es que, decía La Nación, “el Estado ha fallado como administrador y avalista del sistema previsional y sólo queda apelar a la mayor capacidad de control y ejecución de la economía privada”.[13]

Gustavo Calleja aún recuerda ese triste 26 de marzo de 1992 porque estuvo ahí. “Lo de Gas del Estado fue terrible porque unos días antes de la venta uno de los capos de Petrobrás, en un reportaje, le dice a su interlocutora que la empresa argentina valía 25.000 millones de dólares así como estaba. Y se vendió regalada a 2.000 millones de dólares en efectivo, 1.000 millones del pasivo a cargo y 2.000 millones de dólares en bonos a un valor irrisorio. Además la rompieron antes, la saquearon. Para colmo los argumentos en el Senado todavía los recuerdo que decían cada disparate. Por ejemplo, las leyes del marco regulatorio se las había mandado el Banco Mundial y ellos lo único que hicieron fue traducirlas, ¡no las iban a presentar en inglés! Fue terrible”, recuerda Calleja. Pero la venta de Gas del Estado hubiese pasado desapercibida para la inmensa mayoría de la opinión pública si no se hubiese descubierto a un señor de edad avanzada, sentado en una banca que levantó su mano para votar a favor de la venta de la empresa del Estado. Posteriormente, al conseguir el quórum necesario para obtener la privatización, este señor huía al ser descubierto por la prensa. Un periodista de Clarín se le acercó a este personaje y le preguntó qué estaba haciendo, pero el “diputrucho” dejó el recinto, internándose en el despacho del diputado Alberto Pierri. 

Nada cambió lo inmodificable y Gas del Estado se vendió al poco tiempo. La cobertura de semejante noticia, aún no deja de sorprender. Al día siguiente, La Nación ubicó la noticia en la parte derecha de su tapa principal, con el sugestivo título “Enfrentamiento peronista-radical”.[14] En la nota informaba que un falso legislador (el término “diputrucho” fue una creación de algún sagaz editor de Clarín) facilitó el quórum necesario para aprobar el marco regulatorio de Gas del Estado. Dos días después, el matutino de los Mitre pedía “salvar la dignidad del Congreso” pues “es menester un esfuerzo convincente de los legisladores y de los partidos para limpiar la vida parlamentaria de prácticas y vicios que dañan el prestigio de uno de los poderes del Estado”.[15] Finalmente, el diario daba su opinión sobre el falso diputado: las culpas, creía, eran del ausentismo de la oposición porque se había negado a dar el quórum necesario y, en cierta forma, había estimulado tales prácticas, aunque no podían ser compartidas por el medio ni por nadie. Luego de que Gas del Estado se privatizase, cuatro mil personas perderían su trabajo.

Clarín realizó de ese hecho una extensa cobertura en la que no ahorró críticas al gobierno. No dudó el titular de escandaloso lo sucedido y calificó de intruso al supuesto allegado del diputado Julio Manuel Samid, hermano del “rey de la carne”. Los cronistas de aquella jornada manifestaron sus dudas acerca de si el quórum, que había logrado conseguir con inmenso esfuerzo el gobierno, había sido lícito y si efectivamente había existido. Mientras tanto Pierri, el titular de la cámara de Diputados, negaba los hechos y explicaba lo sucedido como una “chicana política del radicalismo”.[16] Dos días después, Eduardo van der Kooy escribía que “se pretendió sancionar ilegalmente la privatización del gas y se desnudó la desaprensión que calzan los hombres del oficialismo para alcanzar sus objetivos”. El periodista hablaba de parodia y de una nueva impericia de un gobierno que se alejaba cada vez más de la gente. Sin embargo, en ninguna nota de opinión del diario de Noble jamás se cuestionó la privatización del gas pero sí la forma escandalosa en que se estaba llevando a cabo. La Nación, en cambio, minimizaba lo sucedido y no le otorgaba la importante cobertura de Clarín, que ya tenía una suerte de nueva sección diaria, “Escándalo en el Congreso”.

En la tapa de Clarín del 28 de marzo se informaba sobre la nueva votación propuesta por el Partido Justicialista, luego de la fraudulenta sesión del 26 del mismo mes. El diputado Pierri continuaba negando que él hubiera llevado al intruso a su despacho y reconocía la “grave anomalía”. Al día siguiente el diario se preguntaba por qué los diputados del partido gobernante habían cambiado de opinión y, ahora, apoyaban las versiones periodísticas. El periodista Armando Vidal popularizaba la expresión “diputrucho” y decía que el caso ya había ganado la calle ya que era “un hecho sin precedentes”. Al día siguiente, Vidal hablaba de “voto fantasma” al referirse a Juan Abraham Kenan, quien no era el primer falso diputado pero sí el primero en descubrirse, escribía el periodista. Vidal finalizaba la nota cuestionando la decisión del presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, de prohibir el acceso al recinto a los periodistas, pues, si tal medida hubiese existido el 26 de marzo, el “diputrucho” hubiese quedado impune.

Por varias semanas, el tema siguió presente en ambos diarios pero de distintas formas. Si Clarín cuestionó desde el primer momento la manera en que se había aprobado la ley que permitía la privatización de Gas del Estado y había investigado lo sucedido en la Cámara alta en esa acalorada sesión del 26 de marzo, La Nación puso en duda lo que en Clarín eran certezas y evitó denunciar lo ocurrido esperando la decisión de la Justicia. En abril, La Nación reprodujo casi la totalidad de las declaraciones de los diputados oficialistas, sin dar lugar a los cuestionamientos de los partidos opositores. Las figuras periodísticas del diario de los Mitre evitaron editorializar sobre el “diputrucho”. En esos días, Mariano Grondona, por enésima vez, defendía el ajuste económico de Menem explicándolo como un mal necesario:

Llamamos “ajuste” al paso doloroso e incierto del estatismo al capitalismo [...] El problema del ajuste es que encuentra, en principio, reticencia o resistencia popular. Supongamos que se le dice a un enfermo crónico que, después de una operación dolorosa, va a mejorar. Sin embargo él, como los pueblos en ajuste, desearía obtener la salud prometida sin pasar por la cirugía perturbadora. Esto es, simplemente, humano.

El 27 de septiembre de 1992 aparecía publicada en ambos matutinos una solicitada de carilla entera titulada “Hola, futuro” en la que el gobierno festejaba haber convertido en ley el proyecto de la privatización de YPF, la mayor empresa estatal argentina. El periodista Fernando Laborda observaba las reuniones previas de funcionarios del gobierno con los diputados de extracción sindical que habían ayudado a obtener el quórum necesario para aprobar la ley. Atilio Cadorín se extrañaba de los cambios de opinión de algunos legisladores acerca de la privatización de YPF; a su vez, le pedía al gobierno agilizar los trámites para sacar la ley de flexibilización laboral. Por esos días, Eduardo van der Kooy contaba en Clarín las preocupaciones de distintos sectores por el deseo reeleccionista de Carlos Menem y sus proyectos de reformar la constitución (“Menem parecía seguir estando distante de las prioridades populares”). El debate por la privatización de YPF se encontraba en su momento más álgido. 

Las provincias productoras de petróleo apoyaban el proyecto oficialista y pedían a los diputados que se sentaran a dar quórum. Uno de los gobernadores que se alzaban como líder del grupo de los lobbistas por la aprobación de la ley, como lo llamaba Clarín, era el de la provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner. Luego de sancionada la ley, el matutino de Noble evaluó el hecho como un éxito del gobierno frente a la oposición radical. Eduardo van der Kooy advertía que el gobierno debía encarar esta privatización con transparencia ya que no había “margen para que se reiteren, las experiencias que convirtieron a ENTEL y a Aerolíneas Argentinas en dos piezas del escándalo”. 

Al día siguiente, Clarín se preguntaba quién compraría YPF y se preocupaba de que las empresas más importantes del mundo no tuvieran planeado transformarse en accionista de la misma. A la semana de aprobarse la venta de YPF, comenzaron a surgir versiones de posibles pagos de coimas a distintos legisladores para que aprobasen el proyecto oficialista. 

Nuevamente Clarín investigó la denuncia y La Nación miró para otro lado. Así, el 30 de septiembre, día en que se difundió tal rumor, Clarín le otorgó tres páginas al tema y La Nación lo pasó por alto.

© Escrito por Luis Gasulla, Autor del libro “Relaciones Incestuosas. Los grandes medios y las privatizaciones” (Biblos, 2010)

Las "negritas"  del texto son de mi autoria.


Referencias

[1] Ricardo Canaletti, “Intimidades de los peritos. Los juicios contra los ferrocarrilles”, Clarín, 24 de diciembre de 1990, pp. 6-7.

[2] “Nuestro retroceso tecnológico” (editorial), Clarín, 27 de diciembre de 1990, p. 8.

[3] Oscar Raúl Cardoso, “El examen del 91”, Clarín, 27 de diciembre de 1990, pp. 8-9.

[4] “Preadjudicaron al grupo Techint las redes de acceso a Buenos Aires”, Clarín, 3 de enero de 1991, p. 23.

[5] Eleonora Gosman, “Los grupos que ganan con las privatizadas”, Clarín, 7 de enero de 1991, pp. 10-11.

[6] “YPF busca operar con el sector petrolero privado”, Clarín, 9 de enero de 1991, pp. 12-13.

[7] “Cambiar la perspectiva” (editorial), Clarín, 6 de enero de 1991, p. 12.

[8] “Control externo de las privatizaciones”, Clarín, 15 de enero de 1991, p. 7.

[9] “Las razones de Menem”, Clarín, 15 de enero de 1991, p. 7.

[10] “Menem acusó por el atentado a los carapintadas”, La Nación, 18 de marzo de 1992, tapa.

[11] “Oportunista defensa del estatismo” (editorial), La Nación, 18 de marzo de 1992, p. 8.

[12] Carlos Saúl Menem, “En un nuevo camino”, La Nación, 25 de marzo de 1992, p. 7.

[13] “Bancarrota y reforma previsional”, La Nación, 20 de marzo de 1992, p. 8.

[14] La Nación, 27 de marzo de 1992, tapa.

[15] “Hay que salvar la dignidad del Congreso” (editorial).

[16] Armando Vidal, “Escándalo por un intruso en Diputados”, Clarín, 27 de marzo de 1992, tapa, pp. 6-7.


lunes, 16 de abril de 2012

Sergey Brin de Google... De Alguna Manera...

Para uno de los fundadores de Google, la libertad de la web está más amenazada que nunca...

  La libertad de internet está amenazada, según Sergey Brin cofundador de Google. (AP)

En una entrevista, Sergey Brin apuntó contra los gobiernos que pretenden controlar la información, pero también contra Facebook y Apple por el control del software que puede usarse en sus plataformas. "Da miedo", afirmó.

La libertad que rige en Internet está bajo la mayor amenaza desde su creación hace tres décadas, según advirtió Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, en una entrevista en la que, además, apuntó por esa amenaza no solo a los gobiernos que intentan controlar la información –un clásico de ese tipo de advertencias- sino también y abiertamente a los gigantes Facebook y Apple.

En la entrevista, publicada hoy por el diario inglés The Guardian, Brin sostiene que esas "fuerzas muy poderosas" se alinearon contra la apertura que ofrece la red. Dice que está más preocupado que nunca y que "da miedo" pensar en la actual situación.
 
El fundador de Google afirmó que la amenaza contra la libertad en Internet procede de los gobiernos que buscan controlar el acceso y las comunicaciones de los ciudadanos pero también de Facebook o Apple, que controlan el software que se pueden utilizar en sus plataformas. Según dijo, él y Larry Page no habrían podido crear el famoso buscador si Internet hubiera estado entonces dominado por Facebook debido a que hay "que jugar con sus reglas, que son realmente restrictivas".

 Brin, de 38 años, es considerado como la principal fuerza detrás de la parcial retirada del buscador de China en el año 2010 debido a la preocupación por la censura en ese país y ya antes cuestionó los esfuerzos de países como Arabia Saudita o Irán por restringir el uso del Internet. Según "The Guardian", sus críticas a Facebook pueden resultar controvertidas puesto que la red social está cerca de entrar a cotizar en bolsa por un valor estimado en alrededor de 76 mil millones de euros.

La advertencia de Brin llega luego de que se conociera un proyecto del gobierno británico para vigilar las llamadas telefónicas, los mensajes de texto y los correos electrónicos por razones de seguridad. La iniciativa que el primer ministro David Cameron planea presentar ante el Parlamento propone que el centro de escuchas de Cheltenham (oeste de Inglaterra), conocido por sus siglas GCHQ y cuyas actividades son secretas, guarde información sobre la hora y la duración de cada llamada telefónica, así como los destinatarios de correos electrónicos y mensajes de texto.

© Agencia EFE y publicado en el Suplemento iEco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 16 de Abril de 2012.


Dogmas para todos... De Alguna Manera...

Dogmas para todos...

Se quedo sin cuerdas Amado Boudou. Dibujo: Pablo Temes.

La Presidenta repite una y otra vez lo mismo. Desprolijidades con la petrolera. Y peor aun, a la hora de defender a su vice.

No son pocos los funcionarios del Gobierno que viven horas de desconcierto. Es que más allá de apoyar públicamente con “todo entusiasmo” las decisiones presidenciales y la supuesta sabiduría de sus contenidos, en la intimidad reconocen no saber bien cuál es la dirección por la que marcha un gobierno encerrado en un laberinto del que parece no conocer la salida, a pocos meses de haber ganado una elección con un nivel de apoyo popular nunca visto hasta aquí desde la recuperación de la vida democrática.

El juego de las escondidas montado a partir de la anunciada reestatización de YPF ilustra ese desconcierto. La jugada de hacer caer a algunos periodistas en una trampa acerca de la verosimilitud de un documento desprovisto de membrete oficial que circuló en la tarde del jueves por el Congreso es propio de personas con una mentalidad adolescente y no de funcionarios abocados a la solución de un asunto de primera magnitud, como es el del abastecimiento de petróleo. Lo que surge también de manera obvia es la contradicción del kirchnerismo, una constante. He aquí a la Presidenta, que en sus tiempos de diputada provincial en Santa Cruz presionó para que se aprobara la privatización escandalosa de YPF, tarea en la que no hizo más que acompañar a su esposo, por entonces gobernador.
La presencia de las compañías españolas en la oleada de privatizaciones de las empresas de servicios públicos que sacudió a la Argentina de los 90 merecerá alguna vez un análisis profundo. La actitud que en muchas de ellas imperó durante un largo tiempo tuvo, por momentos, aires de recolonización.

Inversiones insuficientes y su consecuencia de servicios deficitarios constituyeron parte de una realidad que hizo que la participación de esas compañías fuera sujeto de críticas de buena parte de la ciudadanía. En ese marco, la privatización de YPF fue la más bochornosa, ya que significó la enajenación de un bien estratégico para el desarrollo de nuestro país.

La de ahora es una crisis anunciada, sobre la que especialistas destacados venían advirtiendo desde hace años. Al momento de la asunción de Néstor Kirchner, circulaban ya por los despachos de la Secretaría de Energía informes que hablaban sobre el horizonte de dificultades que debería enfrentar la Argentina como consecuencia de la falta de inversiones.

Lo que el Gobierno le reprocha a Repsol ya fue denunciado hace mucho por muchos expertos. Entre ellos, el grupo de ex secretarios de Energía que en marzo de 2009 advirtió sobre la situación deficitaria de la producción de petróleo como consecuencia de la falta de inversiones en exploración. El Gobierno no sólo criticó esas apreciaciones sino que también, tal su costumbre, se encargó de descalificar a cada uno de los profesionales que osaron hacer públicas sus críticas.

Hay que decir que alguna vez se terminará de conocer la verdadera trama por la cual el grupo Eskenazi, ahora vilipendiado desde las esferas oficiales y por los medios que a ellas responden, fue autorizado por el mismísimo Kirchner a ingresar a YPF sin poner un peso y pagando la compra del porcentaje minoritario al que accedió recién a partir de los dividendos obtenidos por la empresa. Tal vez por ello, en aquel tiempo a nadie del Gobierno le importó la remesa de esas ganancias que Repsol hacía a España.

Lo que también es notable, por lo irresponsable, es la inexistencia de un plan de acción definido y ubicado dentro de un marco estratégico consolidado. Nadie sabe de dónde sacaría el Estado la plata para hacer frente a las enormes inversiones que las tareas de exploración petrolera requerirían. Es evidente que la Presidenta se manejó hasta aquí ignorando las consecuencias políticas de sus acciones.

Con todo, lo que más enfurece a la Presidenta en estas horas es la situación de “su vicepresidente”, como algunos ya lo llaman en el seno mismo del Gobierno, a Amado Boudou. “¡Exijo que lo defiendan!”, fue la orden que recibieron de Fernández de Kirchner sus funcionarios. Y ahí pues aparecieron los pocos con capacidad dialéctica para defender lo indefendible que tiene una gestión poblada por quienes hacen del mutismo un dogma. De ahí la reaparición mediática fulgurante de Aníbal Fernández a quien, desde ese punto de vista, la Presidenta debe extrañar en la Jefatura de Gabinete.

La decisión política de defender a Boudou ha tenido ya un alto costo para el Gobierno. Se lo ha llevado puesto al procurador general de la Nación, Esteban Righi, y ha dejado en una posición muy vulnerable al juez Daniel Rafecas, magistrado al que el kirchnerismo consideraba como suyo.

La instancia que se vive ahora es la de embarrar la cancha judicial. Hay que reconocer que para ello han puesto a trabajar a profesionales que saben cómo hacerlo. El nombre más relevante de este equipo es el del abogado Diego Pirota, hombre acostumbrado a estas lides. Al respecto, una de sus actuaciones más notorias fue la de defender a Claudio Uberti en el sonado caso aún irresuelto de la valija con casi 800 mil dólares del venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson.

Si lo de Righi dejó a muchos kirchneristas con la boca abierta, la postulación de Daniel Reposo como su sucesor directamente provocó azoro. Reposo es amigo de Boudou. ¡Todo dicho! Nadie se explica cómo Fernández de Kirchner no obró con, al menos, algo más de disimulo. Gente con más pergaminos que Reposo y no tan pegada a Boudou dispuesta a hacerle el favor al Gobierno de manipular a los fiscales no le falta. Pero en el círculo áulico del poder, no hay lugar para ninguna consulta. Es que la Presidenta parece decidida a hacer de la famosa frase “El Estado soy yo” –falsamente atribuida a Luis XIV– un dogma.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de Abril de 2012.


La confesión... De Alguna Manera...

Confesión...


Estrenado en 1971 y dirigido por Costa-Gavras con guión de Jorge Semprún sobre un libro de Artur London, el film La confesión narra una tragedia del siglo XX. Historia en apariencia exótica y arcaica, evoca paralelismos evidentes con la Argentina de hoy. Aun cuando acaeció en la lejana y bella Praga, mucho dice de lo que viene pasando con las vicisitudes del caso Boudou. Justo esta misma semana se estrenó en el San Martín una versión teatralizada de 1984, novela de George Orwell publicada en junio de 1949, escalofriante y preciso anticipo de los juicios y “confesiones” de la era soviética.

Catorce líderes del Partido Comunista de Checoslovaquia fueron arrestados por la policía política del régimen títere de la URSS y procesados en masa en noviembre de 1952, acusados de traición a la patria. Tras ocho días de un “juicio” miserable, once de ellos fueron ejecutados. Entre los condenados a muerte y colgados en la horca se hallaba Rudolf Slánský (1901-1952), acusado de conspirar con el capitalismo occidental para demoler al “socialismo”. Slánský fue nada menos que secretario general del PC checo después de la Segunda Guerra y uno de los arquitectos del régimen pro soviético instalado tras el golpe de Estado de 1948 urdido por Moscú. Torturado en la prisión, intentó quitarse la vida. Slánský era uno de los diez judíos que formaban parte de ese grupo de 14 “traidores”. Al igual que en la Rusia soviética, el más crudo antisemitismo caracterizaba al régimen checo. De hecho, a poco de empezar la farsa judicial, el 20 de noviembre de 1952, los 14 fueron acusados de tramar una conjura “trotskista-titoísta-sionista” al servicio del imperialismo norteamericano. Uno de ellos era London, cuya pena capital fue conmutada a cambio de su confesión: viejo y curtido militante comunista, “admitió” que trabajaba para “el enemigo”.

En abril de 1963 los condenados (tanto asesinados como sobrevivientes) fueron plenamente “rehabilitados” y en mayo de 1968, cuando florecía la Primavera de Praga, totalmente exonerados. Tras la exitosa revolución democrática de 1989, el presidente Václav Havel designó al hijo de Slánský como nuevo embajador checo en la entonces ya moribunda Unión Soviética.

Los condenados por los regímenes de las llamadas “democracias populares” eran imputados de “desviacionismo”, “nacionalismo burgués” y conspiraciones “trotskistas-titoístas-sionistas”. Nada demasiado diferente se hizo en la China maoísta, tan reverenciada por las izquierdas occidentales, incluida la argentina.

London nació en 1915 en Ostrava y falleció en París en 1986. Militante de la Juventud Comunista desde los 14 años, peleó contra el fascismo en las Brigadas Internacionales en España, se alistó en la Resistencia francesa en 1940, fue apresado por los alemanes y deportado al campo de concentración de Mauthausen en 1942. Sobreviviente, en 1949 asume como vicecanciller del nuevo régimen comunista checo. En 1951 lo apresan sus camaradas, junto a otros 13 “conspiradores”. Con tortura y apremios, ilustrados de manera estremecedora en el film de Costa-Gavras (London es protagonizado por el actor comunista francés Yves Montand), le arrancan una confesión de “conspiración contra el Estado”. Es uno de los cuatro que zafan del cadalso, pero lo condenan a cadena perpetua. “Rehabilitado” en 1956, puede abandonar el país recién en 1963 para radicarse en Francia, donde en 1968 publica L’Aveu (La confesión).

London y sus compañeros veían en Stalin y en la URSS un poderoso e incuestionable centro de la revolución mundial. Moscú era para ellos el faro que alumbraba el futuro de la humanidad. Ser fiel a Stalin y al PC era decisivo e insoslayable. “El partido” y sus líderes eran la verdad y lo que desde allí se les pedía a dirigentes y militantes debía ser aceptado, justificado y obedecido sin protestar. El triunfo del comunismo soviético había suscitado esperanzas tan descomunales como absurdas y, en aras de ellas, todo sacrificio era admisible. Se habían jugado el pellejo, armas en la mano, en la guerra contra el fascismo y habían aplicado desde el poder un programa netamente anticapitalista. No les alcanzó. Infiltrados, espías al servicio de imperialismo yanqui, agentes de la CIA, saboteadores, sionistas cosmopolitas (o sea, judíos): todo el arsenal del vilipendio se usó para aniquilar a quienes, participantes activos de la épica antinazi y luego marxista-leninista, un buen día amanecieron como víctimas propiciatorias.

Las burocracias policíacas que esmerilaban en las cámaras del terror a dirigentes políticos, intelectuales y meros ciudadanos disidentes o sospechosos de serlo, aplicaron durante décadas métodos espeluznantes y humillantes. Destruyeron personas, aniquilaron sus valores, los convirtieron en cadáveres civiles, justo ellos, valerosos combatientes contra el fascismo del siglo XX. Muchos se deben haber preguntado en los pabellones de la muerte si el sistema comunista fundado por Lenin y consolidado por Stalin era una parte, horrible pero necesaria, de un camino que abría las puertas al futuro. Quisieron creer y creyeron, contra viento y marea, hasta que la muerte o el ostracismo los miraron a los ojos. Enterrados en vida, muchos murieron de viejos o de enfermos, pero en silencio, para-no-hacerle-el-juego-a-la-derecha, esa repulsiva consigna de cobardes. No los aniquiló una “ideología”. Antes, como hoy, estos regímenes de conducción vertical y supremacía absoluta se maquillan de doctrinas, pero sólo procuran capturar y mantener el poder y los negocios a él anexados.

La confesión: en el engranaje del proceso de Praga, es el libro de un hombre conmovedoramente fiel a la ortodoxia comunista, de blindado dogmatismo. Tras ilusionarse al ver “reventar el corsé de fuerzas retrógradas que impedía a nuestro Partido y a nuestra sociedad abrirse a las corrientes purificadoras del XX Congreso del PC de la URSS (el de la des-stalinizacion), de 1956”, London vio la invasión rusa de Checoslovaquia en 1968, que duró 23 años.

La Argentina no es Checoslovaquia, el comunismo no es el kirchnerismo y 2012 no es 1952, pero hay un parecido notable entre quienes confesaban crímenes inexistentes ante sus camaradas-verdugos hace setenta años y quienes hoy se hunden aquí en el silencio, tras ser progresivamente radiados y expulsados por un gobierno que va “por todo”.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de Abril de 2012.


Jorge Lanata en la TV abierta... De Alguna Manera...

Cómo fue el regreso de Lanata 
a la TV abierta…

 El periodista volvió a la TV. Y no perdonó a nadie. Foto: Cedoc.

Volvió “El esbirro del monopolio”… "Periodismo para todos". Puro vértigo para analizar las disputas por YPF y los negociados de Boudou.

Hacía nueve años que no aparecía en la TV abierta. Técnicamente, tres, si se cuenta su participación en la novela Vidas Robadas. Esta vez, volvió, pero con un género que le resulta más conocido: el periodístico. Con un ritmo por momentos acelerado, el periodista Jorge Lanata comenzó con el semanario “Periodismo para todos”.

Durante hora y media, Lanata llevó a la audiencia por entrevistas, informes y pequeños cuadros de humor que abordaron, entre todos, algunos de los temas más resonantes de la agenda política. Al Lanata conocido en Detrás de las Noticias o La Luna, se sumó (junto a imitadores de Amado Boudou y Aníbal Fernández) el humorista, con un monólogo de apertura en el que trabajaron tres guionistas: Miguel Gruskoin, Esteban D’Aranno y Marcelo Birmajer.

Volver. La última vez que Lanata condujo un programa periodístico en televisión abierta “fue en 2003”, según recordó el conductor en la apertura del nuevo ciclo. “Hicimos la primera denuncia de corrupción del gobierno de Néstor Kirchner. Era (el superintendente de AFJP, Juan Horacio) González Gaviola, en PAMI”, rememoró. “Dijeron que había oscuros intereses, igual que ahora. Nos dieron una patada en el culo. Después de que habían desmentido todo, lo sacaron a Gaviola, y pusieron a (Graciela) Ocaña”, resumió el periodista.

¿Qué cambio desde el 2003 al 2012? “(El actual senador) Aníbal Fernández citaba a Duhalde, en vez de Jauretche. Néstor cenaba con Magneto en Olivos; ahora le quieren hacer lavar los platos. Decían que la culpa era de Menem; ahora vota con ellos en el Congreso. Amado Boudou era un liberal desconocido; ahora es un K que no conoce a nadie. Moyano era opositor; ahora también”, enumeró Lanata.

El monólogo inicial no ahorró “golpes” para nadie. Incluso la actriz Florencia Peña recibió el suyo. “Tenemos una compañerita en el canal: Florencia Peña”. Si bien adelantó que su participación en el nuevo Bailando por un sueño no interferiría con su posicionamiento político, “va a salir con una remera que dice ‘Pachano miente”, bromeó el fundador de Página/12.

Pero las bromas dieron lugar a referencias algo más escabrosas. “Habló Videla. No está mal que veamos qué piensan estos tipos siniestros, veamos lo que son, que quede en evidencia su brutalidad”, sostuvo Jorge Lanata.”Incluso en momentos como éste, con una sociedad tan dividida, estos tipos nos permiten mostrar que en algo estamos de acuerdo”, agregó. Mientras tanto, en las redes sociales se advertía que en provincias como Entre Ríos, Tucumán, Río Negro y Santa Fe, las emisoras habían quitado del aire la señal del canal.

La pelea por YPF. Otro de los temas abordados fue la disputa entre Argentina y España por la petrolera. “Yo estoy de acuerdo con que YPF sea nacional. El que no estaba de acuerdo era Néstor (Kirchner), que apoyo la privatización, y después le dio una parte a Eskenazi”, remarcó Lanata. “Yo siempre me pregunté si Eskenazi compró solo YPF, o tuvo un socio oculto, del sur”, ironizó.

Todos a Boudou. Durante buena parte de “Periodismo para todos”, el equipo periodístico que acompañó a Lanata se centró en el escándalo protagonizado por el vicepresidente, Amado Boudou, y la empresa Ciccone Calcográfica. En ese punto, no faltaron los calificativos.

“Que Boudou le haya ganado a (Esteban) Righi significa que ‘motoneta gana a trayectoria’”, opinó Lanata. “Se la pasan hablando de La Cámpora y echan al único hombre que estuvo en el gabinete de Cámpora. ¡Y por un dj de Sobremonte””, exclamó.

“En esto, apareció un tal (Daniel) Reposo, un hiper ultra militante K. Es como nombrar a Barreda en la Secretaría de la Mujer”, comparó.

“Indefectiblemente, Vandenbroele era testaferro de Boudou. Hay que ser boludo para llevar a vivir a tu testaferro a tu casa”, espetó.

El programa incluyó una pequeña entrevista a Martín Zavaleta, hermano de uno de los colaboradores más cercanos del vice, quien ratificó las denuncias publicadas hoy por el diario PERFIL, y a Piluso Schneider, el supuesto titular de The Old Fund. “Es un jubilado de Longchamps que cobra 1600 pesos. Si, 16 billetes de cien pesos”, aseveró Lanata. Asimismo, fue el primero en mostrar imágenes, vía cámara oculta, de los departamentos que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y su compañero de fórmula poseen en Puerto Madero.

Preso de sus palabras. Se dice que “nadie resiste un archivo”. Bajo esa premisa, el conductor participó de un sketch junto a Fátima Florez, quien personificó a una enfermera que lo acompañaría en una sesión de diálisis, tratamiento al que Lanata se somete desde hace un año. Durante el procedimiento, el periodista fingió soñar con una entrevista realizada en junio de 2007 a Víctor Hugo Morales, en la que criticaba con dureza al ex presidente Néstor Kirchner. “Es el ex presidente y uno no puede zafarse demasiado”, se excusaba Morales, aunque despreció al entorno que rodeaba al político en aquellos tiempos. “Diputaduchos y pequeños ministros, alcahuetes del poder”, calificaba.

Minuto de intimidad. La emisión terminó con una entrevista a Mario Pergolini. En el mismo tono que en La Luna, ahondó en la actualidad del locutor e intentó conocer algunos de sus secretos familiares.

Reacio a hablar de sí mismo y la relación con su padre, Pergolini prefirió hablar de su faceta pública. “La venta de la Rock&Pop fue de adultos. Nunca más volví a escuchar la otra radio. Ni la nombro”, río.

“Estoy en un buen momento. Estoy tranquilo”, admitió el locutor. Ese fue, tal vez, el único momento relajado del programa, que hasta el final se caracterizó por una dinámica poco común en los programas periodísticos actuales.

“Me encanto que estuvieran acá. Gracias”, concluyó Lanata, que se despidió con la promesa de una segunda entrega igual de vertiginosa que la inaugural.

Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 16 de Abril de 2012.



Rey de España, asesino de Elefantes... De Alguna Manera...

El rey de España se quebró mientras 
cazaba elefantes...

Fuego. El rey junto a un elefante muerto.

Ayer, Juan Carlos fue operado de la cadera que se lastimó en un lujoso safari de US$ 58.500 en Africa. Una fractura de cadera y la indignación de gran parte de la opinión pública española dejó como corolario un viaje del rey Juan Carlos a Botswana, en el sur de Africa. Y es que el motivo de la “escapada” no tuvo nada de protocolar: mientras el país ibérico atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia, el monarca se encontraba embarcado en un safari de lujo para cazar búfalos y elefantes.

Según informó la Casa Real en un comunicado, Juan Carlos de Borbón, de 74 años, “sufrió un tropezón casual en un escalón” en la madrugada del viernes que provocó una “torsión en la cadera derecha, con la consecuencia de una fractura desafortunada”. Así, debió ser trasladado en avión a Madrid, donde ayer por la mañana fue sometido una exitosa intervención quirúrgica.

Mal tiro. Más allá de la “desgraciada” caída del monarca, la polémica en España se desató por una serie de fotos que develaron el motivo de su estadía en el sur africano. Fue a través del sitio de Rann Safaris –una empresa dedicada a organizar cacerías de animales salvajes en Botswana– que comenzaron a circular por las redes sociales imágenes del rey posando junto a los restos de dos búfalos y frente a un elefante muerto, una especie que se encuentra en peligro de extinción. Lo llamativo es que, con la controversia ya en marcha, la página comenzó a mostrarse “no disponible”.

Según la prensa ibérica, las fotos fueron tomadas durante 2006, por lo que se deduce que el monarca ha incurrido en este tipo de prácticas al menos en dos oportunidades. En la misma web se consignaba que la tarifa por una safari cazando elefantes asciende a 58.500 dólares, un número que resonó como un cachetazo para una España rigurosamente ajustada para combatir su deuda  interna y con más de cinco millones de personas sin trabajo y un futuro que se preanuncia aun más complicado.

Políticos de izquierda y asociaciones ecologistas del país ibérico no demoraron en mostrar su disconformidad con la actividad de Juan Carlos de Borbón. “Parece vergonzoso que, mientras el presupuesto asignado a la Casa Real sólo ha sufrido un recorte de un 2%, el rey derroche dinero de todos en una práctica carente de ética hacia los animales”, apuntaron desde el Partido Animalista, mientras que desde la Izquierda Unida española se repudió la “falta de ética” imperante en la Casa Real.

El 2012 no empezó de la mejor manera para los habitantes del Palacio de la Zarzuela. Tras el escándalo por el desvío de fondos públicos presuntamente efectuado por el marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, la propia hija del rey se vio salpicada por la investigación a comienzos de año. Por lo pronto, el propio Juan Carlos de Borbón habría decidido alejar por un tiempo al cuestionado matrimonio de los actos oficiales, tal como sucedió durante la última misa de Pascua –el pasado domingo– en la catedral de Palma de Mallorca.

El lunes pasado, en tanto, trascendió que uno de los nietos del monarca español, de tan sólo 13 años, resultó herido en su pie derecho mientras realizaba prácticas de caza junto a su padre en una finca en Soria. Se trata de Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, hijo de la infanta Elena y su ex marido, Jaime de Marichalar. Actualmente, el niño se recupera en una clínica cercana a Madrid de una limpieza quirúrgica en la zona afectada y se esperaba que mañana reciba el alta médica.

La mala racha de la familia real con las armas y las situaciones de caza no es nueva: el 29 de marzo de 1956, Alfonso de Borbón y Borbón Dos-Sicilias resultó mortalmente herido por un arma calibre 22 disparada accidentalmente por su hermano, el actual rey, durante unas vacaciones en Estoril, Portugal. Por entonces, los hermanos tenían 14 y 18 años respectivamente.

© Escrito por Martín Artigas y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 15 de Abril de 2012.




¿Cristina vs. Néstor?... De Alguna Manera...

¿Cristina vs. Néstor?...

Néstor Kirchner y Cristina Fernández
“Los enunciados políticos –como la poesía o la lírica– tienen solamente una función expresiva y no una función representativa. Los enunciados políticos no son ni verdaderos ni falsos, pues nada afirman; no contienen conocimiento ni error, caen totalmente fuera del campo del conocimiento, de la teoría, fuera de la discusión acerca de la verdad o la falsedad. Pero son expresivos como la lírica, la risa y la música. Expresan no tanto sentimientos efímeros cuanto disposiciones emocionales o volitivas permanentes. Así, por ejemplo, puede que un sistema político monista sea la expresión de un modo de vida uniforme y armonioso y un sistema dualista, del estado emocional de quien considera que la vida es una lucha eterna. Un sistema ético riguroso puede ser la expresión de un fuerte sentido del deber o quizás de un deseo de gobernar con rigor. A menudo, el realismo es un síntoma del tipo de construcción que los psicólogos denominan extrovertido y que se caracteriza por la facilidad de establecer vínculos con las personas y las cosas. Tal vez el idealismo sea el síntoma de una concepción opuesta, el denominado tipo introvertido, que tiene cierta tendencia a retirarse de un mundo hostil para vivir entre los propios sentimientos y las fantasías.”

Ultimamente se habla mucho de las diferencias de estilos entre Néstor Kirchner y su viuda y sucesora, el primero como representante del realismo y la segunda, del idealismo. El largo párrafo anterior está entre comillas porque corresponde a un texto de Rudolf Carnap, titulado Filosofía y sintaxis lógica; con una trampa: las tres veces que aquí figura la palabra “política”, en el texto original decía “metafísica”. Carnap fue autor del Manifiesto del Círculo de Viena (conocido como Una concepción científica del mundo), cuna del empirismo lógico. Carnap pensaba que la metafísica (la política) y la lírica tenían una gran semejanza. Pero le reconocía a la lírica su carácter no engañoso: “El poeta no afirma que los versos de los demás estén equivocados o sean erróneos, se conforma con decir que son malos”.

Kirchnerólogos que fueron cayéndose del Gobierno y opositores (los primeros un poco más justificadamente) vienen aprovechando cada micrófono que se les pone delante para marcar que la Presidenta está contradiciendo las ideas de su marido, dando de baja leyes y decretos por él promulgados, pasando al ostracismo a funcionarios que Néstor Kirchner valoraba y transformando en enemigos a amigos de hasta no hace mucho.

Quizás sin conocerlo, argumentan algo parecido a Carnap. Que Néstor Kirchner era extrovertido y, entonces, pragmático. Y que la Presidenta es más fundamentalista porque es más teórica y vive encerrada, con menos contacto con el afuera.

Esta discusión se parece bastante al barco de Teseo, aquel que cuando traía atenienses desde Creta, le iban cambiando las tablas que se rompían en el viaje y cuando llegaba, ya no quedaba sana ninguna de las originales con las que el barco había partido. ¿El que llegó era el mismo barco de Teseo o era otro? Historia que se usa para referirse a la paradoja de la identidad. Como ejemplo, vale el cuerpo humano que cada siete o diez años cambia todas sus células sin que las personas dejen de ser las mismas.

¿Es la misma persona (política o ideología) la que privatiza YPF en los noventa y en 2012 estatizaría la mayoría de sus acciones para que vuelvan a control público? Para muchos la respuesta sigue siendo que sí.
Colihue, la editorial emblemática de Carta Abierta, publicó en Argentina el libro Gramática de la multitud, donde se sintetizan las clases de Paolo Virno en el doctorado de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad, de la Universidad de Calabria. Siguiendo una tesis de Hannah Arendt, sobre que la política en el siglo XX comenzó a imitar el trabajo, Virno cita un párrafo de la novela de Luciano Bianciardi La vita agra, que dice: “¿Cómo se puede evaluar a un cura, un publicitario o un RR.PP.? ¿Cómo se puede hacer para calcular la cantidad de fe, de deseo de posesión, de simpatía que ellos serían capaces de generar? No tenemos otro patrón de medida que la capacidad de cada uno de permanecer a flote, de subir un poco más; es decir, de convertirse en obispo. En otras palabras, quien elige una profesión terciaria o cuaternaria necesita dotes y actitudes de tipo político. La política, como todos saben, desde hace tiempo ha dejado de ser una ciencia del buen gobierno y se ha convertido en el arte de la conquista y la conservación del poder.

Así que la bondad de un político no se mide en relación con el bien que hace a los demás, sino sobre la base de la rapidez con la que llega a la cima y el tiempo que se mantiene”.

Si para llegar más rápido a la cima, y luego para mantenerse en ella la mayor cantidad de tiempo, hiciera falta primero privatizar YPF y luego estatizarla, no habría entonces diferencia entre Néstor y Cristina Kirchner.

Desde esa visión política, tampoco habría inconsistencias en despedir al procurador general por aprovechar su cargo para vender lobby desde su estudio de abogados, habiendo sido defendidos –ella misma y su esposo– por ese mismo estudio del procurador, ahora despedido. Lo mismo vale para Alberto Fernández, Moyano o Clarín.

Un evento es el mismo no cuando es idéntico sino cuando ocupa la misma posición en su red causal.
“No hay entidad sin identidad”, decía otro colega contemporáneo de Carnap, el también filósofo Willard Quine. Para que exista algo llamado kirchnerismo, debería haber alguna identidad entre las acciones de Néstor y Cristina Kirchner. Cada lector tendrá su opinión sobre si el kirchnerismo se parece o no al barco de Teseo.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por El Diário Perfil de La Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de Abril de 2012.