El aula y las diferencias...
Un informe nacional elaborado por el Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) señaló que
de cada diez argentinos, más de seis fueron víctimas o presenciaron un acto de
discriminación, y que la mayoría de los casos ocurrieron en los ámbitos
educativo y laboral.
La diversidad da cuenta que los seres humanos somos distintos y diferentes,
que cada uno nace con una carga biológica y crece en múltiples contextos
sociales, culturales, económicos y educativos.
En la educación, la preocupación por la diversidad se vincula a distintas
cuestiones sociales, entre ellas la integración de minorías culturales y
religiosas, los efectos e impactos de la globalización, las nuevas miradas
acerca del género, la equidad y la justicia, a las que se considera
imprescindible de analizar cuando se tratan de definir las políticas del
sector.
Todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes tienen derecho a obtener una
buena educación y una sociedad que se precie de democrática debe trabajar
arduamente para lograrlo. Pero recién estarán situados en el centro del proceso
educativo cuando reconozcamos quiénes son, cómo aprenden, cuáles son sus
intereses, sus debilidades y fortalezas, sus entornos culturales y sociales.
Solo entonces desde la enseñanza les ofreceremos las mejores opciones para
que todos se involucren activamente y encuentren sentido a lo que aprenden y al
mundo en el que están insertos.
Diseñar la educación considerando el aula como un espacio de encuentro entre múltiples diversidades implica reconocer la existencia de diferencias entre las personas, no solo en lo discursivo sino también en las prácticas de enseñanza cotidianas en las escuelas.
El aula heterogénea, como la denominamos los educadores, es un espacio en
el que todos los alumnos, los que presentan dificultades o se destacan
favorablemente, pueden progresar y obtener resultados a la medida de su
potencial real, tanto a nivel cognitivo como personal y social.
El reconocimiento del derecho de los seres humanos a ser diferentes no se
contrapone a la función que le cabe a cada sujeto como integrante de una
sociedad. Por lo tanto, por ser la atención a la diversidad un enfoque
socio-humanista de la educación, no existe contradicción alguna entre el
respeto al individuo autónomo y la respuesta a las necesidades colectivas de la
sociedad.
Philippe Meirieu, pedagogo francés contemporáneo, se preguntó cómo hacer
que los diferentes trabajen juntos y planteó la necesidad de generar un diálogo
genuino entre las diversidades, que implique también salir de la escuela e
interactuar con otras personas y realidades. No alcanza con reconocer que somos
diferentes; también necesitamos definir cómo ponemos en conversación esas
diferencias para lograr un mundo mejor en el que se tiendan puentes y
disminuyan las brechas sociales.
© Escrito por Rebeca Anijovich, Profesora de la
Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés y Magíster en Formación de
Formadores por la UBA, el viernes 20/12/2013 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.