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lunes, 23 de octubre de 2017

Objetivo Global 7: Aumentar el consumo de energía sostenible… @dealgunamanera...

Objetivo Global 7: Aumentar el consumo de energía sostenible…


El objetivo global de aumentar el consumo de energía sostenible consiste en la generación de electricidad totalmente libre de emisión de carbono. Eso quiere decir que la electricidad mundial debe proceder de recursos eólicos, hidráulicos y solares hasta 2030.

Las fuentes de este tipo de energía son el viento, el agua y el sol (VAS) y podemos afirmar que existe energía renovable para toda la población del planeta.

© Escrito por Fernanda Medeiros (España/Brasil) el sábado 21/11/2015 y publicado por MSD Idiomas Madrid de la Ciudad de Madrid, España.

En el plan trazado para 2030, debe hacerse una combinación de tecnologías centradas en las energías eólicas y solares que representarían un 9% de la demanda. De modo particular, el viento representaría el 51%. Los 40% restantes deberían proceder de la energía solar. Además, el plan incluye 900 centrales hidroeléctricas distribuidas por todo el mundo, de las cuales un 70% ya existen.

Actualmente solo están instaladas un 0,8% de la base eólica necesaria en el mundo. En el intento de aprovechar el espacio ocupado por las turbinas (1% del planeta), estos espacios podrían ser aprovechados para la agricultura, creación de animales o bien, ser terrenos o mares abiertos. Asimismo, las plantas fotovoltaicas ocuparían un 0,33% del planeta.

La construcción de las infraestructuras VAS llevará su tiempo. Entretanto no es su construcción que constituye un desafío porque se trata de una tarea posible. El mayor obstáculo que se prevé es que algunos materiales necesarios pueden dejar de existir o tornarse objeto de especulación.


El hormigón y el acero existentes en el mundo son suficientes y además son reciclables. Los materiales que podrían ser escasos son los metales de tierras raras como el neodimio, utilizado en las cajas de engranajes de las turbinas de sistemas de energía eólica. En caso de haber la cantidad necesaria de estos metales, puede ocurrir que los países que se dedican a construir tales generadores transfirieran su dependencia de un bien no producido en el país por otro, en un futuro no tan distante.

Las células fotovoltaicas están constituidas de silicio, telururo, seleniuro, indio y cobre. La ausencia de telururo e indio puede reducir las posibilidades de algunos tipos de células pero no de todas. Los demás tipos las compensarían. El uso de la plata puede resultar una restricción a gran escala por lo que se debería valorar la reducción del consumo de este metal en las células. Una manera alternativa de disminuir los inconvenientes de la escasez de algunos materiales es el reciclaje de células ya no utilizadas.

Si tomamos por base la fabricación de coches eléctricos (que no liberan carbono durante su uso), encontraríamos algunos problemas. Los metales de tierras raras usados en los motores, el litio en las baterías y el platino en las pilas de combustible no son suficientes para sostener una demanda mundial. Asimismo las reservas de platino no serían suficientes para mantener las industrias por más de 100 años.

De manera general, las tecnologías VAS tienen tiempos muertos (periodo que suspenden las actividades por mantenimiento) inferiores que las fuentes tradicionales: las turbinas eólicas terrestres de 2% y las marinas de 5%. Respecto a la energía fotovoltaica, el tiempo es inferior al 2%. Además, una avería en un dispositivo eólico afecta solamente una fracción de la producción mientras una avería en una central térmica (de carbón o gas natural) la pérdida de la producción es relevante.


Una de las principales dificultades del VAS es que el viento no sopla siempre ni tampoco con la misma intensidad en el mismo lugar. De misma manera, sucede con el sol. Las intermitencias pueden ser mitigadas si se alternan las fuentes. Así se podría suministrar energía geotérmica o mareal provenientes de vientos nocturnos y del sol durante el día. Asimismo la conexión o desconexión de las hidroeléctricas podrían regularizar o satisfacer una demanda puntual.

Es de gran utilidad la interconexión y el apoyo de fuentes distintas y geográficamente dispersas, instalación de contadores eléctricos inteligentes en domicilios para la recarga de vehículos eléctricos y posteriormente, instalaciones que sean capaces de almacenar energía para el consumo.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta son los costes de toda esta energía sostenible. El kilowatt-hora de las energías eólica, geotérmica e hidroeléctrica cuesta menos de US$ 0.07 cada una, mientras las energías solar y mareomotriz presentan precios más altos. A partir de 2020 se estima que los costes de las primeras se reduzcan a US$ 0.04 o menos. La energía eólica también es cara pero se espera que hasta 2020 los precios estén más asequibles.

Estudios previos realizados prevén que la energía fotovoltaica podrá ser inferior a US$ 0.10 por kWh en los próximos 10 años. En el mismo sentido, se estima que los sistemas de energía solar con dispositivo acumulador térmico podrán producir electricidad 24 horas al día a través de corrientes eléctricas, durante tres estaciones del año (primavera, verano y otoño).

El precio del transporte que lleva baterías de litio o níquel e hidruro metálico (libres de carbono) y pilas de combustible comparado con los vehículos de motor de combustión interna puede ascender a US$ 0,53 por litro. Si además consideramos las externalidades de los combustibles fósiles como el impacto en la salud de las personas, medio ambiente y clima, las tecnologías limpias resultan económicamente más interesantes.


Los costes estimados para la construcción de un sistema VAS que atienda a toda la demanda del planeta en el periodo de 20 años gira en torno de 100 billones de dólares, aparte de la transmisión. Entretanto lo que se debe tener en cuenta es que es una inversión recuperable con la venta de electricidad y energía. El plan trazado ofrece un sistema de producción de energía nueva, limpia y eficiente que se opone al sistema antiguo, sucio y con rendimiento a baja escala.

Para completar, es necesario que las políticas estatales sean participativas en la implantación de este nuevo sistema promisor. Durante algún tiempo deben haber subvenciones al VAS y gravámenes sobre el carbón. De mismo modo, será adecuado un programa de tarifas incentivadoras para el uso de energías renovables que resulte más atractivo que las que se pagan para el uso de la electricidad convencional. Por otro lado, deberían eliminarse las subvenciones existentes para la generación de energía fósil y beneficios fiscales concedidos para su prospección y extracción. En síntesis, cada país debe encontrar su propia fórmula de afrontar las presiones de las industrias energéticas que no cuadran en los nuevos patrones de sostenibilidad y estar dispuesto a invertir en sistemas de transmisión de energía capaz de atender desde zonas menos pobladas hasta grandes centros urbanos.

Con políticas inteligentes y adecuadas sería posible alcanzar un 25% de generación de energía a través de fuentes VAS en los próximos 10 o 15 años y el 100% de nuevos suministros en los próximos 20 o 30 años. Si las políticas se presentan más moderadas, este resultado podrá ser logrado dentro de 40 o 50 años.

Definitivamente, el reto de tener todo el planeta suministrado por energía sostenible provenientes del VAS no es un sueño lejano, sino un proyecto que ya está en marcha. El futuro donde esta tecnología nos alcanzará tardará algo más que 15 años, pero sucederá. El ritmo dependerá de las políticas de cada país, pero seguramente, los países pioneros serán brindados por la mejora de la calidad de vida de su población y a la vez disminuirán el impacto del carbono en el medio ambiente.

Referencias bibliográficas:

Mark Z. Jacobson; Mark A Delucchi (2010). Energía Sostenible: Objetivo 2030. Revista Investigación y Ciencia, Enero, pp. 20-27.