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lunes, 2 de marzo de 2020

Murió Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote revolucionario… @dealgunamanera...


Murió Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote revolucionario…

Ernesto Cardenal murió debido a complicaciones de salud (AP Photo/Esteban Felix, File)

Figura clave de Nicaragua. Fue la referencia obligada en el campo cultural y social de los sandinistas. Se definía como marxista y cristiano.

© Escrito el domingo 1º/02/2020 por Luis Vinker y publicado por el Diario Clarín de la Ciuad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Ernesto Cardenal murió este domingo en Managua debido a complicaciones de salud. Tenía 95 años. Fue un poeta y sacerdote revolucionario.

La religión y la poesía. La militancia y el ejercicio de un cargo público. La extensa (inmensa) labor social y cultural, el encuentro con los circuitos de poder pero -fundamentalmente- con los sectores más necesitados. Teólogo y filósofo. Escultor y revolucionario. Buceador de las profundidades del alma. La vida de Ernesto Cardenal cubre más de nueve décadas, apasionadas, intensas.

Se fue apagando recientemente, y alcanzó a recibir el perdón de la Iglesia, que le concedió el Papa Francisco, 35 años después de ser sancionado por uno de sus antecesores, Juan Pablo II. Cardenal fue la referencia obligada en el campo cultural y social de los evolucionarios sandinistas, que terminaron con la tiranía de Somoza a fines de los 70.

Ernesto Cardenal y la historia de la foto cuando lo rechazó el papa Juan Pablo II

 
Reuters / Oswaldo Rivas / File Photo

Pero mucho después, la nueva etapa sandinista, con el régimen autoritario y personalista impuesto por Daniel Ortega, fue alejando a casi todos sus ex compañeros. Y con Ernesto Cardenal se ensañaron particularmente: juicios, persecuciones, difamación. Lo sufrió desde comienzos de los 90 y prácticamente hasta el final de su vida.

El autor de “Salmos”, “Oráculo sobre Managua” (1973), “Cántico cósmico” y el inmenso “Evangelio en Solentiname”, había nacido en Granada, Nicaragua, en 1925.

Allí transcurrió su infancia. Estudió con los jesuitas en el Colegio Centroamérica y, más tarde, Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Completó sus estudios en la Universidad de Columbia (EE.UU.) y desde 1949 viajó por Europa. En 1952 fundó una pequeña editorial de poesía (El hilo azul) y luego participó en un grupo armado que intentó atacar a Somoza (La Rebelión de Abril). Su vida dio un giro total en 1957: se hizo monje trapense e ingresó al Monsterio de Gethsemani en Kentucky EE.UU.

El sacerdote poeta de la guerrilla sandinista junto al comandante Fidel Castro, en 1978. | Foto Archivo FSLN Ernesto Cardenal fidel castro poeta y cardenal nicaragüense.

Allí Thomas Merton se convirtió en su maestro, consejero espiritual y amigo. “Nunca terminaré de agradecerle a Merton. Y él me aconsejó que volviera a Nicaragua y fundara la abadía de Solentiname”. También señaló que “Merton era un buscador apasionado, leía en varios idiomas y buscaba maestros espirituales de todo el mundo, desde el Dalai Lama hasta el monje budista zen Daiset Suzuki”. Cardenal siguió su camino.

Cardenal permaneció dos años en el Monasterio Benedictino de Cuernavaca, México, antes de retornar a su país. Durante la década del 60 fue activo promotor de la comunidad campesina del archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua. Allí también reafirmó su compromiso con los revolucionarios, que llegarían al poder en 1979. Designado ministro de Cultural sostuvo que “entendemos que la cultura es igual a la revo,lución y la nueva cultura, es el pueblo”.

Ese compromiso, o definiciones como “soy cristiano y marxista”, le valieron el enojo del Papa Juan Pablo II quien, luego de su visita a Managua (1983) lo suspendió como sacerdote. Después, aquel régimen sandinista derivó en otra cosa y Cardenal también lo padeció.

Con el papa Juan Pablo II (AP Photo/Barricada, File)

Desde principios de los 90, con el sandinismo fragmentado, Cardenal acusó: “Daniel Ortega asesinó al movimiento con sus ambiciones personales”. Prefiguraba las tendencias dictatoriales que se manifestarían años después.

Su obra nunca se detuvo. Y en 2007, disfrutó de jornadas de agasajos, homenajes y ediciones especiales de sus obras: un disco-libro, una antología (“Hidrógeno enamorada”) y la versión ilustrada de “El celular y otros poemas”. Ese mismo año había recibido el Premio Reina Sofía, de poesía iberoamericana, en el Palacio Real de Madrid.

La docente María Pérez López, de la Universidad de Salamanca, definió allí que “en la obra de Cardenal se halla no solo a un poeta, sino además al historiador, al antropólogo, al místico, al revolucionario, al científico, al que en conjunto, aspira a nombrar una verdad colectiva cuya raíz es el amor”. Cardenal le dedicó el premio “a los oprimidos y los pobres”.

Otro de los grandes referentes culturales de Nicaragua -y su compañero de revolución y de Gobierno- Sergio Ramírez señaló que “la naturaleza narrativa de la poesía de Cardenal, que la acerca a las fronteras de la prosa y no pocas veces las traspasa, es lo que se ha dado en llamar exteriorismo. Lo que hace es utilizar los elementos del mundo exterior, ese que creemos visible y palpable, para llevarlos hacia la intimidad y hacer que nos hablen al oído”.

Cardenal reconocía, admiraba y respetaba por igual a la ciencia y a la religión, y nunca sintió contradicciones. “Nunca se me plantearon dudas sobre mi fe cristiana. Esta me explica que la creación es un hecho de Dios. Y que Dios también hizo la evolución de la creación”.

En 2017 residía en una modesta casa del barrio de Los Robles, en Managua, Cardenal y denunciaba que “el mundo se debe enterar que soy un perseguido político”. Fue cuando un fallo de la Justicia, manipulada por Ortega, lo había condenado al pago de una multa de casi 800 mil dólares, por supuestos daños a una familia de ex integrantes de su comunidad en Solentiname.

Finalmente, la decisión judicial se congeló. Cuando el régimen de Ortega se radicalizó desde el 2018, Cardenal se colocó nuevamente al frente de las denuncias. “El mundo debe saber lo que pasa en Nicaragua. Daniel Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, son dueños absolutos de todo el país. Hemos tenido masacre, prisioneros, secuestros, torturas. Exigimos que cese inmediatamente esta represión”, denunció.

Cardenal visitó varias veces la Argentina, en inclusive en las últimas décadas. En 2004 participó en el Congreso de la Lengua en Rosario, y siete años después regresó para presentar un documental sobre su tarea religiosa, social y artística. En Cosquín asistió al Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, en el marco del festival folclórico. Allí sostuvo que “soy cristiano y marxista, no lo siento como una contradicción. Tampoco hay contradicción entre ser cristiano y demócrata. O contradicción entre cristianismo y medicina. No son la misma cosa, pero tampoco son incompatibles”.



sábado, 16 de abril de 2016

La noche que terminó la carrera de Sinéad O’Connor… @dealgunamanera...

La noche que terminó la carrera de Sinéad O’Connor…


El 16 de octubre del 92 se dio una de las silbatinas más feroces en la historia del rock. Sinéad O´Connor enfrentó uno de los escándalos más brutales tras enfrentar a la Iglesia.

© Publicado por http://www.guioteca.com miércoles 02/03/2016 de la Ciudad de Santiago de Chile, Chile.



Primero, zanjar una discusión inútil: Sinéad es una cantante de canciones pop, golpeada de pequeña, que conoció los reformatorios, se rapó la cabeza y señaló los abusos en las iglesias. Más rock que eso, ya sería Keith Richards. El rock no es un género musical (también hay uno que lleva ese nombre): es antes que nada, una actitud ante la vida.

Sinéad O´Connor era una muñeca, en sus años de juventud. Pero las apariencias engañan. La niña venía recargada de una infancia dura en las ciudades heavys de una Irlanda siempre al borde del estallido. No era precisamente una princesita. Tras unos iniciáticos años rodeados del éxito masivo, todo dio un vuelco en un programa de TV famoso de EE.UU.

El 3 de octubre de 1992, Sinéad se plantó ante las cámaras del Saturday Night Live. Los corazones americanos suspiraron con la idea de ver a la muñequita cantando como los dioses canciones sobre su corazón roto. Pero Sinéad tenía otra idea, aunque los dioses sí tenían algo que ver (al menos, sus representantes en La tierra, según ella).

Mientras cantaba a capella “War”, de Bob Marley, Sinéad modificó una frase y rompió una foto del Papa Juan Pablo II, arrojando los restos a cámara. No era un ataque a la persona del Papa, sino su modo de denunciar los repetitivos abusos sexuales en las iglesias. Las líneas de teléfono se saturaron de llamados enfurecidos. Pero allí no terminaría todo.


Apenas dos semanas después, un Madison Square Garden colmado festejaba un tributo a Bob Dylan. Sinéad estaba invitada y, cuando tocó su turno, salió a escena a cantar “I believe in you”. Una silbatina feroz cayó sobre ella. El progresista público neyorquino prefería seguir haciendo la vista gorda antes que aceptar los horrores avalados por la religión. Kris Kristofferson se acercó y le dijo “no permitas que los bastardos te depriman”. A la muchacha ni hacía falta decirle aquello. Sinéad cambió los planes y comenzó a cantar “War” con una furia encendida, casi escupiendo la letra a los dinosaurios espectadores. La noche terminó en desastre. La relación entre los americanos y O´Connor jamás pudo reponerse.

Con altibajos, la carrera de Sinéad tuvo idas y vueltas, sin recuperar el esplendor anterior a esa noche triste. Años después, las noticias de abusos sexuales en las iglesias recorrieron el planeta entero, recibiendo condena casi unánime en cada sitio remoto. Sólo resistieron un puñado de imbéciles. Tal vez alguno de ellos estuvo esa noche en el Madison.