Hasta luego Ramón "Wanchope" Ábila…
Llegó allá por enero del 2014. No era el mejor momento
del club, ni en lo deportivo ni en lo económico. Por eso, resultaba muy
llamativo que el club invirtiera 2.8 millones de pesos por la totalidad del
pase de Ramón Ábila. Todo hacía creer que era una movida del para entonces
director técnico Frank Darío Kudelka. Que era un jugador fetiche
suyo, como la mayoría de los DT tienen, y que quería hacer algún
"negociado" con el jugador al que había dirigido en Instituto.
© Escrito por Leandro Gonzáles el martes 24/05/2016 y publicado por http://www.quemerizados.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lo crudo de este preámbulo era lo que se murmuraba en la
mayoría de los rincones de la tribuna Bonavena. Mi memoria, pocas veces
traicionera, me trae un primer recuerdo de "Wanchope" ingresando en
un segundo tiempo y tropezándose con la pelota en su primera intervención.
Escasos quemeros, como mi padre, confiaban en que esto era sólo
producto de los nervios, y que nos iba a callar a todos en base a sus goles
(como recuerdo haberle dicho a él que soñaba que sucediera). Y así
sucedió. Porque ese 9, más gordo que Carlos Bianchi (tal como describió despectivamente
el en ese momento entrenador de Boca, tras el gol de Wancho en aquella recordada
noche en San Juan), pero guapo como Ringo, se ganó el cariño de todos los
hinchas de Huracán y el respeto de los rivales, a nivel nacional y continental.
Fueron 53 goles en poco más de 100 partidos. Un puesto en
el que hacía mucho que no brillaba un jugador. Quizás el último “destacado”
había sido Javier Cámpora (después de Gastón Casas en el 2000), pero solamente
por los números (fue goleador en el Clausura 2011, pese al descenso), ya que en
su segunda temporada, su llamativo desempeño y goles insólitos errados,
hicieron que se vaya del club sin pena ni gloria.
Otros centro-delanteros que
supieron tener el reconocimiento de la hinchada, casi siempre por actitud más
que por jerarquía, fueron Nicolás Hernández, Iván Gabrich, Leandro Caruso,
hasta incluso Karim Adippe recibió una recordada ovación por correr de una
punta de la cancha a la otra a un defensor, y robarle el balón. Porque si
hablamos de estadística, ninguno de los últimos 30 años, puede superar lo que
hizo Wanchope en sus 2 años y varios meses en el club. Ni Federico Nieto, el 9
de los “Angeles de Cappa” puede compararse, con sus escasos 5 goles en
ese memorable torneo, cuando Ramón marcó 11 en el actual certamen (de 16
fechas).
Además, se transformó en goleador histórico en
torneos internacionales, aunque quizás esta marca fue la más “fácil” de
superar, ya que con sus 14 goles en 22 partidos, superó ampliamente los 6
tantos que tenía, nada más y nada menos, que Miguel Ángel Brindisi. Y se ubica
en el puesto 14 de los goleadores históricos del club.
Pero no sólo son goles los que genera Wanchope. Supo
superar esa fama de “jugador gordo y que vivía en offside”, para convertirlo en
un estilo de juego propio y una contextura física que le permite bancarse los
90 minutos codo a codo con los dos centrales rivales. Ese esfuerzo fue
adquiriendo reconocimiento a medida que iban transcurriendo los partidos, allá
por el 2014, cuando el equipo aún mermaba en la B Nacional, y en donde
alternaba titularidad con el ya mencionado Caruso. A medida que se fueron
obteniendo los resultados (y los logros), su figura fue creciendo
desmesuradamente.
Porque su forma de declarar a la prensa, a veces sobradora,
la misma con la que se expresa dentro de la cancha con sus compañeros, como
también la forma en la que gritó varios de sus goles, señalando el piso con sus
dos manos, queriendo demostrar “que aquí está él”, lo convirtieron en un
personaje fetiche para la prensa. Y nunca dejó que se lo coma el
personaje, ya que cuando estuvo en el centro de atención siguió metiendo goles
(en instancias finales de la Sudamericana del año pasado, y en el torneo y en
la Libertadores del corriente –pese a sus 5 encuentros consecutivos sin convertir-).
La idolatría que despertó, se basó, no solo en sus goles,
sino también, aunque suene paradójico, con los que NO convirtió. Porque todos
recordamos la tijera contra Alianza Lima que picó y pegó en el travesaño, misma
parábola que contra San Lorenzo; o ese contraataque en el último minuto de la
semifinal en el Monumental, en el que la picó y nuevamente el transversal le
negó el grito sagrado. Porque no cualquiera se anima a resolver así, ante
semejante presión. Pero él mismo declaró, luego de haber errado el penal en la
final de la Copa Argentina contra Central, que la historia no la
escriben los cagones.
Es por todo esto, y por frases como “los superhéroes
están en las historietas, a mí me pagan para hacer goles” o “si el cielo no
tiene techo, por qué tendría que tenerlo yo”, que la figura de Wanchope no pasa
desapercibida (para bien o para mal). O también por declarar, apenas terminado
el partido eliminatorio contra Atlético Nacional, que los verdaderos culpables
eran los responsables de la CONMEBOL, pese a la calentura del momento contra el
referí.
Pasó mucho tiempo para que volvamos a tener un 9 así, y
ojalá que pronto venga uno igual o mejor que Ábila. Los Quemeros queremos eso.
Pero también queremos que le vaya bien, a donde sea que vaya a jugar (al
exterior). Se ganó el respeto y cada aplauso. Huracán le dio un nombre, él
devolvió con goles y con tres finales ganadas sobre cinco disputadas.
Un breve
homenaje a Ramón “Wanchope” Ábila. Ojalá que vuelvas pronto, la Quema es tu
casa.