Son
cada vez más las parejas que eligen dormir en cuartos separados…
Encuentro en el pasillo - Cintia y
Guillermo, casados hace 18 años. "A mi señora le molestaba que yo roncara
o que a veces la aplastaba. Encontré mi lugar y ella también."
Investigaciones
sobre trastornos del sueño en EE.UU. y Europa afirman que representan entre el
10 y el 25 por ciento. Algunos matrimonios se animan a tomar la determinación
porque no descansan lo suficiente al compartir el espacio del sueño. La
influencia de los ronquidos, los horarios disímiles y una nueva vuelta de
tuerca a la privacidad.
Susana
fue a visitar a su amiga Claudia en lo que iba a ser una cena de dos parejas
amigas. "Te quiero mostrar algo", le dijo Claudia a su invitada
mientras los maridos conversaban sobre fútbol. Fue el puntapié inicial para la
apertura de un mundo que Susana no conocía: Claudia la llevó a la amplia
habitación que se había armado en el entrepiso, sólo para ella, con cama
matrimonial, vestidor, televisión y todo lo que necesita para socializar su
privacidad únicamente cuando le dan ganas.
Cuando
Susana descubrió que una pareja puede ser feliz en una casa aunque duerma en
camas y cuartos separados, se vio tentada de copiar la idea, sobre todo al
recordar los terribles ronquidos de su esposo, que muchas noches le impiden
conciliar el sueño. Pero todavía no se anima a hacerle la propuesta oficial y,
en consecuencia, tampoco se atreve a autorizar a este diario a publicar su
apellido. "¡Qué maravilla esa habitación! Tiene ahí sus chocolates, sus
libros, y no permite que los chicos se metan. ¡Extraordinario!", reconoce
Susana.
La
psicoanalista y doctora en Psicología Mónica Cruppi, miembro de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA), asegura que las parejas que duermen separadas,
que siguen siendo minoría, "han logrado de ese modo tener una convivencia
más armónica". Entre las razones que Cruppi escucha en su consultorio, las
parejas que eligen no compartir cama lo hacen sobre todo porque padecen
trastornos del sueño, lo cual "baja las defensas psíquicas y las personas se vuelven más
frágiles". La profesional también advierte que "otras veces no se
trata del mal dormir sino de la decisión de tener un espacio personal, con
mayor independencia, y dormir juntos cuando lo desean. Es algo frecuente en
parejas que ya llevan muchos años de convivencia".
La
especialista aclara que esta decisión muchas veces está atada a una buena
situación económica de los cónyuges, ya que supone un espacio más amplio en el
hogar y la posibilidad de armar distintos ambientes a piacere. "El hábito
de dormir juntos aparece en los comienzos de la revolución industrial, cuando las
familias se trasladaron masivamente a las ciudades y había menos espacio. En la
Roma antigua, la cama era un lugar para el sexo", describe Cruppi, y se
interroga acerca de la presunta "modernidad" de esta nueva tendencia.
No se
trata de un asunto de jóvenes: la mayoría de las parejas que toman esta
decisión llevan muchos años juntas o transitan sus segundas nupcias, lo cual
evidencia que se trata de una opción basada en la experiencia. Está claro que
cada familia se ordena como quiere y como mejor le resulta, y que a algunos
esta decisión les resolverá el sueño mientras que a otros los ayudará a tapar
una crisis matrimonial. Dormir en habitaciones separadas tiene pros y contras:
hay independencia, privacidad, mejor descanso y quizás hasta aumento del deseo
sexual, pero también hay menos conexión, disminuye el tiempo compartido en
pareja y, según algunos estudios psicológicos, no se satisfacen necesidades
emocionales primarias. Para el psiquiatra y especialista en terapia de pareja
José Andrés, la práctica se está acentuando en ese rango etario: "Basado
en la observación clínica del consultorio, diría que es una tendencia en
aumento y se da, mayormente, en matrimonios de muchos años."
Dice la
psicoanalista Rosalía Beatriz Álvarez, especialista en familia y pareja:
"Hay culturas más sajonas, menos latinas, en las que tener camas separadas
es lo más normal. Por otro lado, también hay cosas que tienen que ver con la
edad. Es bastante común que una pareja con muchos años de convivencia, ante un
alejamiento de la intimidad sexual o ante la incomodidad física, decida dormir
en habitaciones separadas. Es absolutamente razonable."
En su
último libro, Las anécdotas del Dr. Estivill, el neurólogo español Eduard
Estivill, especialista en Medicina del Sueño, sostiene que "las parejas
funcionarían mejor si durmiesen en camas separadas". Explicó al diario
ABC: "El dormir mal es un síntoma de algo. Hay más de 40 causas que pueden
provocar un mal dormir, pero la más importante es sin duda la causada por el tipo
de vida que llevamos hoy". Para Estivill, es necesaria la comodidad a la
hora de un buen dormir, y eso se obtiene "en función del peso y de la
talla; por lo tanto, no existe el colchón ideal, lo que existe es la superficie
adecuada para cada persona; una mujer puede necesitar un colchón más blando o
menos blando y la pareja, al contrario."
Michelle
tiene 28 años y es directora de teatro. Lleva tres de convivencia y apenas un
mes y días de casada. Todavía no se atreve a hacerle la propuesta a su marido y
asegura que la economía familiar tampoco permitiría en lo inmediato sumar una
habitación extra al hogar. Igual defiende la idea: "No soy una persona muy
cariñosa, y cuando tengo sueño, me gusta dormirme. O sea, no duermo abrazada a
mi marido. A lo sumo, dejo un piecito en contacto y después cada uno se duerme
para su lado. Como él es médico y no siempre tenemos los mismos horarios, noto
que estoy comodísima cuando duermo sola. Está bueno dormir juntos cuando
queremos y si no, separados. Está bueno tener esa libertad". No se lo
propuso, además, porque cree que él no estaría dispuesto y porque ella tiene
sus dudas: "Por ahí lo pruebo y no me gusta", advierte.
Se trata
de una tendencia en crecimiento, sobre todo en Europa y Estados Unidos. La
Asociación Nacional de Constructores de Casas estadounidense calcula que, este
año, el 60% de las viviendas hechas por encargo tendrán dos dormitorios
principales. También en ese país, un año atrás se conoció un estudio de la
Fundación Nacional para el Sueño, que indicaba que el 25% de las parejas duerme
en camas separadas.
Algo
parecido sucede en Gran Bretaña, donde al menos una de cada diez parejas elige
vivir en la misma casa pero dormir en habitaciones diferentes.
Según el
neurocientífico británico Neil Stanley, especialista en trastornos del sueño,
las parejas que comparten cama tienen un 50% más de posibilidades de padecer
interrupciones que las que duermen en habitaciones distintas. Incluso sostiene
que "compartir cama con alguien que hace ruido y con quien tenés que
pelear para mantener tu pedazo de acolchado no tiene sentido".
Lo mismo
concluyó, tras un estudio sostenido, Robert Meadows, sociólogo de la
Universidad de Surrey, quien dijo que, cuando uno de los miembros de una pareja
se mueve al dormir, hay un 50% más de probabilidades de que el otro se vea
afectado por trastornos en el sueño. "Aunque las personas actualmente
creen que duermen mejor cuando están en pareja, las evidencias de muestran
claramente lo contrario", declaró, contundente.
Son sólo
algunos ejemplos de los cientos de estudios que, desde hace años, muestran que
el sueño de un miembro de la pareja afecta al otro. El asunto –y ahí entra el
debate particular de cada caso– es si verse afectado por los inconvenientes del
otro miembro de la pareja es algo negativo o es parte de vivir de a dos. «
Las
ventajas de una elección
Independencia: Una de las
ventajas de dormir en camas separadas es que hay mayor independencia en
las actividades: uno puede leer o mirar televisión sin que el otro se moleste
por la luz.
Deseo: Otra ventaja puede ser el mayor deseo sexual,
aunque a muchas parejas la presencia de ambos en la cama les resulta más
estimulante que la distancia.
Ronquidos: Ante un miembro de la pareja con ronquidos o
problemas de sueño que lo hacen moverse toda la noche, diferentes habitaciones
puede resultar una solución.
Experiencia: Es una decisión más frecuente en matrimonios de
muchos años.
Bolsillo: La condición económica es una variable clave
porque no hay tantas probabilidades de tener otra habitación ambientada cuando
el bolsillo no ayuda.
Horarios: Es una buena solución para las parejas que tienen
horarios muy distintos.
Elegir: Tener habitaciones separadas no implica dormir
siempre en camas distintas, sino compartir la noche sólo cuando se desea y
puede alimentar la diversión en la pareja.
"Se
lo recomendamos a todos"
Hace 18
años que Guillermo Pauletig se casó con Cintia Classen. Hoy tienen dos hijos:
uno de 15 y una nena de dos años y medio. Antes de que naciera la beba,
decidieron dormir en camas separadas, y hoy militan esa decisión ante todos en
cualquier asado masivo. "Yo me había operado del estómago y, como no me
podía mover mucho en la cama, me fui a una pieza que tenemos arriba, para no
molestar. A los dos días me di cuenta de que estaba bueno, porque el hombre y
la mujer suelen opinar distinto: a mí me gusta usar el aire acondicionado y mi
mujer es friolenta; a mí me gusta ver la tele y a ella leer; yo me levanto
temprano y ella no tanto...", argumenta Pauletig, de 39 años, con un
entusiasmo que contagia. "A mi señora le molestaba que yo roncara o que a
veces la aplastara. Encontré mi lugar y ella también, entonces nos propusimos
probar y nos gustó.
Cada uno
tiene su lugar y estamos espectacular", celebra. "A la hora de tener
relaciones, cuando dormís en habitaciones separadas, lo hacés más espaciado,
pero con más ganas. Cuando te acostás a dormir con tu señora y estás cucharita,
decís 'Ya que estamos, lo hago'. En cambio, ahora lo programamos mejor",
agrega. Otra cosa que Guillermo cuenta como beneficio es que, al tener cada uno
su espacio, para el primer saludo matinal tiene tiempo para arreglarse y
encontrarse con su esposa "cambiado y perfumado". Dice que se
encuentran en la cocina, que charlan más que antes, y resume: "A la noche,
tenés una hora de privacidad total. Se lo recomendamos a todo el mundo."
También
entre los famosos
Son
muchos los famosos que optaron por convivir con sus parejas pero dormir en
habitaciones distintas. “Vivieron juntos pero en camas separadas”, reveló
Fanny, la empleada del gran escritor Jorge Luis Borges en referencia a su
relación con María Kodama. Los mismos pasos siguieron los actores Angelina
Jolie y Brad Pitt y la cantante brasileña Rita Lee, que lleva 30 años de
matrimonio con su productor musical, Roberto Carvalho.
Cuando
estaba de novia con el vicepresidente Amado Boudou, la periodista Agustina Kämpfer
contó que dormían separados porque ella no soportaba los ronquidos. El
conductor televisivo Leo Montero defendió la decisión que hace años tomó con su
pareja: “Es nuestro momento de descanso, el resto del día somos re cariñosos.”
Uno de los motivos que esgrime es que su mujer es friolenta y duerme con
frazada, y él prefiere estar sin ropa y no taparse. Le explicó a Para Ti:
“Convivo con la futura madre de mis hijos y la amo, pero los dos optamos por
tener su tiendita propia. Yo hago deporte, trabajo mucho, y si duermo con ella
dormimos pésimo. Corroboramos la idea cuando nos vamos de vacaciones y entonces
sí, en los hoteles compartimos la cama”. Fantino es otro.
© Escrito por Florencia Halfon-Laksman el viernes
06/03/2015 y publicado por el Diario Tiempo Argentino de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
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