Estudio local de Alto grado de satisfacción en los pacientes. Implantes penianos, una opción segura para la disfunción eréctil. En el país se colocan alrededor de 70 por año, con bajas tasas de efectos adversos.
La aparición del Viagra señaló un antes y un después en el tratamiento de la disfunción eréctil, que hasta ese entonces era conocida con el incómodo y vergonzoso nombre de impotencia. El cambio de términos no fue un tema menor: ya no se trataba de una afrenta a la masculinidad, sino sencillamente de un problema de salud y, además de todo, ¡tenía tratamiento!Pero si en un primer momento la pastillita azul parecía ser la panacea de todos aquellos que consultaban por problemas de erección, con el tiempo se vio que no todo se solucionaba con Viagra (ni con las otras pastillas que aparecieron después). Afortunadamente, había y hay otras opciones terapéuticas.
Cuando en 1998 el Viagra salió al mercado, ya se contaba con más de dos décadas de experiencia en el uso de implantes penianos que, gracias a los avances técnicos experimentados desde entonces, hoy son una opción eficaz y segura para aquellos pacientes que no responden a los tratamientos médicos.
"Los implantes penianos están indicados, principalmente, para los casos de disfunción eréctil de causa orgánica que no responden a los tratamientos médicos, como los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 [familia de drogas que incluye al Viagra], con terapia hormonal de reemplazo o sin ella, las inyecciones de drogas intracavernosas o los dispositivos de vacío", dijo a LA NACION el doctor Adolfo Casabé, del sector Disfunciones Sexuales de la División Urología del hospital Durand.
Aunque los hay con distintos mecanismos, los implantes penianos constan esencialmente de dos cilindros que se colocan -cirugía mediante- dentro de los cuerpos cavernosos del pene (ver ilustración) para dotar de rigidez al miembro y posibilitar la penetración durante el coito.
"El implante devuelve la capacidad funcional de la penetración, y nada más", afirma el doctor Amado Bechara, jefe del citado sector de disfunciones sexuales.
La aclaración de la verdadera utilidad de los implantes apunta a dar respuesta a las numerosas fantasías que en el inconsciente colectivo suscitan estos implantes. "A veces, los pacientes tienen la expectativa de que con el implante van a tener un pene más grande, pero no es así -aclara Bechara-. Tampoco resuelve otros problemas sexuales, como la eyaculación precoz, ni tampoco es algo estético, sino sólo funcional", agrega Casabé.
Satisfacción y autoestima.
Bechara y Casabé, y sus colegas los doctores W. De Bonis, P. Hurcade y H. Rey, acaban de recibir el Premio Pagano que cada dos años otorga la Sociedad Argentina de Urología al mejor trabajo en cirugía urológica, por el estudio que compila los resultados del seguimiento de 191 pacientes implantados desde 1990. Ese estudio brinda un panorama de qué pueden esperar los aproximadamente 70 argentinos que cada año reciben un implante peniano.
"Todas las variables analizadas mejoraron -resume el trabajo que incluye una encuesta de satisfacción-: la calidad de la rigidez (98,1%), la satisfacción de la actividad sexual (72,5%), la autoestima (84,3%), la calidad de vida (70%) y la relación de pareja (59,6%). De hecho, el 95,1% de los pacientes cubrió las expectativas que tenía en relación con la calidad de la rigidez y capacidad de penetración luego del implante."
El estudio también evaluó los riesgos a corto, mediano y largo plazo del implante: "La tasa de infección fue del 6,3% y la falla mecánica fue del 1,6%". La infección es, como en muchas cirugías, el principal riesgo que se asocia con el implante.
"No se trata de un riesgo mayor, ya que las infecciones cuando ocurren suelen limitarse al sitio del implante, pero hacen necesario sacar la prótesis y volver a colocar una nueva; a veces, inmediatamente, y otras, tres meses más tarde", explica Casabé que, junto con Bechara, dirige el Instituto Médico Especializado (IME).
En cuanto a las fallas mecánicas, éstas alcanzan a los mecanismos que dotan de rigidez a la prótesis y sólo se presentan en las de tipo hidráulico (que representan el 25% de los implantes), y no en las prótesis maleables (ver ilustración). Cuando la prótesis falla en su mecanismo, la solución sólo se alcanza cambiándola por una nueva.
Cuestión de costos.
"El mensaje que debe llegar a la gente es que hoy quien quiera tener una vida sexual completa puede tenerla, ya que es muy raro que un paciente con disfunción eréctil no encuentre respuesta ni con pastillas, ni con hormonas, ni con inyecciones ni con implantes", dice Casabé.
En todo caso, el obstáculo -como en otras áreas de la medicina- es el costo que representa el acceder a un implante. Sólo la prótesis puede valer entre 1200 y 9000 dólares, según el modelo, precio que debe ser absorbido en su totalidad por el paciente, ya que no es cubierto ni por prepagas ni por obras sociales.
Pero los costos quirúrgicos, si el implante se realiza en un hospital público, como por ejemplo el Durand, son absorbidos por el sistema de salud.
El impacto en la vida sexual.
© Escrito por Sebatían A. Ríos y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Lunes 29 de marzo de 2010
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