de recibir uno de las más grandes distinciones de la leguna española.
"La poesía está de pie contra la muerte"
Juan Gelman fue galardonado con el premio más importante para las letras en lengua española en la Universidad de Alcalá de Henares, cuna del autor del Quijote, informó la agencia EFE. Es el cuarto argentino que recibe el Cervantes, después de Ernesto Sábato (1979), Jorge Luis Borges -compartido con el español Gerardo Diego- (1984) y Adolfo Bioy Casares (1990).
Con un discurso que hizo algunas referencias a la obra del clásico autor ibérico, el poeta que cumplirá 78 años el 3 de mayo destacó que “se premia a la poesía, una doncella tierna y de poca edad (...) que puede pintar en la mitad del día la noche”.
En su elogio a la poesía recordó cómo le proporcionó "manantiales de consuelo" en la época del exilio, cuando recibía las noticias de amigos desaparecidos. El poeta sufrió como pocos la crueldad de la dictadura, que secuestró e hizo desaparecer a su hijo y su nuera. Hace siete años logró encontrar a su nieta en Uruguay.
Gelman afirmó que esas heridas “aún no están cerradas” en la Argentina y que “laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego”.
El autor de “Violín y otras cuestiones” opinó: “es algo admirable en estos tiempos mezquinos, de penuria, un mundo en que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables”, se premie a la poesía, que “hoy está de pie contra la muerte”.
© Publicado en el Diario Crítica Digital de Buenos Aires, el 23 de Abril de 2008
Ahí está la poesía: de pie contra la muerte", proclamó el poeta argentino Juan Gelman, al recibir de manos del Rey de España el Premio Cervantes 2007, la máxima distinción literaria en lengua castellana, en el imponente marco del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
En su vibrante discurso Gelman evocó la tragedia de los desaparecidos y las víctimas de la dictadura militar argentina, uno de cuyos exponentes es su nieta Macarena, presente en el acto. Los padres de Macarena, Marcelo Gelman, hijo de Juan, y María Claudia García, fueron secuestrados y asesinados. Ella era una bebé y le fue arrebatada a su madre en cautiverio y entregada luego a una familia en adopción.
Gelman luchó durante años hasta que en 2000 logró recuperar a su nieta, a la que ayer abrazaron y besaron los Reyes de España y el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. También estaban los otros tres nietos del poeta, que lo acompañaron junto a la esposa de Gelman, Mara Lamadrid, quien estuvo a su lado en esa búsqueda que terminó en el reencuentro con el ser querido.
La ceremonia estuvo marcaa por el dolor, el recuerdo de las víctimas, la reivindicación de los derechos humanos y la alegría de que una personalidad tan querida como Juan Gelman recibiera la distinción por una de las mayores obras de poesía escrita en español en las últimas décadas.
El poeta argentino, según testimoniaron académicos y periodistas veteranos del Cervantes, recibió dos de las más prolongadas ovaciones que se recuerdan en la entrega del Premio: cuando el Rey le entregó la distinción y al finalizar su discurso.
Para sus allegados y amigos era singular ver a Juan rigurosamente ataviado de gala como manda el protocolo. Pero sus palabras nos recordaron al Gelman de siempre, profundamente comprometido con los seres humanos y un luchador contra los abusos del poder.
En tres de sus primeras afirmaciones, el poeta aludió a "un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza. Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte".
También recordó que su antecesor en el Premio Cervantes es el gran poeta español Antonio Gamoneda, que estaba presente en el acto. "Se premia a la poesía entonces, que es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa como para Don Quijote."
Gelman evocó su exilio "al que me condenó la dictadura militar argentina" y la compañía que le brindaron Santa Teresa de Avila y San Juan de la Cruz. "Yo moría muchas veces y más con cada noticia de un amigo o compañero asesinado o desaparecido que agrandaba la pérdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas y cabe señalar que la palabra 'desaparecido' es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abría entonces manantiales de consuelo."
Tras realizar un análisis minucioso de la obra de Cervantes, el autor de Violín y otras cuestiones recordó sus vínculos con la España actual: "He celebrado hace dos años, con ocasión de la entrega del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, mi llegada a una España que no acepta las aventuras bélicas (aludía a la guerra en Irak) y que rompe clausuras sociales que hieren la intimidad de las personas. Hoy celebro nuevamente a una España empeñada en rescatar su memoria histórica, único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro. Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido es imposible. Bien lo sabemos en nuestro Cono Sur."
Al recordar la acometida de las fuerzas progresistas españolas por recuperar su pasado más trágico celebró "nuevamente a una España empeñada en rescatar su memoria histórica, único camino para construir una conciencia cívica sólida que abra las puertas al futuro".
Juan Gelman explicó, a continuación, que "hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compañero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes los mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces".
El poeta enjuició a "quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es presente y así como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular".
© Publicado en el Diario Clarín de Buenos Aires, el 24 de Abril de 2008