Trato
hecho…
Juan
Pelotari y el Grosso Cial se conocieron hace más de un lustro caminando por
Luna hacia el Palacio. Se reconocieron a un cordón de distancia entre el
empedrado y la vereda. Un cordón que no separa, sino que junta nuestro lugar
con el enfrente. Y no hay quien enfrente la realidad exitosamente si no
contempla otras opciones a las ya conocidas. Y se pierden en dos colas
distintas para entrar a ver al Globo: la de socios y la de simpatizantes.
Son
millares de gargantas las que nombran HURACÁN,
cuando ese gol faltando un minuto para terminar en 1o tiempo, nos funde en el
abrazo con el otro. Y con otros, otras y otritos que aspiran al pitazo salvador
para gozar de un entretiempo tranquilos porque vamos arriba en el clásico. Y
esa incómoda manera de sentarse que generan las multitudes los vuelve a juntar
a Juan y al Grosso. El intercambio de opiniones es desordenado y generoso,
altisonante y risueño; no solo para ellos sino también para los compañeros de
escalones. Así
es la Bonavena.
Una
tribuna política y tribunera. Donde siempre se forman dos bandos: uno,
eternamente mayoritario que quiere dar la vuelta. Otra vuelta pero en 1era. El
otro, menos nutrido pero por eso no menos tenaz, que asegura que el campeonato
del Globo es alcanzar 25 o 30.000 socios. Y no hay acuerdo, sobre todo con el
reinicio y ese rebote tan fortuito para ellos, los de enfrente, que sin
merecerlo llegan al empate.
Juan Pelotari entonces, sintiéndose con más autoridad que nadie, grita a los cuatro vientos aquello de “hay que poner más, hay que poner a los pibes del Club”. Pobre Juan, en su indignación no hace otra cosa que dejarle picando la pelota al Grosso Cial, que sin aprovecharse de la situación le dice: “Dale cantemos más fuerte que a estos se lo damos vuelta “ y así agarrados gritan junto a estas 30.000 personas que de ser socios, lo que darían vuelta seria la historia.
Juan Pelotari entonces, sintiéndose con más autoridad que nadie, grita a los cuatro vientos aquello de “hay que poner más, hay que poner a los pibes del Club”. Pobre Juan, en su indignación no hace otra cosa que dejarle picando la pelota al Grosso Cial, que sin aprovecharse de la situación le dice: “Dale cantemos más fuerte que a estos se lo damos vuelta “ y así agarrados gritan junto a estas 30.000 personas que de ser socios, lo que darían vuelta seria la historia.
¿Y
ese chiquilín desgarbado? ¿Es el mismo que le brillaban los ojos mirando la
tienda de la sede social cuando salía de taekwondo y alguien convenció de
probarse al baby en la canchita de Urquiza? Esta imparable… y olé,olé,olé …que
le pasa hoy a este chico? Parece que está en los genes, es bisnieto de
Quemeros, acotan desde el paravalanchas de arriba. Ahí abajo ese golazo, que
mañana es la tapa de los diarios, nació de la pared que empezamos a construir
en la Quemita, asegura el Grosso. Y el carnaval de abrazos rojos y blancos es
interminable. Tan así, que no termina ni desandando Luna hasta la pizza y la
cerveza por Caseros. Donde se comprueba que la esperanza nunca se pierde. Menos
aún el Verde Esperanza. El Grosso Cial le dice entonces a Juan Pelotari antes
de pedir la cuenta, si se dio cuenta. ¿De qué? – respondió Juan. De la cantidad
de gente que espera a la gente que sale da la cancha. Esos también son hinchas.
¿Te imaginas si los del Centenario, los del Ojotazo al Obelisco, y tus amigos
que salen de la cancha de ver el partido, se hicieran socios? Seríamos
imbatibles en
el Ducó.
Una herradura repleta de asociados. La Miravé, la Popular y la Alcorta, las tres juntas alentando al equipo y a la vez ayudando al Club, argumenta el Grosso Cial. ¿Cómo hacemos? replica Juan. Escuchando a todos, sumando mucho y peleándonos poco, la fórmula perfecta para reconstruir la identidad, explica didácticamente el Grosso.
Juan
embriagado por el triunfo y algún brindis de más, le pide que sea más claro.
Dice entonces el Grosso: Nos miramos a la cara y estrechamos las manos, luego
nos sentamos en CIRCULO, les ponemos un poco MAX de onda y para demostrar que
GRANDE SE NACE, gritamos bien fuerte DALE GLOBO y nos vamos PUHM para arriba a
bordo del globo de JORGE NEWBERY en busca de la estrella número 13. Hay que
aprovechar la energía que produce la unión y proponer un trato. El buen trato.
En el que pueda confiar el Pueblo Quemero. Ese que establece que el socio es
mucho más hincha de HURACAN que el simpatizante. ¿Por qué? Porque nunca abandona
y así sostiene la identidad de su gran amor… ¿Me entendés Juan? ¡Claro Grosso!,
¡TRATO HECHO! ¡¡¡El lunes paso por la sede!!!
Se
van juntos del boliche al son del “SOY QUEMERO” imaginando el hijo de quién
tendrá el CARNET 30.001. QUE NO ES POCO.
3.000.000 DE LATIDOS... 300.000 VOCES... 30.000
SOCIOS
HACÉ UN TRATO URGENTE CON TU IDENTIDAD
QUEMERA