Malvinas, una causa pendiente…
Hay voces que dicen que la
recuperación integral o parcial de derechos sobre las islas, o sobre la
participación en la renta de alguno de los recursos naturales (petróleo, gas,
pesca) no tiene mucho sentido porque la política que sobre ellos se mantiene
desde 1991 es resultado de la extranjerización de su mar y subsuelo; y como
dice un Presidente de América del Sur, antes de nacionalizar los hidrocarburos
debemos nacionalizar el Estado.
Creo fervientemente que la
recuperación de las Malvinas debe ser una causa latinoamericana. Entiendo que
una política coherente de Argentina respecto de Malvinas debe tener en cuenta:
1) La denuncia de los tratados de
Madrid, por ir contra los intereses argentinos.
2) La aplicación de la ley 26659,
propuesta del diputado nacional Fernando “Pino” Solanas y aprobada por
unanimidad en ambas cámaras, por la cuál nuestro país no debe permitir operar
en suelo argentino a las firmas que directo e indirectamente activen el petróleo
de las Malvinas
3) Promover en los foros
latinoamericanos el rechazo de barcos y aviones que con cualquier bandera real
o encubierta, presten servicios a los intereses petroleros de los grupos extra
latinoamericanos.
La utilización retórica de
Malvinas por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no logra
ocultar las graves deficiencias y contradicciones de la política respecto del
Atlántico Sur. Debajo del repiqueteo verbal oficialista hay una “antipolítica”.
El gobierno comete serios errores: fomenta la relación con capitales que
financian la actividad exploración – explotación ilegal de hidrocarburos en
Malvinas, y que a su vez intervienen en la explotación mega minera,
contaminante y depredadora. Desprotege el mar argentino, reduciendo
drásticamente su patrullaje, según lo estipulado para el presupuesto 2012; y
autoriza el ingreso de los buques registrados en el RU (Reino Unido) para
operar con tratados por empresas radicadas en el país (Repsol YPF, Pan American
Energy y Petrobras), y explotar en aguas nacionales.
Sin una modificación de la matriz
de los acuerdos de Madrid, cuyo origen obedeció al contexto del capitalismo
globalizado en versión neoliberal a la que se adhirió el menemismo, no hay
recuperación de esa causa pendiente que son las Islas Malvinas. Hoy el gobierno
parece compartir el mismo norte que el menemato en los noventa: la preservación
de los negocios por encima de la soberanía.
Estoy convencido que la cuestión
Malvinas debe ser asumida como un verdadero conflicto integrado por aspectos
políticos, diplomáticos, económicos, defensivos y ambientales que precisa una
estrategia múltiple, innovadora e inteligente. Sólo con la firmeza de una
política emancipadora, y colocando el interés nacional por delante de los
negociados, podremos ir allanando el difícil y accidentado camino para
recuperar lo que por derecho e historia nos pertenece.