El marinero romántico del Siglo XX cumplió 125 años...
Corto Maltés. El personaje le valió la fama a su autor, el
italiano Hugo Pratt. Umberto Eco dijo que era “el Salgari” de su época, pero
mejor.
Corto Maltés nació el 10 de julio de 1887 en La Valeta
(Malta), hace 125 años. Así lo quiso la fértil imaginación de su creador, el
dibujante y guionista italiano Hugo Pratt (1927-1995), quien convirtió a ese
marinero romántico de silueta estilizada en un ícono del siglo XX. A través de
este Ulises moderno, Pratt revolucionó el mundo de la historieta y supo abrirla
a un público nuevo, en especial tras la publicación de La balada del mar salado
(1967), donde Corto Maltés apareció por primera vez. Mucho antes de que el
término “novela gráfica” se pusiera de moda, el intelectual argentino Oscar
Masota calificó la obra de Hugo Pratt de “literatura dibujada”.
Con la misma capacidad que demostró Corto Maltés para surcar
mares y recorrer continentes, Pratt fue capaz también de cruzar las fronteras
que a menudo separan las distintas concepciones del arte y de la literatura.
Por eso no sorprende que Woody Allen cite a Corto Maltés en Hannah y sus
hermanas (1986) ni que una novela de Susana Fortes lo evoque con gran
delicadeza desde su mismo título ( Querido Corto Maltés , 1994). Incluso Dior
lo usó como reclamo para una campaña publicitaria y Adolfo Domínguez para una
colección de camisetas.
Tras la muerte de Pratt, el novelista y semiólogo Umberto
Eco lo definió como el Salgari del siglo XX, aunque “contrariamente a Salgari,
Hugo Pratt escribía bien”. Y no sólo escribía bien. Pratt demostró dominar la
gramática de la historieta gracias, sobre todo, a la atenta lectura de la obra
de Milton Caniff. Y fue también un gran dibujante. Su faceta como acuarelista
se reconoció en una gran retrospectiva en la Pinacoteca de París, en 2011, y
cuando sus dibujos se expusieron en el salón del cómic de Saint-Malo, a la cita
acudieron, entre otros, Amin Maalouf (escritor libanés) y Claudio Magris
(italiano), ilustres viajeros de nuestro siglo.
Corto Maltés es hijo de una hermosa gitana de Sevilla y de
un marinero británico enrolado en la Royal Navy. Como su padre, Corto es
flemático; como su madre, está interesado por la magia. Quienes se cruzan con
él aseguran que su mirada parece querer leer el pensamiento de los demás. Corto
es justo pero también cínico; se guía por su moral aunque, lejos de cualquier
idealismo, advierte que “lo que puede ser justo para tí, puede no serlo para
mí”.
En la vida de Hugo Pratt los viajes también juegan un papel
esencial. Pratt nació en Rímini, aunque siempre se consideró veneciano “de
corazón”. A los ocho años se instaló en Etiopía en compañía de su padre, que
era funcionario colonial. Estuvo allí seis años y su forma de entender el mundo
cambió. Aprendió a hablar el abisinio y el suajili, y de la amistad que trabó
con un joven etíope nacería luego el personaje Cush de Las etiópicas . Cush es
la encarnación del África que adora Pratt, a las antípodas del sueño colonial
de su padre. “Me di cuenta que los países colonizados me gustaban mucho más que
aquellos que los habían conquistado”, explicaría años más tarde a Claude
Moliterni.
Hombre de una vasta cultura (a su muerte dejó una biblioteca
de 20.000 libros), Pratt hizo aflorar esas referencias en su obra como homenaje
a todo lo que había estimulado su imaginario. En las páginas de Corto Maltés,
las referencias a la Torá y al Talmud se mezclan con citas de Rimbaud, con las
lecturas de Tomás Moro y con la presencia de personajes reales como Gabriele
D’Annunzio, Hermann Hesse, Tamara de Lempicka o Jack London.
“Lo que yo dibujo se parece a una escritura. Es una
escritura”, explicaba Pratt a Eddy Devolder. “Para llegar ahí, he tenido que
leer una cantidad enorme de libros, registrar miles de datos, a menudo de forma
inconsciente, para darme cuenta hoy que toda esa labor es una obra de memoria”.
Por eso señalaba que las gaviotas que dibuja no son simples gaviotas: “Detrás
de esos trazos está la poesía de Coleridge, de Baudelaire”.
Corto Maltés desapareció durante la Guerra Civil española;
así lo quiso Pratt pues consideraba que este conflicto fue la última guerra
romántica. Hugo Pratt jamás dibujó ese final pero en Bajo el signo de
Capricornio el mismo Corto nos da una pista: “Una gitana me predijo que cuando
yo muera, morirán conmigo todos los que estén a mi alrededor”. El mundo que
nació tras esa guerra ya no era un mundo para Corto.
© Escrito por Jordi Canyinsá y publicado por el Diario
Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 13 de Julio de 2012.