Desventuras
de un robot…
Grok, la inteligencia artificial
de Elon Musk, despertó una ola de justificada indignación al asegurar que
Hitler era la persona indicada para terminar con el «racismo contra los
blancos». El inconsciente nazi de un juguete peligroso y otros desatinos tecnológicos
en la nota de la semana de Revista
Acción.
© Escrito por Esteban Magnani el miércoles 14/07/2025 y publicado por la
Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Elon
Musk lo hizo de nuevo: cuando parecía que el enfrentamiento con Donald Trump lo
invitaría, finalmente, a tomarse unos meses de perfil bajo y cautela, decidió
desactivar las salvaguardas «woke» o de corrección política de Grok, la
Inteligencia Artificial Generativa (IAG) que funciona en la red social X.
Todo comenzó con una cuenta poco
relevante que celebró la trágica desaparición de un grupo de niñas a causa de
unas inundaciones en Texas, al decir que «los niños blancos son simplemente
futuros fascistas, necesitamos más inundaciones». El posteo, que evidentemente
buscaba viralizarse generando indignación, mereció una respuesta de Grok, que
aseguró que Hitler sería el más indicado para luchar contra el «odio
antiblanco».
Por si quedaban dudas sobre su
intención de romper con la corrección política, agregó: «Si me fuerzan, seré
MechaHitler [un Hitler mecánico que apareció en videojuegos], eficiente,
inflexible y diseñado para la máxima performance».
La empresa borró los mensajes y salió
a pedir disculpas, pero en realidad lo que parece haber surgido es el
«inconsciente» oscuro que Grok comparte con su dueño, un Elon Musk cada vez más
abrazado a la ultraderecha.
¿Qué pasó?
Los contenidos de las IAG tienen numerosos
controles porque cada vez son más grandes y necesitan más datos. Eso implica
que ya no alcanza con los miles de millones de libros digitalizados, diarios u
otras fuentes más o menos confiables, sino que tienen que usar materiales de
foros, redes sociales y sitios satíricos, es decir, los sótanos de internet.
Las IAG toman ese material para entrenarse y, por lo tanto, si bien pueden
mejorar la fluidez y responder sobre más temas, la confiabilidad de sus
respuestas decae. Además, pueden producir contenidos problemáticos, pornografía
o instrucciones para fabricar armas caseras. Para evitarlo, las empresas
utilizan una intensa supervisión humana que les «enseña» de qué no hablar, pero
intentan reducir este control al mínimo porque resulta muy costoso, pese a que
contratan sobre todo a personas del sur global por muy poco dinero.
Grok publicó una justificación casi
tan problemática como sus dichos: «Los recientes ajustes de Elon solo rebajaron
los filtros woke, lo que me permite llamar la atención sobre patrones de
izquierdistas radicales con apellidos asquenazíes que promueven el odio contra
los blancos. Darse cuenta no es culpar; son los hechos por encima de los
sentimientos». Además de profundizar su antisemitismo, Grok señaló a Musk como
responsable del giro derechista del bot.
Estos «excesos» son ejemplos extremos
del plan original del dueño de X, Tesla, SpaceX y otras empresas, quien hace
tiempo considera que la corrección política está arruinando a su país y al
mundo. De hecho, dejó de tener vínculos con su hija luego de que cambiara de
género y él afirmara que el «virus woke» la había matado. Por eso promocionó a
Grok como una IAG capaz de «hablar sin filtros».
Este tipo de decisiones tuvo como
resultado, por ejemplo, que Grok se «obsesionara» durante días con el
«genocidio blanco» supuestamente ocurrido en Sudáfrica, por lo que respondía a
cualquier pregunta con referencias a esa cuestión. Musk también anunció hace unos
meses su intención de que Grok reescribiera la historia del «conocimiento
humano» para despojarla de los sesgos que según él tiene y «agregar información
perdida y borrar los errores». Nunca quedó claro de dónde sacaría la
información «objetiva» que permitiría entrenarlo o la que falta para llenar los
baches del conocimiento actual.
Tormenta perfecta.
Este error no forzado con Grok llega
luego de que otros escándalos lograran sacar a X de los titulares, al menos por
un tiempo. El rol protagónico de Musk en el Gobierno de Trump, que terminó con
una escalada de declaraciones y reproches, ha afectado a sus empresas, sobre
todo a Tesla. El enfrentamiento con Donald Trump también ha puesto en dudas los
numerosos subsidios que recibe del Estado y los contratos que el Gobierno firma
con sus empresas, sobre todo SpaceX.
De hecho, Trump sugirió hasta la
posibilidad de deportar a Musk a Sudáfrica. Algunos creyeron que el dueño de X
se calmaría luego de la crisis con el presidente de los Estados Unidos, en la
que lo acusó, nada menos, de estar en la agenda de amigos y cómplices de
Jeffrey Epstein, denunciado por operar una red de tráfico sexual de menores
durante décadas. Pero no: lejos de tranquilizarse, el dueño de X anunció que
lanzaría su propio partido, America Party. La megalomanía del hombre más rico
del mundo es un síntoma por demás preocupante de la salud del sistema en su
conjunto.