Más dudas respecto de la historia de la maestra secuestrada y torturada…
La historia es casi de novela. Imposible de
que haya ocurrido dentro de los cánones
del sentido común. Sin embargo, los grandes medios le han dado crédito
en un 100%.
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Escrito por Christian Sanz el lunes 17/09/2018 y publicado por Tribuna de Periodistas
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Se
trata de la trama que involucra a Corina de Bonis, supuesta maestra que habría sido secuestrada y a la que
le habrían escrito en la panza “Dejá de hacer ollas”.
Las
cámaras de la zona ya desacreditaron que ello haya ocurrido. No existe un solo
registro que muestre lo que denuncia la mujer. Ni uno.
Luego,
aparece en la trama un Fiat 147 rojo, donde habría sucedido todo.
¿Realmente alguien puede creer que tres personas —una de ellas, la maestra,
tiene ostensible sobrepeso— puedan entrar en el asiento de atrás de ese pequeño
vehículo?
No es
chiste: De Bonis habría sido reducida en un auto que solo tiene dos puertas y
que solo es más grande que un Fitito.
¿Por
qué aparece este vehículo? Porque la propia maestra habló de un automóvil color
rojo y el único que captó una de las cámaras de la zona era el 147 que ahora
buscan animadamente. Se insiste: jamás aparece la secuencia del
supuesto secuestro.
Tampoco
existen testigos de lo sucedido, aun cuando ocurrió a las 17 hs en una zona
altamente concurrida de Moreno.
Como
se dijo, la trama no tiene el menor sentido. Nadie se arriesgaría de tal manera
para aleccionar a una mujer que no tiene gravitación alguna.
Por
otro lado, llama la atención que De Bonis asegure que nunca pudo ver la cara
de sus secuestradores, ni siquiera antes de que le pusieran una
bolsa en la cabeza.
A ello
se suman las dudas respecto del punzón utilizado para marcarle el estómago:
según el perito Darío Veretnik ello es falso. “No es un
punzón, porque tendría lesión cortante y no es lo que se alcanza a ver desde la
foto, se generó inflamación y no lesión cortante”, advierte el
especialista.
Las
dudas se suman al paso de las horas, al igual que las suspicacias. Basta leer
lo que dicen las redes sociales para notarlo.