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martes, 20 de abril de 2010

Condenaron a Bignone por crímenes de lesa humanidad... De Alguna Manera...

Abuelas: el fallo fue "ejemplar" porque se trata de gente "sin sentimientos"...

Satisfacción. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto y el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, celebraron la decisión del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín de condenar a 25 años de cárcel común al represor Bignone, de 81 años. (Télam)

Estela de Carlotto dijo que la pena de 25 años de prisión para el último dictador argentino fue "bastante fuerte" y celebró que Bignone deba cumplirla en una cárcel común. La organización que ella preside es candidata al Nobel de la Paz 2010. En tanto, el secretario de DD.HH. se mostró "muy satisfecho".

El represor Reynaldo Bignone fue condenado a 25 años de prisión común por su responsabilidad en los crímenes de lesa humanidad cometidos en Campo de Mayo durante la última dictadura militar. Tras conocerse la sentencia, la titular de Abuelas de Plaza Mayo, Estela de Carlotto, señaló que “él (Bignone) se dará cuenta de lo que le espera, pero no está arrepentido porque son seres humanos sin sentimientos” y consideró que la decisión del tribunal de dictarle "cárcel común" es un hecho “ejemplar”. En este sentido, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, dijo estar “satisfecho” porque es una “pena fuerte”.

Carlotto se mostró satisfecha con la condena que recibió el último jefe de la dictadura militar y señaló que “ellos hablan de guerra, nosotros hablamos de terrorismo de estado”. Además destacó la decisión del tribunal de condenarlo a prisión común al asegurar que “eso es muy bueno” porque no debe haber “nada de privilegios”. Al mismo tiempo, consideró que "esto ayuda a que otros imitan esta sentencia”. En ese sentido calificó de "ejemplar” el fallo y aunque sostuvo que la sentencia contra Bignone fue "bastante fuerte” admitió que "falta mucho todavía, pero hoy nos vamos muy conformes, hoy es un día muy bueno para los argentinos”.

Por su parte, el secretario de Derechos Humanos dijo estar "muy satisfecho” con el fallo de la Justicia federal y añadió que "respetamos el fallo, son fuertes penas". Consultado sobre lo dicho por Bignone esta mañana en referencia a que "la lucha contra el terrorismo fue una guerra”, el funcionario sostuvo: "Qué se puede esperar si fue capaz de crímenes atroces”, y se preguntó en forma irónica "¿nos vamos a asustar por sus declaraciones?”.

En tanto, el ministro de Justicia de la Nación, Julio Alak, también destacó la actuación de la Justicia penal luego del veredicto. El funcionario aseguró esta tarde que "la condena al último presidente de la dictadura, Reynaldo Bignone, es otro acto de justicia ejemplar porque se trata de uno de los más sangrientos representantes del genocidio ocurrido en el país entre 1976 y 1983”.

"Campo de Mayo, donde Bignone condujo las atroces prácticas criminales de la represión ilegal, fue junto a la Escuela de Mecánica de la Armada uno de los dos centros clandestinos de detención más grandes del régimen militar”, agregó el ministro, quien celebró "la decisión del tribunal de condenar al represor, que fue segundo jefe de Campo de Mayo, a purgar condena en una cárcel común”. En ese sentido, consideró que el juicio y el castigo al represor "es un nuevo paso gigantesco en el camino de la búsqueda de verdad y justicia”.


© Publicado en el Diario Crítica de la Argentina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 20 de Abril de 2010.



© Video publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 20 de Abril de 2010.


Bignone, la noticia extraordinaria que no supimos valorar…


Los tiempos de insensatez y de furia que vivimos impidieron que valoremos, generosamente, la culminación de una parábola histórica perfecta, en una de las pocas cuestiones de las que los argentinos podemos enorgullecernos de verdad.


El martes pasado, 20 de abril, el Tribunal Oral Federal de San Martín condenó a 25 años de prisión, a ser cumplidos en una cárcel común, al general Reynaldo Benito Bignone, último presidente de la dictadura instalada en marzo de 1976.


Pirueta de la Historia: veinticinco años antes, el 22 de abril de 1985, se había celebrado la primera audiencia en el Juicio a las Juntas, que terminó con las condenas a prisión perpetua de Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera. Como Bignone, ellos fueron condenados por masivas y gravísimas violaciones de los derechos humanos.


El juicio a Videla, Massera y demás comandantes golpistas fue impulsado, como una demanda ética y una necesidad de construcción política, por Raúl Alfonsín, un presidente que con el correr del tiempo alcanzó el merecido pedestal de héroe de la democracia recuperada.


El juicio a Bignone, como a otros muchos represores, tomó nuevo impulso por las decisiones adoptadas durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, quienes tuvieron la visión y la decisión de propiciar el único cierre posible para la tragedia de los años de plomo.


Entre el juzgamiento y condena del primero al último de los dictadores militares, los argentinos fuimos y vinimos. Atropellados por la realidad adversa o aguijoneados por la conveniencia política, los gobernantes prohijaron leyes de Punto Final y Obediencia Debida, o dictaron indultos. Hubo quienes resistieron, siempre. Pero una y otra vez, porciones muy gruesas de la sociedad acompañaron esas decisiones con su apoyo o su indiferencia. Aunque en un ejercicio hipócrita, después casi nadie se hiciera cargo de sus actos.


Los juicios siguen. Hay más de 1.400 acusados: más de 600 están procesados y, de ellos, más de 400 ya fueron detenidos. Pero la parábola se completó con la condena a Bignone. Y esa es una noticia extraordinaria.


El problema, atribuible quizás a la estupidez política y cultural que hemos sabido transmitirnos de generación en generación, es que quienes hoy son oficialismo pretendieron una vez más hacerse propietarios exclusivos del logro, como si no hubiese habido nada antes de ellos, ni hubiese a haber nada después. Y a los que hoy les toca ser oposición supusieron, en una disminución intelectual, que celebrar la continuidad histórica del juicio a los represores era hacerle el juego al Gobierno: ni uno de ellos acudió a la sala donde el tribunal dictó su sentencia, nadie puso el hecho en su contexto justo, sin sectarismos ni mezquindades.


En el fondo, o no tan el fondo, esa incapacidad recíproca, tan argentina, refleja este tiempo de apogeo del escrache, de descalificación del que piensa diferente, de violencia apenas contenida en las palabras, de la grosería y la intolerancia como herramientas y como método.


Es una cultura del desprecio por el otro que no se expresa sólo en la política, pero que en la política alcanza su paroxismo.


Las raíces se pueden buscar muy abajo en la historia. Desde la masacre de nuestros aborígenes a la represión de los primeros inmigrantes sindicalistas. De la discriminación a los cabecita negra, por pobres y por morochos, a la persecución a los peronistas o a los zurdos. De las locas de la Plaza de Mayo al temor y el odio a los piqueteros. La rabia siempre presente, como una mancha nauseabunda que no logramos remover.


Ahora, bajo el afeite descascarado de la pretendida diversidad de voces, se alientan desde el poder los métodos de acción más burdos y se intenta la unificación brutal del discurso.


Cuando el funcionario Gabriel Mariotto, con cuentas pendientes en la Justicia, dice que los afiches infamantes contra periodistas, anónimos para mayor cobardía, están "enmarcados en la libertad de expresión", ya no estamos hablando de los métodos tradicionales de los aparatos de propaganda totalitaria que el mundo ha conocido, sino, apenas, de algún émulo menor de los comisarios Cipriano Lombilla y José Amoresano, jefes de la siniestra Sección Especial que supo machacar a opositores en el primer peronismo.


Para ponerlo en palabras de Pino Solanas, que de peronismo y de integridad personal puede dar lecciones a algunos advenedizos y conversos: demasiadas veces parece que "nos encaminamos a una suerte de fascismo disfrazado de progresismo".


© Escrito por Julio Blanck y publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 25 de Abril de 2010.