domingo, 24 de julio de 2011

Derecho al Olvido... In Memoriam... Mutaciones medíaticas... De Alguna Manera...

Derecho al olvido...

Cada vez más argentinos piden en la Justicia borrar su pasado en Internet. No sólo los famosos sufren por la información falsa o las fotos comprometedoras publicadas en la Web.

Una reconocida psicóloga tuvo que recurrir a la Justicia porque cada vez que ella o sus pacientes colocaban su nombre y apellido en un buscador aparecían varias páginas en las que se la difamaba acusándola de modificar diagnósticos a su conveniencia.

Algo similar le sucedió al ejecutivo de un banco al que en plena crisis de 2001 un cliente que perdió su casa por no pagar el crédito lo “escrachó” en un blog publicando todos los datos personales de él y su familia, invitando a otros damnificados a que lo insulten reclamando lo que habían perdido.

No muy distinta fue la difícil situación que debió afrontar un joven al que su ex pareja le robó de su computadora fotos en las que aparecía desnudo y las subió a la Web, acusándolo de que tenía HIV.

Ejemplos como éstos demuestran que hoy no sólo los famosos reclaman por publicaciones de contenidos o fotografías que dañan su imagen. Especialistas en derecho informático y seguridad en Internet consultados por PERFIL aseguran que cada vez son más los argentinos que reclaman “borrar su pasado” en la Web. Es que cuando se hace click sobre el botón “enviar” –ya sea en una red social, un foro o un blog– se pierde todo control sobre los datos, y luego hacerlos desaparecer resulta muy difícil.

El derecho al olvido otorga a los ciudadanos la potestad de reclamar la desaparición de la Web de datos antiguos cuya difusión ya no sea relevante o afecte su reputación. En España existen empresas dedicadas a clasificar, esconder y borrar información a pedidos de los usuarios (ver aparte).

Alerta. “Este es un problema cada vez más frecuente. En el futuro, el currículum será Internet. Hoy en día las oficinas de recursos humanos rastrean en la Web información sobre los postulantes y si aparece una foto inadecuada uno puede quedar marcado de por vida”, explica Daniel Monastersky, CEO de Identidad Robada, un estudio de abogados especializado en estas temáticas.

“No sólo represento a artistas y famosos, en la actualidad trabajo para médicos, abogados, psicólogos y mucha gente común que se ve afectada por lo que figura en el mundo virtual. Comparando con el año pasado, recibimos casi el doble de casos. Hace unos días ganamos una demanda de una persona que figuraba en la Web como testaferro de una empresa y cómplice de un fraude, y no era así”, revela el abogado Adolfo Martín Leguizamón Peña, quien ya presentó más de cien casos sobre “derecho al olvido” ante los buscadores Google y Yahoo.

Desde Google, aseguran que “en los últimos fallos, los jueces consideraron que los buscadores no son responsables del contenido de terceros. Perdimos muchos casos y tuvimos que abonar multas, pero resulta imposible controlar el contenido de las millones de páginas que se procesan por segundo”, explican desde la filial argentina.

Google se define como una gran biblioteca, que organiza libros. “No sabemos qué tiene cada libro, si alguna persona se ve afectada tienen que recurrir a la página que subió esa información. No nos corresponde a nosotros juzgar el contenido. Respetamos la legislación nacional, pero no hay nadie que la regule. Cada uno tiene que tomar sus recaudos para cuidar su intimidad”, concluyen.

Un mal de todos. Esta semana Juana Viale y su pareja Gonzalo “Manguera” Valenzuela solicitaron una medida cautelar para que se prohibiera la difusión, publicación y exhibición de las fotos en las que se los veía desnudos.

El juez civil Juan Manuel Converset hizo lugar al reclamo y citó jurisprudencia sobre el derecho a la intimidad y a la propia imagen de las personas, y reivindicó el “derecho a ser dejado en paz” de los individuos públicos.

En Argentina existe una ley de protección de los datos personales –Ley de Habeas Data–, que tiene como objetivo preservar de forma integral los datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros medios técnicos de tratamientos informáticos y así garantizar el derecho a la intimidad de las personas. Ante el incumplimiento de esta ley, es posible realizar una medida cautelar solicitando que se impida el acceso a los sitios involucrados en la violación de la privacidad de datos.

“Lo que debe hacer una persona damnificada es solicitar una medida cautelar a los buscadores y en cinco días esa página no debería brindarse como resultado. Pero no siempre es así”, sostiene el abogado Mauricio D’Alessandro.

“En estos casos las normas legales existen, pero lo que se necesita es una oficina pública donde la gente pueda ser asistida. Deberían crear algo así como una oficina de defensa de consumidores pero de la red”, agrega el letrado.

Los abogados explican que además de la Ley de Habeas Data, desde 2008 está penada la violación de medios digitales en el Código Penal. Se puede condenar con una pena de prisión de quince días a seis meses al que acceda indebidamente a una comunicación electrónica (esto incluye mails y todo lo publicado en redes sociales). La condena puede llegar hasta un año de cárcel si el autor comunica o publica esa información robada, y también contempla una multa que puede llegar hasta los 100 mil pesos.

Un servicio para usuarios

En España existen varios sitios, entre los que se destacan ePrivacidad.com y Salirdeinternet.com, que mediante la aplicación de procedimientos particulares y administrativos establecidos para la protección de los derechos de privacidad, eliminan de las primeras páginas de los buscadores la información que pueda estar perjudicando la reputación digital de sus clientes y la envían a las últimas donde rara vez alguien llegue a mirar.

El presupuesto del servicio varía: para desligar a un enlace no deseado de los buscadores, se abona 50 euros. Por 90 euros se tramita un expediente de reclamo ante la Agencia de Protección de Datos, y por 190 se efectúa la denuncia en el sitio.

La Agencia Española de Protección de Datos regula y controla el contenido de los sitios, la administración y la difusión de la información por web, y atiende los reclamos de los usuarios.

La AEPD asegura que los datos de los sitios no pueden borrarse de las fuentes donde se encuentran, ya que al alterar el historial de estas fuentes esto puede atentar contra la libertad de expresión. Afirman que son los buscadores los que deben dejar de presentar esos enlaces.

© Escrito por Gisela Nicosia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 24 de Julio de 2011.

In Memoriam... Mutaciones medíaticas...

Sabemos que, en los procesos de la evolución natural, el azar juega un papel importante y que la historia de los asuntos humanos es sólo uno de sus aspectos. En los períodos de cambio producidos por la emergencia y diseminación de nuevos dispositivos de la comunicación (la escritura, el códice, la imprenta, la prensa de masas, la fotografía, la grabación del sonido, el cine, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión y ahora Internet…), la aceleración del tiempo social que los acompaña tal vez sea directamente proporcional a la frecuencia de efectos de sentido que resultan de combinatorias que nadie ha buscado ni querido. Dado su carácter agradablemente aleatorio, esas combinatorias fortuitas tienen la ventaja de hacer posible una lectura desprejuiciada y sin complejos de su significación, que puede sin embargo ayudarnos a comprender algún aspecto de lo que nos está pasando.

Desde este punto de vista, la página 19 del diario La Nación del último jueves me provocó una sensación próxima, tal vez, a la emoción que debía producir en los surrealistas el juego del cadáver exquisito. Dos títulos en la parte superior de la página presentaban sendos artículos de la sección Información general. El de la izquierda, a cuatro columnas, era el más importante: “Facebook no quiere que llegue el ‘derecho al olvido’ a la Web”, con la bajada: “El responsable de privacidad de la empresa dijo que se deben buscar otros mecanismos”. El título de la derecha decía: “El hallazgo de un avión caído en 1950” con la bajada: “La Justicia chilena confirmó que los restos son de un Avro Lincoln de la Fuerza Aérea Argentina”. Estas dos noticias compartían la misma página de un diario… fechado el 24 de marzo, Día de la Memoria. Como convergencia de azares, me pareció bastante logrado.

En el implacable mundo natural de la Cordillera de los Andes, se terminan encontrando los restos materiales de un avión desaparecido hace sesenta y un años. Era el momento en que nuestras sociedades buscaban, asombradas, familiarizarse con esa nueva y mágica ventana al mundo que era la televisión. Hoy, Facebook no quiere que se le impongan reglas acerca de qué hacer con los restos virtuales de lo que sus 500 millones de usuarios deciden subir a la Red: el “derecho al olvido”, promovido por la Unión Europea en función de sus propias reglamentaciones sobre la privacidad, implica que el operador (en este caso Facebook) está obligado a borrar información que ha sido subida a la red social si el usuario que lo hizo así lo solicita. El argumento de los directivos de Facebook es que, como casi nadie pide semejante cosa, habría que definir procedimientos para casos especiales y no una regla general. Por el momento, los usuarios no parecen preocuparse por lo que serían sus propios “restos”. El artículo de La Nación recuerda que el año pasado ya hubo una controversia sobre otro servicio lanzado por Facebook: “Place”, que permite a los usuarios de la red social que tienen un smartphone indicar dónde están. Bueno, tal vez los directivos de Facebook podrían argumentar que si Place se generalizase, no se tardarían sesenta años en encontrar un avión accidentado.

Lo que este cruzamiento temático fortuito en la página de un diario permite subrayar, es uno de los aspectos fundamentales de las mutaciones mediáticas, en este caso Internet: una vez más, de lo que se trata es de las condiciones de preservación de la memoria, tanto social como individual, tanto institucional como personal, tanto supuestamente memorable como aparentemente insignificante. La importancia de los “restos” de la historia humana ha sido, en cada momento fuerte de la mediatización, desde la aparición de la escritura hasta Internet, pasando por todo lo demás, una de las cuestiones cruciales. Tal vez no sea inútil reflexionar, en ocasión del Día de la Memoria, sobre el rol de los medios en la construcción del tiempo histórico.

Tal vez tampoco sea inútil recordar, una vez más, que pensar que los medios se limitan a reflejar una “realidad” es tan estúpido como considerar que la deforman. Robert Darnton, el gran historiador y actual director de la biblioteca de la Universidad de Harvard, expresa muy bien este principio en su reciente colección de ensayos The Case for Books (“En defensa de los libros”). Su deseo se refiere a los libros, pero vale para todos los otros dispositivos mediáticos: Darnton espera que, por fin, los historiadores consigan mostrar “que los libros no cuentan simplemente la historia –la hacen”.

© Escrito por Eliseo Veron, Profesor plenario de la Universidad de San Andrés y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el
Sábado 26 de Marzo de 2011.

No hay comentarios.: