sábado, 26 de diciembre de 2015

La ridícula “Resistencia” de Sabbatella… @dealgunamanera...

La ridícula “Resistencia” de Sabbatella…


Hipocresía sin límite del verdugo de los medios independientes. Martín Sabbatella le está dando una valiosa lección al pueblo argentino, relativa al nivel de descaro e incoherencia al que puede llevar el fanatismo. El funcionario cristinista ha aceptado escenificar la pretendida “resistencia” del FPV, intentando mostrarse como una víctima de las prácticas de persecución que él lideró durante años.

© Escrito por Rafael Eduardo Micheletti el miércoles 23/12/2015 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El dirigente de Nuevo Encuentro saltó a la fama cuando ganó la intendencia de Morón y se perfiló como un joven exponente de la “nueva política” en medio de los anquilosados caudillos del conurbano. Sin embargo, en algún momento decidió adherir a la ideología totalitaria del neomarxismo populista y subordinarse incondicional y sesgadamente a la voluntad de la líder del FPV, Cristina Fernández.

Esta nueva situación psicológica y política lo fue corrompiendo cada vez más. Una a una, sus banderas de honestidad, republicanismo y renovación política fueron disgregándose en sus manos. Hoy en día ha quedado expuesto ante la opinión pública como un funcionario “militante”, sin prácticamente ninguna credibilidad, que discriminó y hostigó sistemáticamente a los medios de comunicación que no se subordinaban al gobierno de turno. Tanto es así que no pudo consagrarse vicegobernador de Buenos Aires junto a Aníbal Fernández y su espacio político perdió el bastión que lo vio nacer, el municipio de Morón. En esa localidad, ya desde 2011 se empezaron a escuchar fuertes denuncias de sobreprecios, aumentos injustificados del presupuesto para viáticos y publicidad y uso partidario del aparato estatal. La nueva política había mutado a la vieja.

Según ha trascendido, el propio Sabbatella reconoció en una reunión con funcionarios del nuevo gobierno que sólo renunciará si se lo pide Cristina. Claro, podría tratarse de un noble gesto de lealtad pero, dados sus antecedentes, su comportamiento al frente del AFSCA y su aceptación de una candidatura suicida junto a “La Morsa”, se trata en realidad de la expresión de una patología fanática de alguien que ha renunciado cobardemente a pensar y a actuar por sí mismo.

El personaje en cuestión no se cansó de embanderarse en el discurso de la democracia y el pluralismo, cuando sabía claramente que la llamada “ley de medios” no era más que una imitación de un sofisticado y tramposo artilugio legal que el modelo a seguir del FPV, el gobierno chavista de Venezuela, había logrado utilizar con éxito para acallar de a poco, pero sin descanso, a cada uno de los medios que osaran criticarlo.

Desde el inicio, el matrimonio Kirchner decidió replicar a nivel nacional el mecanismo de control de los medios de comunicación exitosamente implementado en Santa Cruz. El mismo involucraba extender la corrupción de Estado al mercado de medios, cooptando a los empresarios del sector con prebendas e instalando a testaferros amigos, así como también extorsionar con la pauta oficial y amenazas varias. Pero el Grupo Clarín, al principio socio del gobierno, se mostró demasiado fuerte y entonces la ley de medios fue pensada para desguazarlo. Se pretendió fragmentar y debilitar a los medios de comunicación para volverlos más vulnerables y manipulables mientras se le confería a un Estado discrecional y abusivo mayor poder de regulación y sanción.

Sabbatella fue plenamente consciente de todo esto durante su campaña a favor de la ley de medios y su gestión al frente del AFSCA. Es decir, nos mintió a todos descaradamente. Además, ejecutó la ley referida de manera discriminatoria, siendo parte activa de una acción de persecución estatal contra medios independientes que, como mínimo, implicó abuso de poder y mal desempeño de la función pública. El ultrakirchnerista nunca pudo explicar por qué decidió postergar indefinidamente el análisis de los planes de adecuación de los medios afines al gobierno y avanzar injustificadamente, sin respetar el derecho de defensa, con la adecuación de oficio del Grupo Clarín. Este proceder arbitrario motivó nada menos que una medida cautelar de la Justicia argentina avalada por la Corte Suprema y una abierta condena de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

El planteo de que la autoridad de aplicación de la ley de medios no puede ser intervenida por decreto puede ser muy atendible. Igual que en el caso de las designaciones de jueces independientes para la Corte Suprema por decreto, aunque las intenciones puedan ser buenas, y sin negar el obstruccionismo deliberado y sistemático en el que se enfrascó el FPV incluso antes del traspaso, se estaría sentando un mal precedente desde el punto de vista institucional que podría prestarse a abusos en el futuro.

Sin embargo, la discusión sobre el procedimiento empleado no debe hacernos perder de vista que Sabbatella y el FPV carecen de la más elemental autoridad moral para hablar de “libertad de expresión” cuando durante su gobierno estuvieron muy cerca de concretar el malicioso objetivo de destruirla, tal como lo hiciera Hugo Chávez en el “paraíso” bolivariano.

El dirigente de Morón les haría mucho bien a la libertad de expresión, al AFSCA y a la ley de medios si renunciara a su cargo pero, en vez de eso, ha decidido hasta ahora seguir obedeciendo sin objeciones las órdenes impartidas por Cristina Fernández. Más aún, ha pretendido teatralizar una supuesta “resistencia” nada creíble contra el autoritarismo que él implementó desde el Estado.

El fanatismo suele llevar a las incoherencias más absurdas.


El reflotamiento del Santísima Trinidad... @dealgunamanera...

El ex destructor ARA “Santísima Trinidad” ingresó a dique seco…


Luego de estar semisumergido durante casi tres años y tras arduas tareas de reflotamiento. Se le realizarán tareas generales de mantenimiento.

© Publicado el miércoles 23/12/2015 por el Periódico Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires.

Puerto Belgrano – En la mañana de ayer, en un trabajo conjunto entre personal y medios de varios destinos de la Base Naval Puerto Belgrano, el ex destructor ARA “Santísima Trinidad” ingresó al dique de carena N° 1 del Arsenal Naval Puerto Belgrano. La maniobra se prolongó por algo más de dos horas e implicó la participación de personal de Control Puerto, mientras que el ARA “Tehuelche” fue el remolcador destacado para tal fin. 

La unidad, que se encontraba amarrada en la Base Naval Puerto Belgrano, estuvo semisumergida y escorada 90º a babor durante casi tres años y desde el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada, por orden del Jefe del Estado Mayor General, se realizaron intensas tareas para lograr el reflotamiento del casco del ex destructor ARA “Santísima Trinidad”.

Para la concreción de este objetivo, alcanzado en la primera quincena de diciembre, se realizó un estudio previo, que fue aprobado por peritos en la materia. Sobre la base de este estudio se elaboró un plan de trabajo que comprendió, en primera instancia, el alistamiento del material existente y la adquisición de equipos de salvamento nuevos, cuya incorporación permitió –además de la realización de la operación– la ampliación de las capacidades del Servicio de Salvamento de la Armada (SISA) para misiones futuras. 

Las tareas de reflotamientamiento implicaron un gran profesionalismo y esfuerzo por parte del SISA como elemento de ejecución, que trabajó durante dos años consecutivos para lograr la meta planteada desde las autoridades de la Armada Argentina. Asimismo el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada contó para esta tarea con una organización de asesoramiento integrada por especialistas en operaciones de salvamento e ingenieros navales y civiles de la Dirección de Cascos, Máquinas y Electricidad y de la Dirección de Infraestructura. Colaboraron también en diversas tareas, las distintas dependencias de la Base Naval Puerto Belgrano y de su Arsenal Naval.

Los equipos y el personal

Para realizar la operación se adquirieron equipos de buceo, motobombas y electrobombas de trasvase de líquidos de gran caudal, herramientas hidráulicas y neumáticas, generadores móviles y sistemas de multiplicación de fuerzas para maniobras de gran carga. Dicha adquisición será de utilidad para asistir a posibles emergencias, incrementando las capacidades de la Armada para efectuar tareas de apoyo a la comunidad.

Las tareas en el casco fueron realizadas por hombres y mujeres, la mayoría buzos de salvamento profesionales pertenecientes al Servicio de Salvamento de la Armada, al Área Naval Atlántica, al Área Naval Austral, al Área Naval Fluvial y al Comando de la Flota de Mar. 

El reflotamiento

El equipo de trabajo realizó una ardua labor para determinar las vías de acceso de agua y realizar su estancamiento, efectuar operaciones de lastrado (carga de pesos bajos), achique (despeje de agua) y dragado en proximidades del buque.

El reflotamiento se realizó por la acción simultánea de estas acciones, sumadas a la fuerza con aparejos de playa preparados especialmente para la maniobra. El buque fue fijado y se generaron las fuerzas necesarias para rotarlo sobre su eje longitudinal, recuperando finalmente su condición de estabilidad. La operación fue de gran complejidad y riesgo, lo que requirió supervisión y pruebas permanentes. 


Su historia... 

LinkFotos del Reflotamiento del Buque ARA Santísima Trinidad D 2




El valor de las marcas... @dealgunamanera...

El valor de las marcas…


Pertenecientes al difuso territorio de lo intangible, y poco o nada figurativas en los balances contables, las marcas son, sin embargo, el vínculo más concreto entre los productos o servicios y el público consumidor.


La marca Marlboro, la más cara según los especialistas en armar este tipo de rankings, cuesta US$44.614 millones; Coca-Cola, la segunda, US$43.427 millones, cifra equivalente al 40% el valor de mercado que se le asigna a la multinacional. Pero ¿acaso tendría algún sentido adquirir ésta empresa u otra sin hacerse de sus mejores marcas, o comprar una marca exitosa sin su fórmula, su management, sus canales de distribución? Desde luego que no, y eso es precisamente lo que dificulta el cálculo del "valor limpio" de las marcas. 

Las únicas que reúnen estas condiciones de pureza son las que salen a remate, agónicas sobrevivientes de compañías en extinción. No cuestan mucho, pero generalmente tampoco valen nada. El resto, las que sustentan a empresas en marcha, dependen de la evolución del negocio, casi tanto como el negocio de las empresas depende del valor de sus marcas.

La hora de las cuentas.

¿Cuánto pagaría usted por beber de una botella de ignota marca, en la que flota un jarabe marrón opaco? La diferencia entre una mueca de desagrado y miles de millones de consumidores se llama Coca-Cola, o Pepsi. Pero, la diferencia entre ese oscuro brebaje y Coca-Cola radica en que el valor de una marca está en la cabeza de la gente y, por lo tanto, es muy difícil de medir. En Argentina un reciente caso grafica esa percepción. Cuando en 1994 Danone compró el control de Bagley - 51% de las acciones - por unos US$250 millones, el diario Clarín tituló: "Las Criollitas ya no son argentinas".


¿Es que la marca Bagley - más la suma de su docena de marcas fuertes - vale cerca de US$ 500 millones? Es obvio que solo para los poetas y los "galletólogos", pero no para los hombres de negocios. Si bien la compra fue mucho más allá de los activos de la empresa, además del intangible "prestigiosas marcas incorporadas al afecto de los argentinos", se estaban adquiriendo cosas tales como canales de distribución y know-how en relación con el mercado local. El balance consolidado de Danone de 1995 atribuyó a todas las marcas del grupo internacional un valor global de unos US$2.000 millones.

¿Cómo se ponderó la compra de Bagley?, ¿Como la compra de una empresa o la de sus marcas? En el momento de la adquisición, la tradicional fábrica de galletas tenía un patrimonio neto de US$210,3 millones, ventas totales por US$254 millones y ganancias por US$19 millones.

"Cuando por una empresa industrial como Bagley se paga un valor mayor que el patrimonial, es porque esa compañía tiene la capacidad de generar 
recursos superiores; pero al hacer la transacción, no se desagrega cuanto le corresponde a la marca y cuanto a las demás cosas", explicó en su oportunidad Jorge Bustamante, socio del banco de inversión MBA de Buenos Aires. Para el broker, "el valor de la marca, íntimamente ligado con el de empresa en marcha, es el valor de la utilidad que puede tener esa marca".

La hora de las cuentas.

El método del cash flow es el más difundido entre todos los que se utilizan para determinar el valor de las empresas, así como el de sus productos y marcas. Normalmente se calculan los flujos con un horizonte de diez años y una tasa de retorno que depende de la fortaleza financiera del inversor y de su interés por el negocio. Los fondos que quedan para el accionista son las utilidades expresadas en términos de flujo de caja, luego de restarle las necesarias inversiones en capital de trabajo. Si los compradores los actualizan a una tasa más baja, significa que pueden pagar más; en otras palabras, que la empresa vale más para ellos.

Cabe recordar el caso de Kraft Foods, la productora de quesos untables Philadelphia y Kraft Single, comprada por US$ 13.000 millones; más del 600% del valor libro. Los brokers no subestiman a los contadores - algunos de ellos, incluso, lo son -, pero arrugan la nariz cuando se enfrentan con el balance de una compañía, incluidos sus "bienes intangibles", entre los cuales se supone que figuran las marcas.

La diferencia entre el valor patrimonial de una compañía y su valor de "empresa en marcha" es el valor llave. Un caso es Revlon: todos sus productos los hacen otras empresas industriales; Revlon es sólo una oficina de ventas y marketing en Nueva York. Allí la marca Revlon esta guardada en una caja de oro bajo siete llaves. Desde ese punto de vista esa empresa no vale nada, pero su valor en marcha es monstruoso porque es puro valor llave.

Otro caso similar es el mercado de las raquetas de tenis. La realidad es que todas son fabricadas por dos o tres compañías en Asia. Desde ahí son distribuidas a las diversas empresas deportivas que les ponen su nombre o el de algún tenista famoso. Lo demás queda en manos de los consumidores.


Porque la marca, aclaran los expertos, es en realidad la promesa que presenta el fabricante o distribuidor a sus consumido- res. "La marca es la asociación de ideas en la mente del consumidor. Es un set de promesas diferenciadas que generan el vínculo entre el fabricante y su cliente y que justifican su preferencia y lealtad", señala Renato Sepúlveda, director de Prolam Young & Rubicam, agencia cuya casa matriz ha realizado uno de los estudios mundiales más significativos y exhaustivos respecto al valor de las marcas. Mauricio García, gerente general de la agencia, agrega que, justamente por lo que involucra esa promesa intangible, se convierte en el activo más importante de una compañía. "A los empresarios les cuesta aceptar que un intangible que ellos no controlan sea lo más valioso. Es muy difícil para ellos resignarse a que su compañía esté en manos de los consumidores", destaca. Una realidad más que probada, porque incluso mejoras en la calidad de sus productos no necesariamente determinan un aumento en la participación de mercado.


Don Schultz, profesor de marketing de destacada trayectoria en Northwestern University y autor de varios libros, señaló el año pasado durante el seminario "Marcas, el activo más valioso del siglo XXI", organizado por la Escuela de Administración de la Universidad Católica, que las marcas han llegado a ser críticas debido a la capacidad de las organizaciones de replicar la calidad y la habilidad técnica de sus competidores. "La única cosa que realmente diferencia hoy en día es la marca", subraya. Y este ejemplo es especialmente claro en los productos commodities, como azúcar, arroz, harina e incluso gasolina, donde el consumidor ya no diferencia entre la calidad de un fabricante y otro. Es en este mercado donde hoy han invadido las llamadas "marcas privadas" (private labels) o "marcas blancas".

El caso más significativo en Chile se da en los supermercados en los cuales las marcas privadas, alcanzan ya a cerca del 15% de la facturación, según estimaciones, y el número de productos aumenta vertiginosamente. Su mayor atractivo para el consumidor es su menor precio ya que, en general, es cerca de un 10% inferior al de las otras marcas. A fines de marzo D&S, propietaria de Almac, Ekono y Líder, anunció su estrategia de crecer en este segmento para llegar a vender aproximadamente 100 productos con marca propia en sus locales. Una estrategia que obligará a las empresas competidoras a potenciar sus marcas privadas.

Sin embargo, en esto hay un fenómeno de co-dependencia, porque los supermercados necesitan de los líderes que atraen al público y marcan la pauta en los anaqueles. Ramón Sánchez, jefe de producto de Hellmanns, señala que son las marcas líderes las que establecen la competencia dentro de la góndola.

"Ellas también fijan el rango de precios porque todo aquello que sobrepase al líder se considera excesivo y aquellos muy por debajo despiertan sospechas sobre su calidad", explica. Hellmanns es una marca que hoy en Chile tiene una de las más altas recordaciones en los estudios de mercado, gracias al trabajo de comunicación. Tanto así que para el consumidor representa el nombre de la empresa, y muy pocos conocen a Industrias de Maíz y Alimentos como su fabricante. Filial en Chile del conglomerado mundial CPC, sigue una estricta política en cuanto a la calidad que, en opinión de Sánchez, es uno de los activos más importantes de la marca. "El consumidor sabe que tras la marca hay un alto estándar de calidad y eso es lo que gana su estima", destaca. Industrias de Maíz y Alimentos ha ampliado su negocio en Chile con la incorporación de sus líneas en el mundo - muy esperada y temida es la llegada de Betty Crocker por los fabricantes de postres en polvo - y la adquisición de marcas bien posicionadas, como fue el caso de JB, que les permitió entrar en el segmento de las mostazas, ajíes y otros condimentos. Hellmanns es también un ejemplo de una empresa que ha potenciado su marca dentro del segmento en que está - los condimentos - con otros productos, como el recientemente incorporado aliño de ensaladas. Una estrategia adecuada, según el profesor de marketing de Northwestern University, Don Schultz porque mantiene fuerte la marca y su identidad en la mente del consumidor.

Protegiendo el valor.


La importancia de la marca es un fenómeno creciente en Chile y fiel testimonio de ello es el registro de marcas que depende del Ministerio de Economía. Tras muchos años de casi completa inactividad, desde 1989 vive un creciente auge, con más de 30.000 marcas nuevas cada año. Esta representa un aumento anual del 70%. La distribución, según el origen de las marcas, es aproximadamente de un 50% chilenas y un 50% extranjeras.

La necesidad de inscribir las marcas, en especial las extranjeras, también obedece a un problema de "pirateo". Las historias sobre marcas extranjeras que han querido entrar a Chile y han visto que ya estaban registradas, pero sin uso, son muchas. Entre los casos más connotados están los de McDonald’s y Burger King. En ambos se debió llegar a un acuerdo con los propietarios de las marcas aunque con diferentes condiciones, porque en el caso de McDonald’s no había un local instalado sin embargo en el de Burger King, existía Burger Inn con el mismo giro. Luego de conversaciones sobre una posible compra por parte de Burger King, se llegó a una negociación en que ambos hoy coexisten y mantienen su negocio de hamburguesas.

Otro caso más reciente fue el que enfrento Bresler con su helado Magnum. Luego de que Unilever compró la fábrica de helados, decidió traer a Chile sus productos internacionales. No obstante, se encontró con que Magnum estaba registrado, por lo que debió darle un nombre alternativo: Mega. La situación se resolvió hace cerca de un año con el pago de una suma de dinero por parte de Bresler al dueño de la marca y se hizo toda una campaña de publicidad para reposicionar el helado con su nuevo nombre. Para evitar el "pirateo" de marcas extranjeras se reformó la ley y hoy domina la marca más antigua en el rubro, sea chilena o extranjera. Esto ha solucionado el problema para casi todas las franquicias extranjeras que quieren llegar a Chile. La excepción: Victorias Secret, una de las marcas de ropa mejor posicionadas en Estados Unidos. Su problema es que su rubro es ropa interior y en Chile en el mismo giro existe con mayor antigüedad la fábrica Victoria.

La marca y el franchising.

Las franquicias pueden ser consideradas como un caso claro donde el valor de la marca determina el negocio. Eso en la teoría, porque Marcel Portmann, consultor en el tema y director - gerente de ExpoFranchise, aclara que en el éxito de un negocio de franquicias hay involucrado mucho más que la marca. Incluso en el valor de los derechos que paga el adquirente no es el de mayor peso. Así es como McDonald’s, considerada la tercera marca más cara del mundo según Financial World con un valor de US$18.920 millones, no es la franquicia más costosa en Chile.

"En McDonalds, consideran los cánones de calidad y dan énfasis al entrenamiento al que debe someterse el nuevo franquiciatario", explica. Además, en el caso de McDonald’s en Chile hay una figura especial, porque la corporación conservó parte de la propiedad del negocio. El ejemplo contrario es el de Au Bon Paina, una marca cuya primera franquicia fuera de Estados Unidos se otorgó en Chile y era absolutamente desconocida en el país al instalarse. Aun así, el trabajo en imagen y difusión se traduce hoy en ventas proyectadas por US$ 10 millones para este año - un crecimiento de un 30% - totalizando nueve locales.

En casos como este, en que la marca no es conocida en el país, Portmann destaca que se puede obtener una mejor negociación por el derecho a "llave" o "canon", porque se debe llevar a cabo una fuerte estrategia para dar a conocer los productos. Pero los éxitos tampoco están asegurados con la fama. Mientras en Chile Domino´´s Pizza ha tenido una expansión significativa, en Argentina cerró al cabo de tres años. Entre los fracasos locales se cuentan Baskin Robbins y TBCY (The Best Country Yoghurt), cuyo local en el mall Plaza Vespucio no logró un nivel de ventas satisfactorio. Otro ejemplo de un trabajo bien hecho es el de Blockbuster.

En 1991 el grupo integrado por los hermanos Boher compró la franquicia en US$ 60.000. A eso sumaron la adquisición de la cadena local Errol´s, líder del mercado en ese momento, con todos sus establecimientos por US$4,1 millones. El año pasado Blockbuster fue adquirido por Viacom con una inversión de US$ 15,4 millones, lo que representa todos los locales Blockbuster y Errol´s en Chile más el 49% de las acciones que poseía de Video-Argentina. El derecho a llave más costoso pagado en Chile a la fecha sería el de una franquicia para una empresa de aseo llamada Coverall. En este caso el alto valor se debe a que junto a la licencia el franquiciatario adquirió los contratos de la empresa para realizar aseo industrial.

En Chile ya hay aproximadamente 70 franquicias en operación con una facturación superior a los US$130 millones al año. Esa cifra se ha logrado gracias al crecimiento que se vive en este negocio desde 1992 con un aumento del 100% en cuatro años. Un auge significativo para un negocio relativamente nuevo que implica la utilización de un know - how, pero que - cuando la marca no es conocida - conlleva el costo involucrado en su lanzamiento.

Casos Exitosos v Fallidos.

Estudios realizados en Estados Unidos demostraron que lanzar un nuevo producto puede costar entre US$75 millones y US$100 millones y que, pese a toda esa inversión, muchos lanzamientos terminan en fracaso. En 19 de 22 categorías de productos standard de uso masivo, las marcas líderes siguen siendo las mismas que en 1925, si bien se realizan unos 18.000 lanzamientos por año, entre nuevos productos y extensiones de línea. Tanto es así, que los consumidores todavía ranquean como segunda marca a General Electric, que se alejó del segmento hace dos décadas. Claro que GE, fuera o dentro del consumo masivo es, hoy por hoy, la compañía norteamericana con mayor valor de mercado (US$ 125.800 millones), al tope de las "Business Week 1000", escoltada por AT&T y Coca-Cola, que apenas superan los US$ 101.000 Millones.
Gucci llegó a tener 14.000 productos bajo el paraguas de su marca. Tamaña diversificación, por incontrolable, la estaba llevando a la ruina. Los casos de marcas afectadas en su valor por cobijar al producto incorrecto son numerosos. Cadillac, un auto asociado desde finales de los años "40 con el prestigio, el jet set y el poder - a fuerza de trasladar divas de Hollywood, presidentes y dignatarios -, cometió el imperdonable error de lanzarse en el "80 a competir con los colegas más baratos a través del nuevo modelo Cimarrón.

El hecho de no haberse comunicado adecuadamente con el consumidor también le costó muy caro a Ford Motor: el fallido paso del Edsel por el mercado le dejó a la automotriz US$250 millones en pérdidas.

Por las mismas razones, la nueva dry beer de Anheuser Busch - Budweiser - se topó, en 1992, con el desconcierto del público que no llegaba a entender que era aquello de una cerveza seca. Y fracasó, lo mismo que los cigarrillos sin humo Premier de R.J. Reynolds", que sola- mente interesaron a los no fumadores. Y el más célebre de los fracasos: el de la new Coke, que obligó a Coca-Cola a pedir perdón a los consumidores y a reponer la fórmula original. En cambio, la astucia de los marketineros de 3M logro convertir un fracaso en éxito al transformar una goma que no pegaba bien, en un nuevo producto: los papelitos ayuda memoria Post-it.

De los 11.000 productos lanzados al mercado norteamericano en 1988 por 77 compañías, sólo el 56% sobrevivía cinco años más tarde, según pudo comprobar la consultora Kuczmarski Associates.

Luego del auge de las promociones que vivió Estados Unidos en los "80, las empresas están dejando de lado los cupones y los regalos, para volver a rescatar la marca como un objetivo de largo plazo. La tendencia actual es controlar el manejo de los productos a través de brand equity managers, cuyo papel es garantizar la consistencia de la marca en términos estratégicos. En los "80, el brand equity se convirtió en el gran tema, en parte por la aparición de marcas genéricas, las que a su vez se relacionan con el creciente poderío de las cadenas de distribución y las góndolas. La industria se vio obligada a buscar algo para salir a competir y encontró la idea salvadora: las marcas.

Mientras un brand manager se preocupa por lograr una muy buena promoción que deje un retorno rápido, el brand equity manager controla que dicha promoción no afecte la imagen de la marca.

Colgate - Palmolive es una de las grandes compañías norteamericanas que apelaron a ese concepto. El desaprovechamiento de las marcas potenciales es algo que indigna.

Lo grafica con pasión Fernando Vega Olmos, el publicista argentino:
"Cuando Maradona era Dios en el mundo, a Topper no se le ocurrió que podría usar a Diego para vender los botines Topper Diego Maradona - y hubiera vendido muchos miles de pares -, como no se le ocurrió tampoco a Puma. Gabriela Sabatini es argentina, pero el perfume Gabriela Sabatini es alemán", protesta.

Otro gran peligro son las extensiones de marcas que sólo desperfilan a la original. En este sentido, Schultz advierte que no se debe caer en la tentación de aumentar la línea de producción solo pensando en el negocio potencial, porque si produce una confusión en la mente de los consumidores, el costo será mucho más alto que la ganancia. En cambio, cuando la marca hermana busca captar a aquellos consumidores que se han "desviado", si puede ser una estrategia correcta. El caso más claro es el de los productos dietéticos que salen de la receta original y con la misma marca y gusto similar.

La Única Verdad...  
En cuestiones de marca es fácil sacar conclusiones apresuradas. Como suponer, por ejemplo, que las marcas son el intangible más valioso de las empresas industriales o de productos y que, en cambio, en las compañías de servicios ese lugar lo ocupan los recursos humanos. Muchos no coinciden con esa postura y afirman que en una empresa de servicios la marca es el activo principal, porque frente a terceros es lo que da la identidad. El mercado financiero y en especial la banca es representante insigne de esta verdad, porque es uno de los mercados donde la diferenciación vía productos es prácticamente imposible. En una semana la competencia puede imitar el nuevo producto o servicio generado por otro. Por eso, la imagen del banco es lo único que real- mente lo diferencia. No en vano la banca se mantiene en Chile en los primeros lugares en el ranking de inversión publicitaria y aproximadamente un 50% de ese gasto es en imagen. Ese criterio habría sido el aplicado por los bancos Santander y Santiago al dirigir las dos fusiones más importantes del año pasado.

En el primer caso la compra del Banco Osorno por parte del Santander - por la cifra record de US$ 495 millones - implicó la desaparición del Banco Osorno. La situación no sorprendió del todo porque el Santander era el adquirente y los estudios de mercado claramente mostraban un mayor posicionamiento de la entidad española. Pero mayor sorpresa causó la fusión del Santiago y el O´Higgins ya que, aunque se mantuvo el nombre del Santiago no se aprovechó su fuerte imagen lograda a través de años de trabajo y una alta y exitosa inversión publicitaria anual que le reportó, por dos años consecutivos, el Gran Max a la efectividad publicitaria. En cambio, se creó una nueva imagen corporativa, incluyendo el cambio de color, para explicar el nacimiento de un nuevo banco con las potencialidades y fortalezas de sus progenitores.

El grupo Infisa también decidió hacer un borrón y compra nueva y, tras la adquisición del Banco Concepción, preparó una nueva imagen, incluido cambio de nombre, BanCorp cuya campaña publicitaria se lanzó a fines de marzo. Casos similares ya habían ocurrido en años anteriores, como la venta de Financiera Fusa al Banco Santander, que luego también la renombró como Banefe, uniéndose a Fincard, anteriormente adquirido por el mismo grupo.

Estos ejemplos hacen dudar de cuál es el verdadero valor que se le da en Chile a la marca, porque todo experto en brand equity no entendería el adquirir una empresa ya posicionada en el mercado y destruir todo el trabajo.

Incluso recientemente se produjeron casos de empresas posicionadas claramente en el top of mind que se vendieron solamente por su "valor libro". El ejemplo más claro: Cruz Blanca. Desde el momento en que se anunció la intención del grupo CB - liderado por el empresario Manuel Cruzat - de deshacerse de su área de previsión y seguros, la sorpresa fue alta porque implicaba vender justamente la división que le dio el nombre a todo el holding. Por eso, se esperaba que la marca tuviera un valor alto. Entre los diversos interesados, el grupo de aseguradores estadounidenses American International Group (AIG) - empresa que en Chile está presente a través de AFP Unión y Empresas La Interamericana -, mostró un reconocimiento especial en el valor de la marca por su alto posicionamiento. Pero finalmente, la propuesta ganadora del grupo chileno Hurtado-Vicuña se basó solo en el valor libro con una valorización de los activos de la empresa en US$ 200 millones. En base a esa cifra se estimó cuanto pagaría el adquirente en dinero efectivo y cuanto se iría a saldar los pasivos.

En cambio, Fernando Larraín Peña, ex socio de Manuel Cruzat, mostró una conducta inversa a mediados de marzo, cuando su empresa, Industrias Tricolor, adquirió las marcas de uno de sus competidores, Pinturas Iris S.A., por US$5 millones. La adquisición también le entregó los derechos para sumar en el futuro otros activos, como existencias y cuentas por cobrar, a un valor que se determinaría en su oportunidad.

Esta es una compra claramente motivada por el atractivo de marcas bien posicionadas y que en un mercado con más de diez marcas, permite a Tricolor aumentar su participación en un 6% aproximadamente.

Una estrategia similar tuvo Malloa hace ya varios años cuando a poco andar adquirió las marcas Deyco y Napolitana que ya tenían un alto posicionamiento en el país. Líder en el mercado de las salsas de tomate, Malloa fue vendida en un 100% por sus propietarios, Compañía Chilena de Tabacos, a Unilever el año pasado en la que fue una acción más de este conglomerado angloholandés para captar nuevos sectores del rubro alimentario en Chile. Su propuesta económica de poco más de US$100 millones superó con creces la de los otros interesados, empresas chilenas, que bordeaban los US$70 millones. Ese aumento de US$30 millones podría interpretarse por algunos como el valor de la marca, ya que sería un excedente sobre el valor libro. Pero en este caso, la lectura debe involucrar otros factores más importantes, como la estrategia de Unilever Chile S.A. de crecer en el sector alimenticio, donde ya había adquirido en el pasado Bresler, Panda, Coprona, Frigosam (Té Club y hierbas Silvestre) y Dos Alamos.

La compra de Malloa representa para Unilever Chile S.A. adjudicarse una compañía líder en su rubro en Chile, con tres plantas productivas y 700 empleados, que tiene el 73% del mercado de las salsas de tomate, 65% del ketchup, 50% de los duraznos en conserva, 30% de los vegetales en conserva y un porcentaje similar en las mermeladas.

Además, entra con gran empuje en el sector agroindustrial que crece en un 20% anual. Un panorama bastante positivo que hace evaluar cuanto realmente de esos US$30 millones fueron influenciados por el valor de la marca. Ahora bien, esta adquisición representa para Unilever una más en su estrategia global de crecimiento, ya que en el orden mundial durante 1996, la multinacional realizó un total de 24 compras y 15 ventas, con un desembolso neto de US$ 1.716 millones.

Otra óptica. 
Por eso, la pregunta de cuál es el verdadero valor que se les asigna en Chile a las marcas no tiene una respuesta clara. Los asesores en compra y venta de empresas, como el Banker"s Trust, siguen índices como la diferencia entre el valor libro y el valor mercado. Otro parámetro puede ser el nivel de competitividad del rubro en que está la marca, su gasto en publicidad y su posicionamiento. Pero no hay parámetros exactos. En el primer caso no se puede pensar que toda la diferencia entre el valor libro y el valor mercado (el valor de las acciones) se debe a la marca. Hay otros elementos muy importantes como la gestión y las proyecciones del sector que inciden fuertemente en esta valoración. Un ejemplo de una empresa que tiene una diferencia considerable entre su valor libro y su valor mercado es Cuprum, con un 30%. Esto tiene un valor especial porque el sector de las AFP no tiene una competitividad tan fuerte por ser un producto que los consumidores chilenos están obligados a "comprar". Siguiendo las pautas de la competitividad y la inversión publicitaria, el sector público o las empresas energéticas no podrían ver sus estados financieros beneficiados por el valor de la marca. Quizás la excepción sería Enersis con su trabajo en imagen corporativa, que ha logrado posicionarla en la mente de los chilenos como una gran empresa - aunque muy pocos sepan que hace -.

Otro inconveniente cuando se trata de evaluar la empresa por su valor bursátil es que en Chile las acciones no tienen el mismo nombre de los productos. Mauricio García, de Prolam Y & R, destaca que en cambio en Estados Unidos se es muy consecuente en este punto y muchas o la mayoría de las empresas producto conservan el mismo nombre en la Bolsa. Esto permitió realizar un estudio en ese país que determinó claramente el paralelo entre el valor de la marca y su patrimonio bursátil. En todos aquellos casos en que la marca tenía un gran potencial ascendente, los márgenes de utilidad de la empresa eran más altos y, por lo tanto, sus acciones también. En cambio, en marcas ya desgastadas, des-posicionadas o poco diferenciadas se comienza a ver una caída en el valor de las acciones, lo que se va agudizando cuando no se toman medidas. En este caso la caída natural se marca por un aumento de promociones y oferta para vender con la consecuente rebaja en las utilidades y en las acciones.

Para quienes están expuestos a la elección del consumidor, la marca es fundamental, ya sea que se trate de bienes o de servicios.
Decir "marca" en muchos casos es sinónimo de market share, y con la compra de la marca muchas veces se define la posición estratégica en la que quedara el comprador. El poder que confiere tenerla es el que permite pagar hasta dos o tres veces por ella.

En Argentina los vinos Saúl Menem desembarcaron en 1988 en Buenos Aires - donde eran completamente desconocidos -, no sólo con atributos de marca sino además con investidura. Precisamente en esa época, el entonces gobernador riojano se convertía en firme candidato presidencial. Con Carlos Saúl Menem ya en el Gobierno, el nombre de la marca se impuso también con gigantescos caracteres en la etiqueta, donde además se ubicó una conveniente banda oblicua, en obvia sugerencia de la banda presidencial. Los precios y la visualización de estos vinos acompañaron paso a paso la evolución de la imagen del Presidente, hasta el punto de ocupar los estantes vecinos a los costosos Navarro Correas en las vinerías finas, en pleno apogeo del "modelo" - cuando era difícil adquirirlos por menos de US$ 10 -, para descender al puesto de los vinos intermedios en las góndolas de los supermercados - donde se los consigue a no más de US$4 -, tras la reelección.

Ganancias que se esfuman. 
Las marcas también tienen sus días aciagos. El 2 de abril del "93 fue, indudablemente, el "Día Negro de Marlboro" en Wall Street. Para competir con British American Tobacco - hoy número dos del mundo, con una facturación anual de US$36.700 millones -, que acababa de lanzar una serie de cigarrillos sin marca y de bajo precio, Philip Morris, propietaria de la marca Marlboro, había tomado la decisión desesperada de reducir el precio de los suyos. Si bien parecía una estrategia de ventas acertada, los accionistas de la empresa, furiosos con la medida, se desprendieron masivamente de sus pape- les, que cayeron un 15% en pocas horas. ¿Porque tanto enojo?

Consideraban, con toda razón, que buena parte del valor de Philip Morris estaba en la marca Marlboro, y no justificaron que la tabacalera obligara a Marlboro a competir con nombres ignotos. El valor de la marca, puesto en juego, quedó en efecto dañado, como lo confirman los cambios registrados en el ranking anual elaborado por la revista Financial World. En 1992, antes de la nefasta decisión, Marlboro ocupaba el puesto número uno, escoltada por Coca-Cola. Al año siguiente, las posiciones se habían trocado, y Coca-Cola, con un valor de marca estimado por la revista en US$35.500 millones, superaba a Marlboro, valuada en US$33.400 millones. Hoy, Marlboro encabeza nuevamente el ranking, con un valor de marca calculado en US$44.614 millones.

Siempre en el mercado de los cigarrillos, en Argentina también ocurrió algo interesante. Nobleza Piccardo, empresa perteneciente en un 70% a British American Tobacco, tuvo una experiencia interesante con la marca Lucky Strike, que había estado fuera del mercado argentino en 1991 y parte del "92, año en el que se produjo su relanzamiento. Para entrar con pie firme, la tabacalera, que hoy factura US$868,3 millones, encargó a su agencia de publicidad de entonces, Pragma/FCB, una campaña especial, que se inspiró en una original y exitosa campaña gráfica desarrollada para Lucky Strike en 1989 en Alemania, donde existen restricciones a la publicidad televisiva de tabaco.

Con el ingenioso diseño alemán como modelo, los creativos de Pragma en un comienzo, después los de Casares Grey - que heredó la cuenta de Nobleza cuan- do British American Tobacco contrató a Grey a nivel mundial -, y finalmente los de Verdino Bates -que la tomó porque British Tobacco reemplazó a Grey por Bates-, hicieron sucesivas e ingeniosas adaptaciones locales, siempre con el box de Lucky Strike como protagonista excluyente. La campaña, además de simpática e ingeniosa, más allá de las desprolijidades resultantes de las sucesivas decisiones tomadas en los headquarters de la multinacional, tuvo una muy buena acogida en medios publicitarios y en la calle, e impulso las ventas de cero a US$9 millones en menos de dos años, hasta ubicarlas en los US$ 11,7 millones actuales. 

Dudas v certezas.

En Estados Unidos, uno de los países en donde están más difundidos el psicoanálisis, la sociología y la comunicación social, no debe extrañar que haya muchos investigadores de mercado y comunicólogos dedicados a la tarea de evaluar los múltiples componentes de imagen de las marcas. Abundan los expertos e incluso hay publicaciones que se dedican, como Financial World, a deducir y difundir los valores de las marcas. El método utilizado por la revista es una versión simplificada de la formula desarrollada por Interbrand Group, que se especializa en valuación. Determina el valor de marca a partir de sus utilidades en un año, que luego ajusta según un importe igual a lo que hipotéticamente se hubiera ganado en caso de tratarse de una versión sin marca del mismo producto. La diferencia entre los dos es considerada la ganancia neta de la marca. Para obtener su "valor", aplica un múltiplo que surge de la evaluación de ciertos atributos, como liderazgo, estabilidad, presencia internacional y protección legal, entre otros. Financial World, por ejemplo, establece el valor, para 1995, de la marca Compaq en US$4.000 millones, un 40% por encima del que le adjudicó en 1994, y el de Apple en US$741 millones, un 80% menos que en el "94. IBM tiene en el "95 un valor negativo. Es fácil entender por qué Compaq está tan bien valuada, dado el éxito de sus computadores compatibles con IBM, ahora a un precio razonable. Apple, en cambio, registró un descenso en sus ganancias operativas y se vio obligada a un recorte de precios para enfrentar a la competencia. En cuanto a IBM, según FW, su valor negativo responde a que "mientras invierte millones de dólares en su mainframe business, está descuidando el negocio de los computadores personales".


Lo importante para muchos es ver si estas cifras juegan algún papel llegado el momento de una compraventa real. Por otra parte, ¿alguien pagaría, si pudiera, US$39.000 millones por la marca Coca-Cola sin tratar de adquirir, paralelamente, su fórmula, plantas industriales, management, sistemas de distribución y con- tratos? Así las cosas, ese tipo de fórmulas sólo sirven como orientación, porque no dejan de ser divagaciones teóricas imposibles de demostrar en la práctica.
Se podría entonces acusar a Financial World de cometer flagrante marketing periodístico; es decir, de inventar una forma de vender su propio producto, al ofrecer a sus lectores "voyeurs", y no a los realmente involucrados en la indagación de oportunidades de compra y venta de marcas, buen material de lectura y distracción.

Pero no todo se agota en Financial World. Hay múltiples tipos de pautas que se emplean para valorar marcas. Algunas son en apariencia muy simples, pues consisten en tomar como referencia las transacciones reales realizadas recientemente en ese segmento, con marcas equivalentes. Prácticamente lo mismo que hace un broker in- mobiliario cada vez que maneja una operación de compraventa.
La agencia Young & Rubicam tiene su propio método de evaluación, el Brand Asset Valuator (BAV), resultado de un estudio que ha venido realizándose desde 1993 y que ya se ha efectuado en 27 países, entrevistando a más de 40.000 consumidores. En cada país se estudian alrededor de 1.200 marcas, siendo la mitad internacionales y el resto locales y efectuando 32 mediciones por cada una. Las marcas se miden en base a cuatro variables: la diferenciación, lo que las distingue unas de otras; su relevancia para el consumidor y la posibilidad que tienen de satisfacer algunas de sus necesidades; la estima que se va produciendo en el consumidor por la marca y, finalmente, el conocimiento, donde ya se genera una relación de lealtad. Una de sus conclusiones fue que la fortaleza de marca radica en la combinación de diferenciación y relevancia. Estos atributos son los que trabajan la publicidad y el marketing.

Por la época del estudio, las marcas más diferenciadas en Estados Unidos eran Disney, Jaguar, las bebidas de Dr. Pepper y Snapple, y la empresa de lencería Victorias Secret, en tanto que las de mayor relevancia eran AT&T, Kodak, Campbell y la Oficina de Correos. De la investigaci6n también surgió que los dos componentes del tamaño de una marca - estima y conocimiento - deben estar interrelacionados. Entre las marcas con más conocimiento se destacaron Coca-Cola, McDonald’s, Jell´O y Kellogg´s. Las con mayor estima fueron las de los productos plásticos Rubbermaid, los quesos Philadelphia, los envoltorios Reynolds Wrap y los apósitos Band Aid.

Al ubicar los valores atribuidos en cuadrantes, las marcas nuevas suelen aparecer en el correspondiente a "baja estatura" y "baja fortaleza". Las marcas diferenciadas, pero poco conocidas, tienen una gran potencialidad de crecimiento. Y hay problemas para las que cuentan con alta estatura, pero escasa fortaleza.
Otra diferencia en este estudio es que las marcas se miden todas contra todas, no sólo por categorías, porque pueden existir ciertos rubros que en el país no tienen gran relevancia para el consumidor - como ocurre en Chile con bancos, AFP e Isapres - pero que dentro de ellos tienen marcas muy bien posicionadas en la mente de las personas.

Young & Rubicam realizó el estudio en Chile entre marzo y abril del año pasado. Todo el trabajo de campo se hizo a través de Adimark. Los resultados se enviaron primero a Gallup Londres que coordina los datos obtenidos en todo el mundo, y luego a la casa matriz de Young & Rubicam, donde se analizan según la metodología aplicada. En Chile en total se analizaron 839 marcas en 107 categorías en entrevistas efectuadas en Santiago, Viña del Mar, Valparaíso, Concepción y Talcahuano, ciudades que representan el 80% del consumo en el país.

Entre los hallazgos se demostró que Chile sigue el patrón occidental con marcas como Coca-Cola, Nescafé y Nestlé que ocupan los primeros lugares. Marcas locales como Soprole y CTC aparecen entre las mejores posiciones. Sin embargo, Mauricio García aclara que hay diferencias importantes según los segmentos socioeconómicos. El modelo tradicional donde las preferencias del ABC1 mandaban y daban la pauta para los demás grupos ya no se mantiene. Esto es especialmente fuerte en el C2, que hoy conforma un grupo aparte con sus propias preferencias y no imita al ABC1.

La diferencia entre el BAV y el método tradicional de recordación (top of mind) es que una marca puede tener un muy alto conocimiento por lo que obtendrá los primeros lugares, pero puede haber perdido relevancia para el consumidor, por lo que irá en caída.

Esto es propio del proceso de desgaste de una marca en que la curva comienza a caer, pese a mantenerse alta en conocimiento. En este caso ya no tiene una fuerte diferenciación y flaquea en la estima y relevancia. Un caso a nivel mundial de esta situación fue la generada por IBM descrita anteriormente.

Ahora, las marcas que construyen su comunicación en base a valores, como la libertad o la igualdad, tienen mayores posibilidades de mantenerse en el tiempo y sobrevivir a los ciclos propios del producto.
Las marcas que tienen una fuerte diferenciación, pero que son de elite, deben buscar una forma de acercarse al consumidor para conservar su relevancia sin perder, a la vez, su posicionamiento. Caso ilustre es el de Harley Davidson que creó toda una línea de productos de consumo, como ropa y lápices, potenciando su marca, pero sin perder de vista que su negocio principal son sus costosas motos. Esta empresa supo construir su comunicaci6n en base a una mística y un nacionalismo. Hasta hoy sus acérrimos seguidores hacen vigilias esperando la salida de los nuevos modelos para adquirirlos.

Otro método para medir el valor de la marca fue el creado en Estados Unidos por la consultora de management Kuczmarski Associates, de Chicago, que mide el retorno de las inversiones efectuadas en la marca. Se lo conoce como ROBI, la sigla de Returns On Brand Investment. ROBI está basado en tres índices que evalúan, respectivamente, la percepción del valor de marca, su valor en dólares en relación con la competencia, y el nivel de compromiso del top management con la marca.

¿Cuánto vale una marca? Como todo intangible, su valor es subjetivo, cambiante, caprichoso y volátil. Pero hay algo que resulta indudable: la marca es el puente entre las empresas y la gente. Símbolo de comunicación y condición imprescindible para contar con un consumidor leal.

Bibliografía.

Basado en un artículo de Josefina Mackenzie, publicado en la Revista Apertura 1996. 


© Publicado el jueves 17/12/2015 por monografías.com