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lunes, 3 de marzo de 2025

Un peligroso precedente... @dealgunamanera...

Un peligroso precedente...

En busca de templanza y compostura (de calzados). Dibujo: Pablo Temes.

La designación de Lijo y García Mansilla en la Corte en comisión por decreto representa una seria amenaza para la credibilidad de la Justicia.


© Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 02/03/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Lo sucedido con la designación de los dos nuevos ministros de la Corte Suprema ha abierto un peligroso cauce para la institucionalidad. Ni el kirchnerismo se atrevió a tanto. Y eso, claro está, es decir mucho. Cristina Fernández de Kirchner desesperó durante cada uno de los períodos en que gobernó por tener una Corte integrada por ministros adictos. La intención de tener al menos uno durante el gobierno compartido con Alberto Fernández chocó con la falta del número necesario de votos para su aprobación en el Senado. La designación en Comisión nunca fue una alternativa.


La designación de Manuel García Mansilla y la aún en ciernes de Ariel Lijo representa una amenaza seria para la independencia y, por ende, la credibilidad de la Justicia. Esto, que afecta profundamente la seguridad jurídica, tendrá consecuencias negativas para el gobierno y para el país. Una de ellas, las económicas. No hay posibilidad numérica – ni política – de que tanto uno como el otro puedan ser confirmados por el Senado. Por eso es que, astutamente, el Dr. Lijo pidió una licencia extraordinaria sin goce de sueldo. Lo dijo con todas las letras en su presentación ante la Cámara Federal: “Dado que la designación carece de estabilidad en el cargo, le solicito que me conceda licencia sin goce de haberes¨ (sic).


A lo discutido de su nombramiento, se le agrega su desprestigio. El desprestigio también lo abarca al Dr. García Mansilla. Cuando en la audiencia ante la Comisión de Acuerdos del Senado del 28 de agosto de 2024, le tocó responder a la pregunta de la senadora Anabel Fernández Sagasti, sobre qué hubiese hecho si lo hubieran nombrado en comisión, como ocurrió en principio con Horacio Rosatti y Carlos Rosenkranz dijo: ¨Visto el impacto que tuvo aquel decreto 83 del 2015 en la opinión pública, yo no hubiera aceptado¨. La contestación fue una respuesta escueta y contundente. No admitió lugar a dudas. Parece que la olvidó, haciendo realidad la famosa frase atribuida a Groucho Marx que dice: ¨estos son mis principios pero, si no le gustan, tengo otros¨. Está claro que la dignidad ha dejado de ser patrimonio de los dos nuevos arribados al cuerpo. No se conocen juicios de aprobación de esta maniobra por parte de ningún abogado constitucionalista de prestigio.  

Al interpretar el inciso 19 del artículo 99 de la Constitución, que señala que el Poder Ejecutivo podrá ¨llenar vacantes que requieran acuerdo del Senado y que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al final de la próxima Legislatura¨, la mayoría de ellos coinciden en señalar que se refiere a designaciones de embajadores o militares que necesiten su aprobación.

El clima en la Corte está irrespirable. El jueves las discusiones fueron acaloradas, por decirlo de una manera elegante. ¨No podemos hacer nada para oponernos a los nombramientos¨ expresaba una voz desde el interior del cuerpo con absoluta conciencia de la verdadera caja de Pandora que abre estas incorporaciones por decreto. A lo controvertido de la medida se le agregan los cuestionamientos sostenidos que, desde distintos sectores de la sociedad y del derecho, se le hacen al juez Lijo.  

El mecanismo utilizado por el Gobierno para proceder a estas designaciones sienta un muy peligroso antecedente puesto que, si el presidente quedase habilitado a designar durante el receso del Congreso jueces sin acuerdo del Senado mediante un simple decreto y reiterar la maniobra al año siguiente, podría lograr cubrir vacantes de magistrados que no tienen acuerdo del Senado por tiempo indefinido. Esto sería, lisa y llanamente, el fin de la división de poderes, de la independencia de la Justicia y de la república. Demás está decir que, ante la llegada a la Corte de Ariel Lijo, quien festeja es “la casta” que el propio líder libertario dice combatir. El presidente Milei insiste en contradecir sus palabras y pensamientos. El perjuicio será para todos los argentinos de bien.  

El otro episodio de alto voltaje político que dejó la semana fue la disputa con el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof por los tremendos casos de inseguridad que azotan al conurbano bonaerense y que lo han convertido en un sitio invivible. El Presidente movió primero con un estrepitoso posteo en la red social X donde le pidió al gobernador que se corra del medio y lo “deje intervenir la provincia por la inseguridad”. La jugada no fue sólo un impulso incontenible a los que suele tenernos acostumbrados. El temprano horario de la publicación dejó en claro que tuvo toda la noche para meditarlo. Estaba escrito de antemano. Para concretar semejante petición el gobierno debería demostrar que se cumplen las condiciones previstas en la Constitución nacional y contar con el respaldo del Congreso. Cosas poco probables. Entonces, las declaraciones del primer mandatario parecieron destinadas a fustigar al gobernador en el terreno político en lugar de ofrecer ayuda real ante tamaño flagelo.  

La respuesta de Kicillof tampoco estuvo a la altura de las circunstancias. El bonaerense ensayó una puesta en escena con un rejunte de kirchneristas, ex kirchneristas y algunos peronistas para simular un apoyo que, en lo real, no siempre es explícito. También estuvo Malena Galmarini, la esposa de Sergio Massa, a quien todavía le cuesta aparecer.

Fue la foto de Unión por El Espanto. Allí, acusó al presidente de ser el “principal responsable del narcotráfico” en la provincia y agregó que lo denunciará penalmente. Semejante acusación no tiene ningún indicio de realidad y tuvo como fin último buscar la espectacularidad para desviar la atención. Mientras la dirigencia política siga enfrascada en peleas personales estériles, la inseguridad y ningún otro problema tendrá solución en el corto plazo. Debería darles vergüenza y ponerse en la piel de la gente que no sabe si sus seres queridos volverán a casa cada vez que salen a hacer un mandado.

Kicillof ha demostrado su total incapacidad para resolver el problema y el presidente debería convocarlo de manera seria y respetuosa si de verdad pretende ayudar.  

Al cierre de esta columna, terminaban los preparativos para el discurso de Javier Milei en el Congreso. Una nueva oportunidad para tomar la senda de la templanza y la compostura. El Presidente no debe olvidar que, en el medio, está la gente.





domingo, 5 de noviembre de 2023

Elecciones: es lo que hay… @dealgunamaneraok...

 Elecciones: es lo que hay…


Reino salvaje: Dibujo: Pablo Temes.

Las campañas de ambos candidatos muestran la pobreza de la oferta electoral de la clase política.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 04/11/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

“¿Votamos a Frankenstein o a Drácula?”, reza uno de los memes que más circulan en las redes en alusión a la segunda vuelta del próximo domingo 19 de noviembre. La expresión refleja a la perfección la encrucijada electoral en que quedó atrapado el país tras el resultado de los comicios del 22 de octubre pasado. Explica, a su vez, la falta de esperanza de una parte significativa de la ciudadanía, que ve a la Argentina como un país sin otro rumbo que el del desencanto y la frustración.

La campaña de Sergio Massa es absolutamente desvergonzada. No solo eso sino que, además, en muchos casos, es violatoria del Código Nacional Electoral que, en su artículo 64, establece que no se pueden hacer anuncios de gestión a partir de los 25 días previos a los comicios. Nada que sorprenda viniendo de un dirigente peronista para el que el valor de la ley es escaso o nulo. Las dos únicas propuestas del candidato oficialista son el “plan platita” y el miedo a su rival, a quien, en general, no nombra. Una muestra de esa falta de límites fue la foto de campaña que el ministro-candidato se sacó con actores y actrices afines usando de fondo el Festival Internacional de Mar del Plata. Un verdadero gesto de apropiación de un acontecimiento cultural que debe ser respetado en su pluralidad. Así es el peronismo.

Desde el sábado hasta el martes hubo en el entorno de Massa una mezcla de desasosiego y enojo por la falta de combustible que se extendió a todo el país. El destinatario especial de ese enojo fue el presidente de YPF, Pablo González. Hay que recordar que YPF es una compañía manejada por La Cámpora. Es una parte más de la totalidad de las cajas del Estado que quedaron en manos de la agrupación que lidera el hijo de los Kirchner. En esa administración, junto con el afán por gerenciar el dinero que mueve la firma con intencionalidades político-partidarias, abunda –como no podía ser de otra manera– la ineptitud que derivó en este inconveniente que paralizó por varias jornadas a todo el país. Eso enojó a Massa, quien, de todas maneras, nada puede hacer para modificar la situación. ¿Podrá hacerlo en caso de ser electo presidente?

En la reunión con los empresarios en la sede de la Unión Industrial Argentina (UIA), el ministro- candidato vivió algunos momentos incómodos. El reclamo principal de los industriales pasa por los dólares que las empresas necesitan para importar los insumos que precisan para seguir operando. Las respuestas dadas no fueron satisfactorias. Hubo cruces picantes entre Massa y algunos de los allí presentes. El ex intendente de Tigre intentó zanjar esa tensión ofreciendo cargos a empresarios en su idea de un gobierno de unidad nacional. Entre las vacantes en danza está la presidencia del Banco de la Nación.

Parte de la gente ve un país sin otro rumbo que el desencanto y la frustración.

Uno de los problemas que tiene Massa para contrarrestar su falta de credibilidad es la presencia activa del kirchnerismo que, claramente, no ceja en su intento de imponer su agenda, la que, como es bien sabido, está vinculada directamente a las necesidades de Cristina Fernández de Kirchner. Su prioridad es el Poder Judicial.

En ese ámbito, la condenada vicepresidenta busca descabezar a la Corte Suprema y, además, designar a decenas de jueces afines. Ese intento fracasó con Alberto Fernández. La presión la tiene ahora Massa. Y si llegara a ser elegido presidente, la tendrá mucho más aún. Una muestra de ello ocurrió esta semana con el cruce de alta tensión entre los dos miembros de la Corte Suprema de Justicia –su presidente, Horacio Rosatti, y Carlos Rosenkranz–, que rechazaron de cuajo y en duros términos el juicio político que les quieren promover desde el kirchnerismo. El dictamen de la Comisión de Juicio Político ya está listo para elevar la acusación que pasará, entonces, a la Cámara de Diputados. El oficialismo está esperando la palabra de Massa para ver si aprueba ese paso que, de concretarse, será juzgado por un Congreso con otra integración en el que el kirchnerismo no tiene mayoría pero en el que está la mano de CFK, con su hijo Máximo y Eduardo “Wado” de Pedro como verdaderos comisarios políticos.

Esta movida impulsada por la vicepresidenta generó la protesta inmediata y enérgica nada menos que del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quien acusó directamente al ministro-candidato de estar apoyando esta maniobra. Es lo peor que podría haber esperado Massa, que estaba planeando algún movimiento de seducción hacia el gobernador, cuyo apoyo necesita para captar algunos de sus votos, que son cruciales para allanarle el camino hacia la Casa Rosada.

En las huestes de Javier Milei tampoco reina el sosiego. La sociedad con Mauricio Macri ha producido un profundo impacto –no siempre positivo– puertas adentro del espacio libertario. Tal es la fuerza de ese impacto que el candidato debió salir a ratificar los ejes principales de su propuesta de gobierno: la dolarización y el cierre del Banco Central. Pero, más allá de esos ruidos internos, Milei necesita esa asociación no solo por los votos sino también por los fiscales. Ya terminado el idilio con Luis Barrionuevo –un sapo que Milei se deglutió con una fenomenal ingenuidad–, la necesidad de tener fiscales que actúen con firmeza y conocimiento de la mecánica electoral hace que la colaboración con el PRO sea imprescindible. Eso para empezar porque, si llegara a la presidencia de la Nación, va a necesitar el apoyo del equipo amarillo y de otros sectores de No Tan Juntos por el Cambio para aspirar a que se aprueben algunos de sus proyectos legislativos. Uno de los hechos que generaron los mencionados recelos fue, en estas horas, la aparición del nombre de Federico Sturzenegger como un posible convocado para desempeñar funciones dentro de un posible gobierno libertario. La verdad es que Sturzenegger tuvo un opaco papel como presidente del Banco Central. Su gestión fue –y sigue siendo– blanco de críticas muy duras, muchas de las cuales vienen desde las mismísimas filas de JxC. Resultaría paradójico, además, que Milei, que denuesta al Banco Central, convocara a su gobierno a uno de sus expresidentes.

Al candidato libertario tampoco lo ayudan las disparatadas declaraciones públicas de algunos de sus dirigentes. El caso más resonante de estos días ha sido el de Diana Mondino, una destacada economista que, vaya a saber por qué razón, ha puesto en la agenda de la campaña temas tan delicados como el de los trasplantes, con posturas muy criticables como la de la venta de órganos, o la comparación del matrimonio igualitario con los piojos.

Massa o Milei. Es lo que hay.



   

viernes, 1 de enero de 2016

Mauricio Kirchner… @dealgunamanera...

Mauricio Kirchner…


En apenas dos semanas de gestión, Macri ha mostrado algunos rasgos de procedimientos más parecidos al nestorismo. Pero el fin nunca justifica los medios.

© Escrito por Javier Calvo el martes 29/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La peor de las herencias de la década en que Carlos Menem gobernó el país, con el voto de los argentinos, no fue la corrupción, la impunidad o la exclusión. Todas ellas juntas construyeron un legado cultural político, económico y social que lleva años desandar, porque incorpora mecanismos de acción y pensamiento que se tornan normales pese a sus vicios de origen.

Por ejemplo, Menem nos enseñó a no escandalizarnos con el enriquecimiento en la función pública, el pago de coimas, la domesticación judicial, el capitalismo de amigos y la hechura de leyes a medida según la ocasión.

El tema es que ya empiezan a notarse los efectos de la herencia cultural kirchnerista, nada menos que en aquellos que se construyeron políticamente como lo opuesto. En apenas dos semanas de gestión, Macri ha mostrado algunos rasgos de procedimientos más parecidos al nestorismo pragmático que al republicanismo declamado.

El primer caso fue la decisión de promover con un decreto la llegada a la Corte Suprema de los  abogados Horacio Rosatti y Carlos Rosenkranz. Aunque la medida tuvo un retroceso elegante, mostró la hilacha (la misma que muestra el kirchnerismo cada vez que puede: la primera impugnación a Rosatti para que llegue a la Corte lleva la firma de Alessandra Minicelli, esposa de Julio De Vido, el funcionario por el que Rosatti renunció como ministro de Justicia K al no avalar sobreprecios en la construcción de una cárcel).

Una segunda muestra la dio la modificación por decreto de la reglamentación de la Oficina Anticorrupción, para que la politóloga Laura Alonso pudiera asumir como su jefa. Hasta ahora, uno de los requisitos era ser abogado. Institucionalmente hubiera sido más prolijo que el cambio se instrumentara para la próxima gestión.

La tercera, que no parece la vencida, ha sido la intervención por decreto de la Afsca y la Aftic. Ayer, Perfil adelantó que el Gobierno ya tiene planeado en enero otro DNU para eliminar ambos organismos y crear uno nuevo, lo que consagra la reforma de una ley (en este caso la de Servicios de Comunicación Audiovisual) a través de una medida del Poder Ejecutivo.

La presión oficial para que la procuradora Alejandra Gils Carbó deje su cargo amenaza con erigirse en otra posible prueba de “makrichmo”. Y esto recién empieza.

En algunos de estos episodios son atendibles las explicaciones y justificaciones gubernamentales. Que aún no pudieron construirse consensos legislativos. Que los funcionarios afectados no cumplieron con el rol que las leyes les habían asignado, etc. etc. Se toma nota.

También se toma nota del patetismo con el que el kirchnerismo (en su fase política y mediática) se indigna por estas iniciativas del Gobierno, cuando ellos hicieron de la arbitrariedad, el doble estándar y la moral reajustable un sello de fábrica.

Por eso, más allá de todo y de todos, debería aprenderse que el fin nunca justifica los medios. Nunca. Aunque lo tengamos inyectado en nuestro cuerpo social desde hace décadas.