Alas de hielo…
A 61 años del primer vuelo
argentino al Polo Sur.
El 6 de enero de 1962, los tripulantes de dos aeronaves Douglas DC-3 de la Aviación Naval Argentina completaron el primer aterrizaje de unidades de nuestro país en suelo antártico. La misión fue confiada a la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Transporte que tenía asignada habitualmente la ruta Ezeiza-Ushuaia y estaban habituados a operar con mal tiempo, solucionando contingencias de todo tipo.
© Publicado el viernes 06/01/2023 por el Periódico Digital
Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires,
República Argentina.
La travesía había iniciado tres
meses antes, con vuelos de inspección sobre la zona. Previo a su expedición,
las unidades matriculadas CTA-12 y CTA-15 instalaron equipos, esquíes y la
unidad de Exploración y Reconocimiento Aero fotográfico, y se intensificó el
adiestramiento de los pilotos en condiciones nulas de visibilidad.
La expedición fue comandada por
el Capitán de Fragata Hermes Quijada (piloto) y formaron parte de la dotación
de las dos aeronaves los capitanes de fragata Pedro Margalot y Rafael Checchi;
los tenientes de navío Jorge Pittaluga (piloto), Miguel Grondona, Héctor
Martini, Enrique Dionisi y José Pérez; el Suboficial Primero Edmundo Franzoni; el
Suboficial Segundo Ricardo Rodríguez; el Cabo Principal Elías Gabino y el Cabo
Primero Raúl Ibasca.
Las aeronaves de la Unidad de
Tareas 8 despegaron el 18 de diciembre de la Estación Naval Río Gallegos rumbo
al Cabo de Hornos. La velocidad era poca: las 32.000 libras de peso, sumadas a
los vientos del sur y a la necesidad de ahorrar combustible no les permitió
pasar los 115 nudos.
Luego de dos
etapas previas con escalas en proximidades de la isla Robertson, sobre la
barrera de hielos Larsen y en la estación científica de Ellsworth, lograron
unir por primera vez ese punto del Polo Sur con el continente sudamericano.
Llegó el 24 de diciembre y los expedicionarios fueron invitados por los
camaradas de la base a pasar la Nochebuena con ellos.
El 26 de diciembre, despegaron nuevamente aprovechando la buena meteorología.
Al volar sobre Bahía Austral, la Estación Científica Ellsworth apareció como
una manchita negra que poco a poco fue aumentando de tamaño. La pista había
sido bien señalada y a poco de aterrizar fueron recibidos por el personal de la
estación.
Allí, los DC-3 tenían que
reabastecerse de combustible para tener la autonomía suficiente para llegar al
Polo Sur y regresar a la base. La maniobra fue pautada por radio mientras
volaban desde Campbell.
Al volver el buen tiempo, la
estación Polo Sur les comunicó que estaba listo a recibirlos. El 6 de enero, a
las 13.05, despegaron nuevamente, mientras se abría a su proa una zona cubierta
de grietas enormes. Se encontraban muy cerca al Polo Sur y la zona que
sobrevolaban tenía una capa de hielo de casi 3.000 metros de espesor.
A las 21.15 los Douglas DC-3
liderados por el Capitán Hermes Quijada tocaron suelo en el Polo Sur. Entonces
solo la bandera noruega de Amundsen, la inglesa de Scott y la norteamericana de
la base daban testimonio del coraje del hombre. Ahora la celeste y blanca
flameaba en el extremo sur del planeta.
Pasaron 61 años de que las alas navales argentinas alcanzaron el Polo
Sur. Y en la distancia del tiempo, aquellas hazañas grabadas en la memoria de
los protagonistas cobran una dimensión mayor como testimonio de la capacidad
del hombre por desafiar sus propios límites.
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