Calafate, el perro vivió 9 años
junto a la tumba de su amo…
El perro “Calafate” en el acceso del cementerio donde era ya parte del
paisaje cotidiano.
Esta historia increíble tuvo su punto final el pasado martes con la muerte
de un pequeño perro mestizo que se instalara permanentemente en el cementerio
municipal de Río Grande, a partir de lo que fue la muerte de su amo en el año
2004. El perro retornó a la última morada de su amo para no irse nunca más y
fue adoptado con cariño por el personal municipal del área.
La
historia parece inverosímil pero da cuenta del grado de fidelidad y amor al que
puede llegar una simple mascota ante la pérdida de su amo, en otros casos que
han sido famosos en todo el mundo y que tuvo en este pequeño animal un ejemplo
similar a nivel local.
La
historia de Calafate era conocida por tanta gente, casi en proporción a la
gente que desconocía la misma pero posiblemente observó a ese pequeño perro
mestizo en la zona del cementerio municipal, donde ya era parte del paisaje.
La
historia se inicia allá por el 2004, con la muerte de un peón chileno, Pedro
Vera Cárcamo, de quien los memoriosos aseguran que murió en un accidente de
trabajo en la estancia donde se empleaba.
Vera
Cárcamo poseía una pequeña mascota, el perro Calafate, quien tras el deceso fue
llevado a la estancia donde vivió un tiempo, siendo luego devuelto a la ciudad.
Con
el tiempo el personal del cementerio comenzó a toparse periódicamente con un
llamativo visitante, un pequeño can que se colaba entre las rejas del portón
trasero, el cual solía merodear las tumbas ubicadas en el fondo del predio.
“Puede
ser que algún perro se metiera y siempre los sacábamos, en el caso de Calafate
recuerdo que tenía hambre y lo sorprendíamos comiéndose las velas, por lo que
lo sacábamos corriendo, pero siempre volvía”, recordó uno de los empleados
municipales.
Con el correr del tiempo la presencia del perro fue casi permanente en el lugar, y un día llegaron a buscarlo quienes lo habían “heredado” como mascota. Todo fue infructuoso, Calafate seguía escapándose al cementerio para permanecer en las inmediaciones del lugar donde fuera sepultado su amo. Un comportamiento inexplicable en razón de cómo podía llegar a saber de la presencia del mismo en ese lugar.
Aclarada
esa situación, el personal del cementerio comenzó con alimento, a atraer al
pequeño perro hacia el quincho en el cual descansan, zona donde con el correr
de los años Calafate se instaló, pasando a ser la mascota del lugar y un
verdadero ícono, anécdota insoslayable para cualquier visitante a la necrópolis
que preguntaba por la llamativa presencia del perro.
Finalmente,
la pasada semana Calafate fue atacado por dos perros de gran tamaño en las
afueras del cementerio, siendo asistido e internado por el personal municipal.
A pesar de su avanzada edad logró reponerse, pero finalmente el martes fue
encontrado sin vida cuando el personal ingresó a trabajar.
La
muerte, ese componente tan cotidiano en el trajinar diario del personal
municipal del cementerio, esta vez golpeó muy duro y eso podía observarse en el
ánimo de todos, a pesar del acostumbramiento a circunstancias penosas de este
tipo.
Calafate
fue sepultado muy cerca del quincho donde compartía sus días con el personal
municipal, dentro del predio que eligió para seguir al amo perdido. Final de
una historia, cierta o no, que el imaginario popular seguramente resiste
descreer, e incluso se encargará de perdurar en el tiempo.
© Publicado el Viernes 14/02/2014 por
el Diario El Sureño de la Ciudad de Río Grande, Tierra del Fuego.
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