Cuarenta…
Al agotarse el año, es legítimo detenerse y pensar. Entre sofocados y exhaustos, marchamos hacia la noche del 31 con un interrogante perfectamente razonable. ¿Lo peor acaso está por suceder? No lo creo, o al menos no lo patrocino. Pero tengo los años que tengo y no voy a ahorrarle al lector algunas evocaciones imprescindibles.
Este 2014 que sobreviene marca cuarenta años de un auténtico
annus horribilis, el tétrico 1974. La expresión latina parece haber sido
acuñada en 1985 por el Oxford English Dictionary y la reina Isabel II se valió
de ella en un discurso de noviembre de 1992, a cuarenta años de su coronación,
cuando sostuvo que terminaba un annus horribilis. Dijo: “1992 no es un año al
que recordaré con puro placer. (…) Terminó siendo un annus horribilis”. Un
poema de John Dryden en 1666, “Annus Mirabilis”, describía hechos maravillosos
de la época. Esta vez era al revés. En la Argentina, hace cuarenta años se
desencadenaron doce meses catastróficos. Gobernaba el peronismo y Juan Perón
fue el presidente la mitad exacta de ese año. Sirve recopilar la catarata de
esos horrores.
El 19 de enero el ERP ataca el Regimiento 10 de Azul,
asesinando al coronel Arturo Gay, jefe del regimiento 10 de Caballería, y
secuestrando al teniente coronel Jorge R. Ibarzábal, jefe del Grupo de
Artillería Blindado. Será asesinado por la guerrilla el 19 de noviembre de ese
mismo año.
El 21 de enero Perón convoca a los diputados de la Juventud
Peronista de Montoneros (Carlos Kunkel entre ellos), y los hace renunciar ante
una nueva legislación contra el terrorismo. El 27 de enero, Perón echa al
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, reemplazándolo por
Victorio Calabró, un pesado del sindicato metalúrgico. El 29 de enero, Perón
convoca a servicio activo a los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride,
como —respectivamente— subjefe de la Policía Federal y superintendente de
Seguridad Federal.
El 27 de febrero se concreta el “Navarrazo”, golpe de estado
de extrema derecha avalado por Perón que se lleva puestos al gobernador de
Córdoba, Ricardo Obregón Cano, y a su vice Atilio López. El jefe de la policía
provincial, coronel Antonio Navarro, asume el poder el 2 de marzo como
interventor federal.
El 26 de marzo, Perón clausura Respuesta Popular, diario del PRT que había reemplazado a El Mundo, también clausurado. El 8 de abril, la Policía Federal secuestra una edición del semanario El Descamisado, de Montoneros. Dos días más tarde, el 10 de abril, Perón prohíbe por decreto la impresión de El Descamisado y Militancia. El 14 de abril en Resistencia arrestan al ex diputado montonero Kunkel, al que luego liberan.
Se cierne la noche: el 1º de mayo, Perón echa a los
Montoneros de Plaza de Mayo, por imberbes y estúpidos. El 11 de mayo es
asesinado el padre Carlos Mugica en la puerta de la iglesia de San Francisco
Solano, Villa Luro, donde acababa de celebrar misa. El 12 de junio, Juan Perón
da su discurso postrero en la Plaza de Mayo, protegido por un vidrio antibalas.
Muere el 1º de julio y asume María Estela (Isabel) Martínez de Perón. No hay
tregua: el 15 de julio, la guerrilla asesina al político radical Arturo Mor
Roig. Esbirros del Gobierno ametrallan el 31 de julio al diputado Rodolfo
Ortega Peña. El 6 de septiembre, Montoneros anuncia su paso a la
clandestinidad. El 7 de septiembre, en un intento por asesinar al rector de la
Universidad de Buenos Aires, Raúl Laguzzi, la Triple A mata a su bebé Pablo, de
cinco meses.
El 11 de agosto, el ERP ataca la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, donde secuestra al coronel Argentino del Valle Larrabure (al que asesinan el 19 de agosto de 1975), y al Regimiento 17 de Infantería Aerotransportada de Catamarca. En Villa María, el ERP roba centenares de poderosas armas de fuego y mucha munición. Fracasa en Catamarca, donde numerosos guerrilleros son masacrados.
El 19 de septiembre, Montoneros secuestra a los hermanos
Juan y Jorge Born, a quienes liberará meses más tarde, tras cobrar un rescate
colosal. Ojo por ojo, diente por diente. Los pistoleros del Gobierno siguen
matando sin pausa: el 20 de septiembre asesinan a un mito viviente de la
resistencia peronista, el entonces subjefe de la policía bonaerense, Julio
Troxler. De inmediato, la Triple A secuestra y asesina el 27 de septiembre al
profesor Silvio Frondizi, una luminaria del marxismo argentino. En la balacera,
también matan a su joven yerno, Luis A. Mendiburu. No hay respiro: el 1º de
noviembre, Montoneros asesina a Villar, el jefe de la Policía Federal convocado
por Perón para la guerra contra la guerrilla. No podría haber sido un año peor.
Un océano de sangre prologa el florecimiento pleno de la tragedia nacional en
los meses y años posteriores.
No hay crónica periodística sin subjetividad. Tenía 29 años
a fines de 1974 cuando nace en Buenos Aires mi primer hijo. Pocas semanas
después, salimos a Venezuela “hasta que se vaya López Rega del Gobierno”. El
regreso del exilio será recién en 1984, en democracia y con Alfonsín
presidente. Aniversario espeso, determinado por aquel 1974 desesperante, estos
cuarenta años pueden admitir el sabor de una tenue esperanza. Nosotros, que
vivimos aquellos horrores, ¿seremos tan canallas de repetirlos antes de morir?
¿Podremos llamar “annus mirabilis” a 2014? Me reencuentro con el lector el
domingo 2 de febrero.
© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 29/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 29/12/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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