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domingo, 29 de junio de 2025

Crisis de Oriente Medio. ¿Será el fin de la guerra?... @dealgunamanera...

¿Será el fin de la guerra?

“Buenos muchachos” “Nobel De La Paz”. Dibujo: Pablo Temes.

Tras doce días de enfrentamientos, cesó el fuego entre Israel e Irán. Pero el conflicto sigue. Daños, víctimas y represalias.


© Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 29/06/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

La Guerra de los doce días terminó en los hechos en la madrugada del miércoles 25 de junio. Fue unas pocas horas después que Donald Trump le ordenara –a los gritos– a Benjamin Netanyahu que redirigiera el ataque de los aviones israelíes a un poco útil radar ubicado en el norte de Irán y de que su presidente, Masoud Pezeshkian, lo anunciara en un mensaje por radio y televisión. Terminada, pues, esta guerra, lo que no terminó, en cambio, es el conflicto. Medio Oriente es un lugar de una enorme complejidad social y cultural.

Es esa complejidad la que está en la base de la crisis política permanente. En ese contexto, el principal problema lo representa el régimen de los Ayatollah que, como lo ha expresado públicamente una y otra vez, tiene como uno de sus objetivos permanentes la destrucción de Israel. Por eso es que la decisión del presidente de los Estados Unidos de poner un alto unilateralmente a la guerra dejó con gusto a poco al gobierno de Netanyahu que tenía perfectamente “localizado y a tiro” a Ali Khameini en su refugio en el nordeste de la capital iraní.

Durante esta guerra, los ataques israelíes impactaron en ocho plantas afectadas a la producción de material nuclear y numerosísimas instalaciones militares –se habla de más de setecientas– y produjeron la muerte de alrededor de mil personas, entre las que se cuentan treinta altos mandos de las Fuerzas Armadas de Irán y once científicos clave abocados al plan nuclear y alrededor de cincuenta civiles.

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La precisión quirúrgica de los ataques israelíes fueron producto de una labor de inteligencia pertinaz y prolongada en la que fue determinante la participación de ciudadanos iraníes cooptados por el Mossad –palabra que en hebreo significa instituto o institución–, el poderoso servicio de inteligencia de Israel. Por eso, como consecuencia de ello, se verifica por estas horas una verdadera caza de brujas ordenada por el régimen de Jamenei para identificar, arrestar y asesinar a sospechosos de haber participado de la operación “León Ascendente”, como se llamó la ofensiva de las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF).

La precisión quirúrgica de los ataques israelíes fueron producto de un trabajo de inteligencia prolongado.

Por su parte, Irán lanzó más de quinientos misiles balísticos que, en su mayoría, fueron neutralizados por la cúpula de hierro israelí. Sin embargo, hubo varios que superaron esa defensa produciendo daños importantes en edificios, en el hospital de Soroka, en la localidad de Beersheva, y causado la muerte de 27 personas. Israel nunca había recibido en su territorio un ataque de esta magnitud.

En medio de la guerra narrativa que siguió al cese del fuego, las fuentes confiables e independientes –que son pocas– coinciden en que los daños a las plantas nucleares de Irán –en especial la de Fordow– son muy importantes. “El daño es severo, pero eso no significa que la destrucción de las plantas haya sido total. Es un retroceso muy importante, pero eso no significa que, de aquí a unos años, el régimen iraní no se rehaga”, explica una de esas fuentes profundamente conocedora del impacto que produjeron las bombas “búnker búster” lanzadas desde los aviones B2 de los Estados Unidos en la madrugada del domingo 22 de junio.

Donde el conflicto sigue en toda su magnitud es en Gaza. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo terminará. El drama humanitario que allí se vive se ahonda día a día.

Cubrir una guerra representa un desafío profesional de una enorme envergadura para un periodista. Ser corresponsal de guerra con el avance imparable de la tecnología en estos tiempos, nos permite transmitir en vivo desde el lugar del hecho en el momento en el que ocurren los ataques. Así es como la realidad parece adquirir características cinematográficas. Imaginemos por un momento lo que habría sucedido si el ataque a Pearl Harbour hubiese sucedido hoy. Lo habríamos visto y escuchado en vivo.

Así fue la cobertura que tuve a mi cargo para TN y Canal 13 acompañado por Diego Spairani, camarógrafo, Bruno Mazzitelli, asistente de cámara, y Matías Azerrad, nuestro fixer. No hacía ni 2 minutos que habíamos entrado al Hotel Hilton de Tel Aviv cuando, en pleno trámite para registrarnos, comenzó a sonar la alarma que nos obligó a dirigirnos al refugio de inmediato. Todo ese momento de tensión extrema quedó reflejado en la pantalla. Y así fue de ahí en más: el hospital de Soroka a los pocos minutos de ser atacado y semidestruido, la alarma en el barrio de Ramat Gan y el misil que impactó a 100 metros del búnker donde debimos protegernos, la zona de Haifa cercana al puerto impactada por un potentísimo misil, los vidrios cayendo de algunos de los edificios alcanzados en el centro de Tel Aviv, la desolación de la gente que perdió todo tratando de sacar las pocas cosas que les quedaban, las fotos esparcidas por el suelo, juguetes, vajilla, colchones, muebles, pedazos de mampostería, vidrios rotos por doquier, olores de plásticos y cables quemados, polvo y más polvo, ruidos de topadoras, soldados armados... tensión permanente.

Un párrafo aparte merece lo sucedido en Beersheva en la mañana del martes 24. A esa altura, Trump había anunciado el cese del fuego. Sin embargo, los hechos eran otros: se seguía combatiendo. Irán lanzó una serie de potentísimos ataques que hicieron sonar las sirenas. Hubo cuatro alarmas consecutivas: a la 6 la primera; a las 6,20 la segunda; a las 7 la tercera y a las 7,20 la cuarta. Debimos permanecer dos horas en el búnker del hotel. Supimos al instante que, en la tercera alarma, un misil impactó en un edificio de Beersheva, hacia donde fuimos de inmediato. Estaba semidestruido. Ahí nos enteramos que un matrimonio de argentinos había salvado milagrosamente sus vidas, pero que cinco personas, que habían sido alcanzadas por la onda expansiva del misil que llegó hasta el refugio, murieron pensando que la guerra había terminado.

“Las guerras la generan los gobernantes y la sufre la gente”, dijo alguna vez Ronald Reagan. Es lo que, junto a mi equipo, vi y viví a lo largo de esta Guerra de los doce Días que cubrí.




domingo, 26 de enero de 2020

El sinuoso camino de Alberto Fernández… @dealgunamanera...

El sinuoso camino de Alberto…

Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes

La economía marcará el éxito o el fracaso del Gobierno, aunque para eso se necesita certidumbre política, algo que hoy no posee.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 26/01/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Es una foto que habla. Fue tomada en las horas previas a la partida de Alberto Fernández hacia Israel. Se ve a Cristina Fernández de Kirchner en el momento de firmar el libro de traspaso del mando. A su lado, el escribano general de gobierno, Carlos Gaitán. La vicepresidenta sonríe y el escribano también. Es una ceremonia que, en realidad, es un trámite que, a partir de un decreto publicado en el Boletín Oficial el lunes pasado, se ha simplificado y ya no exige la presencia del Presidente y del vice para su validación.   

Pero –siempre hay un pero cuando se trata de CFK– lo curioso y singular es el lugar: no es el despacho que la vicepresidenta ocupa en el Congreso; no es tampoco la Casa de Rosada; no es ni siquiera un despacho oficial: es el despacho de CFK en el Instituto Patria. Hace acordar a cuando se hacía llevar los diarios en el avión presidencial desde Buenos Aires a El Calafate. Las conductas de CFK no han cambiado.

Israel. Al Presidente le fue bien en Israel. Fue una buena decisión suya la de participar en las ceremonias oficiales de conmemoración de los 75 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, emblema de las atrocidades cometidas por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo más importante fue mostrarle al mundo que, al menos en la condena a ese hecho repugnante y trágico de la historia, hay en la Argentina una política de Estado. No es un tema menor.

Eso no significa que las diferencias con Israel se hayan extinguido. Algunas se corrigieron rápidamente en estos días tras la rectificación que debió hacer la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, que había afirmado que “mantener a Hezbollah como una organización terrorista es comprarnos un problema que no tenemos (sic)”.  

Y claro que esas diferencias se extienden a la muerte de Alberto Nisman –un magnicidio institucional– y al sabor amargo que dejó para las relaciones entre los dos Estados el fallido memorándum entre la Argentina e Irán, fogoneado por CFK y su difunto ex canciller Héctor Timerman. Y, hay que decirlo, son diferencias nada sutiles.  

En la reunión –y posterior discurso– entre Alberto Fernández y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, no faltaron las palabras referidas a la necesidad de mantener el compromiso en busca del esclarecimiento del atentado contra la AMIA.

La confirmación de ese compromiso es –sin duda– algo valioso pero hay que recordar que otros ya dijeron lo mismo, con las mismas palabras, el mismo énfasis y, lamentablemente, el mismo resultado: la nada misma. A 28 años del ataque terrorista contra la Embajada de Israel, a 26 del atentado contra la AMIA y a cinco del trágico final de Nisman hay un denominador común: el fracaso.

El caso Nisman ha dejado al Presidente en una situación incómoda. Y lo mismo vale para la Justicia.

Buena impresión. En su primera experiencia internacional, AF produjo una buena impresión, mucho mejor que la que solía producir CFK. A la entonces presidenta no la soportaba nadie. Es cierto que no le costó mucho lograrlo: hizo falta tan solo un poco de sentido común y buenos modales. Hay, además, una necesidad de aceitar la buena relación del Presidente con los líderes mundiales. Es una necesidad que tiene una explicación muy simple: la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional y los bonistas. De eso habló con ellos en las pocas palabras que cruzó a lo largo de su corta estadía en Jerusalén.

Lo que los líderes a los que vio –y a los que va a ver en la semana entrante–  se preguntan es si el Presidente es quien está en control del Gobierno o es la vicepresidenta. Y esa pregunta aún no tiene respuesta.

El Presidente viene desandando un camino sinuoso. Y ese camino sinuoso tiene consecuencias no solo políticas sino también económicas. Una de esas sinuosidades se da en los nombramientos. Que el titular de la Inspección General de Justicia sea el abogado Ricardo Nissen, el apoderado de Máximo y Florencia Kirchner en la causa Hotesur, es lisa y llanamente un verdadero disparate. “Cuando hay una causa que involucre a Hotesur me abstendré”, dijo Nissen para responder a las críticas que generó su designación. ¿Puede alguien sensatamente creer que eso será así?

Justicia. Gustavo Beliz sigue trabajando en el tema judicial. Habrá un proyecto de reforma de la Justicia Federal, un fuero que  necesita cambios. La incógnita es hacia dónde irán esos cambios. Si el objetivo es diluir el poder actual de los jueces para favorecer a CFK y compañía, nada habrá cambiado. No es eso lo que Beliz quiere. Lo mismo dice el Presidente. Pero habrá que ver qué es lo que la vicepresidenta quiere.  

Guillermo Nielsen es un ejemplo de las consecuencias que genera la duda sobre el real poder de AF. A su paso por el Foro Económico de Davos dejó conceptos que despertaron el interés de muchos de los que lo escucharon. Esos muchos le creen a Nielsen y comparten sus diagnósticos y sus planes. Lo que no saben –y se preguntan– es si en el Gobierno le creen o no, si valoran sus iniciativas o no, si sus proyectos son prioritarios o no.

Otro foco de tensión interna es la provincia de Buenos Aires. Axel Kicillof sigue demostrando haber aprendido poco de sus gruesos errores del pasado. Cree que apurando a los acreedores con bravuconadas los va a acorralar para que depongan sus exigencias en relación con el pago del bono 2021 por 250 millones de dólares, que vence a fin de este mes.

Lo peor es que eso se traduce también en tensiones con el ministro de Economía, Martín Guzmán. “O me dan la plata para pagar o no lo pago”, dijo el gobernador bien fuerte para que se enterara el que quisiera dentro del gobierno nacional.

El asunto es de gran importancia no solo para el caso en sí sino también para toda la renegociación con el Fondo Monetario Internacional. Y esa negociación es clave para poder aspirar a transformar la Argentina en un país atractivo para los inversores, algo que hoy no es.

Será la economía uno de los puntos claves –aun cuando no el único–que marcarán el éxito o el fracaso del gobierno de Alberto Fernández. Y no habrá posibilidad de éxito económico si no hay certidumbre política, esa que hoy le falta al Gobierno.