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sábado, 6 de febrero de 2016

Paciencia... @dealgunamanera...

Paciencia…


Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

©  Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 31/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Incluso los simpatizantes de Macri han empezado a pensar que no reflexiona lo suficiente sobre la naturaleza política que, de modo inevitable, tienen todos sus actos. Quienes lo juzgan (otros políticos, dirigentes sociales, simples ciudadanos) sólo por confusión o amnesia podrían olvidar que ocupa el cargo ejecutivo máximo. Una vez en Balcarce 50, el efecto “hombre nuevo” se disuelve. Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

En cuanto empieza a gobernar, el presidente ya no puede presentarse invariablemente como encarnación de una voluntad general porque decide de acuerdo con ideas, prejuicios, intereses, compromisos. Durante un tiempo, hasta que se constituya una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Sucedió con Menem, y un buen día nos dimos vuelta para comprobar que el caudillo de largas patillas y poncho colorado había cambiado la Argentina en un sentido que perjudicaba a millones: cierre de pequeñas empresas, desempleo, pobreza. Ese efecto de que las cosas sucedan de pronto, aunque, en realidad, no suceden tan velozmente, es lo que obtienen los presidentes al llegar. Se le da el nombre de período de gracia. Los que se saltean la historia lo llaman también “los cien días”, olvidando que esos cien días son los que llevaron a Napoleón de la prisión en la isla de Elba a la derrota de Waterloo, no a la restauración de su poder. En este período de gracia, el político tiene la oportunidad de presentarse como representante del bien común, porque sólo después se verá a quién favorecen en verdad sus decisiones.

Macri, durante toda su campaña electoral, dijo que representaba a la gente y la voluntad de los que querían un cambio. Todos los políticos que pretenden ocupar el centro deben matarse para que les crean justamente eso: que representan a los rurales y a los industriales, a los que pagan impuestos y a los que los evaden, a los pobres y a los ricos, a los que quieren mayor igualdad y a los que quieren conservar el lugar que ocupan. Si no lograran convencer de esta universalidad futura a una parte del electorado, no ganarían las elecciones. Por el contrario, deben sostener que el candidato que los enfrenta representa sólo una fracción. Con Scioli esto era bastante fácil, ya que Cristina todavía no había aflojado sus garras sobre el Frente para la Victoria.

Hasta que se arme una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Perón ganó elecciones definiendo con nitidez su campo y el campo que debía ser derrotado. Lo mismo hizo Yrigoyen. Alfonsín llegó a la presidencia compitiendo de manera abierta: prometió el juicio a las Juntas y enfrentó al peronismo que aceptaba la autoamnistía de los militares. De la Rúa llegó señalando la corrupción de Menem, pero también apelando a un programa que prometía favores para todos los sectores medios: en primer lugar, conservar la funesta equivalencia cortoplacista de peso y dólar. Cristina compitió siempre porque, si está en el estilo de Macri ser indiferente a las grandes discusiones, estuvo en el estilo de Cristina intervenir y cortar en todas las ocasiones que pensó que le servían. Ni el estilo de Macri (indiferente a las ideas: pragmático, que le dicen) ni el de Cristina (de gallo de riña) es propio de los buenos políticos.

Quienes hoy sigan los debates presidenciales de Estados Unidos pueden asombrarse de las diferencias abismales que existen entre Donald Trump y los demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton. Los futuros votantes de uno u otro están perfectamente al tanto de que tienen programas radicalmente diferentes. Después, gane quien gane, el sistema político americano (como lo explica con brevedad y precisión Marcos Novaro en su Manual del votante perplejo) se encargará de equilibrar y controlar; incluso, en algunas circunstancias, de hacer imposible el cumplimiento del programa por el cual los ciudadanos eligieron un presidente.

Macri tuvo tiempo para una misa, dos dirigentes de fútbol y un museo, no para entidades de DD.HH.

Sobre equilibrios y controles, veamos el currículum de Macri. En la ciudad de Buenos Aires fue el jefe de gobierno que usó el veto cada vez que no le gustó lo que se votaba. Según Chequeado.com, sólo Ibarra vetó más leyes que Macri en proporción a las aprobadas; y nadie vetó más que Macri en términos absolutos. El veto más macrista de toda la gestión de Macri es el de la mitad de los artículos que regulaban la ley de publicidad oficial: vetó que se prohibiera usar en ella el logo y los colores del PRO. Se dirá: no hay que juzgar a un político sólo por su pasado. En efecto: hay que esperar, deseando mientras tanto que Rodríguez Larreta no entregue otros terrenos a Boca, mediante una licitación que parece hecha para arrancar una sonrisa de placer a dos presidentes, el de Boca y el de la República.

Nota al pie. La paciencia como virtud política tiene sus límites. Ser paciente no implica aceptar cualquier cosa. Macri debió recibir a los organismos de derechos humanos que le pidieron una audiencia, ya que esta semana tuvo tiempo para asistir a una misa en Córdoba por el cura Brochero con reunión de gabinete posterior, conversar con dos dirigentes del fútbol y visitar la exposición de Roberto Plate en el Museo de Bellas Artes, lo cual, por lo menos, mejora su cultura.





sábado, 29 de marzo de 2014

Argentina, Diciembre de 2001 en fotos... De Alguna Manera...


El trabajo de los fotógrafos es clave en el juicio por las muertes del 2001...


El registro de los reporteros fue sumado como prueba en la causa por la represión policial que sólo en Capital Federal dejó 5 muertos el 19 y 20 de diciembre de ese año. Galería de imágenes.

"Corríamos postas. Si frenabas para tomar la foto, te disparaban. Si corrías, no tenías la foto. Corríamos postas". Ese es el recuerdo preciso del fotógrafo Juan Pablo Barrientos sobre lo que ocurrió el 20 de diciembre de 2001.

Barrientos fue uno de los varios reporteros gráficos que en aquellas trágicas jornadas salió a la calle para documentar la represión policial desatada por el gobierno de Fernando de la Rúa que sólo en Capital Federal dejó un saldo de cinco muertos (39 en todo el país) y 117 heridos (se estima que fueron 224 en total).

A 13 años de esos hechos, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 6 avanza por estos días sobre las responsabilidades del ex secretario de Seguridad, Enrique Mathov; el ex jefe de la Policía Federal, Rubén Santos y del exjefe de Superintendencia Ciudadana, Raúl Andreotti, acusados por los delitos de  homicidio culposo, lesiones culposas y abuso de autoridad junto a otros quince imputados. De la Rúa, en tanto, consiguió la absolución y sólo declarará como testigo. El documento fotográfico aportado en la causa por los reporteros es clave para reconstruir lo ocurrido y fue considerado como parte de las pruebas por los miembros del Tribunal.

"La foto más fuerte es una pequeña emboscada a siete u ocho pibes en Rivadavia y Avenida de Mayo. Empezaron a pegarle de una manera increíble con culatazos. Había un pibe que se llamaba Juan y tenía más de 27 perdigones en la espalda. A uno de los pibes le rompieron tres dientes a borcegazos", dice Barrientos que por entonces se desempañaba como diseñador gráfico en la revista infantil Billiken y salió de la redacción para registrar la violencia policial en Plaza de Mayo.

Como Barrientos, Nicolás Pousthomis y Paloma García acompañaron con su trabajo la formación del colectivo de contrainformación Argentina Arde, que nació al calor del Argentinazo: "Recuerdo una sensación de cierto optimismo porque de alguna manera sentí que (a partir del 19 y 20) podía haber un cambio grande, que estaba ocurriendo lo que siempre quería que ocurriera; estar viviendo un momento histórico y formar parte de ese movimiento", cuenta Pousthomis, reportero de SUB, cooperativa de fotógrafos. "La fotografía era una herramienta, además de poner el cuerpo. Muchos nos decían que éramos manifestantes con cámaras".

Según García, las asambleas de Argentina Arde - un colectivo del que formaban parte Contra Imagen y Cine Insurgente - llegaron a convocar 250 personas con la consigna "Vos lo viviste, no dejes que te la cuenten".

"Registré el 19 de diciembre a la noche y la represión del 20 al mediodía", recuerda la fotógrafa que retrató una extensa movilización de vecinos de la asamblea del barrio porteño de Saavedra a Plaza de Mayo (mirá las fotos). "Es verdad que pusimos el cuerpo; muchos fotógrafos y camarógrafos, que además de ser profesionales dentro del periodismo y la fotografía, entendimos nuestra profesión como una herramienta urgente y necesaria", explica García.

"Había que romper el cerco informativo que precisamente no ‘informaba’ nada o desinformaba: muchos barrios en estado asambleario casi permanente, fábricas abandonadas por sus dueños y recuperadas por sus trabajadores; piquetes y focos de resistencia en todo el país. Nuestras fotos volvían a la gente en muestras callejeras que hacia el colectivo tanto en las paredes del Cabildo como en la asamblea Interbarrial de Parque Centenario", recuerda Paloma García.

Rodrigo Borda, abogado del Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS), patrocina a los familiares de Gastón Rivas y Diego Lamagna, asesinados junto a Carlos Almirón en pleno microcentro: "En ese lugar había algunos reporteros gráficos que antes y durante los asesinatos, sacaron fotos. El principal Víctor Belloni era quien tenía la voz de mando en Avenida de Mayo entre Tacuarí y Bernardo de Irigoyen; está probado que ese hombre disparaba con balas de plomo".

Según Borda, "la represión no fue alocada y descoordinada, sino, por el contrario, fue coordinada: la policía cumplió órdenes". El CELS aportó los registros de los fotógrafos Iván Clemenco Villagrán y Bernardino Avila, cuyo trabajo finalmente fue desestimado por el tribunal. Clemenco fue amenazado de muerte después de que se conocieran sus imágenes y debió ingresar en el Programa de protección de testigos: "Su foto muestra el momento en que cae herido de muerte Gastón Rivas; él dice ver al policía que lo mata".

Se estima que el juicio por los asesinatos del 19 y 20, donde se escucharán los testimonios de 500 personas, durará al menos dos años.

© Escrito por Juan Pablo Mansilla el Sábado 29/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos





























© Fotografía de: Paloma García, Nicolás Pusthomis y Juan Pablo Barrietos el Sábado 29/03/2014 y publicadas  por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Esta vez es distinto… De Alguna Manera...

Esta vez es distinto…


Voto castigo diferente al de 2009. Las urnas dieron una lección al kirchnerismo. Y todos los liderazgos emergentes tienen una matriz dialoguista.

Esta vez la responsabilidad de Cristina como mariscal de la derrota es mas grave porque apareció un quiebre cultural y el tan negado fin de ciclo. Ayer la inmensa mayoría del pueblo argentino confirmó el fracaso de su estilo de conducción maltratador hacia adentro y hacia afuera de su tropa y de un nivel inédito de concentración del poder.

La ausencia de la Presidenta dejó a sus ministros girando en falso, sin saber hacia dónde ir, tomando medidas contradictorias, con extraños niveles de autonomía y con una actitud menos agresiva. Parecían más herederos de Fernando de la Rúa que de Cristina. Son los costos que hay que pagar cuando no se deja que florezca ninguna flor y cuando se elige la fidelidad y el verticalismo a la capacidad y la eficiencia. Suele decir Alberto Fernández (la tercera pata de la mesa del poder matrimonial durante años) que la Presidenta castiga a aquellos que tienen la osadía de expresar alguna disidencia por mas suave que sea. Son condenados a la Siberia y a una catarata descalificadora y permanente del oligopolio mediático que edificaron con nuestros dineros.

Su política de fabricar enemigos a toda hora como una manera de construir poder también se vino a pique, pese a que encontró justificación ideológica en los libros neopopulistas de Ernesto Laclau. En realidad su autoritarismo no viene de los libros. No es una actitud racional y militante. Tiene tres vertientes menos heroicas. La generacional, que en los 70 le ponía apellido a la democracia (burguesa, partidocrática, etc) pero que no creía en sus valores profundos, la territorial que los transformó en señores feudales y patrones de una estancia propia llamada Santa Cruz, y la personal surgida del carácter tanto de Néstor como de Cristina, incapaces de cosechar amigos o lealtades mas allá de la subordinación de la política. Siempre eligieron ser temidos a ser queridos.

Eso fracasa porque todos los nuevos liderazgos que surgieron en las urnas son la contracara del estilo de Cristina. Tanto Massa, Macri, Binner, Cobos, Scioli si califica y hasta Capitanich tienen una matriz mas dialoguista, sin afiliarse a la lógica perversa que solo divide el mundo entre amigos y enemigos.

La composición social del voto es también un daño terrible al relato presuntamente progre nacional y popular. Massa en la provincia ganó en lugares del Conurbano donde solo es posible hacerlo con un gran respaldo de, por lo menos, un sector popular entre los habitantes más necesitados. Massa no es un fenómeno de derecha clase mediera y cacerolera. Es el capo de una nueva generación de peronistas que aprovechan el poder que nace de esa democracia de proximidad llamada intendencia. Y Néstor tampoco es Perón. A tres años de su fallecimiento no se registra su foto en las casas de los mas pobres como ocurrió con el general y con Evita. 

Cristina fue votada por fragmentos de trabajadores y excluídos y por eso llegó al 54% de los sufragios en el 2011, pero no se instaló eternamente en el corazón de los humildes. Néstor y Cristina son una referencia para militantes neofrepasistas y peronistas impresentables que necesitaban una locomotora que los empujara. Es difícil que el kirchnerismo supere el desafío y no se diluya en la historia como le pasó al menemismo y el duhaldismo. No hubo posibilidades de organizar un acto por Néstor realmente masivo y la celebración del 17 de octubre fue módica en presencia y sin llegar al mínimo acuerdo de un orador que los representara.

No solo hay fin de ciclo. También hay un nuevo proyecto de liderazgo que en 120 días sacó más de 4 millones de votos en la provincia y se convirtió en el candidato mas apoyado en las urnas. La autoestimulación que generó el Frente para la Victoria con un Amado Boudou exaltado de mentirita resultó patética. Una mueca propia de entierro de carnaval.

Es cierto que en el 2009 también se anunció erróneamente que terminaba la etapa K del peronismo. Pero esta vez es distinto. Porque no hay posibilidades de que Cristina sea candidata y no existe nadie medianamente confiable para el núcleo duro que los represente en la competencia electoral. Hoy el kirchnerismo pinta mas para un partido de cuadros que de masas. Para un círculo cerrado que ahorrará años pero que difícilmente vuelva al poder después de 2015. Han sembrado mucho odio y división.

© Escrito por Alfredo Leuco el lunes 28/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.