viernes, 31 de diciembre de 2010
Cromañon: 6 años, el mismo dolor e impotencia... De Alguna Manera...
"Los argentinos no aprendemos más, para muchos aquí no ha pasado nada", dijo monseñor Lozano en la misa. Hubo actos en Plaza de Mayo y Once.
Sobrevivientes, familiares y amigos de las 194 personas que hace hoy seis años murieron en la tragedia de Cromañón reclamaron esta noche a la Justicia que revoque la absolución que, en 2009, benefició a los músicos de Callejeros, la banda que actuó la noche del siniestro. Los asistentes, en su mayoría jóvenes, marcharon desde la Plaza de Mayo hacia el santuario dispuesto días después del incendio a pocos metros del boliche, en un predio contiguo a la la Plaza Miserere.
"Fue un momento muy fuerte y emotivo. Es otro año que pasa sin justicia", dijo a DyN Graciela Pelosso, madre de Nicolás Colnnaghi, uno de los jóvenes que falleció la noche del 30 de diciembre de 2004 como consecuencia del monóxido de carbono inhalado en el local República Cromañón. Tras asistir a una misa que se celebró en la catedral metropolitana, los sobrevivientes y familiares se concentraron en la Plaza de Mayo y leyeron un documento en el que pidieron a la Cámara de Casación Penal que se expida acerca de la apelación al fallo dictado por un tribunal en el juicio oral y público.
Según dijeron en los últimos días fuentes judiciales, la Cámara resolverá a fines de marzo si confirma o revoca el veredicto por la tragedia, tras fijar para el 24 de febrero de 2011 la audiencia para escuchar los argumentos de los abogados defensores y querellantes por las apelaciones que presentaron.
"Queremos que comience el juicio oral a Rafael Levy", agregó Pelosso acerca de la situación legal de uno de los propietarios del boliche siniestrado. Junto a los familiares y víctimas de Cromañón estuvieron también allegados a Mariano Ferreyra, el joven militante de PO que fue asesinado a balazos el 20 de octubre pasado por una patota mientras participaba de una marcha junto a trabajadores ferroviarios.
Antes de comenzar la movilización, durante la misa oficiada en la catedral de la Ciudad, el obispo Jorge Lozano criticó a quienes pretenden "bastardear y manipular" el dolor de los familiares de los 194 fallecidos el 30 de diciembre de 2004. "Los argentinos no aprendemos más. Los jóvenes son carne de cañón y para muchos 'aquí no ha pasado nada'. Nosotros sabemos que sí. Ciento noventa y cuatro vidas arrancadas en una noche no deben pasar de largo", advirtió Lozano.
Aquella noche víspera de fin de año, un incendio provocado por el disparo de un artefacto de pirotecnia causó la muerte, en su mayoría por asfixia, de muchos de quienes habían asistido al recital del grupo Callejeros. La tragedia le costó el cargo al entonces jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien fue destituido el 6 de marzo de 2006 en un juicio político que tramitó la Legislatura. El 19 de agosto de 2009, el Tribunal Oral Criminal 24 condenó a 20 años de prisión -aunque permanece en libertad hasta que la pena quede firme- del gerenciador del boliche, Omar Chabán.
El fallo del tribunal exculpó al cantante del grupo Callejeros, Patricio Fontanet, y a los músicos Juan Carbone, Cristian Torrejón, Elio Delgado, Daniel Cardell, Eduardo Vázquez y Maximiliano Djerfy. Los jueces, además, condenaron a 18 años de cárcel al manager de Callejeros, Diego Argañaraz, y por cobro de coimas al ex subcomisario Carlos Díaz. En tanto, las ex funcionarias del gobierno porteño Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández fueron condenadas a 2 años de prisión y a 4 de inhabilitación por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Ninguno de los condenados se encuentra preso hasta que el veredicto quede firme, ya que las partes apelaron ante la Cámara de Casación Penal.
Las Fotos...
Sobrevientes, familiares y amigos de víctimas del incendio en Cromañon marcharán hoy desde la Plaza de Mayo hasta el lugar de la tragedia. Télam
Hoy es el sexto aniversario del incendio que provocó 194 muertos en Cromañón sin ningún preso. Télam
A mediados de 2009, terminaba el juicio y dejaba disconformes a los familiares de las víctimas. Télam
En el juicio sólo Chabán fue condenado y ya está en libertad. Télam
El reclamo de los familiares y amigos de las víctimas de Cromañon. Télam
Hoy se cumplen seis años de la tragedia. Télam
Las zapatillas de lona, uno de los símbolos de la tragedia. Cedoc
Los detenidos en el momento del juicio, que ahora están en libertad. Cedoc
En el juicio sólo Chabán fue condenado y ya está en libertad. Cedoc
El reclamo de los sobrevivientes, amigos y familiares de las víctimas. Cedoc
El dolor de los familiares, en el juicio por la tragedia. Cedoc
Marchas para pedir Justicia. DyN
Estos seis años estuvieron cargados de reclamos de Justicia por parte de sobrevivientes, familiares y amigos de la tragedia. DyN
Una bengala arrojada por un espectador encendió una media sombra del techo de República de Cromañón y se generó un incendio en el local de Once. Cedoc
Reflexión:
Ejercitemos la Memoria Colectiva y pensemos en esta reflexión:
-Sino aprendemos de los "Hechos" del pasado, ¿Cómo construiremos los "Actos" del futuro?... -
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Dolores Fonzi y Amnistía Internacional por los Pueblos Indígenas.... De Alguna Manera...
"Todavía son muchos los indígenas que están en peligro (...) Con tu firma podemos exigirle al Gobierno que esto no vuelva a suceder. Defendamos los derechos de los pueblos indígenas", proclama la actriz de Soy tu fan y Verano del '98 en una campaña de TV que realiza Amnistía Internacional. Este organismo, a su vez, emitió un lapidario comunicado contra el gobierno K de Formosa y el Ejecutivo Nacional tras la represión contra la comunidad Qom.
La mujer de Gael García Bernal, en pleno embarazo, asegura en el video "la Policía actúo según las órdenes de la Policía provincial sin tener en cuenta la ley nacional 26.160 que prohíbe acciones de este tipo" en alusión a la represión que comandó el gobernador kirchnerista Gildo Insfrán el noviembre.
Más de un mes y medio después, el colectivo aborígen que reclama sus tierras 'ancestrales' aún espera poder ser escuchado por algún funcionario del Gobierno con una huelga de hambre que encabeza el cacique Féliz Díaz en plena 9 de Julio. Mientras tanto, Amnistía Internacional emitió un escrito en el que cuestiona a la administración formoseña y también al gobierno nacional.
"Lo que pasa en Formosa es gravísimo. Las constantes violaciones a los derechos de los pueblos indígenas en la provincia, el manejo de la información y el doble discurso hacen que las comunidades estén desamparadas y en riesgo. Es vergonzoso, los indígenas reclaman pacíficamente por sus derechos negados históricamente, los quieren callar y castigar, se defienden y salen en los diarios como si fueran pendencieros", señala el comunicado.
Asimismo, "Amnistía Internacional exige al Gobierno de la Provincia de Formosa que escuche al pueblo indígena y cumpla sus compromisos por los derechos humanos y lleve a cabo una investigación completa, pronta e imparcial del los hechos, publique los resultados de la investigación y lleve a la justicia a los responsables de lo sucedido".
Finalmente, el organismo internacional "exige al Estado Nacional que cumpla con sus compromisos internacionales de derechos humanos de los pueblos indígenas en todo el país, ya que no se puede permitir que se continúe, en ningún lugar del país, con este nivel de discriminación, violencia e indiferencia con los pueblos indígenas".
© Publicvado por el Diario Perfíl de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 28 de Diciembre de 2010.
domingo, 26 de diciembre de 2010
Jorge Rafael Videla...El dinosaurio está vivo y habló… De Alguna Manera...
El dinosaurio está vivo y habló...
El miércoles Jorge Rafael Videla fue sentenciado a perpetua por segunda vez en 25 años. Antes desarrolló un alegato con siete mensajes políticos dirigidos al Gobierno y a la sociedad argentina.
Al final tenía razón Susana Giménez. Ella preguntó una vez si un dinosaurio estaba vivo y se le rieron. Y resulta que esta semana apareció un dinosaurio vivo. Se llama Jorge Rafael Videla, tiene 85 años, era general hasta que fue degradado y acaba de recibir su segunda condena a reclusión perpetua en 25 años. En su alegato de defensa repitió antiguas falacias de la Guerra Fría con un condimento actual. “Ni sé si esta guerra, sin medios violentos, ha terminado”, se preguntó.
A principios de octubre de 1975, el entonces presidente interino Italo Luder, a cargo del Estado porque Isabel Perón había pedido licencia, convocó a los comandantes generales. Videla ya era jefe del Ejército. Este es el recuerdo que acaba de elegir para narrar ese momento: “Debí exponer y dije que habiéndose agotado la instancia de represión a cargo de las fuerzas de seguridad y la inoperancia de la Justicia, que por temor no había dictado ni una condena, parecía llegado el momento de apelar al uso de las Fuerzas Armadas para combatir el terrorismo subversivo”. Y agregó: “Eso implicaba reconocer un estado de guerra interna”. Para continuar, en un párrafo que conviene leer más de una vez: “Las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para reprimir. No disponían de balas de goma, balines, carros hidrantes. Pero fundamentalmente no tenían entrenamiento para reprimir sino para hacer la guerra, en donde se muere o se mata”. Es decir que como no estaban preparadas para reprimir, mataron. Según Videla, Luder dio su acuerdo y el país se dividió en zonas bajo la responsabilidad de las Fuerzas Armadas.
Es bueno aclarar que cuando Videla habla de “guerra” no resulta muy preciso. Pero en general parece referirse a la guerra como una acción entablada por un enemigo que instaló “un conflicto bélico interno de profunda raíz ideológica y fomentado de manera internacional”. Esa guerra, según él de carácter “irregular”, esa guerra de cuyo fin tiene dudas ahora el dinosaurio, abarcó “operaciones militares” que “hicieron crisis en 1975 y 1976 y comenzaron a declinar a fines de 1977”.
Videla habló antes de que el miércoles último fuera condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N0 1 de Córdoba por asesinatos y tormentos cometidos entre abril y septiembre de 1976. Ya había sido condenado a perpetua en el Juicio a las Juntas de 1985. Aquella sentencia de hace 25 años está firme porque en agosto la Corte Suprema declaró inconstitucional el indulto con que el ex presidente Carlos Menem benefició al dictador en 1990. Así, Videla tiene hoy dos perpetuas.
Siete novedades
El alegato fue impactante. Quienes recuerden, por edad, el tono de voz de Videla desde su anticipo del golpe de Estado en la Navidad de 1975, entonces un teniente general de 50 años, hasta sus discursos como presidente de facto entre 1976 y 1981, habrán notado que el timbre vocal suena idéntico pese al tiempo transcurrido y las canas. El resto puede constatar, en el YouTube o en http://www.eldiariodeljuicio.com.ar, el excelente site de H.I.J.O.S. filial Córdoba, que el tono de lectura fue firme y pausado. El ex general que en el juicio de 1985 fingía indiferencia ante la justicia humana leyendo textos sobre la guerra santa, esta vez lucía erguido.
¿Cuáles son las novedades que incorporó el dinosaurio en su alegato de Córdoba?
En primer lugar, los destinatarios: la sociedad argentina y “su juventud manipulada por la desinformación”.
También su idea primitiva de que existiría una continuidad demoníaca inmune al paso de la historia: “En aquellos años se decía que cuando llegue el tiempo de la política y sobrevenga en ellos (en los generales) el temor porque no saben practicarla, será el momento de derrotarlos porque no saben manejarse en ella. No hay duda de que cumplieron su palabra porque hoy gobiernan. No necesitan de la violencia porque ya están en el poder e intentan implementar un régimen marxista de base gramsciana anulando las instituciones”.
En tercer lugar, su autodefinición como “preso político”. ¿Quiénes lo mantienen preso? “Quienes después de ser militarmente derrotados se encuentran hoy ocupando los más diversos cargos del Estado.”
Cuarto, la noción de que existe sobre la década del ’70 “una versión sesgada de la realidad”.
Quinto, la justificación del robo de bebés cuando habla de la forma de operar del ERP y Montoneros: “Estos jóvenes cumplían de día sus funciones como estudiantes, hijos, obreros, y de noche, con una pastilla de cianuro y un arma escondida a veces en coches cuna, acompañados por sus parejas generalmente embarazadas para ser usadas como escudo, asaltaban, ponían bombas, etcétera”.
Sexta idea, la incorporación abierta de Sudáfrica como un país clave en medio de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética desatada después de la victoria de los aliados contra el nazismo en 1945. Dijo Videla: “Existían dos agrupamientos antagónicos desde el punto de vista ideológico. La imposibilidad de la destrucción masiva y simultánea dio lugar a la Guerra Fría y su equilibrio inestable, que nadie se atrevió a romper. La URSS ideó un subterfugio para romper ese equilibrio, alentando en Sudáfrica y en Sudamérica la toma del poder en aquellos países mediante formas violentas. La Argentina no fue ajena a esa situación”. La Marina, mientras estaba conducida por Emilio Eduardo Massera, el Mengele de los experimentos políticos, tomó a la Sudáfrica del apartheid como un aliado natural y concibió el territorio sudafricano como un aguantadero para el relax y los negocios de las patotas de la Escuela de Mecánica de la Armada, incluyendo por cierto al propio Alfredo Astiz. Es posible que el alegato de Videla marque la primera vez en que un jefe no perteneciente al ala masserista recuerde a la Sudáfrica de aquel momento dentro de una concepción estratégico-militar internacional de la que la Argentina formaba parte.
Y séptimo, la idea de que el terrorismo “es un crimen contra la humanidad”.
El comunista italiano Antonio Gramsci murió en las prisiones de Benito Mussolini en 1937. Mientras el Vaticano inventó la versión de que Gramsci pidió la extremaunción antes morir para atenuar su laicismo radical –-aplicable contra cualquier dogma, religioso o político–, distintas caricaturas del marxista italiano intentaron que perdiera su riqueza. Gramsci, por ejemplo, tenía claro que un Estado moderno debía limitar el poder del Vaticano pero a la vez advertía contra un anticlericalismo bobo y recogía los valores colectivos que muchos trabajadores mantenían como herencia, aún, del cristianismo primitivo.
En la Argentina, la caricatura que fue dibujando la extrema derecha integrista pintó un Gramsci astuto animando desde el más allá la conquista de las mentes y la toma del poder desde dentro de las instituciones. Como se ve, ese identikit simplote se conecta en estos tiempos con un republicanismo conservador que ya decretó, en la Argentina, la muerte institucional a manos de un populismo que demuele todos los días un artículo distinto de la Constitución.
El escrito que leyó Videla toma en cuenta esta dimensión y le suma un hilo argumental. Si los marxistas gramscianos que hoy gobiernan ya tomaron las instituciones y las liquidaron, esas instituciones no son legítimas. Naturalmente, Videla no tiene en cuenta el papel de una Argentina que vota y debate, pero no hay por qué pedírselo al primer presidente de un gobierno tiránico que hasta se autoasignó un papel fundacional en la transformación definitiva de la Argentina.
Al costado de ese hilo que procura quitar legitimidad y legalidad a la democracia, la mención del terrorismo como autor de crímenes contra la humanidad no suena ingenua. Tal vez apunte a sembrar sospechas que tiendan a igualar al Estado terrorista con la guerrilla, pero un juez debería probar que la guerrilla cometió actos masivos y sistemáticos de violaciones de derechos humanos contra la población civil. Más allá de la valoración histórica, política y moral que cada uno tenga de la guerrilla argentina, sus actos no se asemejan a los del Khmer Rouge camboyano o a los peruanos de Sendero Luminoso con sus matanzas de campesinos. Por otra parte, cuando las Fuerzas Armadas asumieron el poder, el 24 de marzo de 1976, Montoneros no tenía poder de fuego más allá de la posibilidad de cometer atentados y el Ejército Revolucionario del Pueblo ya había sufrido una masacre decisiva cuando fracasó en el intento de tomar el regimiento Viejobueno de Monte Chingolo, a fines de 1975.
La Guerra Fría
Quizá con la colaboración de algún periodista o abogado, o con la ayuda de alguien que reúne ambas asimetrías a la vez, Videla trató de presentar un esquema simple de aquellos años. Fue didáctico hasta el esquematismo cuando colocó a la Argentina viviendo su guerra dentro de la Guerra Fría. Como toda lectura tosca de la Guerra Fría –y conste que también hay lecturas toscas desde la izquierda, con la gran diferencia de que éstas no desembocaron en el terrorismo de Estado– el enfrentamiento entre Washington y Moscú aparece totalizador y omnipresente. Berlín oriental y Viena habrían tenido el mismo nivel de importancia que Tucumán o Villa Ortúzar.
La escala mundial le permite a Videla utilizar la misma sencillez aparente para describir fenómenos que sí merecen puntualizaciones más exactas. Dice en un momento: “A mediados de la década del ’70 los elementos terroristas habían proliferado. A ellos se sumaban las guardias sindicales y la Triple A, que operaba bajo la conducción de José López Rega”, ministro de Bienestar Social de Juan Perón y, a la muerte del líder, el 1 de julio de 1974, influyente secretario privado de Isabel Martínez.
Sin embargo, la guerrilla estaba en declinación y no en auge en 1975. Incluso su único ejercicio rural de entonces, encarnado por el ERP en Tucumán, terminó en un experimento de represión por izquierda que abarcó como blancos a los propios guerrilleros y a cientos de dirigentes sindicales sin relación con ellos.
Es cierto que los grandes sindicatos, como la Unión Obrera Metalúrgica, dispusieron de grupos organizados, pero su poder letal ya iba disminuyendo en el segundo semestre de 1975, justamente porque las diversas vertientes de la izquierda estaban diezmadas o en franca derrota.
En cuanto a la Triple A, sus comandos articulaban con el grupo de comisarios que dependían del jefe de Policía de Isabel Perón, el general Albano Harguindeguy, luego ministro del Interior de Videla. También la Triple A reduciría su intensidad a fines de 1975, en parte porque José López Rega había sido obligado a alejarse del país tras la tarea cumplida y en parte porque ya estaba claro que a la etapa de represión dispersa le seguiría una etapa de represión sistemática del mismo modo que, en economía, el intento ultraliberal de Celestino Rodrigo en 1975 sería continuado por un proceso de concentración y financierización persistente en 1976.
Videla, uno de los jefes políticos de aquella tiranía con vocación sistemática, terminó su alegato expresando su deseo de que la Argentina sea un país “reconciliado y pujante”.
El tribunal estableció que debe cumplir su condena en una cárcel común. Un lugar apropiado para profundizar sus conocimientos sobre la Guerra Fría y la guerra santa mientras, como el resto de los jefes, espera cumplir su objetivo: morir en medio del pacto de silencio, llevándose sus secretos a la tumba.
© Escrito por Martín Granovsky y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 26 de Diciembre de 2010viernes, 24 de diciembre de 2010
¡¡¡Natividad de Jesús!!!... De Alguna Manera...
La historia que conmemora el mundo cristiano en cada Navidad es la más bella y hermosa del mundo. Se trata del nacimiento de un niño pobre- muy pobre hijo de una humilde doncella y un rústico carpintero. La historia se desarrolla en un pequeño pueblo llamado Belén y está llena de un encanto especial, que la convierten en el relato más extraordinario del mundo.
Anunciado por un formidable y reluciente ángel, celebrado por un coro de voces celestiales, que proclaman su llegada con un resonante ¡Gloria a Dios en las Alturas! ¡y buscado por unos extraños sabios y magos del Oriente, que siguiendo una brillante estrella, esperan encontrarle y rendirle tributo y obsequiarle ricos presentes.
Todo ese marco real, milagroso y fantástico, nos enfrenta un nacimiento sencillo mísero y pobre. Este rey tan anunciado y esperado, que nace en la más extrema pobreza, en el frío y entre los animales y el estiércol de un miserable establo de una aldea pobre. ¿Es este el rey de quién tanto hablamos los cristianos? ¿Qué clase de rey es éste? ¿Un rey sin riquezas no corona y nacido entre las bestias y el estiércol de un mísero establo? ¿Un rey anunciado por ángeles y coros celestiales que nace pobre y olvidado? ¿Cuál será entonces la relidad y la verdad de su reino? ¿Cuál será entonces la grandeza de este rey de los cristianos?
Esta hermosa historia, que se recrea en cada Navidad, no debe conmemorar, en modo alguno, a un Cristo olvidado por el mundo que se dice cristiano y que cada día lo somete al martirio de la cruxifición, porque su palabra cae en boca de algunos fariseos que alegan predicar su mensaje.
El Cristo que debemos conmemorar es uno que está lleno de la hermosura de su dignidad moral y de la importancia y trascendencia de su nueva ley: la ley del amor, el ejemplo del amor.
Jesús nació en un establo. Un establo, un verdadero establo, no es el alegre pórtico ligero que los pintores cristianos han edificado al hijo de David, como si estuviesen avergonzados de que Jesús hubiese nacido en la miseria y la suciedad. Y no es el pesebre de yeso que los imagineros han ideado en tiempos modernos: el pesebre limpio y amable, gracioso de color. Esta puede ser un lujo de nuestro tiempo, pero no es, en verdad, el establo donde nació Jesús.
Y es que este cuadro que nos presenta el establo donde nació Jesús presenta un marco simbólico: los animales serán la naturaleza, los pastores el pueblo pobre y humilde y los Tres Reyes serán la sabiduría y la ciencia antigua.
Y este marco simbólico oculta tras de sí un profundo mensaje cristiano:
"Bienaventurados los pobres, los que sufren y lloran... los que tienen hambre y sed de justicia, porque de ellos es el verdadero reino de los cielos."
© Del libro, Historia de Cristo cuyo autor es Giovani Papini
jueves, 23 de diciembre de 2010
Los papeles de Walsh, crítica a la conducción montonera... De Alguna Manera...
1. Estaba solo. Sentado en un banco del Jardín Botánico. En camisa, con el saco en la mano. La mirada perdida en el cielo gris, que apenas dejaba filtrar unos rayos tibios de sol. En silencio. No había, a su alrededor, más que algunos gatos perezosos y el regular murmullo de los pájaros. Solo. La mirada perdida. El rostro marcado por la tristeza. Era a finales de 1976, cuando un amigo reconoció a Rodolfo Walsh sentado en un banco del Jardín Botánico. Había pasado lo de Paco. Había pasado lo de Vicky. Quizá, también, lo de Pablo y Mariana. Rodolfo Walsh estaba encerrado en su laberinto interior, de cara al cielo, cuando un amigo lo vio mal, “con una cara un poco desencajada”, diría después. Quiso acercarse, hablar con él, pensó en caminar hasta la esquina y meterse al Botánico por Malabia. Pero no se animó. “Me arrepentí. Me dio miedo”, contó, años después. No eran tiempos sencillos aquellos, cuando los encuentros casuales en una esquina podían resultar peligrosos.(1) Rodolfo se quedó solo. Con el gris marcado en los ojos, buscando un resquicio de sol entre tantos nubarrones.
2. Las primeras semanas después del golpe habían sido devastadoras para la organización. El cerco se estrechaba desde el interior hacia Buenos Aires, y la garra criminal de los militares parecía capaz de aniquilar cualquier estructura clandestina. Un día uno, al día después otro, los compañeros faltaban a las citas, se ausentaban de las reuniones, se esfumaban sin dejar rastro. Las caídas se sucedían y no había respuestas. La efectividad de los grupos de tareas en su faena asesina no dejaba célula de pie. Para octubre de 1976, el Consejo Ejecutivo Nacional de Montoneros había girado un extenso informe sobre resoluciones tácticas y estratégicas a cumplir por la militancia en sus frentes de trabajo.
En el detallado documento, se destacaba el fracaso del gobierno militar en su intento de apertura hacia los partidos políticos, la profundización de contradicciones internas en el seno de las Fuerzas Armadas y la carencia de reservas estratégicas del enemigo para persistir con la represión contra las masas y su vanguardia.
Sin embargo, y a pesar del diagnóstico optimista con respecto al desarrollo de una dictadura que contaba con la iniciativa táctica y un “claro avance militar” sobre las fuerzas propias, la conducción montonera aprovechó el informe para admitir problemas y fallas a nivel político y militar. “Las insuficiencias en la política de poder para las masas, el déficit de propaganda, el aparatismo, el militarismo y el internismo nos han impedido capitalizar hasta el momento, la hostilidad popular hacia la dictadura para convertirla en acumulación de fuerzas”, señalan como eje de la autocrítica. Un elemento recorre y se repite en cada página del informe: el “internismo”. La conducción evidencia en este aspecto una clave de la situación actual de sus fuerzas, a la vez que se hace eco y responde propuestas y críticas deslizadas por un sector de la organización. La Columna Norte, más precisamente, había insistido en su idea de descentralizar la organización y distribuir las finanzas en cada regional, para intentar preservar a los cuadros ligados a la militancia de base; aquellos más expuestos ante la represión. La respuesta fue exactamente lo inverso: centralizar aún mas el mando sin otorgar autonomía táctica y personificar la conducción a nivel popular bajo la consigna: “Firmenich conduce la resistencia”. Asimismo, también desaconsejaba suponer que el aparato partidario era “un espacio seguro para el repliegue del conjunto de las fuerzas propias” y recomendó para la preservación de la militancia “la mimetización en los niveles sociales más numerosos”. La propuesta era confundirse con la población a través de un mecanismo sencillo: “La pregunta que debemos formularnos para resolver cada uno de estos problemas es: ‘¿Cómo resolvería un obrero común esta situación?’...”
Este informe es el que provocaría la respuesta por escrito de Rodolfo Walsh (entonces Oficial 2° y encargado de tareas en Prensa e Inteligencia en Montoneros), a partir de la discusión en su ámbito de militancia. Fueron, en total, cinco documentos críticos enviados a la conducción nacional, con una distancia de seis semanas entre el primero de ellos, fechado el 23 de noviembre de 1976; y el último, del 5 de enero de 1977. A lo largo de esas seis semanas, los informes que después recibirían el nombre de Los papeles de Walsh, van agudizando la crítica desde resoluciones tácticas particulares y el señalamiento de diferencias con respecto a ciertas visiones estratégicas, hasta plantear de forma concreta una línea alternativa a nivel político para preservar a la militancia; además de proponer cambios en la estructura interna de la organización con el objetivo de evitar el aniquilamiento y buscar las raíces de los problemas que determinaron una lectura equivocada de la realidad por parte de la conducción. Si el primero de los documentos se plantea como un aporte a la discusión en el ámbito partidario, en el último se especifica que las divergencias y las dudas manifestadas no deben entenderse “como una forma de cuestionamiento, sino de diálogo interno”.
¿Se tratan, en definitiva, de documentos de ruptura? ¿Supo interpretar Walsh la opinión y el sentir de una porción importante de la militancia de base montonera? ¿Los papeles de Walsh constituyen un esbozo de plan alternativo del escritor, más allá de cuestiones tácticas; en oposición a la estrategia de la conducción nacional? ¿Generaron estas críticas el debate interno que pretendía provocar entre los militantes de la organización? ¿Respondió la conducción a las críticas allí expuestas? Esos han sido, a lo largo de décadas, algunos de los interrogantes que generó Rodolfo Walsh con sus aportes críticos en tiempos de un cerco criminal que se estrechaba cada día un poco más. Su validez, en todo caso y como primer aspecto a resaltar, no radica en la exactitud o no de su caracterización de la etapa o en la eficacia (incomprobable, por otro lado) de sus propuestas concretas para preservar a los cuadros; sino en la valentía y la coherencia de intentar ofrecer otra opción. De frente a una catástrofe a nivel nacional (y también personal), Walsh intentó “politizar” sus diferencias con muchas decisiones tomadas por la conducción y provocar un debate en tiempos en que cualquier diferencia era señalada como desviación; toda crítica, una tendencia a priorizar el “internismo” y cualquier duda, como signo inequívoco de debilidad ideológica.
3. En la primera de las críticas al informe de la conducción, Walsh reconoce coincidencias parciales con las rectificaciones allí expuestas, señala aciertos en algunos planteos y lo considera “un avance significativo para el conjunto”. También deja entrever su optimismo con respecto a las perspectivas de la lucha contra la dictadura: “Si corregimos nuestros errores volveremos a convertirnos en una alternativa de poder”.
Sin embargo, ya en el inicio de sus observaciones, especifica que las rectificaciones “son solo parciales” y que corresponde ahora “una autocrítica profunda sobre los errores que nos condujeron a la actual situación”. A partir de entonces, Walsh señala como primer punto, evitar confundir la situación política de entonces con una guerra colonial, como las desarrolladas por chinos o vietnamitas, donde la unidad del pueblo con su vanguardia surge de hecho, ante la amenaza del invasor externo: “Nosotros en cambio tenemos que empezar por ganar la representación de nuestro pueblo a partir de los elementos con que contamos”.
En segundo lugar, señala como falencia de la organización la decisión de abandonar la lucha interna dentro del peronismo para priorizar la estrategia militar por encima de la política y para dedicar la atención “a profundizar acuerdos ideológicos con la ultraizquierda”...
© Nota y entrevistas de Hugo Montero e Ignacio Portela publicado por Revista Sudestada Nº 65 de Diciembre 2007
La Información y la Verdad...
La Información y la Verdad...
EL CUENTO DE LA VERDAD VERDADERA
Si tomamos la verdad, la verdad única, absoluta, objetiva, verdadera, como posible de ser transmitida por los medios de difusión, armaremos una estructura condenada a derrumbarse.
En los medios de difusión, la verdad no es nada más que un punto de vista, una parcialidad, un costado, un pedacito. Es fácil descubrir la cantidad inevitable de recortes que sufre la realidad al convertirse en información. Imaginemos el dinamismo periodístico, cierto apuro, ciertos límites de tiempo. Un periodista, una persona normal, hará un inevitable recorte, una observación humanamente parcial de lo que tiene delante, para luego expresarlo condicionado por su formación, por aquello que más le ha impresionado, inclusive por su facilidad o dificultad para transformarlo en un mensaje. Cada periodista nos dará, inevitablemente, un mensaje diferente. Es una prueba que puede hacerse en casa, con los amigos, describiendo lo que pasó en una reunión.
Digamos por otro lado que los hechos no son objetos aislados, se inscriben en un contexto más amplio de relaciones múltiples.
Sumemos a esto último la edición de la información. Para una noticia no es lo mismo la tapa que la página 30 de un diario. No es igual algo que nos lee un locutor, que tres minutos de imágenes sobre el tema.
Esa selección cotidiana, condicionada por escalas de valores casi nunca explícitas, a veces particularmente ocultas, están muy lejos de ser objetivas.
Con la más sana intención o con la peor de las intenciones, con respeto por el público o sin él, sin responsabilidad sobre lo que le pase al otro o haciéndose cargo de la sociedad en cada palabra, igualmente todo lo que se puede hacer es transmitir una subjetividad.
Si apelamos a un criterio democrático, tendríamos que partir del reconocimiento respetuoso del punto de vista del otro, de la existencia de otras verdades que, sumadas, hacen el punto de vista, la opinión, la posición de la sociedad plural con respecto a la realidad. Un simple respeto por nosotros mismos, además, nos haría caer en la cuenta de que, con el tiempo, hemos ido modificando nuestras verdades. Las ampliamos, las sintetizamos, las reformulamos y/o las seguimos buscando.
Aportemos, por último, un dato emocionalmente contundente: casi siempre sostienen la existencia de la verdad única los sectores totalitarios, absolutistas, que prefieren disparar sus armas en defensa de lo indiscutible.
Pero más allá de ese debate profundo hay un tema más cercano y más humano para comprender: es la imposibilidad de limitar la realidad en páginas, puntos de vista, tamaños de tipografía, imágenes, segundos, caras, gestos, voces, compaginaciones, cortes, etc., y aun así, tan tremendamente relativizada, creer que se puede transmitir la verdad. Bien. La respuesta es no.
Carlos Abrevaya
ATOLONDRAMIENTO INFORMATIVO
Un rasgo particular de lo que podríamos llamar la era de las comunicaciones es nuestra actual capacidad para malentendernos. Parece que junto con nuestra mayor habilidad para transmitir mensajes a un ritmo vertiginoso y conectarnos en directo con casi cualquier parte del país y del mundo, acabamos siendo víctimas de un cierto atolondramiento informativo.
Un noticiero suele ser una muestra caótica, acelerada, con aire de urgencia, inquietante, morbosamente seductora, de hechos arbitrariamente amputados, sintetizados en sus puntos culminantes con un criterio selectivo que privilegia aquello que provoque un cierto sacudón en el receptor. De lo esbozado podríamos concluir que recibimos un discurso imposible de retener, oral-visual apabullante y acelerado por el emisor, por lo que nos resultará casi imposible analizarlo en un tiempo humano o confrontar lo que entendimos con lo que nos dijeron.
Suele venderse la imagen de que en esos espacios se ofrece “toda la información”, como si esto fuera poco, sobre “todo” o bien –más perverso aún– sobre “todo lo que importa”, lo importante, lo que a usted le debe importar porque si no será un tonto, marginal, inadaptado, enfermo, despreciable y etcétera.
Los que pueden emitir su opinión son sólo aquellos que disponen de la fortuna económica para comprar y mantener un medio de difusión. ¿El hecho de que cinco empresas nos cuenten lo que pasa nos garantiza que recibiremos todos los puntos de vista? ¿No podría pasar que sólo recibiéramos los puntos de vista de los dueños de esas empresas? Más allá de las diferencias circunstanciales o superficiales, ¿no podríamos acabar recibiendo, en el fondo, un mismo punto de vista?
Creo que estamos en condiciones de acordar que convivimos con un fenómeno social de desentendimiento. Difícil es organizar una cultura y sus correspondientes acciones desde bases de incomprensión. En esa incapacidad de comprensión han tenido, tienen y tendrán mucho que ver los medios de difusión masivos. Triste paradoja: recibir montones de noticias para saber poco y nada de verdadera utilidad para nuestros proyectos de vida.
Carlos Abrevaya
Los productos del periodista, sus crónicas, sus gacetillas, sus reportajes, son comparables a las secciones de una fábrica: son productos que el equipo financiero utilizará como mercancías.
Manuel Vazquez Montalbán
CONSTRUIR EL ACONTECIMIENTO
Ese objeto cultural que llamamos actualidad –tal como nos la presenta, por ejemplo, el noticiero de un canal de televisión en un día cualquiera– tiene el mismo status que un automóvil: es un producto, un objeto fabricado que sale de esa fábrica que es un medio informativo. Se trata de los discursos que nos relatan cotidianamente lo que ocurre en el mundo.
En mayor o menor grado, cada uno de nosotros cree en los acontecimientos de la actualidad; damos crédito, necesariamente, a alguna imagen de la actualidad. Sin embargo, en la enorme mayoría de los casos no hemos tenido ninguna experiencia personal de los hechos en cuestión. Si damos crédito es porque algún discurso ha engendrado en nosotros la creencia y en él hemos depositado nuestra confianza. La confianza se apoya en el siguiente mecanismo: el discurso en el que creemos es aquel cuyas descripciones postulamos como las más próximas a las descripciones que nosotros mismos hubiéramos hecho del acontecimiento si hubiéramos tenido de éste una “experiencia directa”. En nuestra relación con los medios, no es porque hemos constatado que un discurso es verdadero que creemos en él; es porque creemos en él que lo consideramos verdadero.
Eliseo Verón
MIRANDO LAS NOTICIAS
El noticiero de televisión es una pieza fundamental del consumo informativo de la población. Millones de personas están diariamente frente al televisor mirando noticias de un modo fragmentario: casi nadie lo ve entero desde que empieza hasta que termina y menos aún –si ello fuera posible– sin haberlo interrumpido cambiando momentáneamente de canal.
Este estilo discontinuo de exposición al medio no hace más que potenciar el carácter fragmentario que tiene el discurso informativo de la televisión. Un noticioso es una secuencia agregativa de cuestiones que se van sucediendo generalmente sin un orden temático: la política nacional, curiosidades, el casamiento de una estrella internacional, los goles del campeonato italiano, un reportaje, una concentración, el comentario financiero, el vía satélite de guerras desconocidas que no se sabe bien dónde quedan, cuándo empezaron, una inundación, etc. Es como si una noticia anulara a la otra en un discurso plano que depende del posible comentario que la acompañe o del énfasis en la lectura de la noticia. Esto hace a una situación propia del lenguaje televisivo. La agregación fragmentaria de noticias y el hecho de que no son seguidas hasta su desenlace, establece notables brechas en el relato que son susceptibles de ser significadas por el receptor de diversa manera.
El noticiero tiene gran influencia y alcance como medio informativo y en ello también encuentra la posibilidad de incorporarse a la vida cotidiana de las personas bajo la forma nada inocente de la obviedad. Está tan a la mano, es tan frecuente y de fácil acceso que lo que pasa entre la pantalla y el espectador está naturalizado por una consolidada cotidianeidad y proximidad. Pero sin embargo, la imagen de la pantalla remite a la cara no visible de la emisión con sus tecnologías, administraciones, negocios, jerarquías y técnicas periodísticas, relaciones con el poder, etc..
La imagen funciona como autentificadora, se presenta como inocente, naturalizada, aparece como un mensaje sin código, donde está oculta la fuerte codificación a la que este mensaje está sujeto por la cámara que moldea y sesga el acontecimiento; la imagen emitida es producto de la lectura de quien maneja la cámara, de la elección de determinados actos y el olvido de otros.
La noticia que nos muestra la pantalla no es un hecho en bruto frente al cual el medio y el periodista deben funcionar sólo como un veraz y objetivo transportador del mismo hasta la audiencia. La noticia está siempre construida por el medio, aunque la televisión funcione con el “efecto de realidad” de la cámara.
Lo dicho hasta ahora no desconoce lo referido a las posibilidades ideológicas o políticas de desinformación que tienen los medios. Mario Benedetti enumera y analiza una serie de procedimientos de desinformación: informar lo contrario a lo acaecido; informar sólo una parte de lo sucedido; suprimir una parte importante de una cita; aislar una cita de su contexto; distorsionar un hecho acaecido, manteniendo una parte de verdad; utilizar un título inexacto o tendencioso para una noticia verazmente transcripta; usar tendenciosa y descalificadoramente el adjetivo o las comillas; simular un estilo objetivo; desequilibrar los datos con determinada intención política; borrar (o por lo menos empañar) la historia.
Desde el comienzo de este texto está presente sin explicitarse un problema que podemos sintetizar con una afirmación de Ingmar Bergman: “decidir dónde colocar la cámara es una cuestión ética”.
Oscar Landi
LA PRENSA “INDEPENDIENTE”
Nada hay más engañoso que la prensa llamada independiente.
El método utilizado por la prensa “independiente”, cuya primera trampa es esa supuesta independencia, no consiste sólo en la deformación de los hechos informados y en la reiteración constante y destacada de los hechos, doctrinas y soluciones convenientes a la realidad que hay detrás de esa independencia, sino al manipuleo de las informaciones que no se adecúan a sus fines.
Así puede convertirse un hecho o persona intrascendente en importante, y disimular lo que verdaderamente lo es, aparentando cumplir con la objetividad de la información.
Cuando se quiere destacar lo que se dice, esto va en primera página, y si no en página impar. Los grandes títulos, el tipo de letra, y el armado de la noticia –por ejemplo un recuadro o el acompañamiento de ilustración gráfica– destacan lo que se quiere que sea leído. Con letra pequeña, poco título perdido en una página uniforme y con reducido espacio o entre los avisos, irá lo que se quiere que no llame la atención, pero cuya publicación permite continuar con la imagen de la objetividad que al mismo tiempo se quiere dar al lector.
Hay miles de recursos de esta naturaleza que forman parte fundamental de la “cocina” periodística.
Arturo Jauretche
LA GRAN PRENSA
¡La “gran” prensa! En la historia de la prensa europea hay un ejemplario magnífico de lo que ha sido y de lo que es, o llega a ser, la “gran” prensa, al servicio, siempre de los “dominadores”, sean emperadores, generales o banqueros. Hela aquí:
Cuando Napoleón huyó de la Isla de Elba y desembarcó en el golfo Juan, el periódico más importante de Francia escribía:
-El bandido corso intenta volver a Francia.
Al hallarse el bandido corso a medio camino de París, el mismo periódico escribía:
-El general Bonaparte continúa su marcha hacia París.
Cuando el general Bonaparte se encontraba a una jornada de París, el periódico decía:
-Napoleón sigue su marcha triunfal.
Y al entrar Napoleón a la capital de su perdido imperio, el periódico remataba el proceso de sus informaciones con esta:
-¡Su Majestad el Emperador ha entrado en París, siendo entusiastamente recibido por el pueblo!
Deodoro Roca
CÓMO SE “PRODUCE” UNA NOTICIA
Las audiencias saben que el periodista sabe… que si no hay noticia, las noticias se inventan. Siempre habrá que decir algo nuevo, algo que nadie ha dicho todavía, o algo que parezca nuevo. El éxito o el fracaso en esta producción de news radica en un juego de espejos: el periodista debe tener la capacidad de conocer qué sabe, qué no sabe y qué espera el interlocutor, el lector, el público considerado “cautivo”.
Ya es un lugar común decir que la noticia es una construcción que implica selección, jerarquización, recorte y edición. En todos esos mecanismos, que se desarrollan a partir de la necesidad de adaptar la noticia a una determinada duración y extensión, interviene un punto de vista que establece cómo se desplegará la información.
¿Y qué ocurre cuando nada ocurre? ¿Cuando no aparece la materia prima para fabricar noticias? La noticia se fabrica igual, sobre la base de esa ausencia. Noticias basadas en hipótesis, especulaciones, rumores o declaraciones no confirmadas y que no reciben rectificación posterior en ningún medio, entran en este rubro, aunque también noticias inventadas o erróneas. El no-acontecimiento es un hecho no sucedido, que tampoco está previsto cuándo puede suceder, pero capaz de producir una no-información que, de todos modos, se convierte en noticia. Esta produce un efecto de desinformación: el cíclico retorno de algún monstruo de la laguna es uno de los ejemplos más obvios, aunque también puede serlo el rumor de que cierto príncipe pedirá la mano de una famosa modelo.
Una de las características de la noticia basada en el no-acontecimiento es su camuflaje de objetividad: se presenta como si fuese verdadera, y solo una lectura cuidadosa o un seguimiento del caso permite detectar los elementos que indican su irrealidad.
Osvaldo Baigorria
EL GRAN SILENCIO
¿Qué es la verdad? Para la masa, es la que a diario lee y oye. Ya puede un pobre tonto recluirse y reunir razones para establecer “la verdad”: seguirá siendo simplemente su verdad. La otra, la verdad pública del momento, la única que importa en el mundo efectivo de las acciones y de los éxitos, es hoy un producto de la prensa. Lo que ésta quiere es la verdad. Sus jefes producen, transforman, truecan verdades. Tres meses de labor periodística, y todo el mundo ha reconocido la verdad. Sus fundamentos son irrefutables mientras haya dinero para repetirlos sin cesar. La antigua retórica también procuraba más impresionar que razonar, pero se limitaba a los presentes y al instante. El dinamismo de la prensa quiere efectos permanentes. Ha de tener a los espíritus permanentemente bajo presión. Sus argumentos quedan refutados tan pronto como una potencia económica mayor tiene interés en los contraargumentos y los ofrece con más frecuencia a los oídos y a los ojos. En el instante mismo, la aguja magnética de la opinión pública se vuelve hacia el polo más fuerte. Todo el mundo se convence enseguida de la nueva verdad.
Siéndole lícito a todo el mundo decir lo que quiera, la prensa es también libre de tomarlo en cuenta o no. Puede la prensa condenar a muerte una “verdad”; bástale con no comunicarla al mundo. Es ésta una formidable censura del silencio, tanto más poderosa cuanto que la masa servil de los lectores de periódicos no nota su existencia.
Oswald Spengler
El periodismo es un oficio fácil. Es cuestión de escribir lo que dicen los demás.
Howard P. Lovecraft
Reúne primero los datos, que ya tendrás tiempo de distorsionarlos como te plazca.
Mark Twain
ENGAÑAR CON AUTORIDAD
Lo que a uno le sorprende es ver, en cualquier asunto en que se halle vivamente interesada la opinión pública, qué extremos alcanza la facultad humana de mentir. Podría uno afirmar, sin miedo a equivocarse, que los periódicos no dicen la verdad más que en casos excepcionales.
Zola escribió de la prensa financiera francesa que podría dividirse en dos grupos: la venal y la titulada “incorruptible”, es decir, aquella que solo se vendía en casos especiales y por mucho dinero. Algo parecido se podría decir acerca de la facultad de mentir de los periódicos en general. La prensa amarilla de cafetín miente constantemente, sin reparos ni miramientos de ninguna clase. En cambio, periódicos del corte de Times o Les temps dicen la verdad en los asuntos triviales e indiferentes para, de este modo, conquistarse el derecho de engañar a la opinión pública en los asuntos grandes con la necesaria autoridad.
León Trotsky
MUCHO MÁS QUE UN MEDIO
Un diario tiene algún parecido a un ser humano. Un ser humano se integra de millones de partículas muertas, de nitrógeno, de hierro, de calcio, de sodio, que permanecen estables o se renuevan fuera del alcance de nuestra voluntad. Así, al menos, nos lo aseguran los químicos, obstinados en hacemos creer que el residuo polvoriento y el poco de humo de un cuerpo cremado, es lo único que el cuerpo contenía. El aserto químico no nos ha convencido nunca. Nos parece una experiencia candorosa, como muchas otras muy científicas, semejantes a la experiencia del niño que recoge un poco de agua en la palma de la mano y asegura que eso es el mar.
Un diario tiene su director, su secretario de redacción, su jefe de noticias, sus cronistas, sus corresponsales, su imprenta, su concesionario. Pero ese conjunto no es el diario. El diario es algo más. Es ese algo que se escapa de las manos del niño y de la pericia analítica del químico. El diario es la manifestación concreta de algo más grande que el diario mismo. Por eso el lector, que estima que los diarios son la simple materialidad de papel que adquiere por unas monedas, se sorprende del alcance de los temas que se desenvuelven a su entorno. Esos lectores no han comprendido aún que el periodismo no es más que una expresión del estado del país.
Raúl Scalabrini Ortiz
PRODUCTO CON SENTIDO
La presentación pretendidamente imparcial de los hechos es ya una mentira. Los hechos aparecen cargados ya de valoración, y esto es naturalmente más claro que en ningún sitio en la TV, es la sola presentación de las noticias mismas, para no hablar de las demás cosas, la que las hace ya significativas, signos de algo, señas que se le están haciendo a los televidentes que se están formando, que están entrando en un proceso de formación de masas. De manera que los comentarios posteriores que se puedan añadir, en verdad, no hacen sino disimular esa condición ya valorativa, ya moral que desde su nacimiento mismo tienen las noticias, tienen los hechos. No hay que olvidar que los propios locutores televisivos se ven obligados a decir las noticias que se “han producido” hoy. Que se han producido quiere decir, que se han producido como se producen los productos comerciales, lo cual implica ya un sentido, una orientación a fines determinados, así que la cosa no puede estar más clara.
Agustín García Calvo
Bibliografía:
* Abrevaya Carlos. Medios locos. Cap. 13: “El cuento de la verdad verdadera”. Cap. 3: “¿Democracia? ¿Qué democracia?”. Cap. 14: “El torcido derecho a la información”. Ediciones de la Urraca. Bs. As., 1989.
* Jauretche Arturo. Los profetas del odio y La Yapa. La colonización pedagógica. 3ra. parte: “La superestructura cultural. Su instrumental”. Cap. 1: “Los medios de información y opinión”. A. Peña Lillo Ed. Bs. As., 1967.
* Landi Oscar. El discurso político. “Mirando las noticias”.
* Verón Eliseo. Construir el acontecimiento. “Prefacio a la segunda edición” e “Introducción”. Ed. Gedisa.
* Rodríguez Esteban (compilador). Contra la prensa. Antología de diatribas y apostillas. Colihue. Buenos Aires, 2001.
Memoria, Verdad y Justicia... De Alguna Manera...
Todo hubiera sido más fácil para esta sociedad si la primera condena a Videla hubiera permanecido en firme. Se hubieran ahorrado casi veinte años de frustraciones. Toda la marcha atrás a la que fue forzado Alfonsín y que profundizó por voluntad propia Carlos Menem y mantuvieron en forma inalterable los gobiernos de la Alianza y los sucesivos de postcrisis, hasta Duhalde, fue una manera de prolongar una situación injusta que sensibilizaba sobre todo a las generaciones de jóvenes que se sucedieron desde aquel momento. Nuevas generaciones de militantes de izquierda, de peronistas y radicales se foguearon en las marchas por Juicio y Castigo.
La condena a Videla resignifica a esta democracia. Es como si la volviera a bautizar. No podía concebirse una democracia con Videla en libertad. Esa carga simbólica se convertía en una carga de dinamita contra la idea de democracia. O de construcción de una democracia verdadera, en un país que casi no tenía experiencias democráticas genuinas. Es difícil de comprobar si, como afirmó Videla, Balbín le pidió el golpe. Pero en esa época, no solamente radicales, sino también peronistas y hasta socialistas y de otras corrientes políticas de izquierda y derecha participaban en las decisiones golpistas. Era una forma de hacer política, desde antes de que existiera la guerrilla. Hasta podría decirse que esa forma de hacer política tuvo mucho que ver con el crecimiento de la guerrilla. Para ser justos habría que decir que también había políticos, como el Alfonsín que llegó a diciembre de 1983, que no habían tenido esos manejos, pero eran una minoría.
En un sistema básicamente hipócrita, la última dictadura militar fue su emergente más ominoso. Se había forjado un camino que llevaba indefectiblemente a ese desenlace. En los demás países de América latina había procesos similares con diferencia de matices. En todos, las Fuerzas Armadas se habían convertido, desde casi principios del siglo XX, en la casta que tutelaba y aprisionaba el juego político. No había ninguna posibilidad de cambio democrático o de gobiernos populares y bajo ese esquema se formaron varias generaciones. Ese también fue un camino casi inexorable. La última generación que se formó bajo ese esquema tomó las armas para romperlo.
Esta vez hubo generaciones que se han formado durante veinte años bajo el signo de esa carga simbólica, en la que una fuerza inasible y suprademocrática impedía que fueran juzgados los torturadores y violadores de la dictadura. Con la condena a Videla y los demás juicios, estas generaciones pudieron llegar a un desenlace positivo de sus luchas y esperanzas.
Así, con las condenas y los juicios, estas generaciones se constituyen en generaciones de la democracia. Son el escalón que permitirá mejorar lo que hay y lograr una democracia superior. Porque con sus luchas, junto a los organismos de derechos humanos y con la decisión política del ex presidente Néstor Kirchner de anular la legislación de impunidad, ellos pudieron derrotar a esa sombra suprademocrática que hacía que la democracia no lo fuera tanto.
Los presidentes y los políticos que obstaculizaron estos juicios estaban diciendo que la democracia es esencialmente injusta, que los delitos más horribles que se cometen desde el poder no pueden ser juzgados por sociedades democráticas. Esos dirigentes que se rasgaban las vestiduras por la democracia fueron sus peores propagandistas. En el fondo, y al igual que la mayoría de los viejos políticos del siglo pasado, no fueron realmente democráticos y formaron generaciones iguales a ellos o, como la de los ’70, totalmente opuesta.
En este caso, la condena a Videla es mucho más que un hecho judicial. La poderosa carga simbólica que implica se proyecta sobre toda la sociedad como una reivindicación de la democracia, porque se logró en democracia. Y además se materializa como un gran acusador de los que todos estos años trataron de impedirla hipócritamente en nombre de una democracia en la que no creen.